lunes, marzo 01, 2004

La caída (II)

No tengo particular respeto ni interés por la figura de Pipo Cipolatti, de quien rescato el tono extravagantemente didáctico que utilizaba en las entrevistas y la estrofa "miro vidrieras / me voy a masturbar" de ya no recuerdo qué canción. Nunca me interesó musicalmente ni, para ser un payaso profesional, me hizo mucha gracia; pero su descuartizamiento público es uno de los fenómenos televisivos más asombrosos que haya visto. Evidentemente la participación de Cipolatti en todos y cada uno de los programas de chimentos (término inexacto en relación a lo que hacen actualmente) se debe a que se le está pagando por ello, porque ni el peor daño cerebral puede justificar la ultra-exposición del suicidio de una carrera y la predisposición de Pipo a ser humillado de una forma tan brutal.

Es extraño ver a un animal despreciable como Luis Ventura regodearse hablando sobre un suicidio y la penosa situación vital previa a dicho suicidio, justificándolo como un tema de interés público que puede prevenir situaciones similares (no hay que esperar que un ignorante como Ventura pueda elaborar algo sobre los riesgos del focalizar un programa de espectáculos sobre un fenómeno contagioso como el suicidio), pero más obsceno aún es ver a Cipolatti intentar mantener su ingenio público en medio de esa situación. Es cómo Johnny Weissmuller dando gritos de mono en el geriátrico antes de morir. Una sobrevida del personaje público habitando un cuerpo como si fuera un fantasma en una casa vacía.

Claramente Pipo es un inimputable al que no le han dejado otro abogado que la luminaria de Fito Páez. En fin, ¿la vanguardia es así?

En algún momento voy a volver sobre este tema que me tiene atrapado con su carisma porno.





<< Página Principal

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]