jueves, abril 15, 2004

Comparando pitos

Como me suele pasar cuando extrañamente tengo un mango en el bolsillo, tengo tiempo al pedo y no se me ocurre nada bueno, me compré la Rolling Stone, cuyo último número trae adosada una revista extra con una concienzuda lista de “los mejores 500 discos de todos los tiempos”. Una lista que RS publica periódicamente, que ha ido aumentando (en un principio eran 100) y que es un intento de este medio de elaborar el canon de la historia oficial del rock según su supuesto testigo privilegiado. La lista está elaborada por los colaboradores yanquis de la revista, más la participación de ilustres melómanos como el batero de los Strokes y Britney Spears.

En mi modesta opinión cualquier lista de música popular eléctrica que no contenga ningún título de Steve Albini o de Jesus Lizard es una lista que se pueden meter en el orto, pero ésta lista chauvinista, reaccionaria, racista e imbécil en la que no hay lugar para ningún disco de Can, King Crimson, Guided by Voices, Violent Femmes, Last Poets, Mekons, Hüsker Dü, Melvins, Burning Spear, Magnetic Fields, Throbbing Gristle, Stranglers, Kraftwerk o Leonard Cohen pero sí para tres discos de Eminem, dos de No Doubt, dos de los Eagles, dos de Jay Z, dos de Smashing… Bah, que me la chupen bien, no da ni para enojarse. Corporate magazines will suck forever.

Lo que me tiene escribiendo este post no es lo evidentemente objetable de este absurdo y malintencionado canon sino algo que suele pasar inadvertido o amablemente tolerado y que es inevitable en estas listas (aunque en esta llega a extremos ridículos): la obsecuencia acrítica y supersticiosa ante los Beatles.

Me explico; en los quince primeros puestos de la lista de RS hay cinco discos de los Beatles -a saber, Sgt. Pepper (1º), Revolver (3º), Rubber Soul (5º), White Album (10º) y Abbey Road (14º)- eso sin contar otros seis discos que se hayan desperdigados en diversos lugares de la lista. Es decir que según la RS (y aunque no parezca muchos críticos y músicos), un tercio íntegro de los quince mejores discos de los últimos 70 años fue compuesto por los Beatles. No voy a sacar conclusiones culturales o raciales al respecto de semejante concepto, pero voy a hacer un pinkmoonesco ejercicio de desmitificación de cosas con respecto a los Four Fabs que se han dicho tanto que se repiten sin que nadie se ponga a pensar una micra de segundo en ellas. Ódienme si quieren malditos melenudos.

1) Para que les adjudiquen un tercio de los quince mejores discos de toda la historia lo primero que se me ocurre decir es que los Beatles, autores de varios simples y Eps fantásticos no tienen un disco perfecto, es decir, sin relleno. Descontando las recopilaciones, no hay un Lp que no tenga un tema de mierda, los que llegan más cerca son Revolver –pero está allí el estúpido “Dr. Roberts”- y Sgt. Pepper, al que Macca le endilga el infame “When I’m 64”. Los demás todos tienen, cómo mínimo, tres temas flojísimos, o apenas tres temas buenos (sí, el Let it Be). En cambio, varias de sus bandas contemporáneas y rivales (Rolling Stones, Velvet Underground, The Who) sí tienen Lp’s perfectos a los que no le podés sacar un tema, o sea que no era imposible.

2) Todos los discos de los Beatles, a excepción del Sgt. Pepper (motivo por el cual varios emocionados sostienen que es el primer disco conceptual de la historia) y tal vez del Revolver, tienen un pobre orden de temas, pareciéndose más a recopilaciones haraganas que a discos concebidos como tales. Si alguien (excepto Charles Manson) le encuentra algún orden lógico al White Album que me avise.

3) Si dejamos de lado los divertidos juegos de palabras de Lennon y alguna canción aislada del mismo (“Julia”, “A Day in Life”, “She Said, She Said”), las letras de los Beatles, inclusive las “maduras” (es decir, las que escribieron después de fumar caño con Dylan y escucharlo), son pésimas.

4) A excepción de McCartney y George Martin (¿qué no es un Beatle?, las bolas no es, y más importante que alguno de los oficiales) ninguno de la banda es un gran intérprete ni un instrumentista virtuoso. Ya sé que esto no es esencial –soy fan de Beat Happening y las Shaggs- pero hay gente que lo sostiene, como si estuviera hablando de King Crimson, no es así, escuchen bien.

5) Para ser la punta de la vanguardia musical popular de los años sesenta hay que decir que no hay ni una idea de avanzada a la que los Beatles no hayan llegado segundos o terceros (George Martin sí, el viejo sí inventó varios recursos de grabación que sirven hasta hoy).

6) Salvando algunas canciones con las que se puede hacer una bonita recopilación, los discos solistas de los ex Beatles son una garcha.

7) El que hayan abandonado los escenarios antes de llegar al ápice de su carrera impide valorarlos como artistas en vivo, o por su capacidad para adaptar y re-versionar sus canciones, es decir, hay toda una faceta de su potencial como músicos que es directamente inexistente. Y eso no es una parte menor.

8) Las canciones de los Beatles si bien a menudo son perfectas, rara vez son realmente emocionantes, pasando más por el oído y el cerebro antes que por el cuore. Me van a putear, pero piénsenlo ¿cuántas de las canciones de los Beatles que contienen la palabra “love” pueden relacionar con una auténtica experiencia emocional?

9) Una gran parte de la genialidad de los Beatles tiene que ver con tener los rubros suficientes como para poder pagar a cualquier músico/arreglador que se les cantara. No es que todo les brotara como hongos en el bosque.

10) Manolito tenía razón


(¡la remera más grande, más blanca y más universal según Stevie Wonder y su primo Joe!!!)

(Ahora que me descargué quiero aclarar algunas cosas para que no me estrangulen con una cuerda de sitar: considero sí a los Beatles como una de las mejores bandas de la historia de la música pop y sin duda la más importante/influyente, pero esto no es equivalente a decir que es la mejor –como si fueran los campeones de los cien metros llanos o tuvieran el pene más largo del mundo- ni que sacaran los mejores discos de la historia o fueran los mejores compositores que nunca haya habido. Personalmente pienso que aunque se les considere la marca alta e insuperable de la marea –y no saben hasta que punto se ha exagerado con eso en Uruguay- hace más de treinta años que se disolvieron y si ya en ese entonces había bandas tan buenas, menos famosas y menos importantes pero igualmente buenas, es evidente –aunque más no sea por ley de probabilidades- que ha habido reuniones de músicos/compositores tan buenas o más.

Gente influenciada por los Beatles como Robert Pollard ha demostrado una creatividad/productividad y una calidad lírica mayor a la de las carreras solistas de los cuatro de Liverpool, muchas otras bandas han sido más raras, más rebeldes, más anárquicas y más creativas, esto ni es raro ni los desmerece, es natural, el pensar que una obra de arte no puede ser superada o no puede ser actualizada es pensamiento mágico, no tiene nada que ver con lo que es una obra en sí sino con un acto de fe, respetable sin duda pero no confundible con un ejercicio de crítica.

En lo personal recuerdo perfectamente la primera vez que los Beatles me deslumbraron, de tendencia más bien rolinga los Beatles me gustaban (“a todo el mundo le gustan los Beatles” decía con resignada lógica Charles Bukowski) pero no eran mi tótem sino más bien algo que me fastidiaba cuando veía a los músicos uruguayos babearse como si los Beatles hubieran sido la única banda eléctrica que conocieran, y en algunos casos tal vez fuera así. Pero curiosamente mi deslumbramiento no fue escuchándolos sino leyéndolos; me pasaron un libro de acordes de sus grandes éxitos y cuando me puse a sacar los temas, que me imaginaba simplísimos, casi me caigo de culo al ver las estructuras perfectas, las arquitecturas arreglísticas brillantes en las que dos acordes mayores comunes eran seguidos por otro con una pequeña variación que convertían a la barra de acordes en algo muy similar a cualquier otra barra de una canción pop pero a la vez de una profunda diferencia. Ver una tablatura de los Beatles es como contemplar un copo de nieve en el microscopio y descubrir la simetría secreta que sostiene su belleza.

Desde entonces empecé a escucharlos con más atención y descubrí maravillas asombrosas en los arreglos, en las increíbles líneas de bajo, en los planos de sonido, en el timbre de las guitarras, en el delicado equilibrio de las voces, etc. Nunca fueron la banda que me cambió la vida, siempre me asombraron, nunca me conmovieron, siempre me enseñaron. Siempre los admiré, nunca los idolatré.

El mayor y más innegable talento de los Beatles es no el de haber sido los más de nada sino más bien el haber sabido combinar los elementos que había en el aire de la forma más equilibrada y humana posible. Es algo que comparten con bandas como los Sex Pistols, Sonic Youth, Pixies o Nirvana, esa capacidad de perfeccionar y adaptar a un formato accesible y válido a la vez los sonidos que estaban en el aire.

La obsesión por pensar a los Beatles como una banda cualitativamente diferente y totalmente por fuera de cualquier discusión o comparación no solo es pensamiento mágico, además es pensamiento único, como el de las hinchadas de fútbol, como el de los neoliberales...

Alguien dijo alguna vez que le gustaba pensar en los Beatles como una de las mejores bandas de los sesenta pero que pensar en los mismos como La Mejor no le parecía tener sentido. El que ese alguien fuera John Lennon le daba un poco de autoridad extra a su opinión)


Y nada, críticos de la RS, cómprense un par de discos que no sean de una major, no sean piojosos, si quieren yo les grabo… Ah, no se olviden para la lista del sur del de Piñón Fijo y el de Leticia Brédice. Y está bien que con el tiempo el primero de Velvet ha ido vendiendo alguna que otra copia pero la cifra de 311.000 millones me parece un poquito exagerada.





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