domingo, febrero 29, 2004
Nombres impropios
Gertrude Stein le sostenía al pobre Hemingway que sus primeros cuentos eran innacrochables, es decir "incolgables", en referencia a ese tipo de cuadros que por motivos de buen gusto eran imposibles, en aquel entonces, de exhibir públicamente. Las referencias sexuales de los cuentos de Papá Hemingway como el maravilloso Gente de verano los volvían, según la gorda Stein, innacrochables.
Hoy en día es difícil hablar de obras de arte innacrochables, pero sigue habiendo elementos imposibles de asimilar, especialmente cuando están particularmente identificados con la naturaleza del artista. Un ejemplo notable son para mí los nombres de las bandas; a pesar de ser la pregunta favorita de los periodístas sin imaginación, los músicos no suelen tener una respuesta exacta acerca del por qué su banda se llama así o asá, y por otra parte no les importa un carajo. Sin embargo todos saben por qué la banda no se llama de otra forma. Se puede hacer una larga y fascinante lista de nombres fallidos que fueron abandonados no por malos o insonoros sino por lo contrario, por ser demasiado visuales y literales. Evidentemente a Seth Putnam no le da ninguna vergüenza el haber denominado a su banda Anal Cunt, pero ha habido músicos quebrados por tener que presentar a sus bandas con incómodos nombres como Orgasmo Rosa o Los Conchos (mención aparte merece la intrepidez de la banda suburbana "Los Chupapijas"·).
Pero el nombre más notable e impresentable que conozco me fue sugerido por F.D.G., doctor en tarot, peyote y ayahuasca, que sugería para una banda de ultra-hardcore el asombroso denominativo de "Payasos con Sida", nombre para él muy poderoso porque además "es muy triste, fijate vos...". En algún lugar del mar de las posibilidades debería haber una banda increíble que se llamara así y marcara un antes y un después en términos de buen o mal gusto.
Hoy en día es difícil hablar de obras de arte innacrochables, pero sigue habiendo elementos imposibles de asimilar, especialmente cuando están particularmente identificados con la naturaleza del artista. Un ejemplo notable son para mí los nombres de las bandas; a pesar de ser la pregunta favorita de los periodístas sin imaginación, los músicos no suelen tener una respuesta exacta acerca del por qué su banda se llama así o asá, y por otra parte no les importa un carajo. Sin embargo todos saben por qué la banda no se llama de otra forma. Se puede hacer una larga y fascinante lista de nombres fallidos que fueron abandonados no por malos o insonoros sino por lo contrario, por ser demasiado visuales y literales. Evidentemente a Seth Putnam no le da ninguna vergüenza el haber denominado a su banda Anal Cunt, pero ha habido músicos quebrados por tener que presentar a sus bandas con incómodos nombres como Orgasmo Rosa o Los Conchos (mención aparte merece la intrepidez de la banda suburbana "Los Chupapijas"·).
Pero el nombre más notable e impresentable que conozco me fue sugerido por F.D.G., doctor en tarot, peyote y ayahuasca, que sugería para una banda de ultra-hardcore el asombroso denominativo de "Payasos con Sida", nombre para él muy poderoso porque además "es muy triste, fijate vos...". En algún lugar del mar de las posibilidades debería haber una banda increíble que se llamara así y marcara un antes y un después en términos de buen o mal gusto.
Otro poroto a favor del free-jazz
"Donde me bastaban mis propios sueños me importaba un comino la tradición musical de Occidente."
Archie Shepp
Archie Shepp
El viejo
Traduzco, esperando no traicionar su prosa exacta, un fragmento de The Job de William Burroughs: "Cuántas veces vas repetir compulsivamente la explicación que preparaste por si el oficial de costumbres comienza a hacer preguntas. Así es cómo las medidas de control conjuran interrogadores fantasmas que invaden y destruyen tu libertad interior". Es posible que haya que empezar a leer a WB de la misma forma en que los setentistas leían a Fanon.
Tora, Tora, Tora
En el breve perfil que The Trouser Press Guide to '90 Rock le dedica a Unrest, el autor del mismo menciona al EP Fuck you, Tiger de Air Miami, lamentando que en el mismo no haya un "title track". Observación notable, porque, más allá del eco que produce dicho nombre con respecto del anterior EP de Robinson, Fuck You Pussy Galore (& All Her Friends) , es un título formidable y misterioso que a cada uno le connotará distintas resonancias referidas a tigres y que a mí me provee del abstracto y fastidiado nombre de este blog.
Creo que la primera vez que sentí interés por Borges fue al enterarme que tenía un poema llamado Dreamtigers (después descubriría El otro tigre, El oro de los tigres, el tigre del Zahir, la estatua del tigre en Las ruinas circulares y toda la innumerable galería de tigres que hay en la obra de Borges. El viejo Georgie relacionaba su obsesión por los tigres (como todo en su vida) con la figura literaria del famoso poema de William Blake (y cabe suponer que con Kipling y sus cazadores coloniales), pero también con una fascinación inconsciente por el tigre como símbolo de fiereza, destructividad, poder, etc. etc. Los tigres lo seguían hasta en los sueños; sueños que él presenta como inquietantes, pero que a nosotros -educados ya en la cultura de fieras en extinción encerrados en zoológicos- nos suenan más bien como exóticos. Pero una cosa son los tigres y otra cosa es la palabra "tigre".
Aparentemente es una palabra similar origen etimológico en todos los idiomas y, al igual que la divinidad en la kabbalah, su mera enunciación hace presentes los atributos de fiereza del animal. O al menos eso pensaban los pilotos japoneses (los pilotos profesionales, no los kamikazes) que tenían como grito de guerra su famoso "Tora, Tora, Tora" (tigre, tigre, tigre), sin artículos ni verbos ni adjetivos. Sólo el sustantivo como una bandera sobre los guerreros (me viene a la cabeza el momento más perfecto de El señor de los anillos , cuando los jinetes de Rohan repiten la palabra "muerte" como un mantra antes de lanzarse a una batalla suicida).
Pero creo con seguridad que mi fascinación con la palabra "tigre" viene de un error de traducción, de una fantástica balada de Ozzy Osbourne que escuché durante unas vacaciones en mi pre-adolescencia y en la que Ozzy repetía con voz cansada e infinita tristeza "I am Soul Tiger", lo cual me parecía increíblemente poético y misterioso. En realidad esa canción no existe y lo que yo había escuchado era al morfamurciélagos (la verdad nunca un letrista notable) cantando "I am so tired", mucho menos interesante y rico que la versión mal escuchada.
Bien, ya está bien de dar explicaciones acerca de un título grosero.
Creo que la primera vez que sentí interés por Borges fue al enterarme que tenía un poema llamado Dreamtigers (después descubriría El otro tigre, El oro de los tigres, el tigre del Zahir, la estatua del tigre en Las ruinas circulares y toda la innumerable galería de tigres que hay en la obra de Borges. El viejo Georgie relacionaba su obsesión por los tigres (como todo en su vida) con la figura literaria del famoso poema de William Blake (y cabe suponer que con Kipling y sus cazadores coloniales), pero también con una fascinación inconsciente por el tigre como símbolo de fiereza, destructividad, poder, etc. etc. Los tigres lo seguían hasta en los sueños; sueños que él presenta como inquietantes, pero que a nosotros -educados ya en la cultura de fieras en extinción encerrados en zoológicos- nos suenan más bien como exóticos. Pero una cosa son los tigres y otra cosa es la palabra "tigre".
Aparentemente es una palabra similar origen etimológico en todos los idiomas y, al igual que la divinidad en la kabbalah, su mera enunciación hace presentes los atributos de fiereza del animal. O al menos eso pensaban los pilotos japoneses (los pilotos profesionales, no los kamikazes) que tenían como grito de guerra su famoso "Tora, Tora, Tora" (tigre, tigre, tigre), sin artículos ni verbos ni adjetivos. Sólo el sustantivo como una bandera sobre los guerreros (me viene a la cabeza el momento más perfecto de El señor de los anillos , cuando los jinetes de Rohan repiten la palabra "muerte" como un mantra antes de lanzarse a una batalla suicida).
Pero creo con seguridad que mi fascinación con la palabra "tigre" viene de un error de traducción, de una fantástica balada de Ozzy Osbourne que escuché durante unas vacaciones en mi pre-adolescencia y en la que Ozzy repetía con voz cansada e infinita tristeza "I am Soul Tiger", lo cual me parecía increíblemente poético y misterioso. En realidad esa canción no existe y lo que yo había escuchado era al morfamurciélagos (la verdad nunca un letrista notable) cantando "I am so tired", mucho menos interesante y rico que la versión mal escuchada.
Bien, ya está bien de dar explicaciones acerca de un título grosero.
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