viernes, abril 02, 2004

Mirando canciones (V): Two People

Para lograr la gloria que tal vez merecían los Violent Femmes tendrían que haberse disuelto definitivamente en 1983, después de editar su disco homónimo, y congelarse en el tiempo como los apenas post-adolescentes neuróticos que hicieron el disco definitivo de rock adolescente y neurótico. No lo hicieron, y por ello vivieron a la sombra de semejante precedente, sacando discos notables o más (el Hallowed Ground es musicalmente más jugado y variado, por ejemplo) pero sin poder reproducir la misma relevancia generacional y angustia inmadura que les quedó marcado como distintivo para siempre.

Aquel disco fue y sigue siendo tan catártico y contagioso que se ha ido pasando como antorcha por todas las generaciones que se sucedieron desde su edición y que constituyen su público, un público de edad invariable mientras ellos envejecen. Cuando los vi en el ’98, las únicas personas mayores de 22 años que había entre las 2000 personas del público eran la banda, yo y Anthony Kiedes, que quién sabe qué mierda andaba haciendo por allí. Durante el show tocaron ese dichoso primer disco entero, como si estuvieran presentándolo, y apenas matizándolo con algún tema del tercero o del Why Do Birds Sing? Lo cual tendría que haber sido satisfactorio pero fue más bien patético, porque yo había visto, una y otra vez en largas sesiones de porro y juventud, el video en vivo del ’85 (No, Let´s Start Over) - desprolijo, jazzero y ruidoso, lleno de experimentos y rarezas- y ver su correcto show de fin de siglo (de la misma gira del Viva Wiscounsin) fue como haber visto filmaciones de los discursos de Lenin y luego ir a ver la momia en el mausoleo.


(esto le hacían a la gente en los ochentas)

Pero a lo que iba es que irónicamente en su larga carrera oscurecida por el formidable debut los tipos hicieron temas brillantes como el que me ocupo en destacar, y que nunca alcanzaron status de clásico en su discografía. “Two People” cierra el The Blind Leading the Naked (1986), funcionando como una melancólica coda a su disco más jocoso y mainstream. Debe ser una de las baladas más cortas de la historia, ya que a pesar de su velvetiano medio tiempo se detiene a los 57 segundos. Esto se debe a la ausencia de repeticiones y lo definitivo de su breve texto, que con el laconismo abierto y telegráfico de un haiku reza lo siguiente:

"I'm thinking of two people / That I could love / Oh momma make me feel so good
Whatever I think of /

Oh and I know / It don't seem like I have that much / To give

We could find a foreign place / Where we could live
We could find a foreign place / Where we could live"


Si tuviera que elegir sólo una canción para representar el poder y la hermosa histeria de los Violent Femmes eligiría cualquier otra, “Add it Up”, “Gimmie the Car” o incluso “American Music”, pero en su modestia “Two People”, también contiene los mejores elementos del arte de Gordon Cano. La canción de por sí es misteriosa, podría ser una evocación de un idílico menage-a-trois, una arrepentida revisión de una relación padres-hijo o, más probablemente, una reflexión sobre un universo emocional frustrado antes de intentar concretarse. Cano es un maestro de lo confesional, y aquí, serenamente, llega a la confesión final, ya no el rechazo sino directamente la imposibilidad de llegar a el mismo. El condicional de toda la canción hace evidente que el deseo del narrador no fue planteado, y que posiblemente no lo sea ya que el mismo no tiene ni siquiera eso para dar (“that much to give”), quedándole sólo la hipotética posiblidad de un país extranjero -que posiblemente no sea extranjero a los Estados Unidos sino al Mundo en general- donde pudiera vivir en esa armonía de imposible concreción.

Es un tipo de emoción sobre la que nadie quiere dar vueltas por más de 57 segundos.

Gordon Cano, cristiano problemático, posiblemente gay o bisexual, abusador de substancias, neurótico con bandera, “weirdo” por definición, llevó a la música del after-punk estadounidense lo confesional en una forma muy parecida, aunque intrínsecamente yanqui, a lo que Morrisey estaba haciendo del otro lado del Atlántico. De sus probables y llamativas sinceridades, tal vez la más madura y trágica sea la de aceptar el divorcio entre su mundo sentimental y el mundo verdadero. En el mismo disco admitía con recelo en “I Held Her in my Arms”, “I can’t even remember if we were lovers or if I just wanted to”. Años después en su versión alterada de “Do You Really Want to Hurt Me?” transformaría el “I have danced inside your eyes / How can I be real? ” del Boy George por el autista y desesperado “I did dances inside my mind / Now how can I be real?”.

Césare Pavese decía que se deja de ser joven cuando se comprende que contar los problemas no los soluciona. Cano dejó de ser joven cuando descubrió que los problemas adolescentes expresados en su primer disco no existían, y que su propia inexistencia era de hecho algo peor. Hombre atormentado y artista capaz, fue capaz de condensar esa compleja sensación de lucidez fatal –o sugerirla- en una suave melodía más triste que depresiva y que dura menos que el tiempo que se demora en leer este post, y mucho menos del que se usó en escribirlo.





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