martes, abril 13, 2004

Mirando canciones (VI): Song With No Name

Antes que nada una aclaración prejuiciosa: nunca me ha pasado, supongo que porque tampoco es algo que uno vaya preguntando por la calle, pero si me topara con alguien que me dijera que no le gusta Shane MacGowan y los Pogues, inmediatamente me inundaría la sensación de estar hablando con un degenerado o con una persona desalmada, y posiblemente perdería todo interés en continuar dicha conversación. Habiendo dejado esto en claro paso a hablar de la canción en cuestión.

Song With No Name” es el tercer tema del primer disco solista o más o menos solista de Shane MacGowan, The Snake, disco editado en 1995 después de que sus compañeros de los Pogues se vieran obligados a darle un shot en el cool a causa de sus innumerables (y enormes) adicciones y su conducta errática e imprevisible (no quiero imaginar lo que debe haber sido, porque es como si los Them hubieran echado a Van Morrison, o los Stooges a Iggy). Es un vals lento en un disco con pocos temas suaves o baladas y, a pesar del buen lugar que ocupa en el disco, la canción pasó bastante desapercibida al haber sido elegidos para difusión del mismo “Haunted”, el pimpinilesco dúo con Sinéad O’Connor y la autoparódica y floja “Nancy Whiskey”. Pero “Song With No Name” era la joya de este disco bien-intencionado aunque condenado a ser oscurecido por los anteriores trabajos de MacGowan con los Pogues. Transcribo la letra del tema:

Long years ago I fell in love / With a lady proud and fair / So passionate were she and I / We made fire in the air / I loved her more than life itself / She loved me just the same / And it broke my heart to think we'd part / If she ended the affair

But I was brutal, I was ignorant, / I was cruel, I was brash / I never gave a damn about / The beauty that I smashed / No sadist I, I ever found delight / In making my love cry / Now I'd pray for a single kiss from her / To be lashed and crucified

And now I fear this lady fair / Can never more be mine / Long gone are nights in my lonely bed / All suffering and crying / And though I fear that through this life / She'll call me only friend / 'Til I'm dead and buried in my grave / My love will never end


MacGowan, además de un vocalista tan formidable y expresivo que a nadie le importa cuando desafina (debe ser el cantante que más desafinaciones notorias tiene en grabaciones profesionales), es uno de los mejores letristas de la música popular contemporánea y, de alguna forma, un de los pocos ejemplos de lírico posmoderno y romántico al mismo tiempo. Poeta y punk precoz, MacGowan es uno de esos casos de un asombroso talento natural que es despilfarrado por culpa de ciertos demonios inquietos, pero que aún con estos bichos zumbándole la cabeza es capaz de elaborar joyas en estado bruto tan hermosas que parecen talladas. Como Stephen Merritt, MacGowan trabaja sobre formas y estructuras líricas tradicionales a las que renueva con pequeños toques de referencias contemporáneas o inusitadas; también al igual que Merritt, MacGowan es un romántico irredento y desvergonzado, capaz de utilizar figuras emocionales tan obvias y grandilocuentes que, de no ser por la pasión y el convencimiento con el que las canta, parecerían paródicas. Pero MacGowan no es un posmoderno pelotudo que se cree un genio porque puede imitar estilos de antaño con una guiñada, y es evidente que el amor que le tiene al heroico folklore de su país es mucho más que el simple deseo de aprovecharlo para llamar la atención a los periodistas mid-cult. Y se diferencia de ese compositor encantador que es Merritt en que nunca se le ve una intención cerebral detrás de sus canciones, nunca se le ve la receta de la combinación, cuando canta parece que las proporciones de pasado y presente, de pasión e ingenio, de tradición y ruptura, se han abrazado tan fuerte que es imposible separarlas.



En esta canción ambos mundos están aparentemente disociados formalmente, de hecho la primera estrofa guarda una forma romántica, de vuelo y espiritualidad excesivos, frases hechas, promesas de eternidad y algo de melodrama. En cambio la segunda estrofa tiene un carácter confesional único en su sinceridad y da la medida del genio de MacGowan. En primer lugar está la autoflagelante enumeración de fallas que admite haber cometido en su relación. Uno de los adjetivos con los que se auto-califica, “cruel”, es habitual en el rock pero desde Elvis hasta Cerati generalmente se lo han encajado a la otra persona y es raro verlo referido a uno mismo, lo mismo podría decirse de “brutal”, tal vez aún más raro en relación a una situación sentimental y “brash” (que a duras penas puede traducirse como “grosero”) es un término más bien excéntrico pero muy sonoro. Pero el que es excepcional es el primero, “ignorant”, un insulto definitivo y un defecto capaz de arruinar cualquier historia de amor. MacGowan lo canta/confiesa con toda la vergüenza, arrepentimiento y dolor que deben haber llevado a elegirlo, y en combinación con los otros tres presentan a un hombre abrumado por su propia conducta, un sentimiento supongo familiar para un bebedor como el irlandés. El resto de la estrofa es tan lírico que me niego a comentarlo, la contundencia del “I never gave a damn about the beauty that I smashed”, la extraña construcción del “No sadist I, I found delight in making my love cry” y la súplica final hablan por sí solas. Agrego que quien no sienta empatía o no vea la excepcional sinceridad de esta estrofa es un ciego o una persona muy afortunada que nunca le ha visto los dientes a la fiera.

La tercera estrofa vuelve al idealismo de la primera, conformando una especie de sándwich estilístico, característica que es casi imposible notar a menos que se le haga un análisis porfiado similar a éste. La canción funciona como un todo en el que las imágenes tradicionales y la confesionalidad moderna van de la mano y son apenas dos formas de un mismo sentimiento.

Musicalmente el tema es pariente de los grandes valses de los Pogues –“Old Main Drag”, “A Pair of Brown Eyes”, “Misty Morning Albert Bridge”, “London, You’re a Lady” (mi favorito), “Summer in Siam”, etc. Como todas las canciones del MacGowan solista es considerablemente más tosco que sus precedentes y tiene esa cualidad un poco degradada en relación a los mismos que en otros temas del disco roza la autoparodia, pero sigue siendo una canción espléndida que me eriza la piel cada vez que la escucho. El título, que sería pretencioso para otro tema (odio las canciones sin nombre o numeradas, qué carajo se creen pseudo-concretistas de cuarta) es asombrosamente adecuado ya que es una canción que lleva un nombre implícito que MacGowan evidentemente no puede escribir, algo que se nota también en el hecho que es una de las pocas canciones del tipo que no tiene ninguna referencia locataria o anecdótica explícita y reconocible. Es una canción que ocurre exclusivamente en el plano de la memoria y su pariente negro, el remordimiento.

No sé en qué anda MacGowan, posiblemente atentando contra su salud con la tenacidad que nunca pudo utilizar a favor de su música, y es una pena. Porque uno escucha el último verso de “Song With No Name” – “'Til I'm dead and buried in my grave / My love will never end” - y se da cuenta de que el tipo puede cantar algo así y significarlo al mismo tiempo, sin sonrisas de costado, sin gestos pseudo-heroicos, sin mentir. No sé cuántos cantantes, letristas, compositores, crooners o lo que sea son capaces de hacer algo así. En este momento sólo se me ocurre uno





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