viernes, setiembre 30, 2005

Pues te han follado tío...

En las últimas semanas estuve escuchando el formidable 'Veneno' (1977) de Kiko Veneno, y como suele pasar me volví a entusiasmar con la obra del hombre -en mi opinión el mejor compositor español de los últimos veinte años (y que me soplen la polla Nacho Vegas y todos esos songwriter indie wannabes)-, y a meterme en la web a ver qué anda haciendo en la actualidad.

Y me encontré con este manifiesto en el que explica como, a pesar de ser un artista respetado y que uno imagina con ventas tal vez menores que las de Estopa pero de cualquier forma apreciables, se la pusieron las compañías en todos los sentidos posibles. Más que un manifiesto (término que si le cabría al ya legendario análisis, aún no superado aunque las condiciones han empeorado desde entonces, The Problem with Music, de Steve Albini, que posiblemente haya sido su inspiración), se trata de una enorme queja de un músico íntegro cuya obra termina dependiendo de imbéciles aznarianos y educados en marketing de música sin saber distnguir una guitarra de una pija. Me parece un texto triste, aunque nunca va a faltar el superado que diga "ay, pero que se joda por haber transado con una major", el que nunca va a entender hasta dónde empeoró la situación y lo difícil que es esto de manejar para un músico de la generación de Kiko Veneno. En esta entrevista al músico, donde no intenta darle una forma de manifiesto a sus problemas contractuales, el problema está aún más claro y se hace más evidente su conciencia de cómo hoy en día no existe ninguna posibilidad de que se haga en una major un disco como los de Camarón de la Isla, o como los de los Stooges, o como los de los Beatles. O como 'Está muy bien eso del cariño'.

lunes, setiembre 26, 2005

Hacia lo desconocido

A pesar de que a veces es considerado la fracción más extrema, los jacobinos del punk, el hardcore -y me refiero bajo este término al enjambre de bandas que formaron una suerte de movimiento en la primera mitad de la década de los ochentas, en retrospectiva -y como suele suceder con las fracciones extremas, el hardcore era un movimiento mucho más reaccionario y dogmático -tanto en lo ideológico como en lo estético- que el punk que lo había precedido. Claro, todos amamos a bandas hardcore cuya música es parte esencial de la mejor música de rock de todas las épocas, pero, y en forma casi inevitable, cada vez que uno mira a una gran banda de la edad de oro del hardcore, se encuentra a una banda disidente o cuya producción estrictamente hardcore es mínima dentro de su obra. Si uno lo piensa tanto los seminales Black Flag como Hüsker Dü, Butthole Surfers, Bad Brains, Flipper, Big Boys, Dead Kennedys, Minutemen, Die Kreuzen o Saccharine Trust -es decir, las bandas más creativas y feroces del hardcore- se caracterizan justamente por su oposición estética al hardcore y por su búsqueda de otra cosa a la que los nombres no le quedan bien y las reglas menos.

Pero hay otra cosa: en aquellos tiempos los músicos (los buenos músicos al menos) suponían que debían estar por delante de su audiencia y era habitual que se la jugaran a efectuar cambios dramáticos de disco a disco, haciendo de la imprevisibilidad y la evolución un objetivo deseable. Dándole a la gente, como decía Greg Ginn, "no lo que quieren sino lo que necesitan". Si uno mira los cambios y la evolución estética de muchas de las bandas surgidas del punk se asombra, pero si coteja además los breves tiempos en los que esos cambios se produjeron y la juventud de quienes los promovían, hay que inevitablemente llegar a la conclusión de que era una generación privilegiada. Esta voluntad de cambio en ocasiones triunfó, pero por lo general significó el rechazo y la alienación del público, y el triunfo de la estupidez. Por eso hoy en día no es una tendencia muy habitual, y menos aún en muchas bandas supuestamente radicales.


Me interesa hablar de un ejemplo emblemático de impulsos, frenos y consecuencias: en 1983 dos bandas emblemáticas del hardcore californiano, posiblemente la más importante de las escenas hardcore, hicieron simultáneamente e independientemente el mismo movimiento. Se trataba de T.S.O.L. (True Sounds of Liberty) y Bad Religion, quienes en los mismos días editaron los discos 'Beneath the Shadows' e 'Into the Unknown' respectivamente. Dos discos absolutamente herejes a pesar de lo tempranos que son dentro de la discografía de ambas bandas. Ambos son los segundos LPs de las bandas y en ambos casos habían sido precedidos por obras totalmente encuadrables dentro del hardcore (aunque el 'Dance With Me' de T.S.O.L. tiene una extraña imaginería proto-gótica). Pero resulta que estos habitantes de la tierra del ácido y los milagros se despacharon con dos discos que bajaban considerablemente el tempo de las composiciones, alargaban su duración y, pecado entre los pecados, usaban y abusaban de los teclados y los sintetizadores.

La relación del punk con las teclas, ese instrumento tan poco masculino, es rara, limitándose justamente a los grupos más veteranos (Patti Smith Group, Stranglers, Pere Ubu) o a bandas que sólo pueden considerase punk en la acepción más amplia e histórica del término (Suicide, Screamers). En el hardcore esta tendencia se llevó al grado de dogma, ignorando la potencialidad energética de un buen uso de dicho instrumento (potencialidad que los Ramones explotarían en disco homenaje/afano al hardcore 'Too Tough to Die'). De hecho los teclados y su sonoridad se volvió emblemática de los grupos tardíos de new wave y por la más bien abominable generación new romantic, por lo cual el que dos representantes genéricos del punk como las bandas mencionadas lanzaran dos discos como el 'Beneath the Shadows' y el 'Into the Unknown' produjeron un rechazo tan vehemente que la existencia misma de las bandas quedó en entredicho. Disciplina instantánea.

Los dos discos tienen fallas notorias; el de T.S.O.L. delata la influencia de Roxy Music, que es citada en forma burda no solo a través de fraseos y melodías sino hasta en algunos hurtos líricos. El de Bad Religion opta por colchones climáticos que le den una ambientación épica a sus melodías, delatando algunos de los timbres infames de sintetizador que solían usarse en los 80s (y que deberían ser borrados de los bancos de memoria de cualquier sintetizador respetable), además la épica no es algo que se de muy bien a los chicos de 18 años... Sin embargo, y sin sorpresas, son dos discos formidables, de lo mejor (o directamente "lo mejor") de ambas bandas. Los teclados no ocultan los origenes punk de las bases y la unión produce explosiones de energía en una dirección que no se ha seguido mucho (excepto por los maravillosos Murder City Devils), y el cambio de temática de los automáticos ataques a la sociedad a territorios más abstractos e interiores los vuelve sorprendentemente emotivos (e inevitablemente juveniles).

Pero más que el rescate de estos discos olvidados pero que lentamente están siendo reinvindicados, me interesa la reacción posterior de sus creadores. Para T.S.O.L. fue un punto de quiebre. Su líder -el sorprendente Jack Grisham, quien había pasado de surfer ejemplo y deportivo a punk vandálico y ultraviolento y luego a Bryan Ferry wannabe en el lapso de tres años- abandonó el grupo, que cayó en un periplo interminable de drogas, falta de inspiración y malas decisiones, en el cual llegaron a tener una formación en la cual no había ningún integrante original y tocaban heavy-metal.

Jack Rabid, el editor de la revista under The Big Takeover, resumió perfectamente la situación y lo que implicaba: "El que el 'Beneath the Shadows' fuera rechazado por la escena hardcore fue la última gota para mí, después de muchas, muchas gotas. Aquí estaba el más fascinante retoño del punk -ellos podrían haber sido nuestros Damned o Siouxie and the Banshees- reteniendo esos huevos y motivación originales, llevándolos en esta dirección única. La audiencia hardcore los rechazó, la audicencia rockera se imaginó que seguían haciendo hardcore, así que no habia audiencia para esta música - se separaron. Fue una mala época. Se volvió todo un juego de rugby sin significado". Recientemente y al igual que muchas formaciones fracasadas en su momento y re-descubiertas en años posteriores, los T.S.O.L. originales volvieron a juntarse y a editar discos de punk rock energéticos y sin grandes destaques.


Bad Religion, por su parte, tomó conciencia inmediata del error y sacó a toda velocidad un EP llamado elocuentemente 'Back to the Known', en el cual volvían a territorios más seguros. Inesperadamente, siendo una banda de segunda fila dentro del hardcore californiano, sobrevivieron a grupos mucho más populares hasta que en los 90s tuvieron un sorprendente renacimiento, siendo la única banda del hardcore que pudo integrarse con la generación indie que la sucedió. Todo esto adoptando un discurso político mucho más explícito que en sus tiempos juveniles, lo cual no impidió que se hayan vuelto tal vez en la banda hardcore más exitosa y popular de la historia, si se evalúa el éxito en términos cuantitativos.

Pero tal vez la clave de los respectivos periplos de ambas bandas luego de haber editado estos discos kamikaze, y de paso una muestra muy representativa de dos actitudes distintas frente a un mismo problema, sea repasar el resumen que los músicos hacen a la distancia sobre este paso creativo crucial y desgraciado que hicieron en forma casi simultánea y que están reproducidas en distintos capítulos del excelente libro American Hardcore, de Steven Blush:

Jack Grisham (T.S.O.L): "Habíamos aprendido a tocar. Queríamos probar más cosas. No íbamos a fingir que éramos algo que ya no éramos. Es gracioso, Mike Roche (guitarrista de T.S.O.L.) se enojó conmigo por haber hecho lo que hice, pero fue él el que me había enganchado con Roxy Music. Tras haber escuchado distintas músicas y cantantes que no había escuchado antes, uno se orienta a expandirse. El problema de ser una banda popular es que todos tus cambios son expuestos al público.

Así que sí, nos aventuramos y muchas cosas fueron demasiado lejos. Pero, ¿cómo sabés donde estás si no vas demasiado lejos? Usar sintetizadores no era popular en el hardcore - para ser honestos muchos de los sonidos de sintetizador de la época no eran muy buenos, pero nos la jugamos. He conocido a mucha gente como vos que dicen 'ese disco tenía onda'. En su momento la tenía. Para mí, al menos."

Los Bad Religion hicieron una lectura distinta de la experiencia:

Brett Gurewitz: "Perdón, no puedo hablar sobre esa era, ¡ha sido estalinizada!. De vez en cuando escucho una o dos canciones que puedo tolerar, pero todo en ese album fue un error. Es bueno por lo que es, pero nunca debimos haberlo editado. Éramos tan jóvenes: parte de mi ética punk era hacer cosas sólo por ser capaz de hacerlas. Greg y yo hicimos ese disco porque podíamos. Yo no hablo sobre eso porque no puedo entender cómo pudimos hacer algo así. No me gusta, no voy a re-editarlo. ¿Lo escuchaste? Tiene temas épicos de nueve minutos sobre el desierto, canciones sobre insatisfechos que matan a sus esposas y se van de casa... es enfermo. Yo estaba curtiendo LSD pesado en aquella época, pero no es excusa. Era la cosa más punk que podíamos hacer en ese momento. Era lo que nadie quería que hiciéramos, y no nos importaba".

Greg Graffin: "Bueno, cuando uno es tan joven hace un montón de locuras. Teníamos la habilidad de grabar cualquier tipo de música que quisiéramos, y pensábamos que era muy punk, así que dejamos a la comunidad entera de punks dando vueltas como un trompo. Éramos solo un montón de chicos rompiendo las pelotas. En retrospectiva, el fracaso era totalmente previsible, y en su momento, llegué a la conclusión de que la gente era idiota. Pero tenían razón. Quiero decir, aprendimos una lección valiosa sobre marketing y sobre mantener una base de fans, y darles a tus fans lo que esperan. Eso no quiere decir estar al servicio de ellos, pero significa que si querés construir un legado para tu banda, tenés que mantenerte consistente de alguna forma. Así que nos mandamos un error táctico, pero aprendimos como no alienar a nuestros seguidores".

Las dos posiciones son muy atendibles y de alguna forma explican las trayectorias posteriores de las bandas. Acá en FYT nos parece que sólo una de ambas es digna y tiene sentido y coherencia, y nos quedamos pensando en situaciones similares en lo local, la especulación, la carrera, la razón de la reacción y su fuerza.

martes, setiembre 20, 2005

Go Kate, go!!!




"Smoker Kate is not eager to be a role model"

Joy Magazine (Germany), Aug. '96






1. Kate Moss realmente no es mi tipo de mujer ideal; flaca como una anoréxica yonqui -cosa que tal vez sea- y con un rostro hermoso pero excesivamente duro, no es alguien que me erotice ipso facto. Inclusive no me parece tan exótica y bellamente andrógina como su símil Milla Jovovich. Pero innegablemente es una mujer extraordinariamente atractiva, con clase y con vocación de exceso.

Ignoro, y no me importa en lo más mínimo, qué clase de persona es Kate Moss; alguna entrevista que he leído la presenta como una mujer inteligente y mundana, como suelen ser las modelos top para rabieta de los hombres que nunca se encamaron con una mujer hermosa. Sé lo que es vox populi para alguien que no se interesa mucho en el mundo de la moda y ahora, gracias a los servicios de la prensa, sé que la mujer es capaz de peinar rayas de merca a la velocidad de la luz, y que fue escrachada de tal forma que su exitosa carrera está tambaleándose.

Los medios rioplatenses reprodujeron contentos el escándalo sin elaborarlo en lo más mínimo, festejando el que H & M le haya rescindido el contrato y lamentándose que Calvin Klein y Dior no lo hayan hecho (aún). Eso es noticia, no sería noticia en cambio el escribir: "El repugnante periódico británico Daily Mirror vuelve a meter su asquerosa nariz en la vida privada de una persona que no le está haciendo daño a nadie más que a sí misma, a diferencia que el putrefacto pasquín -al que no llamamos "amarillo" para no insultar el color de los girasoles- que está intentando dejarla sin trabajo publicando unas fotos tomadas en forma evidentemente clandestina mientras la modelo se encontraba en un ámbito supuestamente privado".

El Daily Mail hizo una encuesta para ver si las empresas que la contrataron para promocionar sus marcas deberían romper o no sus contratos con la modelo. El diario publicó lo siguiente: “Las cadenas de moda para las que trabaja la modelo tienen una marcada influencia en las chicas adolescentes y el hecho de que no sancionaran inmediatamente a la modelo dejó perplejos a los lectores del Mail”. A la mayoría de los lectores, de hecho, le parecieron mucho más perturbadoras las actitudes hipócritas de quienes le dan trabajo que la adicción a la cocaína de Kate Moss.

Bueno, son formas de ver las cosas; los padres de adolescentes británicas al parecer se preocupan mucho por esta imagen de una mujer de treinta años que no apela a ser modelo de rol de sus hijas y al mismo tiempo no recuerdo que hayan protestado cuando la Spicy Ginger -que sí se promueve como un ejemplo a seguir- fue a mover el culo para los soldados británicos en Irak. O cuando la ejemplar Britney Spears declaró que otro cocainómano, que dice que fue redimido y curado por una entidad sobrenatural incorpórea, hacía muy bien su trabajo. Me refiero, por supuesto, al texano George W. Bush.



"Le pregunté a un amigo qué efecto tenía el tomar cocaína, qué era lo bueno del asunto. Él me dijo "Bueno, realza tu personalidad". Ajá... ¿pero qué pasa si sos un tremendo pelotudo?"

Bill Cosby

2. No le tengo grandes simpatías a la cocaína, me parece una droga excesivamente nerviosa, de efecto demasiado breve, que estimula en exceso el concepto de auto-importancia, que produce un desgaste físico no evidente pero profundo y, sobre todo, que dice todo lo que tiene para decir en las primeras administraciones. Sin embargo tiene un evidente valor terapéutico eventual para atenuar los efectos del alcohol (a veces, si uno está muy pasado no hace más que estimular el desastre), como disparador de verborrágicas y catárticas conversaciones entre amigos y, por supuesto, como estimulante eventual. Sin embargo el consumo de drogas sociales genera costumbres sociales, y las de los cocainómanos, procedan de la clase que procedan, me resultan bastante desagradables con su mezcla de excesiva sinceridad y ansiedad permanente. Como si fuera poco es la droga por excelencia de la despreciable casta publicitaria.

Lo cual no evita que me encaje de vez en cuando, claro está, porque no vinimos al mundo para pensar todo y cuidarnos de todo.

Pero la cocaína es un diablo grande cuya represión lleva el pan a muchas mesas de muchas casas; hace unos días veía en la televisión una película norteamericana de fines de los ochentas en la que unos aviones bombardeaban Nicaragua para eliminar unas plantas de energía. Ante la pregunta de uno de los pilotos acerca de si no estarían haciendo una acción ilegal, se le respondía que también se iban a bombardear unas plantaciones de coca, lo cual justificaba cualquier acción bélica. Porque parece justo el bombardear personas por cultivar plantas.

Pero volvamos a lo nuestro: efectivamente todo parece indicar que la Moss debe ser una consumidora de aquellas, una aspiradora de frula capaz de asustar a Sly Stone, solo así puede explicarse que se ennoviara con un músico tan mediano (y un hombre tan feo) como el ex-Libertines Pete Doherty, cuyo mayor talento parece ser el de tomar drogas en cantidades que hacen recordar a Shaun Ryder, pero uno supondría que lo que haga en su cama o en su nariz sigue siendo asunto exclusivamente de ella. Error; en verdad hace tiempo que la modelo está en la mira de los rifles mediáticos y no solo por su notoria belleza, sino más bien porque da la impresión de tener muy poco interés en ser un modelo de modelo, es decir, ser una pelotuda hipocondríaca que sólo se auto-lesiona en el quirófano y festeja el orden del mundo chupándosela a un empresario. El camino de la chica parece más sinuoso y revisar la prensa con respecto a ella es encontrarse con un escándalo tras otro: si no son padres preocupados porque sus hijas quieren parecerse a ellas, y la única forma es dejar de comer, entonces es alguien que le recrimina la costumbre de Moss de beber en abundancia en los pubs desde adolescente, algo que al parecer los varones ingleses del vulgo no hacen nunca. Hay una biblioteca recriminándole el peor pecado que una figura pública puede cometer hoy en día: al parecer la chica fuma, y no se ha disculpado ni demostrado culpa. Entonces; quemen a la bruja.

Leo en el repulsivo Infobae una nota picarona titulada: "Los escándalos de Kate Moss incluían orgías", en la que un periodista levanta algún rumor sobre las costumbres sexuales de la Moss. La breve nota cuenta que al parecer la Moss habría introducido a la ex de Jude Law, Sadie Frost, en los placeres del bisexualismo. En unos breves 500 caractéres el artículo incluye cuatro veces la palabra "escándalo" o derivados. Parece aquella canción ridícula de Raphael. Me imagino por un momento a la Moss yéndose a la cama con la Frost: es una imagen bonita, amable y saludable. Me imagino luego a un sirviente del vil Daniel Hadad tipeando con alegría y baba la supuesta noticia, con sus pequeños y sucios deditos nicotineros repiqueteando sobre el teclado: es una imagen muy fea, y para peor es la imagen de un mezquino y pequeño triunfo.



"Even model Kate Moss took time out from her drug habit to wrap her head around the war issue. Terrified that an attack on Iraq could lead to an attack on Colombia and dry up her supply, she was foursquare against the war."

Ann Coulter

3. No es esta mujer desconocida y ligeramente anémica -cuyos mayores talentos (salvo su inusual belleza) son ajenos a mi apreciación, ya que sé poco y nada de moda y modelaje- lo que me tiene escribiendo este largo post, sino más bien el círculo inquisitorio levantado a su alrededor. Es que la situación de la Moss es más extraña de lo que parece porque hoy en día los rockeros hacen pilates, los conductores de Fórmula 1 nunca estallan en llamas y los soldados no se imaginan la muerte.


Ann Coulter, a quién citaba más arriba, es tal vez la principal propagandista de la ultra-derecha norteamericana. Una mujer encantadora que ha sostenido públicamente el derecho de E.E.U.U. a invadir cualquier país que considere enemigo, a matar a sus líderes y convertir a los civiles al cristianismo, o el derecho del hombre a "violar la Tierra" y aprovechar todos sus recursos hasta la extinción de los mismos porque eso es lo que dice la Biblia. Cualquier persona que sea atacada por esta perra, sea Osama Bin Laden o Kate Moss, se merece por lo menos un gesto de simpatia de mi parte. Pero Coulter, cuya cita sobre Moss es anterior al escándalo actual, es solo la purulente boca sintomática de una sociedad decidida a disciplinar a la gente que desafíe la dictadura de la salud a toda costa. Una sociedad en la que es correcto acribillar a un joven brasileño por tener piel canela pero que no permite que una mujer joven se meta polvo químico en la nariz para sentirse mejor.

Pero lo que me tiene escribiendo, lo que me tiene escribiendo es que este tema polémico ni siquiera es polémico. Todo el mundo dice "la cagó" sin siquiera preguntarse acerca de la filmación obtenida en forma encubierta por un periodista que utilizaba su teléfono celular para grabar un momento privado. Lo que me tiene escribiendo es que no hay un punto alrededor hacia el que mire y no vea una nueva victoria del miedo, la represión y la aceptación de reglas ridículas gracias a la promesa de una vida eterna y la abolición de la muerte en occidente. Lo que me tiene escribiendo es la fealdad absoluta que convierte al castigo a las mujeres en espectáculo público, ya sea la lapidación de una campesina adúltera afgana o la defenestración mediática de una modelo millonaria por meterse en el cuerpo el polvo y la carne que ella desea. Kate Moss no tuvo mucha prensa cuando se opuso a la guerra de Irak, pero a todo el mundo le fascinó la violación de su intimidad, que no se ha detenido en su consumo de substancias y que ya parece autorizada en todos los ámbitos de su vida. A occidente le gusta ver como se viola a una mujer atractiva.

El resultado, que ya se está dando, es previsible: la modelo se ha mostrado arrepentida, prometió comenzar un tratamiento de desintoxicación, está firmando contratos que la obligan a hacerse controles periódicos y a portarse bien, etc. Sería injusto pedirle algún tipo de heroísmo o martirio cuando nadie está haciendo nada por las libertades de ninguna clase y cuando cada día vemos un nuevo paso atrás en el ámbito de la responsabilidad y el uso del criterio propio, y un paso adelante hacia la masa de ovejas pseudo-inmortales.

Pero bueno: flame on! desde este humilde estrado esperamos que su ejemplo negativo cunda, que esto -en un inesperado efecto boomerang- la haga desplazar en el ojo público a las Hilary Duffs del mundo en forma permanente, que venga el miedo, la plaga y el fuego, que la moda-muerte y la moda-droga se clave como un virus infeccioso en la garganta del consumo y genere estilos imposibles de comercializar sin que la sociedad estalle. Las únicas fuerzas sociales activas ahora son las de la represión omnipresente, tal vez sea hora de activar a fuerza de saques a la disidencia..."Cocaine Kate' es un buen nom du guerre y nunca nos habíamos dado cuenta de que toda la ropa le quedaba tan bien.

lunes, setiembre 19, 2005

Caminando por la calle hoy te vi...

Benito odia los graffiti, los odia tanto que lo dejan hablando de sí mismo en tercera persona, como Maradona, y Benito odia a Maradona. Cada vez que veo (Benito vuelve a la primera persona) un noble muro bien pintado ensuciado por una frase garabateada por un pelotudo dueño de un spray de pintura y cero sentido estético me dan ganas de matar con sofisticados despliegues de maldad. De atrapar a la conchudita egocéntrica que garabateó su nombre sobre el león de Bvar. Artigas (o el retardado mental de su enamorado) o a quienes persistentemente cubren de mugre líquida las paredes de la Universidad de Derecho y la Biblioteca Nacional, les vaciaría las latas de pintura en aerosol en la garganta mientras les leo un tratado de armonía estética mínima. Tengo una tolerancia apenas mayor por los stencileros ya que, más allá de conocer a varios, generalmente tienen un grado de elaboración creativa mayor que puede considerarse -en ocasiones- una auténtica intervención artística urbana. Y además suelen hacerlos sobre muros inocuos. Pero los graffiteros, concha de sus madres, son imperdonables, y hay una no muy extraña correspondencia entre la imbecilidad de la frase garabateada y la belleza del muro sobre el cual se perpetra, generalmente limitándose a la adhesión descerebrada a determinada banda (que es inevitablemente horrible) o a determinado club de fútbol (idem.).

Todo tiene sus excepciones, claro, y recuerdo graffitis más interesantes en los inquietos días de la década del ochenta, cuando era una actividad novedosa, pero como suele suceder con cualquier técnica expresiva al vulgarizarse se degradó convirtiéndose en uno más de los cientos de ejemplos del vandalismo uruguayo y su contradictoria relación con la ciudad y la comunidad. No obstante hay un par de graffitis que rescato y que me hacen sonreir eventualmente. Uno es ese que reza "Artigas son los padres", frase que considero excepcional desde todo punto de vista (desgraciadamente es intraducible para cualquiera que no sea uruguayo). Otro es esa mezcla de calentura femenina y filosofía que exige, desde un muro de la calle Jackson, "Nietzche: entregá al superhombre". Pero como dije antes son excepciones, son como chinos rubios naturales, como publicistas con moral...

Pero hete aquí que el otro día salí a pasear a Juan Carlos B., el perro incomensurable, y de pronto, cerca de mi casa, me encuentro con una epifanía en un muro:

Muertos Putos

Así nomás, sin artículos, sin verbos ni complementos, sin siquiera dejar en claro cual es el sustantivo y el adjetivo. Me quedo asombrado ante la pintada, ¿qué es esto...? Si es el nombre de una banda sería un nombre brillante, pero muy extraño por la formulación, que sugiere que el sustantivo plural es "muertos", a la inversa que los Dead Kennedys, los Dead Boys o los Dead Milkmen, ¿sería un punk tan literal que tradujo en forma muy tosca una curiosa idea...? Se me ocurre otra posibildad; no muy lejos del graffiti hay un boliche gay, ¿será entonces una pintada homofóbica de imposible gramática? Me sigue sonando raro... me gusta imaginarme más bien que es una especie de explosión de rabia hacia la comunidad a la que todos vamos a pertenecer, a la de los muertos. Alguien enojado con el reino de la Parca y que groseramente decidió insultar a todos con un pequeño toque necrofílico, alguien que decidió conjurar dos deseos de negatividad pasandole por arriba a la más elemental escritura, alguien que convirtió dos insultos totalmente disímiles en una máquina de escribir y un paraguas y a un muro en una mesa de disección... No sé, en todo caso, sea por torpeza gramatical o por causas arcanas, la pintada me parece fascinante en su misterio y llena de connotaciones surrealistas.

Pero me acerco y el misterio se desvela; lo que parecía una "m" es una "t" (una "t" rara pero "t" al fin) y el graffiti dice "Tuertos Putos", lo cual no tiene el menor misterio: es un graffiti situado en el Parque Rodó, el barrio del Club Atlético Defensor-Sporting, noble institución cuyos adherentes tienen por apodo -nunca supe por qué- el de "tuertos". Me siento tan desilusionado como el superticioso que descubre que esa extraña y aterradora luz en el bosque es un cazador en pedo con una linterna quimica. Como cuando se comprobó que la autopsia filmada de Roswell era más trucha que la amistad Maradona-Tinelli. Una mala lectura del tipo más aborrecible de graffitis, que -adding insult to injury- para peor se ceba del cuadro del que me tocó ser hincha. Otra colaboración desinteresada para volver un poco más horrible a Montevideo.

Y que por supuesto que odio esa frase. Porque Benito odia los graffitis, y odia particularmente los graffitis futboleros. Porque Benito odia los graffitis y Benito odia el fútbol, digámoslo de una puta vez.

miércoles, setiembre 14, 2005

El asombro, todavía...

A medida que avanzan las negociaciones de los Consejos de Salarios, van saltando esqueletos de varios armarios y emergiendo las feas caras de los empresarios acostumbrados a la flexibilidad laboral y la impunidad dickensiana en términos laborales. Lógicamente uno de los sitios donde tenían que aparecer más conflictos es en el área de los medios, donde la debilidad endémica de su gremio (APU), sumada a una brutal pérdida de puestos de trabajo y a la imbecilidad criminal de las pasantías gratis de los estudiantes de universidades privadas, convirtió a sus trabajadores en una especie de lumpen ilustrado. Era evidente que la obligación de regularizar colectivamente las relaciones laborales en esta área iba a ser difícil y conflictiva.

Y era evidente también que el que iba a tener algún problema era el inefable Federico Fasano, dueño del multimedio comprometido e izquierdista estructurado alrededor del diario La República, medio en el que se han visto persecuciones sindicales inéditas por su descaro y salvajismo, lo cual sin embargo no ha alterado gran cosa las relaciones del multimedio y el gobierno (en este momento circulan rumores verosímiles acerca del otorgamiento por parte del gobierno de un canal de televisión abierta al multimedio, así como la subvención estatal del diario para reducir su precio de tapa), para gran furia del PIT-CNT, obviamente, que ha sido claro en presentar a Fasano como el más desagradable y omnipotente de los capitalistas.

Esta vez el conflicto surgió en TV Libre, el canal de cable de Fasano, en donde se despidió a una decena de trabajadores entre los que, casualmente, se encontraban tres dirigentes sindicales, algo estrictamente prohibido mientras se negocia la ley de fueros sindicales. Pero esto es sabido y previsible, y es de esperar que el Ministerio de Trabajo tenga la más estricta de las respuestas (breve suspiro...) ante lo que parece una tomadura de pelo al discurso laboral del gobierno. Pero esto en particular no es lo que me tiene escribiendo sino este titular aparecido en el número de La República de hoy (14 de setiembre) y disponible en la web:

TV LIBRE responde a las injurias y las falsedades difundidas en la prensa de derecha y el Canal 12

Tres de los ocho delegados sindicales de TV LIBRE: "A mí no me despidan, que tengo doble empleo, despidan a mi compañero que no es delegado, que sólo tiene un trabajo"

Me parece que ya no se puede ir todo mucho más al carajo en términos de abominación periodística. Fasano tiene todo el derecho del mundo, aunque sea poco elegante (no le vamos a pedir semejantes sutilezas), a defender hasta en la portada de su diario la dudosa posición de su empresa en este conflicto, pero lo que no tiene derecho es a citar entre comillas supuestas y evidentemente falsas declaraciones de alguien. Más allá de su redacción dudosa lo que dice el colgado -aunque no se afirma en la nota interior- es que los delegados sindicales dijeron que no los despidan a ellos sino a sus compañeros, y que el motivo argucido es que tienen dos trabajos y los compañeros uno.

¡Qué sindicalistas jodidos que tiene TV Libre! ¡Y que bestias además, en lugar de hacer uso de sus fueros ponen como excusa para que no los despidan el que si los despiden igual tienen otro trabajo! ¡Guachos soretes...! ¡Pegue, Pingüino, pegue... castigue a estos malos izquierdistas y despidalos, porque semejantes pelotudos no pueden estar a cargo de ningún sindicato! ¿Qué van a decir en la próxima negociación? "No nos despidan porque somos altos ladrones y no sabemos trabajar..." ¡Ah, no, palo (de izquierda) y palo (de izquierda) a esos malos compañeros...!

Es tan, tan absurda y sucia la formulación que uno puede llegar a olvidarse de la bestial falta de ética profesional de la misma, presentando una interpretación como si fuera una declaración. Se podría sostener que para Fasano & cía las comillas denotan "ironía" o "lo que hay detrás" por parte de los redactores, pero para el resto del periodismo del mundo civilizado las comillas en un titular significan una cita textual. Y no es la primera vez que lo hace, como bien sabe Gerardo Sotelo, presentado hace unos meses como un adorador del mal, mediante el mismo recurso, por haber esbozado una defensa del derecho al chiste de Ignacio Álvarez y Gustavo Escanlar. Es demasiado, demasiado desagradable y espero que la patética APU haga algún comunicado durante el día, pero no tengo grandes esperanzas.

Y espero también que los rumores relacionados con futuros favores gubernamentales hacia el multimedios plural no sean confirmados. No hay una excusa pragmática creíble y mucho menos tolerable.

lunes, setiembre 12, 2005

Sobre putos y bombas

Mi sobrino (12 años) me pide, ya que me ve tan al pedo y con tanta banda ancha, que le baje y le grabe el ¿Dónde jugarán las niñas?, primer y más popular disco de los mexicanos de Molotov. Como yo sostengo que cada uno tiene que hacerse su propio camino en los gustos musicales, cumplo con su pedido en lugar de intentar convencerlo en favor de otra banda más simpática. Antes de pasárselo se me ocurre picarlo un poco, ya que a excepción de sus subnormales hits políticos 'Voto Latino' y 'Gimme tha power' no he escuchado gran cosa del disco ni de la banda. Sorprendido por lo que me parece escuchar cotejo las letras y, efectivamente, descubro que salvando los dos temas mencionados antes, el resto de los textos de esta banda popular entre los borregos de doce años son una acumulación de referencias misóginas y homofóbicas que escandalizaría a los Mentors. Quiero decir, mucho "voto latino" pero combinado con un despliegue de fascismo cotidiano que me hace pensar que mejor que no, que no voten nada y se queden en sus casas...

No voy a andar defendiendo la corrección política, más bien por el contrario soy capaz de defender el machismo algo misógino de los primeros Rolling Stones o del Zitarrosa que cantaba con indisimulada felicidad aquellos versos tradicionales de que "a la mujer cuando es buena / no hay plata con que pagarle / pero cuando sale mala / no hay palo con qué pegarle". Está todo bien; las canciones no son instructivos cívicos y muchas canciones se refieren a casos individuales de los que no hay por qué sacar conclusiones universales. Pero cuando uno encuentra que la mayor parte de un disco de una banda supuestamente política -y aceptada por los "alterlatinos" como una banda creíble y simbólica- está dedicada a sacar patente de transgresor a fuerza de hacer rimas chotas acerca de la putez generalizada de las mujeres y la abominación a los homosexuales, bueno, uno se molesta un poquito. Especialmente cuando se trata de una banda requerida por pendejos de doce años como mi sobrino.

Pero la cosa, que me resultaba un poco molesta, se me volvió indignante al leer entrevistas de la época y ver los monumentales paraguas que los Molotov abrían con respecto a estos temas. Qué no... que "puto" en México quiere decir "cobarde" y que no tienen nada contra la comunidad homosexual (¿y contra los putos no comunitarios?), que "matarile al maricón" es un chiste sobre una rima infantil, qué esto y aquello... a pesar de ser unos machotes mexicanotes, los tipos pelan más excusas que marido infiel para tratar negar lo que todas sus letras proclaman a los gritos. Gritos de los que si se hicieran cargo, bueno, al menos serían respetables por asumir directamente una posición tan polémica -como hacen los vándalos de Whitehouse, por ejemplo-, pero que con semejante batería de explicaciones hacen lo que parece ser una costumbre en los grupetes alterlatinos: divorciarse en forma personal de la arenga explícita de la canción, arenga sobre la que basan su popularidad pero de la que no se hacen cargo. Es como leer a un Gran Dragón del Ku-Klux-Klan explicando que eso de que "hay que ahorcar a todos los negros de mierda" es en verdad una metáfora en la que el "ahorcar" significa el negar el aliento (la expresión) a las personas de discurso pro-odio y que lo de "negros" se refiere a los oscuros espirtuales, a los enemigos del iluminismo y que no, por supuesto, tiene ninguna connotación racial.

Le paso el disco a mi sobrino pero rompo mi neutralidad y aprovecho mi ascendente de tío bohemio para decirle que tal vez tengan canciones lindas (¡no voy a cuestionar el gusto estético de un pibe de doce años!) pero que esos Molotov me parecen unos pelotudos que dicen pelotudeces. El guacho se encoge de hombros como diciendome "y bueh..."

Una última cosa: en una de las entrevistas y ante la inevitable pregunta de periodista imbécil acerca de "por qué se llaman así", uno de los Molotov asevera muy suelto de cuerpo que el Molotov es una bomba anarquista rusa y que ellos son como una bomba y etc. etc. etc. Un cacho de cultura nunca viene mal, así que me permito unas precisiones históricas: el cóctel Molotov -explosivo incendiario de fácil fabricación que consiste esencialmente en una botella de vidrio (tiene que ser vidrio, por muchísimos motivos) llena de combustible, o cualquier líquido inflamable, y que se enciende con una mecha al romperse al ser arrojada- puede haberse vuelto con los años un arma distintiva de las guerrillas, pero no tiene orígen en estas, ni en Rusia. De hecho, los primeros usos documentados de este tipo de artefactos se dieron durante la Guerra Civil Española, pero del lado de Franco, cuya infantería mora los utilizó con considerable éxito en contra de los tanques rusos T-26 que empleaba la República. Su bautismo como "cócteles Molotov" se dio en "honor" a un ruso, pero fue obra de los finlandeses durante la guerra de 1939. En la misma -un enfrentamiento desigual pactado por Stalin y Hitler en el cual la resistencia finesa fue digna de Leonidas en las Termópilas- los rusos comenzaron a bombardear las poblaciones civiles de Viipuri y Helsinki, lo cual a pesar de los precedentes de Guernica y Varsovia todavía era muy mal visto a nivel internacional. Ante la protesta finlandesa en la Liga de Naciones -precendente (aún más) patético de la ONU-, el Ministro de Relaciones Exteriores Viacheslav Molotov declaró con pètreo rostro que en realidad los aviones rusos lo que arrojaban eran cestas de pan para calmar el hambre de las oprimidas masas finlandesas. De ahí que los fineses comenzaran a llamar a las bombas rusas "cestos de pan Molotov". Cuando Rusia invadió el istmo de Carelia, utilizando sus divisiones blindadas, los esquiadores finlandeses emplearon botellas llenas de gasolina y alquitrán en contra de los tanques con gran éxito (tuvieron la suerte de que los T-34 todavía no habían comenzado a fabricarse en serie) y, lógicamente, denominaron a estas botellas "cócteles Molotov" en honor al descarado diplomático.

Los estudiantes belicosos y los hinchas de fútbol se limitan a introducir gasolina, ponerle una mecha y arrojarlos, pero estos son sencillos de apagar; un auténtico cóctel Molotov combina la nafta con detergente, aceite de palma, alquitrán o cualquier substancia espesa que ayude al combustible a adherirse a su blanco y arder durante más tiempo. Algo de fósforo blanco asegura la ignición y también funciona como adherente. Si se llena, como los maquis franceses, un tercio de la botella con ácido palmítico (un ácido graso), se consigue una doméstica y letal bomba de napalm.

FYT, una sucursal de Utilísima.

miércoles, setiembre 07, 2005

Mirá quién habla...


El pelado favorito de las FM, Phil Collins, se brotó finalmente en un programa de la BBC y le devolvió algunas piñas verbales a los hermanitos Gallagher, quienes al parecer lo tienen de payaso de las bofetadas desde hace una década. En esta nota del Mirror se consigna la rabieta del ex Genesis ante las continuas agresiones del dúo Oasis y se reproduce una frase interesante: "They're rude and not as talented as they think they are." Es verdad, aunque Collins fue excesivamente educado, tal vez para no espantar a sus fans cuarentonas.

No me voy a meter a defender a Collins, quién dedicó buena parte de los ochentas a producir canciones melosas e innecesarias para el deguste de los yuppies más repelentes, pero este petit conflicto me pone a pensar acerca de quién putea a quién desde dónde y la persitencia del rock como ilusión de rebeldía. Quiero decir, visto de afuera parecería un clásico ejercicio de desparpajo e iconoclastia joven contra un carcamán institucional, pero si uno lo piensa un poco es lisa y llanamente ridículo. No es Guapo o Godspeed You Black Emperor! la banda que se pregunta cómo hizo Collins para vender tantos discos en los ochentas, sino Oasis, la banda que hizo de las técnicas de escándalo de Malcom McLaren un accesible producto de marketing, es decir: escándalo sí pero sin disolver a la banda, sin que el bajista mate a la novia, sin que haya riesgos...

Posiblemente el acomodador de discos de un Wal Mart, al llegarle un disco de Collins y uno de Oasis, ponga al primero en la sección de pop y al segundo en la de rock. Y es a partir de esta diferenciación que los segundos se dan el lujo de forrear al primero, por el supuesto glamour rebelde que ese veterano de cincuenta años que es el rock insiste en considerar intacto a pesar de que todo prueba lo contrario. Al leer la notcia lo primero que pensé fue en que este rechazo era musicalmente paradójico; los Oasis han hecho grandes esfuerzos por hacer patentes su influencia simultánea de los Beatles y los Sex Pistols, pero salvando algunos estilemas vocales y citas obvias, la verdad es que son un grupo muchísimo más rústico en lo compositivo que sus íconos. De hecho no tienen, ni en pedo, un tema con los matices y sutilezas sonoras de 'Holidays in the sun', y ni hablemos de los cuatro fantásticos. En verdad Oasis está más cerca de esas clásicas bandas de hooligans musicales ingleses como Slade o Sham 69, bandas de coros atronadores, acordes mayores y total ausencia de swing (algo que los Pistols sí tenían y en mayor cantidad de lo que se cree). Y también bastante cerca del Phil Collins más sensibilero y naif. Hagan el experimento, agarren alguna de las baladas tontas de la última etapa del batero pelado ('Another Day in Paradise' 'Groovy Kind of Love'), pásenlas del piano a la guitarra, acelérenles ligeramente el tempo y cantenlas un poquito más nasales: les aseguro que van a parecerse más a un tema de Oasis que a uno de Suede o Blur. Aunque hay que reconocerle a Collins que él nunca tuvo un hit tan patético como 'Don't Look Back in Anger' y que es muy dudoso que los Gallagher lleguen alguna vez a escribir algo tan formidable como 'Dance on a Volcano'.


Pero no es el sacarle el cuero a Oasis, de quienes aún me gustan 'Live Forever' y algunos temas del Be Here Now (Liam me sigue pareciendo un buen cantante, aunque no afine tan bien como Collins), lo que me tiene escribiendo este post sino la total pérdida de puntos de referencia acerca de lo que debe ser un ataque y lo que debe ser un parricidio. Que los Oasis le peguen a Phil Collins es como que Turf le pegue a Palito Ortega, o que The Hives le pegue a Michael Bolton... es la imitación de un parricidio, el supuesto desafío, el ataque a la mayoría y la riqueza desde la mayoría y la riqueza, el ourobouros de un mainstream que necesita de la ilusión de rebeldía pero no puede aceptarla en estado medianamente puro, porque, además, hace tanto que no la ve que ni siquiera sabe cómo venderla. Es la mímica, el mono que hace los gestos del humano y revuelve con la cuchara en el plato aunque no entienda qué relación puede tener eso con cocinar, o siquiera con comer. Pero algunos dicen "miren al mono cocinando".

Hace algunos años, durante el breve pero fulminante auge de la cumbia más allá de sus ghettos, muchos rockeros rioplatenses aparecían -y siguen apareciendo- haciendo declaraciones acerca de que la cumbia es una mierda ("¡chicos...!") y presentándola como antítesis de su música y el arquetipo de la música comercial. Pero resultaba que esta némesis musical consistía en canciones de 4 X 4, de dos o tres tonos y plagada de estribillos buenos para ser cantados en una hinchada de fútbol. Exactamente igual que las bandas de rock que las criticaban. Con una diferencia: líricamente algunas de las bandas de cumbia todavía tenían una cierta legitimidad representativa, cierta conexión con la realidad de su público, y algunas hasta eran peligrosas.

Me acuerdo de un notable capítulo de los Simpsons en el que Bart, Milhaus, Nelson y Rafa son reclutados para formar parte de un grupo estilo N'Sync llamado The Party Posse. Antes de su primer concierto en la escuela de Springfield, Bart declara rabioso desde el escenario "¡Esta es una canción que Skinner no quería que cantáramos pero que vamos a cantar igual!", a lo que Skinner intenta responder que no, que él apoya a ese pop inofensivo, a lo que Bart responde "¡Cállate Skinner!", y procede a cantar una inocua canción de amor llamada 'Special Girl'. El manager de Party Posse -que a la larga resultaría ser un ex marine intentando reclutar jóvenes para la armada a través de mensaje subliminales en los temas de la banda- increpa a Skinner: "¡Ellos van a ser grandes, y usted quería interponerse en su camino!" a lo que Skinner responde "¡No, no lo hice! ¡Inclusive vine temprano para hacerles jugo de naranja!".



Homero: Yvan Eht Nioj! ("Join the Navy" al revés) You've gotta love that crazy chorus!
Lisa: What does it mean?
Homero: Eh, it doesn't mean anything. Like ramalanga ding dong, and give peace a chance.

Bueno, de eso se trata.

lunes, setiembre 05, 2005

Bailando en la tumba de José Pedro

(Ya me está aburriendo el estar comentando, semana a semana, las vicisitudes político-sociales de este país devastado en lugar de estar hablando sobre, pongamos, manga japonés, metal noruego y demás bellezas. Pero entiendan que salgo poco y que me está faltando esa conversación diaria que siempre termina en un "así no sé dónde vamos a parar").

Danilo Astori, el hombre que, como si fuera un cabalísta particularmente obseso, ve un número en todo, ayer estuvo hablando en Código País, esencialmente para aclarar que todo está bárbaro y todo va a estar mejor, como siempre. Como de costumbre volvió a defender la inversión (extranjera, porque no he escuchado una puta medida en favor de las inversiones locales, o facilidades impositivas para las pymes y otros emprendimientos realizados por uruguayos que tal vez no tengan tanto dinero pero que tampoco matan ríos), volvió a explicar que su relación con Vázquez era magnífica, volvió a decir que no hay nada más de izquierda que no hacer nada de izquierda... bueno, lo que hace y dice Astori y que uno tiene que aplicar a la fórmula "tómelo o déjelo". Pero el hombre aportó una novedad con respeto a un tema tabú dentro de la cultura uruguaya e impensable de formular desde la izquierda: la posibilidad de cobrar una matrícula universitaria.

Hay cosas que, como la yeta, empiezan a materializarse a medida de que se habla de ellas, por lo que no me extrañaría que esta simple mención sea el primer paso real en la dirección que significa el fin de la enseñanza a la uruguaya. Es cierto que tal vez sea demasiado idealista el creer que la enseñanza vareliana gratuita e irrestricta tal como la conocemos hasta ahora puede sobrevivir a una destrucción social como la que sufrió Uruguay en las últimas décadas. De hecho puede considerarse a esa institución como una más de los muertos vivientes que siguen animándose a fuerza de dinero que sería más necesario en otras partes, y además es una mentira: la enseñanza en Uruguay no es gratuita desde hace mucho tiempo, tal como prueban los impuestos a los egresados universitarios y tal como sabe cualquiera que haya ido a pagar el brutal impuesto de primaria. Pagan algunos, no todos, pero no es gratuita.

Por otra parte hay algo que no se puede discutir hoy en día, sea por errores programáticos, por falsas expectativas laborales o por simple idiotez, gran parte de las carreras universitarias se encuentran sobrepobladas, lo cual no sólo deteriora la calidad de la enseñanza sino que degrada económicamente a carreras largas y las encarece notoriamente. Todos saben eso, todos saben la mortífera combinación de pobreza y derroche que reina en la enseñanza terciaria pública y que ha convertido a la enseñanza terciaria privada en la única opción para muchas carreras.

Sin embargo el acceso sin restricciones económicas a la universidad sigue siendo algo esencial para mantener al menos la ilusión de movilidad social y una matrícula sigue siendo un factor de discriminación social evidente. Sus defensores sostienen que se podría investigar para que dicha matrícula solo fuera pagada por quienes pudieran, mientras que sería subvencionada en el caso de los estudiantes con menos recursos. Pero cualquiera que haya visto la incapacidad estatal para evaluar la condición social de sus beneficiarios -algo ilustrado a la perfección por la inoperancia asombrosa del Plan de Emergencias- tiene que sentir un escalofrío al escuchar hablar de esto. Además es una hijadeputez de asombrosa hipocresía: tanto Astori como cualquiera que tenga dos dedos de frente sabe que una matrícula terminaría golpeando esencialmente a la gran masa que ha formado tradicionalmente a los profesionales universitarios: los estudiantes de clase media, los que no están tan hechos mierda como para accceder a esa pobreza redentora de cualquier obligación social en este estado de espíritu eclesiástico, pero que a la vez no pueden considerar el desembolso de una cantidad de dinero importante como sería una matrícula. O que pueden hacerlo pero a costas de que sus familias sacrifiquen, una vez más, esas pequeñas cosas sacrificables pero que nos hacen humanos. Es decir, sería una nueva carga impositiva sobre la clase que ha sido víctima hasta el absurdo del peso impositivo estatal en las últimas décadas. Y un nuevo motivo de rencor y división social entre los que pagan y los que no.

Pero teniendo en cuenta de que va a existir una mejora presupuestal considerable para la enseñanza, ¿por qué no aprovechar para recordar el consejo de Seregni acerca de que todo tiene que ser a cambio de algo e introducir una reforma que no sea un nuevo viaje a los bolsillos de la clase media, pero que al mismo tiempo sirva para descomprimir la sobrepoblación universitaria? Esa solución innombrable y que a nadie le gusta mencionar ni defender, tal vez por un problema congénito de pereza e inmadurez, se llama "examen de ingreso". Un examen de ingreso universitario estricto y universal mataría tres pájaros de un tiro: por un lado haría descender la cantidad de alumnos en las carreras sobrecargadas. Esto haría que simultáneamente descendiera el costo de las mismas y aumente la calidad de la enseñanza. Y como si fuera poco re-posicionaría a la enseñanza pública frente a la privada, ya que la volvería una institución tal vez elitista pero cuyo elitismo dependiera exclusivamente de las virtudes y capacidades de los estudiantes, no de sus billeteras.

Estoy seguro que una propuesta así generaría un coro de voces desgarradas que dirían que eso sería un factor de discriminación social, ya que favorecería al que puede tomar clases particulares y que tiene tiempo al pedo para estudiar contra el que estudia en sus ratos libres porque tiene que trabajar simultáneamente, o cuidar a sus hermanitos o sufrir de distintas formas. Pero eso ya ocurre, ocurre en cada examen que se toma en cualquier universidad, y yo quiero creer que, pongamos, en un examen de cirugía los profesores no dicen "ah, si, Rodríguez corto medio metro de mas, pero estuvo trabajando todo el día anterior y no durmió bien, así que vamos a aprobarlo...".

En realidad el único argumento real en contra de un exámen de ingreso es que el estudio no es un valor admirado en el Uruguay de hoy sino que se asimila en el inconciente colectivo con una feroz tortura digna de una dictadura, y a la gente no le gusta estudiar. Ni siquiera menciono el hecho de que tal vez muchos de los enemigos del examen de ingreso estén pensando en esos cuadros militantes universitarios de todos los partidos que jamás han dado un exámen y que están como adheridos a todas las decisiones del gremio estudiantil. Pensar eso sería de malvados y no hay un partido político que especule con esas cosas, ¿no es cierto?

Pero bueno, yo lo único que quería decir es que algunos problemas tal vez tengan soluciones simples, cuyo único pecado sea el de no ser aprovechables económicamente para que cierren números imposibles de cerrar. Sí, ya sé que de esto no sé nada y que mejor que hable de Black Sabbath.

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