domingo, marzo 14, 2004
Mirando canciones (2): Auf Wiedersehen
Prácticamente toda película norteamericana sobre jóvenes en los años 70 incluye en algún momento de su banda sonora el tema “Surrender” de Cheap Trick, no tanto porque haya sido un hit masivo generacional (que en cierta forma lo fue, aunque tardío -1978- en la década y en ningún caso hegemónico) sino simplemente porque es una de las mejores canciones de rock de su tiempo, tal vez de todos los tiempos. Pero no es mi intención destacar los méritos obvios de dicha canción, sino los de “Auf Wiedersehen”, tema que, a pesar de estar a la sombra de semejante exitazo, es el punto más intenso del disco que los contiene a ambos (In Heaven) y se convierte en uno de los momentos musicales más excitantes/inquietantes que yo conozca.
Los Cheap Trick, banda power-pop pero compañera de ruta del heavy, deben estar agradecidos de que ningún muchacho literal se haya amasijado los sesos al son de “Auf Wiedersehen”, un himno convulsivo a la autodestrucción que convierte al suicidio en una fiesta de graduación con una violencia irresponsable que no tiene nada que envidiarle al “Belsen Was a Gas” (“be a man, kill someone, kill yourself…”) de los Sex Pistols.
Transcribo su simple y contundente letra:
"Au revoir / Auf Wiedersehen / You won’t see another morning, you won’t see another evening / Goodnight / Buenas noches, oh señor / Señorita, see you later / buenas noches, bye, bye / There are many here among us/ Who feel their lives are a joke / And for you we sing this final song / For you there is no hope / No hope!
Sayonara / Suicide / Harakiri, kamikaze / You won’t see another evening / Goodbye / Buenas noches, oh señor / Señorita, see you later / buenas noches, bye, bye / There are many here among us/ Who feel their lives are a joke / And for you we sing this final song / For you there is no hope / No hope
Bye, bye! / So long! / Farewell! / Bye, bye! / Sayonara! / Bye, bye! / Au revoir! / Auf Wiedersehen! / Bye, bye! / So long! / Farewell! / Suicide! / Bye, bye! / So long! / Harakiri! / Kamikaze! / Suicide! / Suicide!...”
El texto obviamente no puede transcribir la violencia de la canción, que se va enroscando riff sobre riff hasta estallar de rabia con el tambor en negras y una pared de guitarras wagnerianas. Y obviamente es imposible transcribir la maestría con la que Robin Zander, genio y figura, escupe la canción. El blondo Zander es un todo un caso; cualquier foto de los últimos 25 años lo muestra como el arquetipo del galán farrahfawcettiano de los seventies, siempre recién salido del peluquero y más parecido a un amigo de Shaun Cassidy o a un suplente un poco mayor de cualquiera de los Bay City Rollers (no me atrevo a escribir “Menudo” por respeto al tipo) que a un rockero enloquecido. Pero aunque sea difícil el hacer coincidir la voz que sale de los parlantes con la foto de la tapa, el carilindo es uno de los vocalistas más salvajes y poderosos de todos los tiempos. Algo así como un Roger Daltrey mucho más feroz (y alegre), con una capacidad de pique extraordinaria que Billy Corgan viene intentando imitar desde hace años y que es la mitad de la fórmula secreta de los cambios de ánimo vocales de Frank Black (la otra mitad es David Thomas, obviamente). Pero bueno, el asunto es que Zander realiza en “Auf Wiedersehen” un ejercicio práctico de fascinación con las palabras, que parecen elegidas más por su sonido (“Señorita, see you later”) que por otra cosa. Sin embarg hay un evidente hilo conductor en el contenido políglota que compone “Auf Wiedersehen” y es esa fascinación catartica con la que son escupidas las palabras, y que es la misma fascinación con la que un niño repite las palabras “teta” o “concha” cual si fueran un mantra insurreccional.
Pero “suicide” no es “teta” y la canción se llena de connotaciones peligrosas como un block telefónico se llena de desinteresadas esvásticas. La palabra tabú no era nueva en la lírica pop de los setenta (“Rock’n’roll suicide”, “Suicide is painless”, el propio grupo Suicide) y en el caso de los Cheap Trick era una reincidencia temática ya que en su disco debut el suicidio de una chica era el tema de la bellísima “Oh Candy” (un disco cuyo índice temático –suicidio, abuso de menores, prostitución masculina, asesinos en serie…- parece más digno de Big Black que de unas estrellas pop como Cheap Trick), pero el tono es radicalmente diferente. “Oh Candy” era un lamento, “Auf Wiedersehen” es una invitación arrogante, llena de esa arrogancia homicida y triunfal que los Sex Pistols y los Stranglers desarrollaban del otro lado del atlántico y que los Stone Roses y Steve Albini elevarían a la categoría de arte. Entretainment nietzscheano, mucho más allá del bien y el mal.
Después de “Auf Wiedersehen” vendría el mega-éxito del Live at the Budokan y luego la inevitable caída, ocasionada en parte por la absurda decisión de cubrir la maestría instrumental de la banda con capas y capas de sintetizadores. Tampoco volverían a hacer nada tan maligno, llenándose de oro gracias a covers de otros artistas de los 70 (“In The Street” de Alex Chilton, “Cleveland Rocks” de Ian Hunter) para series de televisión, llenando estadios casi con tanta facilidad como hace veinticinco años y siendo lentamente reinvindicados gracias a la insistencia de Steve Albini, el pelado Corgan (que de vez en cuando hace algo bueno) y de una crítica que demoró mucho tiempo en descubrir que entre Yes y los Sex Pistols había muchas, muchas cosas en los setenta. “Auf Wiedersehen” (al igual que “He’s a Whore”, “Surrender” o cualquiera de las mejores canciones de C.T.) se conserva en pleno 2004 tan joven, arrogante y llena de malos deseos como en sus mejores épocas.
Posdata para uruguayos: En el Live at the Budokan hay una versión del “Ain´t it a Shame” de Fats Domino que se conoce en nuestro medio gracias a la de los Buitres (“No es una pena”). La audición de dicha versión (la de Cheap Trick) elimina cualquier necesidad de averiguar por qué le decían “power” al power pop, demuestra que el gordo Bun E. Carlos es uno de los diez bateristas del rock y corta de cuajo la necesidad de cualquier otra versión. Si algún programador de radio le tiene particular inquina a los Buitres, alcanza con difundir públicamente el “Ain`t it a Shame” de Cheap Trick un par de veces para volver por lo menos absurda la existencia de “No es una pena”.
Los Cheap Trick, banda power-pop pero compañera de ruta del heavy, deben estar agradecidos de que ningún muchacho literal se haya amasijado los sesos al son de “Auf Wiedersehen”, un himno convulsivo a la autodestrucción que convierte al suicidio en una fiesta de graduación con una violencia irresponsable que no tiene nada que envidiarle al “Belsen Was a Gas” (“be a man, kill someone, kill yourself…”) de los Sex Pistols.
Transcribo su simple y contundente letra:
"Au revoir / Auf Wiedersehen / You won’t see another morning, you won’t see another evening / Goodnight / Buenas noches, oh señor / Señorita, see you later / buenas noches, bye, bye / There are many here among us/ Who feel their lives are a joke / And for you we sing this final song / For you there is no hope / No hope!
Sayonara / Suicide / Harakiri, kamikaze / You won’t see another evening / Goodbye / Buenas noches, oh señor / Señorita, see you later / buenas noches, bye, bye / There are many here among us/ Who feel their lives are a joke / And for you we sing this final song / For you there is no hope / No hope
Bye, bye! / So long! / Farewell! / Bye, bye! / Sayonara! / Bye, bye! / Au revoir! / Auf Wiedersehen! / Bye, bye! / So long! / Farewell! / Suicide! / Bye, bye! / So long! / Harakiri! / Kamikaze! / Suicide! / Suicide!...”
El texto obviamente no puede transcribir la violencia de la canción, que se va enroscando riff sobre riff hasta estallar de rabia con el tambor en negras y una pared de guitarras wagnerianas. Y obviamente es imposible transcribir la maestría con la que Robin Zander, genio y figura, escupe la canción. El blondo Zander es un todo un caso; cualquier foto de los últimos 25 años lo muestra como el arquetipo del galán farrahfawcettiano de los seventies, siempre recién salido del peluquero y más parecido a un amigo de Shaun Cassidy o a un suplente un poco mayor de cualquiera de los Bay City Rollers (no me atrevo a escribir “Menudo” por respeto al tipo) que a un rockero enloquecido. Pero aunque sea difícil el hacer coincidir la voz que sale de los parlantes con la foto de la tapa, el carilindo es uno de los vocalistas más salvajes y poderosos de todos los tiempos. Algo así como un Roger Daltrey mucho más feroz (y alegre), con una capacidad de pique extraordinaria que Billy Corgan viene intentando imitar desde hace años y que es la mitad de la fórmula secreta de los cambios de ánimo vocales de Frank Black (la otra mitad es David Thomas, obviamente). Pero bueno, el asunto es que Zander realiza en “Auf Wiedersehen” un ejercicio práctico de fascinación con las palabras, que parecen elegidas más por su sonido (“Señorita, see you later”) que por otra cosa. Sin embarg hay un evidente hilo conductor en el contenido políglota que compone “Auf Wiedersehen” y es esa fascinación catartica con la que son escupidas las palabras, y que es la misma fascinación con la que un niño repite las palabras “teta” o “concha” cual si fueran un mantra insurreccional.
Pero “suicide” no es “teta” y la canción se llena de connotaciones peligrosas como un block telefónico se llena de desinteresadas esvásticas. La palabra tabú no era nueva en la lírica pop de los setenta (“Rock’n’roll suicide”, “Suicide is painless”, el propio grupo Suicide) y en el caso de los Cheap Trick era una reincidencia temática ya que en su disco debut el suicidio de una chica era el tema de la bellísima “Oh Candy” (un disco cuyo índice temático –suicidio, abuso de menores, prostitución masculina, asesinos en serie…- parece más digno de Big Black que de unas estrellas pop como Cheap Trick), pero el tono es radicalmente diferente. “Oh Candy” era un lamento, “Auf Wiedersehen” es una invitación arrogante, llena de esa arrogancia homicida y triunfal que los Sex Pistols y los Stranglers desarrollaban del otro lado del atlántico y que los Stone Roses y Steve Albini elevarían a la categoría de arte. Entretainment nietzscheano, mucho más allá del bien y el mal.
Después de “Auf Wiedersehen” vendría el mega-éxito del Live at the Budokan y luego la inevitable caída, ocasionada en parte por la absurda decisión de cubrir la maestría instrumental de la banda con capas y capas de sintetizadores. Tampoco volverían a hacer nada tan maligno, llenándose de oro gracias a covers de otros artistas de los 70 (“In The Street” de Alex Chilton, “Cleveland Rocks” de Ian Hunter) para series de televisión, llenando estadios casi con tanta facilidad como hace veinticinco años y siendo lentamente reinvindicados gracias a la insistencia de Steve Albini, el pelado Corgan (que de vez en cuando hace algo bueno) y de una crítica que demoró mucho tiempo en descubrir que entre Yes y los Sex Pistols había muchas, muchas cosas en los setenta. “Auf Wiedersehen” (al igual que “He’s a Whore”, “Surrender” o cualquiera de las mejores canciones de C.T.) se conserva en pleno 2004 tan joven, arrogante y llena de malos deseos como en sus mejores épocas.
Posdata para uruguayos: En el Live at the Budokan hay una versión del “Ain´t it a Shame” de Fats Domino que se conoce en nuestro medio gracias a la de los Buitres (“No es una pena”). La audición de dicha versión (la de Cheap Trick) elimina cualquier necesidad de averiguar por qué le decían “power” al power pop, demuestra que el gordo Bun E. Carlos es uno de los diez bateristas del rock y corta de cuajo la necesidad de cualquier otra versión. Si algún programador de radio le tiene particular inquina a los Buitres, alcanza con difundir públicamente el “Ain`t it a Shame” de Cheap Trick un par de veces para volver por lo menos absurda la existencia de “No es una pena”.
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