miércoles, abril 28, 2004

Conozca al enemigo

(basado en una desaprensiva charla con il commentatore sigmur)

Dentro de las fricciones estéticas de las tribus urbanas relacionadas con la música, hay un género, más bien un paradigma, de artista que a pesar de ocupar proporcionalmente mucho más espacio mediático que cualquier otro, no ha sido definido en sus aristas más generales. Tal vez esto se deba al promedio de edad de este tipo de artistas, que superan por lo habitual los 25 años, lo que los hace un poco mayores como para prestarse a ser clasificados. Además por lo general tienen un cierto grado de connivencia con los clasificadores y entre bueyes no hay cornadas. A falta de un mejor nombre denominémoslos "brillantes artistas posmo".

¿Qué es un "brillante artista posmo"? Bueno, cuando uno creía que el posmodernismo estético berreta había muerto, es decir, que había muerto esa lectura iletrada del posmodernismo que consiste en combinar en la forma más evidente posible elementos disímiles diciendo pelotudeces barnizadas de ingenio obvio, nos damos cuenta de que se siguen vendiendo buzones de todo tamaño y ningún talento, que siguen haciendo los mismos trucos publicitarios que se hacían en los ochenta (aunque sin la excusa de la ingenuidad) y que la prensa de espectáculos -que siguen siendo los mismos muñecos que estaban en los ochenta- aplauden con alegría al reconocer los mismos trucos estéticos que los hacían tan felices veinte años atrás, cuando todavía leían libros, cuando todavía tenían la disculpa de la tierna edad y cuando todavía tenían alguna puta idea de lo que estaba pasando en términos artísticos acá y en el resto del mundo.


(Fight the Good Fight)

Voy a hacer un identikit para reconocer a los artistas de este género que por motivos extraños no ha sido reconocido como tal. En aras de no influenciar no voy a dar nombres, ustedes rellenen los espacios en blanco correspondientes a las luminarias a las que les parezca que les calza el saco:

1) Los brillantes artistas posmo (de ahora en adelante mencionados como BAP) necesitan en cada obra y en cada canción dar una señal de modernidad, no muy extrema y que no predomine, es decir, arreglos moderados. Hay una escala descendente o ascendente en estas arreglos - en el caso de una canción de folklore el touch puede ser una guitarra eléctrica distorsionada, en el caso de una canción de rock puede ser una secuencia rítmica o un par de samples innecesarios que den el mensaje "también escuchamos electrónica". La única cita de Rimbaud que el brillante artista posmo conoce es la de la necesidad de ser absolutamente moderno, que el BAP no entiende pero obedece a su manera como un musulmán obedece el Corán.

2) Los BAP también recorren el camino opuesto; si la composición está demasiado emparentada con algún género contemporáneo y foráneo, el BAP irá corriendo a agregar algún elemento anacrónico o telúrico (una quena, una tumbadora) que no lo haga parecer un cipayo. El BAP vive pendiente de lo que sucede en el mainstream (anglosajón) pero quiere reproducir eso haciendo un enorme aporte personal: una quena, una tumbadora.

3) La legitimación por la audiencia no existe para los BAP. ¿Para qué perder el tiempo convenciendo al vulgo si podés invitarle un saque a los líderes de opinión adecuados que, gracias a Dios, son gente como uno (como un BAP)? El éxito o fracaso de un BAP siempre es un verticalazo de arriba-abajo porque los BAP, como los artistas adolescentes pop a los que aman/desprecian según lo cool que sea ese amor/desprecio, creen en la idea antes que la praxis. El buen BAP tiene un tema sonando en la radio antes de haber tocado en vivo por primera vez; el excelente BAP tiene un tema sonando en la radio antes de haberlo siquiera ensayado.

4) Los BAP son devotos de la metonimia, es decir de la parte que sugiere el todo, por eso una buena composición BAP debe estar contenida en su totalidad en los primeros cuatro compases, o mejor en dos -que entran en la tanda publicitaria-, el resto es esa clase de redundancia que los BAP le dicen "énfasis".

5) Las campañas publictarias de los BAP y el diseño estético de las mismas son tan brillantes como los artistas que promocionan. Esto no es casualidad porque los creativos publicitarios son también amigos de los BAP, bueno, los creativos publicitarios suelen ser BAP en sus tiempos libres. Todo BAP que se precie ha hecho sus armas en una agencia publicitaria, experiencia que recuerda con cinismo y que suele sacar a flote para resaltar el valor implicado en su salto al arte ("yo tenía la cuenta de McVerga, pero me agotó y me largué a la música") o a la que se refiere con moderado desdén anunciando su próximo abandono -de la publicidad- cuando "las circunstancias sean adecuadas".

6) Los BAP no creen en la excelencia instrumental, que es cosa de jevis y terrajas, pero si hay rubros contratan a los sesionistas más cotizados, porque si vamo' a hacerlo vamo' a hacerlo bien. Después comentan lo notable que es tener a un virtuoso tocando un tema de dos tonos, aderazándolo con alguna anécdota tipo "y él me preguntó: ¿son sólo estos dos tonos? Sí, son solo esos dos tonos, le contesté y él no lo podía creer". La pregunta de por qué contrata a un virtuoso para tocar esos dos putos tonos no lo inquieta al BAP porque nadie se la hace (es lo bueno de ser amigo de los periodistas).

7) La ubicuidad es un factor esencial para un buen BAP, no debe haber vernissage, estreno, recital internacional o desfile donde el buen BAP no se deje ver. Las relaciones sociales son esenciales y todo alimenta a un buen músico posmo. Además son los lugares ideales para hablar de semiótica de la ropa con la/el modelo que intentan levantarse (los BAP son libres como el viento).

8) Los BAP son divertidíiiiiiisimos. Siempre hay un comentario ingenioso e irónico útil para probar el talento y el distanciamiento brechtiano de un BAP. Nunca hay que buscar la carcajada, que es una grasada, sino la sonrisa cómplice, el reconocimiento entre almas superiores. En canción esto también está presente en la adorada figura del oxímoron, por la cual se pueden ejecutar bailantas electrónicas y cantar sobre cumbieras intelectuales, asombrando y delitando a los chicos/as de la agencia. "No sé si me gusta la música, pero él es muy inteligente" es una frase que florece a su alrededor. Yo diría "brillante".

9) La corrección política es el dogma del BAP, pero como es una persona educada sabe tomarla con perspectiva y hacer deliciosas ironías al respecto, especialmente cuando dicha corrección política ha llegado en el caso de alguien al compromiso político. El BAP entiende el compromiso político pero no es lo suyo, o sí, ya que dedica horas y horas a elaborar cientos de chascarrillos y chanzas sobre el alienado que se toma toda esa garcha en serio. Pero el arte del BAP debe permanecer impoluto a las contingencias de la política, aunque debe saberse que en el fondo el BAP es progre. No, dice el BAP leal, yo no pienso como (ponga aquí el nombre de un furibundo fascista mediático) pero nos conocemos de facultad (¡de la agencia, de la radio, de la productora, del canal!) y en persona no es un mal tipo.

10) Hay un calificativo que el BAP teme por encima de todos -incluídos los de terraja, grasa y sinónimos locales- y es el de light. "No señor, lo mío no es light, es amor por la cultura popular y por lo liviano, lo divertido. Sí, ¡claro que sé que liviano en inglés se dice light!". Los extremos, para el BAP, son tan malos en música como en política y no hay que alienarse de nadie porque un BAP quiere llegar a la gente, porque él es como la gente, diferente pero igual... un amante de la cultura popular... un difusor, hoy aquí mañana en otra parte y.... baby, es mucho más que un corte de pelo...





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