miércoles, diciembre 28, 2005

¡El maravilloso mundo de la publicidad! (I)

Demasiada seriedad ultimamente, volvamos a la pavada y a las mil emociones que nos ofrece la tanda publicitaria y a algunas de las reacciones que hemos tenido ultimamente al encontrarnos ante la gracia, ingenio y buen gusto de la casta publicitaria rioplatense.

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Hinds (crema para el cuerpo): Debe ser uno de los anuncios más ofensivos hacia las mujeres de treinta años que se pueden concebir, representando a las mayores de esta edad como seres asustados de mostrarse por lo repulsivamente arrugada que está su piel. Como si fuera poco el anuncio habla de mujeres que "pasaron los treinta" pero muestra a mayores de cuarenta, lo cual es estrictamente cierto pero tramposo, además de ser un insulto gratuito (bueno, no gratuito) a miles de treintañeras que están igual o más fuertes que a los 18. Por otra parte y en un absurdo error de casting, la narradora y defensora de la piel lisa que propone el anuncio, Karina Mazzoco, es sin dudas una mujer muy bella y sexy, pero justamente con una piel poco atractiva, especialmente en la zona del cuello. Pero eso no es todo, el comediante Dane Cook dice que hay sonidos tan irritantes que hacen que uno quiera darle una trompada a un bebé, el anuncio de crema Hinds ofrece varios segundos de un sonido tan desagradable que nos hace pensar que Cook haría una matanza en una nursery de escucharlo. Se trata de un canon de voces femeninas que se sobreponen haciendo un repelente scat singing que pretende dar una impresión de crescendo rebelde y sólo consigue que yo y Dane Cook queramos atizar infantes. Índice de Odio Despertado (I.O.D.): 10/10.

Pilsen (birra): Visualmente es casi inexistente, apenas algunas imágenes granulosas tomadas del festival de Pilsen Rock, pero el texto relatado y escrito en las placas es por lo menos sorprendente. Dice algo así como: "Cientos de canciones de rock hablan de amor (pausa) Cientos de canciones de rock hablan de cerveza (pausa) ¿No serán lo mismo? (fin)". No señor, no nos parece lo mismo porque no nos parece lo mismo un amante que un alcohólico. ¿Dónde está la gente que debería controlar textos tan malintencionados como este? ¡Guardias! ¡Guardias...! I.O.D.: 9/10

Master Card (tarjeta de crédito): Hay una versión para la televisión, pero la que nos molesta es la publicidad estática, los afiches que suelen verse por todas partes de Montevideo promocionando el sorteo de pasajes y entradas (para los usuarios de Master Card, obvio) a los partidos del Mundial de Alemania 2006. El afiche es el grado cero de la publicidad: una familia de cuatro (padre, madre, hijo, hija) posa feliz ante una cancha de fútbol, vestidos con remeras deportivas de alguna selección abstracta. ¿Cuál es el problema, el motivo que llena el corazón de Fuck You Tiger de odio y oscuridad? Bueno, la familia en sí, qué la parió, qué gente más desagradable, qué descorazonador que se le den tarjetas de crédito a semejantes personas. Todos están vestidos con una remera de fútbol amarilla -que sin embargo no es la Brasil- a excepción del padre, que vaya a saber uno por qué lleva una similar pero roja. Los dos chicos, niño y niña, están ligeramente pasados de peso. La niña bien podría ser la tercer hija de Diego Maradona y el niño tiene un cierto parecido a un Carlitos Menem Jr. de pequeño, lo cual nos hace suponer que los condenados son argentinos. El chico, vaya uno a saber por qué, levanta un puño en el aire con entusiasmo que nos hace pensar en que tiene el berretín de hacerle un fist fucking a alguien. La madre, que sonríe arrugando la cara a pesar de haber pasado los treinta y de los consejos de cremas Hinds, tiene algo de modelo que abandonó su profesión por haberse dedicado a la familia y porque nunca fue realmente flaca, tiene algo de Silvana Suárez y de Nancy Dupláa, tiene algo de madre futbolera (un buen casting sin dudas) y tiene algo que me da ganas de matar personas inocentes. Por último está el padre, un desgraciado flaco y demasiado feo para su mujer, con un corte de pelo redondo, caro y que no le queda bien. Este infeliz, que como buen pater familae está arriba, en la posición dominante de la foto y rodeando a su familia con sus brazos, sonríe sin mucha alegría. Es bastante lógico teniendo en cuenta que no consiguió una remera igual a la de su familia, que sus hijos no se le parecen y que su cabeza parece un kiwi. Pero repetimos: ¿por qué esta fotografía irrita tanto a Fuck You Tiger? Vaya uno a saber, pongamos que como representación de la familia rioplatense ideal y futbolera nos repulsa y punto. I.O.D.: 8/10, si hace mucho calor 10/10.

Máxima (helados): A diferencia de los anteriores este es un reclame razonablemente logrado; se trata de varias tomas cenitales y con el mismo encuadre de una misma chica acostada (a excepción de una que la encuentra apoyada contra una pared) en distintos lugares y situaciones, saboreando una barra helada con expresión placentera. La pieza continúa la estética publicitaria de Máxima que consiste en relacionar el placer de comer helado con el placer erótico, pero es notoriamente más refinada que anteriores intentos que consistían esencialmente en hacer a una pobre modelo felar un helado poniendo cara de Linda Lovelace. En esta ocasión si bien el componente erótico es obvio, este no es único ni grosero, la modelo es atractiva y simpática y en particular una toma, que la encuentra de espaldas sobre una cebra del pavimento mientras la gente cruza alrededor, es muy buena. Pero, pero, pero... ¿quién habrá sido el genio que en la toma en la que ella está sobre el césped incluyó una zumbante nube de puntos negros digitales sobre ella? Supuestamente serían insectos, tal vez moscas, pero en la práctica son simplemente unos feos puntos negros digitales que zumban, cortan el clima de la pieza y molestan notoriamente (ningún inconciente quiere relacionar chicas lindas y helados con moscas). Un espanto, la verdad, pero que no supera a la re-grabación del 'Je t'aime (moi non plus)' (tema que ya debería estar prohibido el que se lo utilice para ilustrar imágenes sensuales) de Gainsbourg como banda de sonido. Pésima, malísima versión que incluye, absolutamente al pedo, a la palabra "Máxima" al final de una estrofa, bastardeando la legendaria composición. Evidentemente había algún imbécil que tenía que justificar su sueldo en ese equipo creativo. I.O.D: 5/10.

Sprite (refresco): Esta es una continuación más de la ya tradicional estrategia publicitaria de Sprite, orientada cada vez más hacia la "honestidad brutal" del mundo real en lugar del mundo fabuloso de Coca-Cola y el mundo bamboocha de Fanta. En esta ocasión consiste en presentar a tres adolescentes en tres situaciones auto-afirmativas de personalidad (a saber, usar los pantalones demasiado bajos, bailar como loco y hacerse un piercing) mientras un locutor aguafiestas les explica que ninguna de esas conductas tiene nada de especial ni de individual y que lo que tiene que hacer es.... tomar Sprite y usar All Star Converse. Buenísimo. En este caso la irritación no proviene tanto de factores estéticos -la pieza está tan lograda como la mayoría de las de las multinacionales de refrescos- sino de su alevosa inmundicia ideológica apenas disfrazada de realismo cruel. Como tal vez haya algún adolescente leyendo este blog, F.Y.T. les dice: ninguna de las actividades descriptas en esa pieza vuelve especial a nadie, pero eso es innecesario porque todos somos especiales de alguna forma que podemos descubrir u ocultar dependiendo de nuestra curiosidad, nuestro valor e individualidad. No le crean a Sprite, todos somos especiales, todos a excepción de los chupapijas creativos de publicidad de refrescos orientada a adolescentes. I.O.D.: 9/10.

Patricia (birra): Last but not least la joyita de la publicidad local de los últimos meses: la saga de "Paula se vino a vivir conmigo.. ¡qué quilombo!". Se ve que algún cineasta quería expresarse, no le salió la financiación ni siquiera de un corto y decidió utilizar un anuncio de cerveza para tales fines, consiguiendo de paso que poca gente se diera cuenta de que se trataba de un anuncio de cerveza. Como todos los fatigados espectadores de televisión abierta uruguaya saben, la pieza consiste en el monólogo de un muchacho, quejándose de las particularidades de su novia, recién mudada a su casa, mientras la cámara ilustra literalmente las acciones de la chica. Me cuesta decidir que me indigna más, si el texto del narrador o el delivery del mismo, que se hace el moderno remarcando algunos artículos ("debe ser LA persona...") para hacerse el ambientado. Bueno, la verdad me molesta más el texto en sí, que es la cosa más inverosímil y anacrónica del mundo, y sospecho que fue escrito por una mujer o por un gay misógino, no por las tonterías que dice sino por la poca lógica masculina de las observaciones, que le adjudican a un pibe el estar irritado con su recién estrenada concubina porque come el fainá del medio, que lo hacen comparar la música electrónica con el sonido de la lavadora (en pleno 2005, Manuel, en pleno 2005) o le suponen una barra de amigos que le critican su decisión ("mis amigos no entienden que le vi a esta mina") por las mismas nimiedades. A ver, señor/a creador/a, uno entiende que el irse a vivir con una persona del sexo opuesto es complicado y que a veces los pequeños cambios pueden magnificarse bajo la lupa de una sensibilidad asustada, pero en mi puta vida vi a nadie sentir miedo de una incompatibilidad de caracteres porque a uno le guste el churrasco jugoso y al otro seco, y jamás de los jamases vi a una barra de amigos preguntarse qué le vio uno a su novia si a la muy chonga no le gusta el fainá de orilla. Si mi barra de amigos me preguntara algo similar, yo dejaría de tener una barra de amigos, porque evidentemente me junté con una comunidad de subnormales o de obsesivos compulsivos.

Pero lo que hace más insoportable el devaneo dubitativo del bebedor (al fin y al cabo es un reclame de cerveza) narrador es que todas sus preguntas son totalmente baladíes ya que en una de las primeras tomas el director vuelve tanto cuestionamiento inútil al enfocar el espléndido culo de la señorita en cuestión (lo cual refuerza mi teoría de la mujer redactora o el gay). Cuando el anuncio finaliza, con esa declaración narcisista y pseudo-romántica que funciona de solución al intríngulis de por qué el muchacho decidió vivir con la chica ("a ella le gusto yo"), uno solo quiere meter la cabeza en el televisor y gritarle al pelotudo "hace casi un minuto que venís elucubrando a ver qué le viste a esta chica de soberbio orto, y ¡todos nosotros no entendemos qué carajo te vió A VOS! ¡Andá a la peluquería y conseguite un corte de pelo decente, borracho pata sucia!"... Las cosas que uno tiene que ver para que una agencia facture... I.O.D.: 10/10.

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And that's all folks, me siento mejor con un poquito menos de maldad en el cuerpo, que empiecen el año felices, colocados y orondos. ¿Quién iba a decir que íbamos a llegar al 2006?

martes, diciembre 20, 2005

Ojos de extranjero

Me gusta Buenos Aires. Más de lo que debería a un montevideano sensato.

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La chica de la librería está fastidiándose de a poco mientras habla por teléfono. "Sí, quedate tranquila que te lo mando...", dice mientras me hace un gesto de que espere un momento. "Sí, mamita, esta tarde te llega...". Me hace gracia la palabra "mamita" que ya escuché varias veces desde que llegué a Buenos Aires. La chica suspira con resignación, "sí, ya te dije que te lo mando, esta tarde lo tenés...". Ahora hace un gesto con la mano, con la palma hacia arriba, como si evaluara el peso de algo pesado y redondo. Se muerde el labio inferior, escucha en silencio durante unos segundos y finalmente estalla: "bueno, ya te dije: esta tarde lo tenés antes de las siete, ¡y te lo mando con un soberano revoleo en el orto!", y cuelga violentamente. Durante un instante queda mirando la nada y entonces vuelve a percibirme al otro lado del mostrador, esperando para saber el precio de un libro. Todavía colorada de fastidio me mira a los ojos y suelta una carcajada que vale un millón de dólares.

Hace algunos años el cineasta uruguayo-argentino Adrián Caetano, al que estaba entrevistando, me dijo algo interesante. Me dijo que en Buenos Aires extrañaba los defectos de los uruguayos, y me puso como ejemplo uno defecto oriental innegable pero para nada obvio y pocas veces admitido en estas orillas. Me dijo que extrañaba "la antipatía de las minas uruguayas".

No comparto la perversa nostalgia de Caetano pero sí su diagnóstico: apenas uno sale un par de días de Montevideo, ciudad con características que injustamente uno le endilga al resto del país, se da cuenta de que antipáticas que son las mujeres de esta ciudad en relación a las de otras urbes como Buenos Aires, dónde uno puede compartir una carcajada con una perfecta desconocida sin que la situación se cargue de excesiva tensión sexual o se malinterprete. Es poco probable que una uruguaya soltara una puteada frente a un cliente en una librería, pero es casi imposible que luego recompusiera la situación con humor y simpatía. A lo sumo explicaría los motivos de su enfado pero posiblemente se limitara a cobrar con contagioso malhumor. Tal vez sea una tara cultural de las mujeres uruguayas más o menos justificada: los hombres uruguayos también son unos pelotudos crónicos y mal vestidos. O como me decía una chica catalana de lo más irritada, unos "gilipollas pegajosos". Pero eso es discutir sobre la preminencia del huevo o la gallina, lo que es un hecho es que las minas uruguayas en general (sí, yo también puedo hacer largas listas de excepciones, algo a lo que es susceptible cualquier generalización) son antipáticas, qué se le va a hacer. Y las argentinas no.

Los porteños suelen arrogarse el que su ciudad es la cuna de las mujeres más lindas del mundo, lo cual es por lo menos discutible. Si bien es una ciudad en la que abundan las mujeres guapas y bien vestidas en lo personal y puesto a elegir prefiero esas bellezas sincréticas que son raras de ver en una ciudad con poco intercambio étnico como Buenos Aires. Me quedo con esas mulatas de ojos verdísimos y rasgos delicados que se ven ocasionalmente en el norte de Brasil, o con esas sorprendentes orientales altas y voluptuosas que uno puede encontrarse en Nueva York. O con esa fisionomía sobrenatural de algunas eslavas que, con su combinación de ojos ligeramente rasgados y cabello rubio ceniza natural, son como el choque entre dos hemisferios, personificado en carne y sexo.

Pero las argentinas son lindas, quién va a negarlo, pero no por la proliferación de tetas, culos y frases con doble sentido que derraman desde las tapas de las revistas para valijeros mentales. No, la auténtica belleza de las porteñas está en esa naturalidad para putear y ahuyentar la rabieta, en esa capacidad para romper un corcho y reirse de su propia torpeza en lugar de disolverse en excusas, en la gracia -la más bondadosa de las cualidades humanas- que regalan como si fuera gratis, como si no tuviera nada de excepcional.

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Los porteños se cagan de la risa al ver el entusiasmo y la alegría con que los uruguayos se meten en el subte, no saben lo que es vivir en una ciudad sin subtes. El subte es, además de un claro animal simbólico, un medio de transporte abstracto que, al borrar su evidencia visual, distorsiona las distancias , los puntos cardinales y la concepción de ciudad. El famoso cuento de Cortázar sobre esas galerías que iban de Buenos Aires a París solo pudo haber sido concebido por un escritor desarrollado en ciudades con subtes, Cortázar es un escritor de subtes y la literatura argentina en general es una literatura de subtes. Pero posiblemente no sea nada tan profundo lo que lleva a los montevideanos a meterse en los subtes, felices como topos, a la menor oportunidad. No, lo que pasa es que en Montevideo no hay subtes, si estoy en un subte entonces no estoy en Montevideo.

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El público en Niceto aplaude educadamente, pero es bastante evidente el que no les gusta una puta nota de lo que estamos tocando y que odian cada segundo que estamos allí arriba. Qué le vamos a hacer. Acá va otra canción sucia y oscura. El backstage estaba en llamas y el fernet con coca es algo a importar en galones.

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Siempre compro libros cuando voy a Buenos Aires, algo que casi ya no hago en Montevideo. Están algo más baratos pero no es el precio lo atractivo sino la variedad y lo enorme e inabarcable de sus librerías. Compruebo que en los dos años que hace desde que fui por última vez ha habido un boom editorial de uno de mis temas favoritos, las guerrillas de los años 70. Compro una biografía de Norma Arrostito, un libro sobre el ERP y me doy cuenta de que no voy a poder comprar todo lo que se editó sobre el tema, así que a cagar, voy a comprar otras cosas. Me encuentro con un interesante estudio sobre la svástica y con el formidable y venenoso Apocalypse Culture II, recopilado por Adam Parfrey. Es caro pero vale cada peso, cada página. Como todos los libros de Feral House, puta que los parió. Mucho más barato pero también interesante me resulta el esperpéntico Ricky de Flema: El último punk, de Sebastián Duarte. Nunca me interesó la banda punk de Gerli ni Ricky Espinosa, pero me intuyo que hay una buena historia allí. Por desgracia Duarte la desaprovecha desde la misma solapa -ej: "(refiriéndose a la muerte de Espinosa) ... quienes lo conocimos sabíamos que eso podía suceder porque llevaba una vida de agite constante (sic)- acumulando con pereza algunos datos de primera mano, simplificando hasta la ridiculez y dejando pasar la mayor cantidad de faltas ortográficas que se hayan visto en una segunda edición. Pero hay rastros de una gran historia, de una historia de punk lumpen y rioplatense, que se filtran entre la pobreza y el desperdicio del libro. Tal vez algún día alguien más talentoso y aplicado depure esa gran historia y escriba el Edie del punk porteño. Con todo me resulta particularmente interesante la sección de testimonios al final del volúmen, donde Ricardo Iorio, de quién se puede esperar con justicia cualquier bestialidad, habla con notable sensatez y respeto. Y donde Cristian Aldana me demuestra definitivamente que es un forro irrecuperable, moralizando el reviente de Espinosa y sacando patente de guapo a costillas del muerto. Ma sí, tirate vos, Cristian...

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Pez toca dos temas de y con Flopa; el segundo de ellos es una aplanadora apoyada en un riff monumental aunque considerablemente más sencillo que los habituales de la banda. Desde donde estoy, en el balcón de la parte de arriba de Niceto, veo la banda en su totalidad y de pronto los veo cliquear, alcanzar ese momento de empatía colectiva en que una banda deja de ser un conjunto de músicos y se vuelve una bestia de muchas cabezas. Son momentos raros, sobre todo en el triste rock guionado de estos días.

Siempre le reconocí a Alan Parker el haber logrado capturar, en la floja The Commitments, uno de esos instantes, en la actuación final del grupo, esa especie de éxtasis que no tiene nada que ver con el brillo individual de ninguno de sus integrantes. Hay pocas bandas que logren ese estado en la actualidad, posiblemente porque los músicos están totalmente concentrados en empatizar y complacer a los que están del otro lado del escenario, a la otra bestia, la que paga entradas. Y tratar de hacerles fácil el desquitar el precio de la entrada. Pez no la hace fácil, por eso son una banda generosa, por eso son una buena banda.

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Por casualidad recalo en Belgrano, barrio en el que solía quedarme hace un millón de años, en tiempos en los que evaluaba la posibilidad de emigrar a esa ciudad. El último día antes de volver a casa decido hacer un tour nostálgico y masoquista por los sitios que solía merodear quince años atrás. Casi no reconozco ninguno, el Belgrano que yo conocía debe estar tan tapado y olvidado como los adoquines de la calle Cabildo.

Llego hasta la plaza junto a la Iglesia de Belgrano, señalada por E. Sábato como uno de los puntos de entrada al oscuro mundo de los ciegos, algo que hace años era recordado por un graffiti ahora desaparecido. Recuerdo algo que vi en esa plaza: una chica caminando apresurada, ignorante que detrás de ella venía un mimo que imitaba sus movimientos nerviosos (en aquel tiempo había un mimo en cada plaza porteña). De pronto la chica notó que la gente se reía de algo que sucedía detrás de ella y giró sobre sus talones para encontrarse con la cara blanca del mimo que la venía ridiculizando. Y le encajo un tremendo y soberano bife que dejó al mimo girando como Don Ramón azotado por Doña Florinda.

Hacía tiempo que no recordaba ese momento perfecto, y la piel se me pone de gallina como si hubieran echado cubos de hielo por el cuello de mi camisa. Porque me recuerdo a mí en esa plaza, con mi campera camuflada y mi gorra marinera griega, demasiado sorprendido para reírme aún mientras la chica, que era mi novia o algo así, justificaba su exabrupto con un "odio los mimos" posiblemente anterior a Antonio Casero o a Alex de la Iglesia. "¿Le pegaste fuerte...?", le pregunté mientras nos alejábamos de la plaza. "Lo maté", me contestó, ligeramente culpable. Y seguimos caminando hacia algún lugar que olvidé.


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When I look at myself I don’t see / The man I wanted to be /Somewhere along the line I slipped off track / I’m caught movin’ one step up and two steps back

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La suave vibración del Eladia Isabel arrullaría hasta a un ex futbolista pasado de frula, pero me cuesta dormirme en el rincón de piso que quedó a mi disposición. A tres o cuatro metros una adolescente estudia con su hermana para un examen de literatura. Un rato antes me dijo que le gustaba mi banda y me regaló un demo del grupo de su novio. Ahora está metida en el Albatros de Baudelaire, el Walking Around y el Poema 20 de Neruda. Siempre detesté un poco a Neruda y solo recientemente pude apreciar la fuerza enorme de sus mejores trabajos, y en este momento hago las paces definitivas porque yo también me canso de ser hombre y yo también puedo escribir cualquier cosa, con tal de que sea triste, esta noche. Y espero dormirme de una puta vez.

No tuve suerte, espero que la chica haya salvado su exámen.

jueves, diciembre 08, 2005

Get High


sábado, diciembre 03, 2005

Miscélanea benitensis

Leo en Qué Pasa que un par de compañías aéreas de Nueva Zelanda y Australia, países que suelen poner de ejemplo nuestros gobernantes, han prohibido el sentar a menores al lado de hombres mayores que viajen solos. Se trata de una medida para prevenir abusos de lascivia pedófila, violencia y situaciones incómodas. Leo la noticia con el mismo asombro melancólico con el que leí una noticia que me mandó mvc y que consignaba que una pelotuda que se quebró un hueso tratando de colarse por la ventana del baño de un boliche, le había hecho juicio al boliche y se lo había ganado. Otra señal del apocalípsis o por lo menos del fin de la mente humana. Resulta que ahora para estas compañías de palurdos anglosajones sobrevalorados uno es un pederasta hasta que pruebe lo contrario, y cualquier contacto casual de un adulto con un menor está cargado de maldad y lujuria. Es Minority Report a la enésima potencia y la paranoia sexual llevada al rango de ley y derecho, es idiotez desesperante, la sobreprotección de los niños como estado policía. Es una forma muy sucia de ver la vida. Como si todos los hombres tuvieramos la cara de Luis Ventura.

Me quedo pensando en que todos los viajes largos de avión que he hecho los he hecho sólo y siendo un adulto masculino y soltero -según estas compañías un depredador más peligroso que un leproso-, y trato de recordar a quienes tuve de compañeros de asiento. No los recuerdo a todos -recuerdo a una monja polaco-yanqui y a un negro malhumorado, pero a nadie más en particular-, pero me doy cuenta de que nunca me tocó un niño o niña. Lo cual fue una suerte, no porque hubiera sucumbido al impulso irrefrenable de masturbarme sobre sus caras dormidas o cagarlos a trompadas como parecen creer estos idiotas, sino porque los niños, enfrentados a situaciones aburridas como un viaje en avión, suelen comportarse como unas ladillas del infierno. Pero cuando leo esto me ofendo, como hombre adulto solitario y como humano en general, y digo "tengo derecho a la compañia de butaca de un niño, no me importa si vomita todo el tiempo o no para de tararear canciones de Hillary Duff. No tengo por qué permitir que desconocidos me insulten y me traten tácitamente de degenerado. No puede ser que gente con una imaginación tan mugrienta esté regulando nada".

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Coriún Ahanorian publica, en la última Brecha, una columna en la que narra un desinteresado gesto de solidaridad del "Nano" Serrat cuando, en tiempos de la dictadura, entregó la totalidad de las ganancias de un concierto a la guardería de presos políticos del Penal de Libertad, gesto noble y secreto que en su momento no fue publicitado. Años después, ya sin el peso de las botas encima, Ahanorian lo hizo público, lo que está bien porque conviene conocer a los buenos. Pero ahora lo recuerda nuevamente sin que venga a cuento de nada ¿o sí? Aunque la columna no hace la menor mención sí viene a cuenta de algo, y es respecto a la principesca decisión del gobierno de conceder una exoneración de impuestos al próximo recital de Serrat a realizarse en nuestra capital. La lógica de Ahanorian, y suponemos que la del gobierno, es la de que ya que J.M.S. fue monetariamente solidario con nuestro país hace unas décadas, es justo que nuestro país le obsequie la carga impositiva que cobra a todos y cada uno de los espectáculos musicales. Un razonamiento por lo menos cuestionable y que sugiere además la novedosa tésis de que las donaciones materiales hechas de buena fe hay que devolverlas, al menos cuando se trata de un compañero, pero sobre todo cuando se trata de un compañero célebre, extranjero y adinerado. Pero bueno, si sienta un precendente, yo le hago llegar una lista de algunos miles (no muchos, ya que los compatriotas son bastante jodidos) de uruguayos solidarios, sacrificados, desinteresados, que tienen menos dinero que Serrat y más necesidades económicas y a los cuales no se le exonera un puto peso de nada. Y espero que sean tratados de la misma forma.

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Hace algunos días que escucho, de vez en cuando y en dósis no exageradas, el One Way Ticket to Hell and Back, el nuevo disco de The Darkness, que me parece lo basante musical como para tomárselo en serio, o por lo menos para tomárselo más en serio que Miranda! o Radiohead. Pero me llama la atención que mientras todo el mundo habla de lo influenciados que están por Queen o Def Leppard, se pasan por arriba una influencia clara y explícita desde el nombre. Quiero decir, si ignoran los excesos de falsete del cantante (que no son tampoco una característica del todo propia de Queen o Def Leppard, siendo sí más propia de Iron Maiden o Deep Purple), la música es un rock neo-glam con muchos puntos en común con Turbonegro. Y de hecho la banda se llama igual que uno de los conceptos esenciales de la banda noruega, el de "darkness" como metáfora difusa que puede significar tanto una predilección por lo luciferino como una referencia velada a la homosexualidad. Pero que a su vez tampoco es una metáfora creada por Hank & cía, sino que se la tomaron prestada (junto con el riff de I Got Erection, robado nota por nota de un tema de los gordos de Portland) a sus ídolos de la archinihilista banda punk Poison Idea y a su mejor disco, el Feel the Darkness. Que posiblemente a su vez haya estado inspirado en el oscuro clásico proto-punk de Pere Ubu, Heart of Darkness, que a su vez es un homenaje a la famosa nouvelle de Joseph Conrad y... bueno, en alguna parte se me cayó Freddy Mercury, pero en el disco no lo escucho. A veces se tiene las influencias que se puede, no las que se quiere.

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Vi en televisión un resumen del show que festejó los 10 años de La Vela Puerca. Consideraciones artísticas aparte, por lo que vi el show entronizó definitivamente una tendencia en ascenso en los últimos tiempos en el rock nacional y que es la de debe haber una relación proporcional entre la magnitud de un show y la cantidad de invitados presentes. Desde el Cuarteto Zitarrosa hasta el violero de Once Tiros, el recital metió prácticamente un invitado por tema, no tanto por una intención artística sino más bien para generar eso tan importante para La Vela Puerca que es la generación de un ambiente colectivo de buena onda y colectividad regida con mano generosa y paternalista por la misma banda. Buena onda que también conforma un canon bastante representativo y variado (al fin y al cabo hubo desde un gaitero hasta una murga encima del escenario) de lo que La Vela Puerca -y su cultura- consideran que es, y debe ser, la música uruguaya. Todo bajo la mirada paternalista y bonachona de quién está legitimado por el éxito. A mí, la verdad, me hizo recordar un poco en espíritu y gusto, a La noche del Diez, pero tal vez haya sido la similitud de sensaciones gástricas. Eso sí: si se va a consagrar una trayectoria y un canon artístico uruguayos hay que avisarle al enano que canta que no está bueno arrancar el show refiriéndose al público con un españolísimo y mal sonante "colegas".

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En la Rambla Sur, antes de llegar a la embajada de EE.UU. y frente a esa plazuela misteriosa que homenajea a la colcetividad galaica hay un enorme ejemplar de Agave Americana, o Century Plant -como le dicen los yanquis- o Pita -como le decimos nosotros-, una de las más robustas y carismáticas plantas suculentas originarias de América Latina, de México para ser exacto. Estos ágaves, de los que se extraen desde el hilo sisal hasa algunas clases de mescal, son resistentes, espinosos y porfiados y demoran entre 10 y 25 años en florecer. El agave al que refiero está -justamente- floreciendo, con una flor tan espectacular como suelen ser las flores de las plantas suculentas. A simple vista parece un árbol que estuviera creciendo en medio de la planta, de aspecto algo fálico y empezando a ramificarse en su punta con lo que será su floración completa. Es una visión poco frecuente, no sólo por la elevada edad que debe llegar la planta para florecer sino porque esta floración es la única: al terminar el verano la planta morirá en forma inexorable. Demoró unos veinte años en llegar a este momento y luego caera hacia un costado y empezará a pudrirse hasta que algún municipal arranque lo que quede y lo tire a algún basurero. No es una mala forma de terminar, si pasan por esa rambla dedíquenle una mirada a la apoteósis de esa planta fuerte y en otros tiempos venerada. Y guarden la metáfora que obsequia para tiempos de tristeza esperanzada.

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Leo esta noticia en Clarín, que sostiene que la más íntima de las características humanas, la soledad, podría ser también un mero defecto genético. Ni siquiera el deseo de estar solo, el menos natural de los deseos, sería nuestro e independiente sino que, según estos señores, sería otra de esas taras genéticas que nos impiden abrazar al mundo tal cual es. Me asombra como la ciencia cada vez se aproxima más al calvinismo y la teoría de la gracia necesaria, la teoría de la predestinación absoluta y la nula auto-determinación. Me pregunto para qué y para quién trabaja esta ciencia tan obstinada en liberarnos de toda responsabilidad y simultáneamente de toda autonomía. Parece que Dios y el Diablo tienen los mismos publicistas.

viernes, diciembre 02, 2005

The Bitch is Back

Volvió Madonna ante el aplauso unánime de la crítica perezosa, dedicada desde hace años a resucitar muertos en lugar de enterrarlos. Y volvió con una simpática canción que saquea a Gimmie, Gimmie, Gimmie de ABBA y un simpático video de andrógina sensualidad. Pero no es sobre la Ciccone a quién me refiero con el título. Yo le hice la cruz a Madonna durante su penosamente dócil papel hace unos años, cuando la supuesta rebelde guardó violín en bolso y retiró del aire un video que criticaba tímidamente la guerra que EE.UU. estaba emprendiendo en esos momentos. Y luego toda esa imbecilidad de "Esther", la Kabbalah y la propaganda turística de Israel... sí, todo bien, andá a hacerte dar.

No, no es sobre Madonna que me refiero sino a una figura mucho más subversiva e inteligente que creció, justamente, usando a Madonna (a la mejor Madonna) como objeto de tésis y reflexión. Exacto, se trata de Camille Paglia, mujer polémica que no está extenta de decir idioteces eventualmente (cree en la teoría del derrame económico, por ejemplo), pero que cuando habla de sexo y cultura siempre es fascinante de escuchar. ¿Y de qué vuelve a hablar? Bueno, de Madonna y su nuevo disco, a los que destroza sutilmente en una larga y fascinante nota de Salon, en la que habla sobre el tema tabú (hoy en día) de los manejos de marketing y los gimmicks al servicio de este, sobre el vaciamiento de una imagen y a la que complementa con una interesante lista de grandes temas disco. Como con todas las notas de Salon hay que fumarse un pequeño aviso para leerla, pero los que saben de que se trata saben que vale la pena.

jueves, diciembre 01, 2005

Un socialista

Hoy renunció Guillermo Chifflet, representante del Partido Socialista, al senado de la República. Es raro ver a un anciano llorar por algo que no sea senilidad, llorar de bronca. Es algo muy violento de ver.

El motivo lógico fue la orden de votar en bloque la autorización del envío de fuerzas militares a las operaciones de UNITAS, motivo que ya había hecho a Chifflet votar por separado anteriormente. Ese es el pecado absoluto: la fidelidad a la palabra dada y la independencia de pensamiento en un gobierno al que lo único que le importa es la construcción de poder. La construcción de poder a futuro y perpetuidad, porque al parecer al FA de Vázquez no le alcanza con el poder popular inmediato, con la mayoría absoluta que tiene gracias al voto del 51% de los uruguayos pero que podría cambiar de opinión. No, hay que conseguir más poder, a cara de perro y siendo lo más pragmáticos que se puede ser. Siendo lo que el poder anterior quiere que sea el poder, meet the new boss... same as the old boss...

Hay cosas que no deberian sorprender a nadie: cualquiera que haya votado al FA con Danilo Astori como ministro de economía y que se esperara algo distinto a un continuismo en la política económica general, tiene que cambiar de drogas ya. Lo mismo que cualquiera que crea que el gobierno de un país pequeño como Uruguay tiene capacidad de autonomía económica. Pero bueno, eso es algo que podía esperarse y que en cierta forma podía llegar a tener un lado aceptable (no necesariamente bueno) en cuanto a la posibilidad de realizar algunas modernizaciones en áreas excesivamente rígidas del Estado. Y se podía pedir una política sindical decente -tal vez el área más exitosa del nuevo gobierno- y esperar tiempos mejores.

Lo que era evidente era que se iban a tragar muchos sapos en este plano, pero aún el más marxista de los materialistas podía consolarse conque en los demás planos sociales se optara por una política de izquierda que compensara décadas de injusticia , ignorancia y miedo. Es lo mínimo que cabía esperar, para eso se votó, se luchó y se utilizó tanta energía emocional y física durante los últimos veinte años.

Pero los sapos se empezaron a volver escuerzos bastante difíciles de tragar, y de pronto los escuerzos resultaron estar atados en la punta de una enorme verga. Y en algún momento alguno se tenía que preguntar cuántos sapos hay que tragarse antes de volverse un sapo, antes de dejar de ser un socialista. Puede ser el sapo de los chupacirios encaramados al poder y a los espacios públicos llenos de monumentos a la ultra-derecha religiosa, puede ser el sapo del manoseo de los derechos humanos para ganar ascendencia entre las fuerzas armadas sin jamás mencionar el concepto de justicia, o el sapo de los tratados imperiales de espaldas a la construcción latinoamericana con la que se llenaron la boca durante generaciones, o el sapo de la opresión individual en nombre de la salud, o el de la infiltración con intereses personales en la propia salud pública, o el de cagarse en la salud pública cuando hay intereses industriales de por medio, o el de la mano dura hacia los ambientalistas y los pueblos acostumbrados a la naturaleza sin emporcar y la mano blanda, masturbando fervorósamente, a cualquiera que traiga una valija de dólares, o el de los amigos y los compromisos necesarios. O el sapo de las excusas inverosímiles para los favores a Buquebus, o el de la represión indiscriminada a unos pobres pelotudos que ven demasiada televisión, o el del elogio permanente a un ejército que sigue igual de hijo de puta, o el de repetir una y otra vez la frase "ah, pero antes también se hizo" para justificar cualquier abuso y nepotismo, o el de los poderes invisibles y las contradicciones de intereses fragrantes, o el de el ojo tuerto para ver a los manejos pinguinescos de los medios amigos, o el de no poder siquiera debatir temas esenciales para muchos de su votantes como el derecho al aborto o a fumarse lo que uno quiera, o el significativo sapo de UNITAS y la claudicación a la concepción imperial del mundo por unos pesos... Hay una colonia de sapos, escuerzos, ranas, axolotes y pijas, uno tiene todo un muestrario para elegir cual es el que no se va a tragar. No al precio mediano de la necesidad ni al auténticamente miserable precio del poder.

Chifflet, un viejo luchador de las causas sociales que se merece ese calificativo, se encontró con el sapo que no se iba a tragar si quería seguir siendo un luchador. Su discurso de renuncia tal vez no sea retóricamente memorable (me gustaría saber quién era el imbécil que insistía en interrumpirlo sin darse cuenta de que era el último discurso de Chifflet en el senado) pero a pesar de lo emotivo que le significaba era asombrosamente lógico. En una sola frase rebatió el fantasma del divisionismo paralizante, diciendo algo tan simple como que no se podía apelar a la disciplina partidaria, al mandato imperativo (que en este caso connota en forma muy jodida), en TODOS los temas, menos cuando eran totalmente plausibles de tener distintas opiniones, y que de eso se trata la democracia con representación parlamentaria, de las diferencias de opiniones más allá de la presencia nefasta de cierto mascarón de proa obsesionado por la edificación de su autoridad.

Los deja en orsai con su renuncia, porque nadie puede acusar a Chifflet de ser un izquierdista "infantil" o de estar intentando crear un espacio de poder a la izquierda de la izquierda. Todos saben que Chifflet se va para su casa, a morirse en la suya, símbolo de un principismo al que todo el mundo va a tratar como un capricho senil cuando en verdad es un elemental deseo de identidad. Porque en una mala época para los gatos tal vez no convenga andar maullando y saltando de techo en techo, pero tampoco se puede empezar a ladrar. Chifflet no sólo tiene principios, también tiene razón y eso es lo importante.

Y yo a veces tengo razón y a veces no, pero lo que no tengo ahora es paciencia. No tengo ningún cargo ni militancia, más que un apoyo sincero y testarudo a lo largo de los años, de la que renunciar con una frase que suene a cachetada. Pero hasta acá llego, hasta el borde de las tumbas abiertas en Pando y regadas con lágrimas de cocodrilo, de un cocodrilo feliz por no tener que enfrentarse a ningún cazador ni convertirse en cartera. Hasta el intercambio de elogios a la decencia de un torturador que en el año 2005 sostiene que "algo habrán hecho", hasta ahí llego. Desde ahora, como decía una colega, cuéntenme afuera.

Un montón de huesos

No hay nadie que crea más en la importancia de los gestos políticos simbólicos que yo. Cada vez que algún pragmático interesado salta a decir "ah, pero eso ¿en qué le sirve a la economía del país?" (o la excusa material que se necesite), me siento tentado -y a veces caigo en la tentación- de responder: "sirve como ejemplo, como información y como cemento moral, ahora, chupame la pija". Pero este reconocimiento de dicha importancia no impide, más bien me sensibiliza, ante la utilización interesada de dicho capital simbólico. Tal vez una de las virtudes de los hechos poderosamente simbólicos sea la de, justamente, revelar el carácter íntimo y político (en el peor de los usos de la palabra) de su entorno. Como si uno sacara una ristra de ajos en una convención de vampiros.

Muchos vampiros hubo y hay alrededor de la tumba descubierta en la chacra de Pando. De hecho los huesos emergen envueltos en la palabra "respeto", la más repetida en las últimas 48 horas, pero sin que dichos huesos sean en verdad respetados. En el imaginario popular, la aparición de una osamenta suele asociarse, simbólicamente, con la resolución de un misterio, el surgimiento de una pregunta y un reclamo de verdad y justicia. Hasta el hecho simple de ser "desenterrado" alimenta todas estas actitudes. Pero en este caso no hay resolución de misterios ni preguntas; se sabe de quién se trata -sólo habrá que esperar los análisis para saber si se trata de José Arpino Vega o de Ubagesner Cávez Sosa-, en qué circunstancias murió, quién lo mató y por qué. Y la principal consecuencia de su aparición ha sido el armado instantáneo del aparato que re-afirme y asegure lo que también se sabe: que ese muerto no va a tener justicia. Algo que repiten y repiten cada uno de los implicados, entre suspiro forzado y suspiro forzado de dolor. Dan ganas de decirles: "no hagan tanta fuerza muchachos, eso, como restos humanos, solo guarda valor simbólico emotivo para sus familiares y allegados íntimos. Para los demás son, si no hay justicia que los convierta en otra cosa, un montón de huesos".

Escuché la frase "dar vuelta la página" decenas de veces en la televisión de las últimas 48 horas. Habría que ser sincero y decir que esa página hay que darla vuelta encima de estos cadáveres, sustituyendo la cal y la tierra por el olvido y la satisfacción simbólica. Los medios, amontonados junto a la fosa, hacen esfuerzos desesperados por aparecer emocionados y sentirse parte de la Historia. Es justo que se sientan así: al fin y al cabo todo esto se está haciendo en su honor; pocas veces vi algo más patético e injustificable que las excusas de Tabaré Vázquez para explicar el por qué se le había comunicado el descubrimiento del cuerpo antes a la prensa que a los deudos de las víctimas. El orden de prioridades es evidente.

Y en el barro emergen excusas, discusiones y unas ganas bárbaras de decir "tarea cumplida". Tarea cumplida, antropólogos, periodistas, políticos de izquierda, políticos de derecha, militares colaboradores, militares porfiados, leguleyos, voceros, opinólogos y columnistas. Todo el mundo quiere ver saliendo de la tierra un sello, un candado que permita clausurar para siempre lo que debía haber sido justicia y ahora es sólo una discusión. Yo, y espero no estar solo, no veo ni sellos, ni mojones, ni mármol; veo huesos humanos, huesos de sindicalistas torturados hasta morir, huesos de civiles, huesos de comunistas. Yo que sé, yo me entiendo.

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