viernes, mayo 28, 2004

Importancia del arte (y la Revolución, chico)

En lunes felices se da una interesante polémica acerca de la renovada vigencia de Silvio Rodríguez, discusión motivada por el reciente paso triunfal del cubano en el recital de festejos del Día de la Patria, en el que Rodríguez dejó chiquitos a todos sus compañeros, incluído al patriota Charly García.

No voy a reproducir la conversación, vayan y léanla si les interesa (también lo que escribió Ghetta sobre Fidel Castro, ya que estamos), pero me viene al pelo para contar una anécdota sobre la admiración reverente y casi religiosa que se le supo tener a Silvio Rodríguez hace un par de décadas, y del que fui testigo cuando en 1985 vi el recital que el hombre ofreció en la explanada municipal. Yo era pendejo y lo escuché colgado de una palmera y, más que el recital en sí (que fue impresionante), me voló la cabeza el silencio con el que fue escuchado. Había como 20.000 personas y mientras el tipo cantaba no se escuchaba una tos, un llanto de bebé, nada; fue sobrenatural.


(meditando sobre la oralidad)

Pero la escabrosa y significativa anécdota a la que me refería es la siguiente: hace unos 15 años un amigo mío del liceo se ennovió con una chica que había vivido en Cuba junto a su madre, una profesora comunista que había sido (y en aquel entonces seguía siendo) una mujer atractiva, y que había tenido un buen contacto con el ambiente cultural de Cuba. El asunto es que mi amigo hizo muy buenas migas con su suegra, que era la clásica madre progre liberal que más que una madre es una de la barra, y solía quedarse de charla con ella aunque su novia no estuviera. Un día, después de tomarse unas copas de vino, la mujer empieza a hablar sobre Silvio Rodríguez, la gente de la trova y su relación con ellos, y le hace una inquietante confesión: había tenido una relación, más física que sentimental, con el trovador. Pero esta indiscreción no era lo particular, sino el detalle que le confesó de que le había practicado el fellatio, algo que en su vida sólo le había hecho a otro hombre y que ni siquiera se lo había concedido a su ex marido, el padre de su hija. Mi amigo, que estaba tan incómodo como fascinado, le preguntó el por qué de la excepción, y la profesora le contestó que no todos los hombres se merecían eso.

Así eran los tiempos en los que los hombres nuevos caminaban la tierra y derramaban su simiente revolucionaria por doquier.

(Más o menos en aquella época todos nos metimos a hacer música.)

El otro tipo que había sido beneficiado con las bondades orales de la profesora era alguien que también le sonaba a nuestras culturas adolescentes, un tal Julio Cortázar.

jueves, mayo 27, 2004

Tierra de gigantes II

El breve intercambio de anécdotas de compositores cultos que tuvimos con algunos commentators dos post atrás me hace pensar en lo habituales que son este tipo de historias en los músicos serios de antaño, mucho más habituales -a pesar de estar menos documentadas- que en los rockeros, que suelen limitarse a estridentes historias de autos tirados en piscinas y pajerías semejantes.

La explicación que me parece evidente es que, hasta la primera mitad del Siglo XX, la concepción de sí mismos, y de su función, que tenían los artistas estaba aún muy influida por el romanticismo y el idealismo del siglo anterior, y eran tiempos en los que el ser insobornable e inalcanzable, especialmente entre los arrogantes y demoníacos artistas alemanes, era un lujo tanto o más valioso que cualquier bien material que se consiguiera renunciando al honor. Una época en que los gestos eran un capital más impresionante que una bolsa de frula, una época en la que los artistas se mataban en duelos, se hacían partisanos, iban a morir al frente de Madrid, yo que sé... hoy en día a uno lo impresiona que Fugazi cobre las entradas tres dólares más barato que las otras bandas... Pero el asunto es que los grandes gestos abundan en las biografías de estos hombres por el simple motivo de que eran grandes hombres.

Esta introducción me sirve para contar otra anécdota de Schönberg, aunque sólo lo tiene como personaje secundario, recogida del libro Tensiones Filosóficas coordinado por Tomás Abráham, en el cual se describe la difícil y tensa relación entre Schönberg y su maestro Gustav Mahler. Como ya mencioné en el post anterior, Schönberg tenía un carácter horripilante y una arrogancia del año cero, pero Mahler obviamente se había dado cuenta de que el tipo por lo menos tenía un talento acorde a sus pretensiones y que era una fuente inagotable de ideas nuevas. Así que solía invitarlo a comer a su casa, para terminar echándolo inexorablemente, saturado por la altivez de Schönberg, y jurando no invitarlo más. Por supuesto volvía a invitarlo cuando había pasado el tiempo necesario para bajar la calentura. Estas furiosas discusiones siguieron hasta el estreno de la 5º Sinfonía (creo, estoy citando de memoria) de Mahler, después del cual Schönberg -que estaba vetado como de costumbre- se acercó a la esposa del mismo y le dijo: "digale al maestro que vuelva a invitarme a cenar, después de haber escuchado lo que escuché hoy no volveré a discutir con él nuevamente y le daré siempre la razón en todo lo que diga".

Pero no es esta la historia que me emociona y me interesa sino una de la otra cara de la relación. En el estreno del Pierrot Lunaire de Schönberg ocurrió lo previsible (le había pasado a Victor Hugo antes, le pasaría a Stravinski y a Bob Dylan después), la obra era tan diferente que produjo una reacción violenta en el público, que comenzó a abucharla ruidosamente al final de la misma. En una de las primeras filas estaba Mahler, que ya era una institución musical europea por aquel entonces, quien se levanta y empieza a aplaudir ostentiblemente. En medio del quilombo un conocido se le acerca sorprendido y le pregunta sorprendido: "Maestro, ¿realmente le gustó?", y Mahler le contesta tranquilamente: "No, para nada; no lo entiendo. Pero es joven y seguramente tiene razón".

Tierra de enanos

En mi mañana al pedo escucho al titán Ignacio Álvarez entrevistar largamente a un titán mayor: Freddy X -no recuerdo su verdadero apellido- más conocido como el licenciado Orlando Pettinatti. Al parecer el licenciado está a punto de volver triunfante a la radio, por lo que empezó una ronda de entrevistas para anuniciarlo, empezando obviamente por un programa de la radio con la que comparten espacio físico y dueño (el simpático grupo Cisneros de Venezuela, que cuando no está financiando un golpe de estado compra F.M.s y A.M.s).

Durante la entrevista, en la que participa como tercer titán el Toto Da Silveira, Pettinatti elige mostrarse como el jodón sensible que habíamos descubierto en el Teletón, opina sobre al situación palestina ("es difícil convivir con gente educada para el odio, es difícil saber que tu novia va al cine y que tal vez no vuelva..."), desprecia a sus críticos ("a mí lo que me importa es lo que diga mi audiencia"), relativiza sus enfrentamientos con la gente de Justicia Infinita y con Figares, amenaza que la nueva FM, gracias a él, va a tener la calidad musical que estaba ausente en las radios uruguayas... y, siendo el comunicador radial y el humorista de mayor éxito en, no sé, en la historia de la radio uruguaya, no dice una sola cosa graciosa en la hora que dura la entrevista. Realmente asombroso, pero la eterna mala onda de otro esquizo como Ricardo Espalter, no es nada ante la incapacidad total de hacer el menor comentario pseudo-humorístico del licenciado. Es decir, de hacer gracia sin estar tomándole el pelo a un pobre imbécil que esté exponiendo su vida privada del otro lado del teléfono. Nada, ni una señal de vida, de ingenio, solo el tono semi-comprensivo de quién se sabe importante.

¿Pero a mí qué carajo me importa este personaje desagradable? Supongo que nada, si no fuera porque no voy a poder tomarme más ómnibus en el horario de la tarde, y por la conciencia absoluta de su futuro éxito. Me doy cuenta de que ya no me irrita como antes, sólo me pone triste. No porque sea injusto, sino porque es justo: eso es la cultura uruguaya, eso es Uruguay, eso divierte a los compatriotas.

Tierra de gigantes

Hace algunos días el artista antes conocido como El Garza me sugirió una idea notable para un post: hablar sobre artistas musicales sobre los que sea más divertido leer que oírlos. Meditando sobre dicho post hipotético (que si escribo me va a acarrear un huracán de puteadas por parte de gente que sigue pensando que lo estrictamente musical es lo central en la música) me viene a la mente el nombre de alguien cuyas anécdotas vitales me fascinan hasta el punto de que el hombre era mi ídolo mucho antes de haber escuchado una nota compuesta por él, pero que sin embargo no puedo poner como ejemplo de “mejor leerlo que escucharlo” por la sencilla razón de que es uno de los cinco músicos (y tengo que pensar los otros cuatro) más importantes del Siglo XX: Herr Arnold Schoenberg (o Schönberg).

Un personaje increíble, con un ego que hace parecer a Lou Reed humilde y una intransigencia que deja a Ian McKaye como un vendedor de Nike. Cada anécdota del pelado gruñón es mejor que la anterior, desde su infancia autodidacta en la que tenía que esperar a que saliera la letra “S” de la enciclopedia que compraban en su casa para saber qué corno era una sonata, pasando por sus eternas peleas con su maestro Gustav Mahler, que no podía creer que alguien tan joven pudiera ser tan arrogante (ah, si hubiera visto a las legiones de imbéciles británicos que lo superan en ese aspecto, y no por haber inventado la música atonal sino por haberle copiado mal un tema a los Beatles o a los Kinks), o su exasperación ante su alumno John Cage, a quien consideraba más un inventor que un músico.

Pero la mejor historia que conozco de Schoenberg y que no puedo evitar narrar la encontré en La Ciudad de las Redes, libro de Otto Friedrich sobre Hollywood, que cae en la tentación de contar el en cierta forma lateral contacto de Schoenberg con la meca del cine. A mediados de los años treinta Schoenberg abandonó Alemania, donde era profesor de la Academia de Música de Berlin, ahuyentado por el nazismo, dirigiéndose como tantos exiliados alemanes a Estados Unidos. Llegó a Nueva York donde prácticamente nadie tenía la más puta idea de quien era a pesar de que en Europa se lo consideraba como el Picasso de la música contemporánea. Se inscribe para dar clases en un conservatorio de Boston –recordemos que el tipo había sido alumno de Mahler, profesor de Alban Berg y de Webern, etc.- y ni un norteamericano se anotó en sus cursos. Al final por puro pedo le ofrecen un puesto mediocre en la Universidad de California-Los Angeles. El único americano que se da cuenta del talento que había atrás del carácter de mierda de Schoenberg es el único compositor de ese país que sabía que Europa existía, George Gershwin, pero justo se le ocurre morirse, por lo que Schoenberg queda en las tinieblas otra vez, ignorado y comido por los piojos.

Pero hete aquí que por una serie de casualidades el jefe de producción de MGM, Irving Thalberg escucha por casualidad en un programa de radio el nocturno Noche Transfigurada de Schoenberg y llega a la conclusión de que es exactamente la música que necesitaba como soundtrack de una novela de Pearl S. Buck ambientada en China, La Buena Tierra, que se disponía a adaptar. Cuando se entera de que Schoenberg está en Los Angeles dando clases humildemente, Thalberg inmediatamente lo llama para concertar una cita, ofreciéndole 25.000 dólares por componer la música para la película, lo cual en 1935 era un vagón de guita. Schoenberg a desgano acepta ir a conversarlo y llega tardísimo a su cita con el magnate porque se queda paseando por los estudios de MGM. Cuando finalmente llega, Thalberg, aunque está caliente por la demora, hace gala de toda su educación y le dice: “El domingo pasado, cuando escuché la música encantadora que había compuesto usted…”. Y Schoenberg lo corta: “Yo no compongo música encantadora”. Así empieza la conversación.



El asunto es que Thalberg le va contando a Schoenberg sus ideas sin que el alemán demuestre el menor entusiasmo (o respeto al menos). Al final Schoenberg le dice que las películas y sus bandas de sonido le parecen en general una porquería porque los directores y los productores no tienen cuidado con los tonos de los parlamentos y dice que sólo trabajaría en La Buena Tierra si le dan control absoluto sobre la música y sobre los diálogos. Thalberg que ya no puede creer lo que escucha le pregunta con recelo qué quiere decir con “control absoluto sobre los diálogos” y Schoenberg le dice que tendría que trabajar con los actores y que estos “tendrían que hablar en el mismo tono y clave que yo compusiera. Sería como Pierrot Lunaire, sólo que menos complicado, como es lógico”.

Thalberg, hombre acostumbrado a la obsecuencia, le explica que al director le gustaría trabajar él los diálogos con los actores y Schoenberg le dice: “Nadie se lo impide, pero que lo haga después de que los actores hayan ensayado los diálogos conmigo”. El pelado habla tan seguro y con tanta autoridad que, increíblemente, Thalberg acepta, aunque le dice a su secretaria, luego que el compositor se va, que, teniendo en cuenta lo elevado de la oferta monetaria, al final le iba a poder poner algunas condiciones a Schoenberg, evidentemente un hombre difícil.

Dificilísimo; a los pocos días le hace saber a Thalberg que si va a hacer la música de la película además del control total sobre todos los sonidos de la misma quiere que le paguen 50.000 dólares, exactamente el doble de la generosa oferta de MGM. Thalberg se da por vencido y le encarga la banda de sonido a un consejero técnico chino que le consigue unas canciones populares de su país por la coca y los panchos, más o menos.

Y Schoenberg queda feliz como perro con dos colas, escribiéndole a Alma Mahler: “Estuve a punto de componer la música de una película, pero por fortuna pedí cincuenta mil dólares y esto, también por fortuna, fue demasiado, ya que para mí habría sido el fin…”

Veinte años después Stravinski, que sí había cedido sus talentos a la bestia hollywoodense, lo ponía melancólicamente a Schoenberg como ejemplo en una versión romantizada de la historia en la que el pelado habría dicho “Me matáis al impedirme morir de hambre”.

Old Rabbi

El viejo cumple 70 años en estos días, sacó su primer disco a los 37, edad inimaginable para un debut en estos tiempos de culto irreflexivo a la juventud, y cuando ya era el principal poeta/novelista de Canadá. Ustedes ya saben todo eso.

Pienso en hombres poderosos de 70 años, hay muchos y muy peligrosos, pero no se me ocurre ninguno, o casi ninguno, que tenga algo que decir.



Para celebrar su cumpleaños bien podría conceder alguna larga entrevista, estoy seguro de que tiene algo que decir sobre estos tiempos oscuros.

sábado, mayo 22, 2004

Miss Simpatía

El Festival de Cannes, que viene trayendo noticias simpáticas con respecto a su palmarés, acaba de conceder la Palma de Oro a Farenheit 9/11, el documental de Michael Moore sobre los atentados y sobre las relaciones del clan Bush y la familia Bin Laden. Es la primera vez desde 1956 que le dan la Palma de Oro a un documental (antes la había ganado Jacques Cousteau).

Sin haberla visto me juego las bolas a que cinematográficamente no se la merece y posiblemente no se la mereciera siquiera en un festival de documentales ya que el gordo es deformador, tramposo, tosco, simplista y poco original. Pero es The Man (el hombre que puede) y el premio es un gesto político tan obvio y tan compartible que, por motivos totalmente extra-cinematográficos, uno tiene que estar de acuerdo. Y regocijarse pensando en la cara de, pongamos, el crítico de espectáculos de FOX al dar la noticia, o al no darla y tener que guardarse que un estadounidense ganó la Palma de Oro, por una película que Disney no se atreve a distribuir para no perder las excensiones impositivas en el Estado de Miami. Chupate esta Mickey, rata fascista.

Me intriga..., me intriga... (sólo para uruguayos)

Digo yo.... ¿Alguien sabe qué pasó con Laura Daners (lee-noticias de Canal 12). Pregunto porque la veía medio desmejorada..., le patinaban a veces las palabras..., parecía diez años más vieja (fue compañera mía de la universidad)..., y de pronto ¡blink! ¡desapareció! Y no escuché ninguna despedida, ni leí ningún comentario (recordemos el largo retiro de Neber Araújo, en comparación) en Sabado Show. Y me intriga, yo que sé, especulo..., la imagino entregada a la pasta base y a la caña Ancap..., azotada nuevamente por vivalavida De Vargas...¿Qué habrá pasado...? No es que se haya perdido nada, porque -como diría mi amigo El Vaca: "Ni era linda ni bailaba bien", pero me intriga, qué se yo... no me dejen así.

viernes, mayo 21, 2004

Opciones de horror

It’s so tough just to be alive / when I feel like the living dead
(Daniel Johnston – ‘Life in Vain’)

Los muertos que mata Benito / gozan todos de buena salud
(Titanes en el Ring – ‘Canción de Benito Durante’)

Veo, atrasado como siempre, Exterminio (28 Days Later) de Danny Boyle, película que venía esquivando pero que sabía que iba a ver inevitablemente. Compruebo que, como casi todas las películas de Boyle, es buena y que el director es un buen tipo por haber elegido el final más optimista y desechado el otro, más simétrico pero más estúpido, que agrega como opción al final. Después se repiten las características del ciclo de películas de los muertos vivientes con tres diferencias: a) la ubicación europea (inglesa) de la historia b) la velocidad de los muertos vivientes, que corren como Carl Lewis a diferencia de los tambaleantes zombis de George Romero (los de Dan O'Bannon, tal vez los más siniestros de todos, también corrían) y c) que los muertos vivientes no están muertos.

Pequeñas diferencias pero significativas para alguien que se conoce de memoria la guía Planeta Zombi de Jesús Palacios y que se ha visto la mayoría de estas películas, con especial interés en las que, como Exterminio, se inspiran directamente en el ciclo de Romero, del que se plantean, más que como una copia, como una variación personal, algo totalmente aceptable en el género del terror, al que las películas de Romero pertenecen y superan para convertirse en otra cosa.



(De muy niño leí una nota muy gráfica y repleta de fotos espeluznantes sobre Dawn of the Dead (1978) de George Romero en una Famous Monsters que cometí el error de comprar porque tenía a Bobba Fett en tapa. Las fotos de muertos vivientes devorando personas con fruición me atormentaron en pesadillas durante mucho tiempo. Desde entonces he tratado de ver cuanto producto tenga un zombi en el elenco, tal vez como exorcismo o prueba tonta de valor, ya que –las buenas, obviamente- me siguen aterrorizando como si fuera un niño, y de hecho tengo pesadillas recurrentes pobladas por muertos vivientes que se multiplican como conejos. Pero siempre voy hacia ese cine como polilla drogada hacia el foco de luz. He visto la trilogía de Romero como seis veces y siempre me asusta y me deprime. Y voy a seguir viéndola. Bueno, basta de intimidades.)

Al parecer va a estrenarse en poco tiempo en Montevideo una nueva versión de Dawn of the Dead, no una re-make como la que hizo Tom Savini con The Night of the Living Dead (injustamente subestimada), sino una película homónima pero al parecer con grandes diferencias con la original. Es inútil especular mucho sobre la misma porque es como especular sobre una nueva versión de Casablanca (¿se quedará Ilsa esta vez, lo matarán a Rick?), lo único que se puede especular es el ¿para qué? ¿para qué intentar repetir algo que era perfecto? Pero obviamente la voy a ver, en parte porque no tengo más remedio (las adicciones son adicciones) pero porque me corroe la curiosidad de saber si se mantiene algo del hiper-subversivo mensaje original. Dawn of the Dead aprovechó un momento particularmente tolerante de Hollywood y la tolerancia particular que goza el género del terror (porque todos sabemos que si es “de terror” no es “en serio”) para crear una de las metáforas más transparentes y violentas acerca del incipiente consumismo de los años setenta, cuando la gente todavía se preguntaba sobre los peligros del consumismo. George Romero es uno de los pocos directores norteamericanos de consecuentes ideas progresistas, algo que no hay que ser muy genio para descubrir al ver a los zombis deambulando por el shopping center porque era el lugar más importante en sus vidas cuando estaban vivos.

Pero no me puse a escribir este post para explicar las bondades de Dawn of the Dead, al igual que The Warriors una gran película norteamericana de culto de los setenta –la década de oro del cine norteamericano- e igualmente ninguneada en el Río de la Plata (en Montevideo directamente no hay ninguna copia comercial de video), sino para señalar una curiosidad relacionada con Exterminio. (Quienes no hayan visto Dawn of the Dead o Exterminio y pretendan hacerlo detengan su lectura aquí porque voy a hablar sobre los finales).

Como ya dije antes y como sabe todo el mundo, Exterminio tiene dos finales diferentes, en uno, que sería el que no se eligió, el héroe muere a causa de sus heridas, al parecer en el mismo hospital donde había despertado (lo cual es bastante paradójico, porque significa que lo llevaron de vuelta desde Manchester hasta Londres, un viaje de tres días), esta versión es ofrecida después de que pasan los créditos y es ofrecida como un final alternativo, pero el final desechado –después de todo es la que se ofrece fuera de la continuidad de la película-, el final auténtico es el que el hombre sobrevive y posiblemente es rescatado. Pero estos dos finales también son un homenaje a Dawn of the Dead, ya que además de que existen varias versiones de la película de diversa duración (yo tengo la copia en video doble, de 150 magníficos minutos, pero la versión más habitual tiene 40 minutos menos), Romero habría filmado también otro final alternativo que sería el siguiente: cuando los zombis rompen las barreras del shopping y arrinconan a Peter (el SWAT negro) y a Francine (la periodista rubia) en los pisos superiores, Francine sube a la terraza donde está el helicóptero mientras Peter se queda conteniendo a los zombis. Cuando se está por quedar sin balas, sobrecogido por el horror, Peter se pega un tiro antes de que se lo morfen. Francine está en la azotea con el helicóptero encendido y al verse rodeada por los zombis, acerca su cabeza a las aspas que se la cortan y la película termina con los muertos vivientes morfándose lo que queda de ella. Un final negrísimo, pero totalmente plausible en un cineasta como Romero (recordar los finales de The Night of the Living Dead o de Martin). Sin embargo en la versión que quedó, Peter se apoya el arma en la cabeza, a punto de matarse y uno lo está esperando, pero al final el instinto de vivir es más fuerte y el tipo combate sale a la azotea y huye con Francine. Siempre me pareció un final generoso y mucho más humano, no sólo porque termine “bien”, cosa que me importa más bien poco, sino porque re-significa toda la película y la vuelve más rebelde e inconformista. No ofrece mayores esperanzas y el mundo parece destinado a ser el feudo de los muertos en vida, pero aunque el fin sea ominoso e inexorable no va a llegar con la colaboración de estos dos personajes notables, que terminan como islas de vida entre la creciente marea muerta que cubriría todo el planeta en la continuación, la no menos notable pero sí menos valorada Day of the Dead.



Un gran éxito en su país de origen (y un mega-éxito en Europa, donde se la conoce como “Zombi”) Dawn of the Dead nunca se estrenó en los cines uruguayos y posiblemente nunca la vea en pantalla grande, a menos que algún día en Cinemateca hagan un ciclo irónico de cine gore –pasando por alto el que esta peliculita de terror es cine tan grande y tan removedora como cualquier venerado aparato europeo, y sin el embole-, veré entonces la nueva versión con grandes posibilidades de decepcionarme. Bah, con posibilidades totales de decepcionarme más allá de las buenas o malas intenciones de sus creadores. Dawn of the Dead es el producto de una extraña conjunción de astros: George Romero en dirección y guión, Dario Argento en producción, Tom Savini en efectos splatter, Goblin en música… Más o menos como la banda que reunió Miles Davis en la época del Kind of Blue.

¿Una herejía comparar a esta película, que puede ser considerada una acumulación de escenas grotescamente morbosas y depresivas con el disco más bello del jazz? Lo dije antes y lo repito ahora: los caminos de la belleza son sinuosos y pueden pasar por el espectáculo del miedo. El miedo a la no-vida, al hambre, a la soledad, a las pesadillas, al miedo. A el final de la película que podría ser pero que el artista deja de lado para que duermas mejor esta noche.

jueves, mayo 20, 2004

Radio Sarandí (o Radio 10) U.S.A.

“Creo que no habría que tener piedad con esos sub-humanos. Creo que un millar de ellos deberían ser muertos mañana. Creo que a un millar de los que están en la prisión iraquí se les deberían dar 24 horas, un tribunal y una ejecución. Pienso que necesitan que se les demuestre que no nos vamos a doblegar ante ellos… En lugar de ponerles joysticks, me hubiera gustado ver que les ponían dinamita en sus orificios y que fueran arrojados de aviones. Deberían meterles dinamita en sus traseros y tirarlos desde 35.000 pies, a toda esa pila de basura que hay en esa cárcel.

En este momento hasta a los indecisos les gustaría que George Bush tirara un arma atómica sobre un país árabe. Ni siquiera importaría sobre cual. (…) Se los digo ahora mismo, al mayor porcentaje de los norteamericanos les gustaría ver un arma nuclear arrojada sobre una de las mayores capitales árabes. Ni siquiera les importaría cual…

Creo que esa gente necesitarían ser convertidos al cristianismo a la fuerza… Es lo único que podría volverlos seres humanos.

Les voy a dar un ejemplo más de mi formación de antropólogo para que ustedes… Estoy tratando de poner esto en contexto porque ustedes pueden enojarse si no ponen esto en contexto, porque quiero ir hacia algo que debemos hacerle a estos primitivos. Porque estos primitivos solo pueden ser tratados de una forma, y no estoy pensando que una manta y viruela serían lo bastante buenos, ya que estamos… La manta con viruela que el Ejército de los E.E.U.U. les dio a los indios Cherokee en su larga marcha hacia el Oeste, no era nada comparado con lo que me gustaría que les hicieran a esta gente.”


(Declaraciones radiales de Michael Savage, columnista estrella de la radio norteamericana escuchado todas las semanas por 6 millones de personas, tras enterarse de las denuncias por tortura en la cárcel de Abu Ghraib)

martes, mayo 18, 2004

Sólo en caso de Elvis

Si a los españoles por motivos telúricos les resulta interesante allá ellos, pero ¿por qué carajo tenemos que estar escuchando, en este país independizado de España hace casi 200 años, secularizado por donde se lo mire y republicano, todas las vicisitudes de la boda entre un inútil debilitado mentalmente por generaciones de endogamia y una groupie de Maná?



(republicano hasta el fin, coño)

4 postales del sur (bonus track agregado)

En la ciudad fronteriza del Chuy un joven de 17 años bebió en exceso y decidió que quería tener relaciones sexuales con una vecina, lejana pariente, de 14 años. Frustrado por la negativa de ésta, fue a buscar un martillo con el que la agredió. A continuación hizo lo mismo con el hermano de la misma, de 7 años y con la hermana menor, de 2. Ésta última falleció casi de inmediato a causa de la pérdida de masa encefálica, sus hermanos están hospitalizados en estado desesperante. El menor agresor fue recluído en el Iname. Los vecinos del Chuy se juntaron frente al juzgado a reclamar la pena de muerte para el martillero. La nota policial comentaba con una cierta alegría que por lo menos allí iba a estar en compañía de los menores más peligrosos del país.

***

Bajando en dirección al Shopping de Punta Carretas me cruzo con un anciano barbudo, en “situación de calle” (eufemismo que parece hacer menos desesperante la situación de los linyeras), rodeado de perros y evidentemente ebrio. Tras de él corren dos o tres niños mendigos de los que suelen pedir en los semáforos de Ellauri y Sosa. Le tiran naranjas y el gritan “chupapijas”. El viejo intenta reaccionar pero está demasiado en pedo. Putea algo que no se entiende y amaga dar la vuelta, los niños se parapetan atrás de unos autos estacionados y siguen lanzándole naranjas.
Reconozco al viejo, es el legendario bichicome de Punta Carretas llamado Galeano, inspiración de la canción “El viejo”, de La Vela Puerca. No sé a donde iba el “viejo divino”, sé a dónde lo estaba mandando una agresiva nueva generación de desahuciados.

***

Hace un rato escucho esto; un sordomudo discutió a causa de unas facturas de luz con su concubino, otro sordomudo, después de haber estado fumando pasta base todo el día. Lo mató y lo trozó en quince pedazos que tiró por el ducto. Luego se presentó a la comisaría donde estuvieron un buen rato tratando de saber por qué carajo estaba tan agitado. Al final le acercaron papel y lápiz y el hombre escribió lo que había hecho. Toda una sorpresa en la comisaría.

***

En la desolada y helada Playa Ramírez veo a una señora con un detector de metales trillando las arenas de este a oeste, buscando objetos metálicos perdidos por los visitantes. No hubo nadie en esa playa ayer, no hay nadie hoy. La imagen me hace pensar en J. G. Ballard y me hace pensar en la Segunda Guerra Mundial. Nada de presente en la playa barrida por el viento. No sé que carajo la señora espera encontrar entre esas sucias arenas cribadas todas las mañanas por enormes aplanadoras de la Intendencia. No es que me importe pero espero que lo encuentre de una puta vez.

viernes, mayo 14, 2004

Se supo

Está bien que lo expulsen de Brasil al grosero periodista del New York Times que dijo que Lula era un borracho porque eso no se hace y porque yankees go home, pero, ¿no les produjo la noticia una imagen mental instantánea del petiso sindicalista haciendo trencito con un par de garotas, con un collar hawaiano en el cuello, la corbata de vincha y cantando "Taj Mahal" de Jorge Ben Jor? A mí me pasó.


O próximo ministro do interior

"Companheiros e companheiras.... ésa companheira!!!, eu estaba com o companheiro Toquinho, (meu amigo, Toquinho...saravá..!!) tomando uma cachaçinha e..e.. e eu vi o mundo rolar!!!... te-té-ke-re-ke-te-re té-ke-re-ke-te-re-té...."

El movimiento de países muy poco alineados ya está en marcha.

martes, mayo 11, 2004

Malditos periodistas

El caso Diego Armando Maradona me hace formular dos preguntas acerca de la prensa de ambas orillas:

a) ¿Por qué periodistas formados en la endurecida década de los noventa y pertenecientes a un gremio en el que se consumen toneladas de cocaína hacen esfuerzos tan enormes para parecer ignorantes sobre los efectos de la misma?

b) ¿Por qué no pueden disimular ni un poquito las ganas que tienen de que se muera el gordo y puedan hacer la retrospectiva especial y la reflexión moral del siglo?

Sí, ya sé que son preguntas retóricas.

Una escena: The Warriors

"This is what we fought all night to get back to?"
(Swan, el lider de los Warriors, al llegar finalmente a Coney Island)

Me entero en una revista que no voy a nombrar que se editó finalmente The Warriors (1979) del genial Walter Hill (Crossroads, Calles de fuego) en DVD, lo cual no es tan lógico como debería ser ya que el cine de los setenta ha sido terriblemente ninguneado en los formatos de video y de DVD. Algo muy triste porque fue una época dorada del cine norteamericano.

Vi The Warriors hace unos diez años, cumpliendo una fantasía que me perseguía desde que de niño había visto (y recortado del diario) el afiche de la película, que mostraba un ejército variopinto de pandilleros neoyorquinos observando con actitud amenazante. Cuando pude verla muchos años después, no sólo me disfrute del placer de la deuda cumplida sino que me encontré con una de mis películas favoritas, una de las cinco grandes. Sigue siéndolo y cada vez que la vuelvo a ver (en una destrozada copia del VideoImagen que posiblemente sea la única copia existente en Montevideo) me gusta un poco más y me vuelvo a maravillar por lo perfecto de su estructura y lo noble de sus valores.

Para quienes no la hayan visto les cuento que se trata de una película bastante oportunista, basada en una novela de Sol Yurick, que aprovecha el aumento de la violencia callejera y la proliferación de pandillas en la Nueva York de los setenta, para construir un relato épico y emocionante que reproduce la historia del ejército griego de Jenofonte y su lucha por atravesar territorio persa y llegar al mar salvador (la "Anabasis").

La historia es la siguiente: Cyrus, un líder carismático de una pandilla del Bronx (The Gramercy Riffs), llama a una reunión de pandillas en su distrito a la cual sólo pueden asistir nueve miembros de cada gang. Una vez allí Cyrus comienza un discurso revolucionario acerca de la capacidad de los 100.000 pandilleros de NY de tomar la ciudad si se unen en contra de la policía y el gobierno. Mientras está hablando suena un tiro y Cyrus cae muerto. Un integrante de la pandilla de The Warriors, de Coney Island, ve al asesino, pero éste, un malandrín medio pirado, reacciona rápido y acusa a los Warriors de ser los asesinos. En el desorden reinante los Gramercy Riffs matan al lider de los Warriors y todos son dispersados por la policía. Pero la versión oficial es que los Warriors rompieron la tregua y deben ser liquidados por eso, y ellos tienen que atravesar toda la Nueva York nocturna para volver a su barrio, Coney Island, donde pueden estar seguros. Es de noche y todas las pandillas de Nueva York están buscándolos y si llegan, llegan a las piñas.

Para que tengan una idea locativa de distancias, ir del Bronx hasta Coney Island es, en términos montevideanos, como ir del Cerro a Solymar. En términos bonaerenses como ir de Martínez a Burzaco.



No voy a ser tan desprolijo de contar toda esta película soberbia, pero quiero evocar la que debe ser una de mis cinco escenas favoritas del cine. En un momento, después de haber pasado las mil y una, los Warriors están en un subte atravesando la coqueta zona de Park Avenue. De pronto se abren las puertas y suben un par de parejas de debutantes borrachos, chicas y chicos de alta sociedad que se quedan de la cara y practicamente se cagan encima al encontrarse en el mismo vagón con semejantes malandras. Obviamente los Warriors, que ya han perdido a tres miembros en el camino, tienen demasiados problemas como para preocuparse por estos conchetos y están completamente agotados, pero el jefe de ellos, el hiper-marcial Swan (Michael Beck) se queda mirándolos de pesado. A su lado está sentada Mercy (Deborah Van Valkenburgh), una chica algo pirada que se les pegó en el camino impresionada por los huevos de esta pandilla, y que desde entonces también las pasó horrible, por lo que está despeinada, mugrienta, sin zapatos. Y queda frente a frente con una debutante vestida de fiesta, maquillada, hermosa. Es el contraste de mayor tensión de clase que yo haya visto nunca en cine, incluyendo el neorralismo italiano entero, el cine proletario y la cinematografía entera de Ken Loach. Después de unos segundos tensos, Mercy, avergonzada de su aspecto, baja la mirada y empieza torpemente a alisarse el pelo con la mano. Pero entonces Swan, con los ojos fijos en los asustados conchetos, le detiene el peinado sujetándole la mano. Las puertas del subte se abren y los debutantes salen despavoridos, durante toda la escena no ha habido ni una palabra, ni hablan después sobre este episodio perfecto.

Afortunados poseedores de reproductores de DVD's, si no la vieron alquilen esta película inmediatamente, o mejor cópienla o incluso cómprenla. Ya no se hacen cosas así.

PD: Estando en NY conocí a un músico experimental, cuñado de una amiga mía, con el que casi no cruzamos palabra durante la mayor parte de una noche en la que salimos con ambas hermanas. De pronto hice una referencia a The Warriors y el rostro se le iluminó y toda la falta de sociabilidad que había demostrado hasta el momento se transmutó en la verborragia feliz de quien reconoce una profunda afinidad espiritual. El hijo de puta, que resultó también ser un fan de Black Flag (es decir, gente fina), se sabía de memoria todos (y cuando digo todos es todos) los diálogos de The Warriors y me indicó cada una de las paradas de subte en las que acontecen las principales escenas de la película. Me enteré por él que la devoción total a The Warriors, que yo consideraba una perversión personal mía, es bastante común y que, al menos en NY, ciudad de la que la película es en cierta forma una radiografía, la película es un objeto de culto total. El tipo se emocionó tanto evocando de The Warriors y bebiendo Wild Turkey que cuando salimos del bar del Lower East Side donde habíamos estado bebiendo no tuvo mejor idea que la de meterle el peso al mejor estilo Warriors a una panda de morochos que nos perdonaron la vida y la honra demostrando una piedad única. Pero eso es otra historia.

lunes, mayo 10, 2004

Sabiduría oriental

"Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad"
(J. Goebbels)

"Una pelotudez repetida mil veces se convierte en una carrera"
(Bolud El-Kotur)

Escucho, por megatrigésima vez en los últimos días, “Todo se transforma” el nuevo tema de difusión de Jorge Drexler, apropiadamente llamado Eco, comprobando que el desarraigado compatriota -a pesar de haberle dado algunos sobretonos hispánicos a su obra- sigue insistiendo en esa especie de fatalismo orientaloide (oriental de Oriente y oriental de la R.O.U.) que el hombre promulga en plan “la vida es la vida es la vida”, y conformando el mensaje más conformista que se tenga memoria desde Pangloss, más o menos. Yo que sé, que sea lo que sea, qué lindo que es todo, lo que venga sirve, todo pega la vuelta, no hay mal que por bien no venga, todo tiene lo suyo… y estoy de acuerdo: todo es como es, todo se repite y así me tenés los huevos, Drexler, ASÍ ME TENÉS LOS HUEVOS DREXLER.

Mi otoño 2004

(el blogger conocido como mvc, solía envíar cada estación una lista de los discos que había escuchado más durante la misma acompañada de comentarios sobre los mismos, le tomo prestada la idea para sacarme la leche de hablar sobre algunas piezas que me tienen medio obsesionado.)

Hace menos de tres meses que tengo ADSL y que puedo bajarme lo que se me cante el culo durante el rato que permanezca cantando, lo cual ha producido que acceda a la mayor cantidad de música que haya accedido en mi puta vida, incluidos el año en el que trabajé también con conexión permanente y aproveché para bajar todo lo que pude. El resultado obvio es que en estos meses escuché posiblemente más grupos nuevos y discos que no conocía que en los últimos cinco años, agudizándoseme una melomanía que hoy en día acumula compulsivamente sin llegar a poder siquiera examinar bien lo que acumula. Muchos de ustedes saben de qué estoy hablando.

De cualquier forma de entre esa maraña de nuevas adquisiciones algunos discos se han destacado a fuerza de poder, belleza o suerte y se han convertido en la banda de sonido de mi vida durante este otoño, filtrándose al equipo de mi cuarto y arrullándome durante las noches, motivo por el cual conozco muchísimo mejor las primeras cinco composiciones de cada disco que las cinco últimas, que suelo roncarlas. Ese es el problema de que el mejor tiempo que uno tiene para escuchar música sea el de irse a dormir.

Pero quería destacar de entre cientos (literalmente) de discos que bajé algunas obras de arte que descubrí este otoño y que me ya pasaron a ser parte de mi discoteca esencial, llenándome de felicidad, inquietud y maravilla. Lo heterogéneo del grupo no es una muestra de esnobismo sino la más pura sinceridad, lo cual prueba lo cascoteado que está mi criterio estético. Estos son los magníficos de la temporada:



Rudimentary Peni – Cacophony: Había escuchado alguna vez decir que el Cacophony era el Trout Mask Replica del hardcore, lo cual es más o menos como decir que cierto delfín es el gorila blanco de los cetáceos; todo bien, pero comparar a una obra con otra que se destaca por su insularidad absoluta es prácticamente no decir nada al respecto de la misma. El Cacophony no se parece en nada al Trout Mask Replica excepto justamente en ese carácter de insularidad total, no sólo no se parece en nada al TMR sino que tampoco se parece a ningún disco de hardcore ni a ningún disco punk, habría que compararlo con algunos discos de rock progresivo pero tampoco porque el sonido y la composición sí es esencialmente punk, puta, ¿por qué no se lo bajan y me evitan el brete de tener que explicarlo? ¿no..? Bueno, la historia es más o menos así: Rudimentary Peni, banda de repelente nombre, eran la contracara arty de los activistas anarco-punks de Crass y sacaron una serie de grabaciones notables y algo excéntricas hasta que el bajista se enfermó de cáncer, lo que los dejó parados un tiempo en el que el guitarrista y cantante (también pintor y escritor) Nick Blinko empezó a pirar lenta pero inevitablemente, locura que lo terminaría internando convencido de que era el Papa (no es un ejemplo humorístico, realmente se creía el Papa) pero que en el medio le hizo pergeñar el excéntrico Cacophony: 30 temas (o 54 dependiendo de qué se tome por “tema” y que no) que versan en su totalidad sobre la obra del escritor H. P. Lovecraft y que “malgastan” cientos de ganchos y melodías con total impunidad, intercalando canciones con recitados en los que Blinko se convierte en Vincent Price con la banda rugiendo atrás. Totalmente inclasificable, totalmente de la cabeza, totalmente genial; uno de los discos más grandes de la historia secreta del rock. (A todo esto, hay una autobiografía de Nick Blinko en la que relata sus problemas psíquicos y su carrera en R.P. que mataría por conseguir, lo mismo que la autobiografía de Joey Shithead que salió recién).



Wrens – The Meadowlands: Confieso que, al igual que casi todo el mundo supongo, me perdí a los Wrens en los noventa, aunque parece que eran la hostia (no me bajé el Secaucus así que no lo puedo confirmar). Ahora al parecer están gozando de una sobrevida que compensa la desgracia en la que cayeron por motivos contractuales –otra prueba más, como los Stone Roses, de la máquina de garchar bandas sobre la que se cansó de advertir Albini- que les impidió grabar por casi una década. Los tipos acumularon material que finalmente ve la luz en The Meadowlands, que es un disco estructuralmente raro, que empieza melancólico y delicado y va subiendo presión, presentando varias piezas de new wave after-Pixies por las que Weezer hubiera matado. Un disco que a principios de los noventa hubiera sido leyenda y que ahora parece un disco de género (género indie) sin nada en particular, pero que sucesivas oídas van revelando una cuidadosa perfección producto de una bien madurada veteranía. Hay varias canciones infecciosas como “Shock Rock-Splitter to God”, “Faster Gun” o “Everybody Choose Side”, pero la que me pudo es “This Boy is Exhausted”, canción con la que me siento totalmente identíficado empáticamente por motivos que no vienen al caso.



Wire – Chairs Missing: “Pero más bien, benito, yo te dije, imbécil…” pueden decirme y tienen toda la razón. La primera vez que este disco llegó a mis manos fue hace unos siete años lo escuché una o dos veces y dije “ah, muy lindo, pero ni cerca de los Gang of Four o The Fall”. Hace un par de años lo tuve nuevamente, interesado porque me habían hablado sobre el parentesco del primer Wire con Guided by Voices, lo escuché y dije “ah, muy lindo, pero ni cerca de los GBV”. Hace poco se me ocurrió bajarlo porque estaba escuchando mucho la versión de “Outdoor Miner” que hacen los Flying Saucer Attack y me senté esperando decir “ah, muy lindo pero la versión buena es la de FSA…” y el disco me cortó el cerebro en dos de una forma de la que aún no me repongo. La única excusa que tengo para tantos años de indiferencia es que el primer disco de Wire que escuché (y al que le dediqué más esfuerzo) fue esa cosa tonta que se llamaba Manscape. Sepan disculpar.



Iron & Wine: The Creek Drank the Cradle: lo bajé con la antipatía con la que se baja un disco muy recomendado por Pitchfork, medio al que uno sabe que tiene un 50/50 de encontrar algo bueno (Broken Social Scene, Xiu Xiu, Wrens) o clavarse con algún atorrante sobredimensionado (Dismemberment Plan, TV on the Radio, Franz Ferdinand). En realidad estoy siendo muy gentil con la Pitchfork, porque el porcentaje es más bien de 70/30. Los comentarios sobre el barbudo Iron & Wine eran particularmente dignos de desconfianza, así que me bajé un par de canciones esperando encontrarme con algún estudiante de taller literario, emulo sureño de Will Oldham y poeta atormentado por la inseguridad. No esperaba encontrarme este Sam Beam, alguien con esa capacidad melódica y ese tono de auténtica intimidad con el que sueñan los deprimidos imitadores de Nick Drake. Música hermosa para momentos hermosos, si están con una chica bonita y ponen “Faded from Winter” o “Bird Stealing Bread”, las posibilidades de ganarse un beso se disparan hacia el cielo.



Otomo Yoshihide’s New Jazz Ensemble – Dreams: Una rareza de increíble belleza que el experimentador Yoshihide sacó hace un par de años y que de haber sido editada por un artista occidental habría sido motivo de babeos y ditirambos. El excéntrico Yoshihide presenta en este disco una formación de jazz-pop bastante normal para venir de quien viene, inspirado tal vez en los discos de canciones de Jim O'Rourke –de quien hace una versión asombrosa de “Eureka” en este disco- y demuestra que Yoshihide no solo sabe hacer ruido excéntrico sino que puede hacer lo que se le cante el oriental orto. Vanguardista pícaro, Yoshihide hace bases muy normales y accesibles pero elige para cantarlas a dos vocalistas niponas diametralmente opuestas; por un lado agarra a Phew, que es una suerte de Nico japonesa que suele grabar con los ex Can, quien canta helada, distante y afinadísima. Por el otro hace cantar a Jun Togawa, una cantante inverosímil e hiper-naif, que canta en el estilo aniñado que conocemos en occidente a través de Kahimi Karie, de la que Togawa parece una versión más demente y desafinada. Una horrible/excelente cantante que en combinación con la elegancia gélida de Phew es mortal, especialmente en el dúo que se mandan en “Eureka”. Al final de Dreams Yoshihide no puede con su genio y estalla en un huracán de free-jazz-noise que parece una pesadilla de John Zorn y que cierra con estruendo asombroso este disco lleno de hermosura incomprensible.



Flesh for Lulu – Big Fun City: De estos me olvidé en el post de los yetas y ahora compenso sin faltar a la verdad porque estoy escuchando muchísimo este disco. Esta banda y disco vienen directo desde mi pasado más querido, ya que se volvió un disco de culto entre mi grupo de amigos después de que O.S. se lo comprara, impresionado por unas fotos de los FFL en las que se parecían mucho a los Love & Rockets. Pero la pinta de los monos era más que nada producto de la heterogeneidad estética ya que los FFL, aunque habían salido de la Batcave, estaban más cerca de los Hanoi Rocks, de los New York Dolls o de los Scientists que de Bauhaus (aunque son una prueba más del eslabón perdido entre los góticos y los glam). Como los Stones, una de sus grandes influencias, sonaban increíblemente yanquis para ser ingleses y eran una máquina de hacer hits. Big Fun City parece un greatest hits por la cantidad obscena de buenas canciones malignas como “Vaguely Human”, “Cat Burglar” o “Let Go”, en las que brilla la voz del hijo de puta de Nick Marsh, bien apodado como “Nick Nasty”, un maestro en el arte de utilizar la falsa inocencia socarrona. Parecían total e injustamente olvidados, pero Paul Westerberg resucitó en su último disco, “Postcards from Paradise” un temazo del posterior Long Live the New Flesh, que es muy similar aunque con un ojo puesto en el mercado americano. Pero el bueno es Big Fun City. Rock para gente bien, música para champions.



Immortal - Sons of Northern Darkness: Había escuchado un par de discos de Immortal y, si bien me habían parecido excelentes y la banda me caía simpatiquísima (Kiss haciendo música de vikingos en plan saqueo y solemnemente, increíble), no me resultaban ni tan atractivos ni tan oscuramente épicos (en términos de black metal noruego) como Emperor o Darkthrone. Pero no había escuchado éste, el último disco que hicieron antes de disolverse. Sabía que la trilogía final de discos de Immortal era considerada su mejor época, pero no que el Sons of Northern Darkness era posiblemente (¿junto al Anthems for the Witkin at Dusk de Emperor tal vez?) el mejor disco de todo el black metal noruego y uno de los mejores –en este otoño el mejor- discos de metal que haya escuchado. De tempo más lento que los anteriores y, dentro de ciertos márgenes, más melodioso y melancólico, es un viaje a una tierra fantástica y extrañamente deprimida en la que los guerreros luchan con demonios blancos sobre nieves eternamente tristes. Como ya dije antes, la facha de los Immortal en la tapa puede hacer sonreír a más de uno, pero quien se ría de este disco es un gil. Si alguno se intriga y decide bajarlo del Soulseek tenga cuidado, porque algún tarado subió una versión reducida en la que varios de los temas están cortados y desaparecen en un absurdo fade out. Fijense en el AMG la duración real de los mismos y bájense las versiones largas, completas y heroicas de este disco majestuoso.



Xiu Xiu – Fabulous Muscles: Los discos anteriores de Xiu Xiu me producían una gran incomodidad por la manifiesta voluntad de ponerle señales de “arty” por todos lados, por los excesos de histeria de Jamie Stewart y por lo previsible del dibujo (acá viene un ruido absurdo, acá viene un grito desproporcionado…). Pero el Fabulous Muscles no solo está mucho más balanceado sino que también está mucho más inspirado. Sigue siendo una especie de Arab Strap noisy, más histérico y lleno de una homosexualidad torturada y explícita que puede ahuyentar a más de uno, pero con personalidad propia y con esa confianza en su visión que hace a las bandas grandes. En “Support our Troops” estos amaracados demuestran tener los huevos que casi nadie tiene en la escena under yanqui para decir un par de verdades sobre la política exterior de su país; pero lo mejor del disco es “I Luv the Valley. Oh!”, canción de exasperado resentimiento que contiene la mayor cantidad de malos sentimientos que se hayan visto en tres minutos y el primer grito de Jamie Stewart totalmente justificado. Una gran banda valiente que merece a todos los que deserten de Radiohead.

"If you're in your autumn sweater"

jueves, mayo 06, 2004

Policía republicana

Re-leyendo para hacer el post anterior el Too Much Too Soon, una buena biografía de Nina Antonia sobre los New York Dolls, me encuentro con esta anécdota notable que no puedo evitar transcribir. Al parecer durante un recital en Memphis en el 73 (con Iggy Pop abriéndoles, imagínense qué programa…), David Johansen puteó a unos policías que estaban pegándole a gente del público. El resultado obvio: David Jo en cana. Mientras se lo están llevando el cantante estaba con un cagazo total, entre otros motivos porque no estaba precisamente vestido lo bastante masculinamente como para que lo metieran en un calabozo con no sé cuantos delincuentes, y se pasó todo el camino tratando de que lo soltaran, él mismo cuenta este momento único.

“We were on the Elvis Presley Boulevard and I said to the police, ‘You wouldn’t do this to Elvis Presley’ and they said, ‘We’d love to get him’”

Como epílogo transcribo las palabras de Johansen al presentar ‘Looking for a Kiss’ al otro día, en un concierto en Michigan: “Well I spent last night in jail in Memphis and I’ve been drunk all day so when I say I’m in love, you best believe I’m in love, motherfucker!”

Number 13 Babies

Siempre comento con mis amigos del otro lado del Plata la gracia que me hace la supersticiosa costumbre argentina de considerar a determinadas personas como “mufas”, “yetas” y símiles. Agujeros negros humanos que atraen la desgracia y la mala suerte con una infalibilidad letal y absoluta. Esta creencia o costumbre no es muy habitual en Montevideo (aunque recientemente escuché a un catedrático grado cinco explicar detalladamente en clase los motivos por los cuales hay que hacer cuernitos con la mano cuando se escucha el silbato de un afilador), por lo cual me resulta doblemente gracioso cuando escucho a amigos porteños como el “artista antes conocido por el nombre de un ave acuática de largas patas” explicarme como no solo personas sino bandas enteras tienen la capacidad funesta de ser yetas, explicación durante la cual el artista debe tocarse un huevo dos o tres veces al mencionar a varias formaciones innombrables.

Dejando de lado la parte supersticiosa, la verdad es que en el mundo hay varias bandas con una mala suerte tan descomunal que hacen sospechar la intervención de fuerzas malignas o una obstinación sobrenatural en arruinar dotes naturales y momentos perfectos. Músicos como Johnny Thunders, del que se llegó a decir irónicamente que siempre estaba “arrancando la derrota de las fauces de la victoria” y se consolaba cantando la fatalista “Born to Lose”, y toda una galería de perdedores cuyo fracaso no obedece a las leyes naturales del mercado sino a una combinación de situaciones extrañamente adversas, decisiones dudosas, estupidez y pura yeta.

Hago una pequeña lista de yetas perdidos del rock’n’roll, evitando bandas cuya derrota comercial está ligada a un desfasaje con el gusto de la época (Velvet Underground, Stooges) o demasiado extremas como para tener un auténtico éxito popular en ninguna época (Captain Beefheart, Rudimentary Peni, James Chance). Por otra parte ese fracaso del que la Velvet siempre es ejemplo en manos de periodistas poco imaginativos es muy relativo, ya que a nivel de líderes de opinión siempre fueron más que apreciados y de hecho su éxito ha sido lento pero constante. Tampoco vamos a contar a los que alguna desgracia personal o alguna adicción exagerada les interrumpió la carrera o los mandó para el otro lado, que son hechos fortuitos del destino o de pasión autodestructiva. No, pasemos de largo a los marginales y los devorados por los demonios y dediquémonos a los auténticos perdedores, a los que tenían todo y cagaron todo en contra de las posibilidades, casi con esfuerzo, porque estaba todo tan a su favor que era soplarla y mandarla guardar, y la mandaron a la tribuna. Los más losers de los losers, (me toco un huevo y hago cuernitos con la mano libre): la galería de los yetas.

Moby Grape:
Primero se junta una especie de dream-team de compositores jóvenes, talentosos y carismáticos de California, forman una banda hiper-balanceada en lo musical, los tipos componen para su debut una catarata de hits, les ponen un fangote de guita para promoción, está todo el mundo esperando una banda de pop psicodélico californiano que no sea tan pirada como los Grateful Dead ni tan excéntrica como los Mothers y que no tenga a la histérica de Grace Slick (es decir: exactamente lo que eran los Moby Grape), los sacan al mercado y… fracasan como unos guachos, no consiguen la menor credibilidad, el disco no vende una mierda y no los van a ver ni sus novias. Quedan tan quemados que, después de sacar algunos discos lamentables desparecen y el más talentoso de ellos, Skip Spence, queda tan limado que se convierte en el Syd Barrett norteamericano, saca un disco hermoso (Oar) al que tampoco se le da pelota y muere comido por los piojos en el 99, justo cuando el mundo empezaba a acordarse de él y a escuchar el Oar. Unos malditos los Moby Grape; en la escala jettatore les damos un 8/10.


Los Moby Grape, demasiado de la croqueta para darse cuenta de su desgracia

Jobriath: Esto nunca hubiera pasado en los tiempos de Afo Verde; en plena era glam descubrieron a un andrógino que tocaba y cantaba mejor que Bowie, le metieron novechiquicientosmil dólares para que grabara en las mejores condiciones y megabarbacientosmil dólares más para promocionarlo, incluyendo un cartel gigante en Times Square. Pero resultó que el tipo estaba un poquito más allá de lo gay que U.S.A. podía soportar y se le notaba mucho. Sólo había lugar para un Liberace así que Jobriath fracasó en forma total, a pesar de haber sacado un disco que no merecía tanta desdén, y que de hecho era similar (pero mejor) a los discos que llenaron de guita a Meat Loaf. Pero al tipo se le había cruzado por delante no un gato negro sino una familia de panteras negras: terminó siendo una de las primeras víctimas del SIDA. ¿Jettatore Scale?: revienta las marcas, 10/10

Stone Roses: Para haber conseguido la atención mediática que tuvieron y no haber podido sacar más de dos discos oficiales de los cuales sólo uno es escuchable hay que ser muy, muy loser. En proporción es posible que ni los Beatles hayan tenido tanto delirio mediático a su alrededor y, por una vez en la puta historia del hype inglés, algo de razón había porque los tipos estaban volando tanto en el aspecto novedoso como en el hedónico, logrando eso tan raro que es sonar nuevo y totalmente accesible al mismo tiempo. Para mejor tenían un guitar hero total, un vocalista con un carisma y una facha increíbles y una base mortífera. Y qué hacen los pelotudos: se pasan de rosca totalmente, se toman un vagón de drogas y hacen todas las cagadas contractuales que puede hacer una sola banda. El resultado es, ustedes lo saben, que se pasan mil años sin sacar un puto EP y cuando se libran de sus problemas, anuncian que tienen listo el disco del milenio y se entregan esa bosta que es el Second Coming (si, si, ya sé que algunos de ustedes están diciendo “epa, benito! ¡Que hay temas buenos en el S.C.!”, bueno, escuchen el tema que más les guste del S.C. y luego escuchen “Sugar Spun Sister”, después denme la razón). Obviamente se fueron a la B, perdiéndose el tren del brit-pop que llenó de guita a bandas infinitamente inferiores, y casi que se lo merecen por giles, digo yo. Escala jettatore: 7/10 porque al menos se divirtieron mientras duró.

Paul Di’Anno: Este es el Pete Best del heavy metal; cuando se sabía que la New Wave of British Heavy Metal era la próxima bomba del rock (aunque los críticos no se dieran cuenta) él era el vocalista de la banda que tenía todos los boletos para ser los héroes del momento: Iron Maiden. El tipo era brillante, gruñía como Lemmy sin llegar a la caricatura del death pero podía ser melodioso también. Pero era terrible imbécil, cosa que prueban tanto sus arengas al público en Maiden Japan como el hecho de que le dieran una patada en el culo por desconado, que es como que Horacio Guarany te acuse de “borracho”. Lo último que se escuchó de él era que andaba por ahí haciendo el ganso en bandas “tributo” de Iron Maiden. El que los fans de Maiden consideren el mejor vocalista que tuvo la banda a Bruce Dickinson, tipo simpático y buen showman pero insoportable cantante, a pesar del precedente de haber tenido a alguien de garganta tan notable como Di'Anno, prueba que el tipo está cagado por los dioses. Escala jettatore, yo que sé… 6/10 pero cualquier día lo encontramos tirado en el mercado del puerto y le damos el 10 perfecto.

Todd Rundgren: Durante un rato era el Wonder Kid, un Elton John mejor que el propio Elton, más sexy, más músico, más carismático, con un arsenal de hits… y posiblemente se mandó la misma cagada que Jobriath y que sus futuros protegidos los New York Dolls: se le fue la mano con la mariconería y el look en una sociedad norteamericana que estaba re-armándose en sus prejuicios. Dicen que una actuación televisiva en la que se disfrazó en una extraña mezcla de duende y loca brava fue el acabóse porque, como dicen los veteranos televisivos, del ridículo no se vuelve. Para peor su novia, la legendaria Bebe Buell (madre de Liv Tyler y la mujer más carismática e inteligente de la historia secreta del rock) se ha dedicado a contar todas las veces que le metió los cuernos con el trapudo de Iggy y demás figuritas neoyorquinas. Lo que lo define como un loser total es el que en Argentina apenas es conocido por algunos que saben que “Influencia” de Charly García es una versión de una canción de él, y la mayor parte de la gente piensa inclusive que es de García. Jettatore degree: 7/10.

Saxon:
Otros que se cayeron de la cresta de la New Wave of British Heavy Metal; en 1981 eran LA banda que se venía del heavy inglés; tenían credibilidad, tocaban de puta madre, eran más duros que Def Leppard pero más pop que Diamond Head. Más variados y fantasiosos que Mötorhead, pero menos fantasmas que Iron Maiden. Es decir, eran los jugadores más preciados y hasta la banda a destronar. Nadie tuvo que esforzarse mucho en sacarles el puesto porque la sucesión de cagadas y malas decisiones estéticas que se mandaron los llevó a la B sin etapas. ¿Por qué una banda con la posibilidad de ser algo así como la versión años 80 de Steppenwolf se le ocurre empezar a hacer canciones pomposas sobre cruzados y guerreros medioevales, e inmediatamente pasar a hacer hair metal tipo Bon Jovi? Posiblemente haya sido una mezcla de malas drogas, Dragons & Dungeons y un manager de mierda; el resultado de todas estas divinuras fue que los Saxon pasaron de ser los mejores de la clase a ser una banda tan apestosa que no la iría a ver ni un fan de Rata Blanca después de haberse tomado una damajuana de vino emotivo. Escala jettatore: 8/10, pero se lo buscaron solitos.

Roky Erickson: No cuento la historia porque me pongo triste, qué tipo más desgraciado. 8/10.


Runaways: ma' si, vayanse todos a cagar

The Runaways: ¿Y acá que pasó? Tendrían que haber sido las Bay City Rollers femeninas, la idea que hiciera rico a Kim Fowley, la banda glam de California… Y no pasó prácticamente nada, excepto en Japón (ojo que ser big in Japan puede ser mejor que ser mediano en California). La injusticia es porque la idea era buena, no la banda, de la que se puede sacar apenas un puñado de canciones escuchables. Después les fue bien, al menos a Lita Ford y a Joan Jett (la más cool de las lesbo-queens, mucho más poderosa que cualquiera de esas Riot Grrls mal depiladas), y por lo menos no terminaron dando lástima ya que la banda terminó cuando ni habían cumplido los veinte. Pero estoy seguro que Kim Fowley (mmmh… qué pinta de mufa) todavía se debe estar preguntando qué carajo hizo mal. Jettatore Curve: 5/10 por buena onda y final feliz.

The Screamers: Eran los Suicide de la Costa Oeste, pero tenían un potencial comercial que Suicide nunca tuvo, de hecho, podrían haber llegado a ser unos Pet Shop Boys punk diez años antes que los Pet Shop Boys. ¿Qué pasó? Lo de siempre, peleas por caprichos, puteríos varios, un disco que nunca hicieron… y adiós. Tan desgraciados fueron que su logo –una especie de punk muy enojado- fue pirateado por todos lados y es un ícono casi tan conocido como la carita de “smile”, y los tipos no tenían el copyright… Como no podía ser de otra forma entre los cagados por los dioses, su líder Tomata du Plenty también fue una de las primeras víctimas del SIDA. Les damos 9/10 en la escala jettatore y si no llegan al 10 perfecto es solo porque K.K. Burnett, uno de vocalistas, se casó con Trudie, que era la punk más linda de todo Los Angeles.

Sigue Sigue Sputnik: Durante media hora todo el mundo estuvo esperando caerse de culo con la “quinta generación del rock”, terminaron cayéndose de la risa. La idea no era mala: agarrabas a Suicide, le ponías dos tonos más para hacerlo más pop, un poquito de Gen X (gracias Tony James) y unas fachas que bueno, bueno... qué locura.... El resultado es público; no me extrañaría enterarme que el cantante labura en un mini-market o algo así. Para el jettatorometro darían un 5/10 porque uno sospecha de que ellos mismos sabían que eran un cuento total. Si escuchándolos llegamos a la conclusión de que no lo era, les tenemos que aumentar tres puntos.

Theoretical Girls: Casi 25 años después de la disolución de los Theoretical Girls finalmente se editan los demos y temas perdidos de la banda, y todo el mundo se da cuenta de que no sólo eran una de las mejores (o la mejor) banda de la No Wave neoyorquina sino que además eran la única con posibilidades comerciales, ya que estaban sonando como los Sonic Youth del EVOL casi diez años antes. Cuando todos los ojos del mundo estaban mirando a ver qué carajo pasaba en NYC, nadie los vio a los Thoretical. ¿La culpa? Posiblemente de la perra de Lydia Lunch, que parece que fue la que intrigó para que Brian Eno dejara afuera a los grupos del SOHO (Theoretical Girls, Bush Tetras, Red Transistor) de la recopilación No New York. En fin, no llegaron siquiera a ser una banda influyente porque no los escuchó prácticamente nadie (a excepción de Ranaldo & Moore, que agarraron un par de ideítas); Glenn Branca terminó con una cierta notoriedad y respeto pero haciendo cualquier cosa menos rock, y en Theoretical Girls hacía rock y del bueno. Índice Jettatore: 8/10 por haber sido tan desperdiciados que ni siquiera llegaron a ser de culto.


NYD: así no se puede

New York Dolls: Por fin, los reyes del fracaso y la cagada atómica, los que le dieron a la palabra “loser” la estatura de título nobiliario cuando era más fácil meterla que errarla, como diría Kesman... Una banda formada bajo una escalera en un terreno donde había un cementerio indio del nº 13 de la calle de los gatos negros y las víboras del teatro… Sí, ya sé que me van a decir que fueron una banda super-conocida y que son parte grande de la leyenda del rock, pero –al igual que los Stone Roses- lo que da la medida de su yeta no es lo que fueron sino lo que podrían haber llegado a ser, para darse una idea: Kiss, Aerosmith, Poison, Guns & Roses e inclusive los Sex Pistols fueron bandas hechas, en algunos aspectos, a imagen y semejanza de los NYD, que además les rompían el culo en cuanto a talento y carisma a cualquiera de ellos (excepto a los pistolas, obvio), pero que se esforzaron tanto en hacer todo mal que los desgraciados nunca pudieron convertirse en el monstruo que todo el mundo quería que se convirtieran. El hecho de que tres de sus seis miembros originales estén muertos (dos por sobredósis, uno por SIDA contraído por su adicción a la heroína) es bastante ilustrativo de la hecatombe de una banda cuyo destino era ser el eslabón no perdido entre los Rolling Stones y el punk. Enumerar todas las que se mandaron (contratos arruinados, giras canceladas, fotos desafortunadas, etc.) me llevaría tres post como este pero para muestra vale un botón de la biografía de uno de los que quedó vivos (es decir, de los afortunados): el bajista Arthur Kane, a quién entre otras suertes una novia le había cortado un tendón días antes de la primera gira norteamericana de los NYD, estuvo años luchando con un alcoholismo tipo Adiós a Las Vegas que lo convirtió en el primer bajista que tenía que tener un doble tras bambalinas, ya que el killer no podía ni tocar del pedo eterno que llevaba. Después de mil desastres, incluido un accidente muy parecido a un intento de suicidio, el tipo, algo mejor de salud, se fue a Los Angeles para cambiar de aires y recomponerse. Y, siendo un notorio rubio de casi dos metros, se le ocurrió salir a pasear durante los disturbios raciales del 92, consiguiendo que le partieran un bate de béisbol en la nuca y lo mandaran al hospital por un año, donde le pusieron una placa de metal que hoy lleva en la cabeza. Born to lose, born to lose… La relativamente próspera carrera de David Johansen les bajaría puntos en la escala jettatore, pero el desastre de todos los demás es tan brutal que logran la puntuación perfecta: 10/10.

PD: Me quedan en la lista los Flamin' Groovies, Eliott Smith, Arthur Lee, Poster Children, los Buckley, Cell, Terence Trent D'Arby, etc. Pero revisando la lista a posteriori me doy cuenta que hay una enorme proporción de artistas glam o ligados al glam, género que no es mi obsesión ni mucho menos, por lo que me permito preguntarme si el propio glam no será yeta.

domingo, mayo 02, 2004

Montevideo 666

* Hace un par de semanas un indigente (léase bichicome o linyera) fue prendido fuego en pleno 18 de Julio mientras dormía a la entrada de un comercio. El tipo había sido cubierto con papeles a los que encendieron produciéndole quemaduras de segundo y tercer grado. Según testigos los responsables fueron un grupo de niños de la calle de entre 9 y 12 años que suelen deambular por la principal avenida de Montevideo. Según la policía no es la primera vez que sucede, pero es el primer caso que trasciende a la prensa.

* En los últimos meses una serie de perros desapareció de sus casas en las inmediaciones del Estadio Centenario. El dueño de uno de ellos, un ovejero alemán, encontró el cuero del mismo junto a la cabeza y las patas en el Parque de los Aliados (que rodea al estadio), al lado de restos similares de cuatro o cinco perros más. No se sabe si se trató de un ritual o si simplemente se lo comieron. Al parecer el Parque de los Aliados y los alrededores del Club de Tiro se han convertido, además de un centro de prostitución homosexual, en un centro de rituales de quimbanda (el lado oscuro del umbandismo), lo que explicaría la más que habitual aparición de vísceras de animales y partes de aves y mamíferos pequeños sacrificados.



* Una mujer de 51 años apareció muerta desnuda en La Aguada, a pocos metros de la Torre de Antel. La causa de la muerte fue la introducción, vía vaginal, de un palo de escoba de 62 cm., que le interesó varios órganos vitales y que virtualmente la empaló, produciendole una muerte particularmente horrible. Forenses consultados aseguran que en muchos años de carrera nunca vieron un crimen de características tan brutales. La mujer, según compañeros de pensión, padecía de perturbaciones emocionales y ejercía la prostitución.

Mira quién habló (2)

Finalmente Stephen Merritt salió de la cueva y dio una entrevista que sirvió de base para una extensa nota de Salon con motivo de la salida de I, el nuevo disco de Magnetic Fields (que ya está en el sslk, pero que aún no pude bajar), en la que demuestra que el sensible compositor sigue siendo un histérico y un maleducado con sus entrevistadores. Y sigue siendo inteligente y zorro como él solo. En la entrevista compruebo tres cosas:

1) Que Merritt desprecia a Bjork (somos dos, Esteban, somos dos)

2) Que evidentemente le gusta sacarle el cuero a sus colegas músicos ya que, a pesar de que el entrevistador dice que a pedido de Merritt no incluye varios comentarios que el tipo hizo sobre otros músicos, igual queda espacio para que le pegue a Cole Porter, a Outkast y al hip-hop en general.

3) Que Merritt tiene mucho en común con el prototipo de artista que presenté en el post anterior (el "brillante artista posmo"), pero que todas esas características en común con el tipo de artista que me parece más abominable desaparecen y quedan invalidadas por una virtud de Merritt: el apasionamiento.

Y yo sé que ya me lo explicaron, pero sigo sin entender cómo este tipo no vende billones de discos.

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