miércoles, marzo 31, 2004

Titty-Gate, Dady-Gate, Turra-Gate, etc. (haga patria, garche a un puritano)

Aprovechando un suntuoso día al pedo, me pongo a pasear por la web y me encuentro con tres notas periodísticas independientes pero que se me anudan en la cabeza. En primer lugar me encuentro en New York Times un artículo sobre el efecto del escándalo teta en la carrera de Janet Jackson (y de un tal Usher, que no sé quién es porque me saltee las partes relacionadas a él después de ver una foto). Es increíble y triste que todavía se hable de esa anécdota publicitaria que le ha sido más que útil al Big Brother puritano para eliminar las transmisiones en directo y para cargar sobre los pequeños espacios de libertad que quedan en las grandes cadenas mediáticas. La discusión sobre si fue un accidente es al pedo, obviamente no lo fue, pero la reacción fue increíble. Pienso en la conchuda señora puritana que le quería hacer un pleito a la Jackson por el “daño psicológico” que le había producido la contemplación de la teta de la cantante; por Dios, ¿qué le pasa a esa mujer escandalizada? ¿la amamantaba una cabra? ¿se baña con la blusa puesta? ¿se baña…?

Paso a Clarín y me entero de un escandalete ridículo. Una de las nenas que participa en Agrandadytos le hace un chiste a Dady Brieva y le muestra la bombacha. Enseguida saltan los guardianes de la moral a protestar ante lo que consideran una irresponsable incitación a la pedofilia. Curiosamente yo creo sí que en la media argentina hay una tendencia bastante pervertida a la pedofilia, pero Agrandadytos es apenas un programa tonto que cree que todo lo que hacen los niños es gracioso, y bueno, los niños son exhibicionistas hasta que los asustan para que no lo sean, es normal. Pero lo notable es quienes son los guardianes de la moral, las almas escandalizadas y los vigilantes de niños: Mauro Viale y Jorge Rial. Chucho y Checho.


(a dazzling display of talent)

Por último encuentro en Village Voice una columna interesante en la que me entero que mientras la Jackson sufre por haber mostrado parte de una teta, la eterna reventada de la Courtney Love no puede parar de mostrarlas, lo que le sirve al periodista Richard Goldstein para hacer una interesante aunque poco compartible reflexión sobre la tetafobia actual, reflexión que -al igual que las acciones narradas por Fontanarrosa en Best Seller- tiene un desarrollo lógico hasta que uno se hace una imagen de la ridiculez de lo narrado y se empieza a reir. Pero no me río, porque todo esto me convence un poco más de que todo se está yendo al carajo y que alguno de los retoños Menem tiene el 666 en el cuero cabelludo.

Estamos perdiendo, los libertinos estamos perdiendo.





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