jueves, mayo 06, 2004

Number 13 Babies

Siempre comento con mis amigos del otro lado del Plata la gracia que me hace la supersticiosa costumbre argentina de considerar a determinadas personas como “mufas”, “yetas” y símiles. Agujeros negros humanos que atraen la desgracia y la mala suerte con una infalibilidad letal y absoluta. Esta creencia o costumbre no es muy habitual en Montevideo (aunque recientemente escuché a un catedrático grado cinco explicar detalladamente en clase los motivos por los cuales hay que hacer cuernitos con la mano cuando se escucha el silbato de un afilador), por lo cual me resulta doblemente gracioso cuando escucho a amigos porteños como el “artista antes conocido por el nombre de un ave acuática de largas patas” explicarme como no solo personas sino bandas enteras tienen la capacidad funesta de ser yetas, explicación durante la cual el artista debe tocarse un huevo dos o tres veces al mencionar a varias formaciones innombrables.

Dejando de lado la parte supersticiosa, la verdad es que en el mundo hay varias bandas con una mala suerte tan descomunal que hacen sospechar la intervención de fuerzas malignas o una obstinación sobrenatural en arruinar dotes naturales y momentos perfectos. Músicos como Johnny Thunders, del que se llegó a decir irónicamente que siempre estaba “arrancando la derrota de las fauces de la victoria” y se consolaba cantando la fatalista “Born to Lose”, y toda una galería de perdedores cuyo fracaso no obedece a las leyes naturales del mercado sino a una combinación de situaciones extrañamente adversas, decisiones dudosas, estupidez y pura yeta.

Hago una pequeña lista de yetas perdidos del rock’n’roll, evitando bandas cuya derrota comercial está ligada a un desfasaje con el gusto de la época (Velvet Underground, Stooges) o demasiado extremas como para tener un auténtico éxito popular en ninguna época (Captain Beefheart, Rudimentary Peni, James Chance). Por otra parte ese fracaso del que la Velvet siempre es ejemplo en manos de periodistas poco imaginativos es muy relativo, ya que a nivel de líderes de opinión siempre fueron más que apreciados y de hecho su éxito ha sido lento pero constante. Tampoco vamos a contar a los que alguna desgracia personal o alguna adicción exagerada les interrumpió la carrera o los mandó para el otro lado, que son hechos fortuitos del destino o de pasión autodestructiva. No, pasemos de largo a los marginales y los devorados por los demonios y dediquémonos a los auténticos perdedores, a los que tenían todo y cagaron todo en contra de las posibilidades, casi con esfuerzo, porque estaba todo tan a su favor que era soplarla y mandarla guardar, y la mandaron a la tribuna. Los más losers de los losers, (me toco un huevo y hago cuernitos con la mano libre): la galería de los yetas.

Moby Grape:
Primero se junta una especie de dream-team de compositores jóvenes, talentosos y carismáticos de California, forman una banda hiper-balanceada en lo musical, los tipos componen para su debut una catarata de hits, les ponen un fangote de guita para promoción, está todo el mundo esperando una banda de pop psicodélico californiano que no sea tan pirada como los Grateful Dead ni tan excéntrica como los Mothers y que no tenga a la histérica de Grace Slick (es decir: exactamente lo que eran los Moby Grape), los sacan al mercado y… fracasan como unos guachos, no consiguen la menor credibilidad, el disco no vende una mierda y no los van a ver ni sus novias. Quedan tan quemados que, después de sacar algunos discos lamentables desparecen y el más talentoso de ellos, Skip Spence, queda tan limado que se convierte en el Syd Barrett norteamericano, saca un disco hermoso (Oar) al que tampoco se le da pelota y muere comido por los piojos en el 99, justo cuando el mundo empezaba a acordarse de él y a escuchar el Oar. Unos malditos los Moby Grape; en la escala jettatore les damos un 8/10.


Los Moby Grape, demasiado de la croqueta para darse cuenta de su desgracia

Jobriath: Esto nunca hubiera pasado en los tiempos de Afo Verde; en plena era glam descubrieron a un andrógino que tocaba y cantaba mejor que Bowie, le metieron novechiquicientosmil dólares para que grabara en las mejores condiciones y megabarbacientosmil dólares más para promocionarlo, incluyendo un cartel gigante en Times Square. Pero resultó que el tipo estaba un poquito más allá de lo gay que U.S.A. podía soportar y se le notaba mucho. Sólo había lugar para un Liberace así que Jobriath fracasó en forma total, a pesar de haber sacado un disco que no merecía tanta desdén, y que de hecho era similar (pero mejor) a los discos que llenaron de guita a Meat Loaf. Pero al tipo se le había cruzado por delante no un gato negro sino una familia de panteras negras: terminó siendo una de las primeras víctimas del SIDA. ¿Jettatore Scale?: revienta las marcas, 10/10

Stone Roses: Para haber conseguido la atención mediática que tuvieron y no haber podido sacar más de dos discos oficiales de los cuales sólo uno es escuchable hay que ser muy, muy loser. En proporción es posible que ni los Beatles hayan tenido tanto delirio mediático a su alrededor y, por una vez en la puta historia del hype inglés, algo de razón había porque los tipos estaban volando tanto en el aspecto novedoso como en el hedónico, logrando eso tan raro que es sonar nuevo y totalmente accesible al mismo tiempo. Para mejor tenían un guitar hero total, un vocalista con un carisma y una facha increíbles y una base mortífera. Y qué hacen los pelotudos: se pasan de rosca totalmente, se toman un vagón de drogas y hacen todas las cagadas contractuales que puede hacer una sola banda. El resultado es, ustedes lo saben, que se pasan mil años sin sacar un puto EP y cuando se libran de sus problemas, anuncian que tienen listo el disco del milenio y se entregan esa bosta que es el Second Coming (si, si, ya sé que algunos de ustedes están diciendo “epa, benito! ¡Que hay temas buenos en el S.C.!”, bueno, escuchen el tema que más les guste del S.C. y luego escuchen “Sugar Spun Sister”, después denme la razón). Obviamente se fueron a la B, perdiéndose el tren del brit-pop que llenó de guita a bandas infinitamente inferiores, y casi que se lo merecen por giles, digo yo. Escala jettatore: 7/10 porque al menos se divirtieron mientras duró.

Paul Di’Anno: Este es el Pete Best del heavy metal; cuando se sabía que la New Wave of British Heavy Metal era la próxima bomba del rock (aunque los críticos no se dieran cuenta) él era el vocalista de la banda que tenía todos los boletos para ser los héroes del momento: Iron Maiden. El tipo era brillante, gruñía como Lemmy sin llegar a la caricatura del death pero podía ser melodioso también. Pero era terrible imbécil, cosa que prueban tanto sus arengas al público en Maiden Japan como el hecho de que le dieran una patada en el culo por desconado, que es como que Horacio Guarany te acuse de “borracho”. Lo último que se escuchó de él era que andaba por ahí haciendo el ganso en bandas “tributo” de Iron Maiden. El que los fans de Maiden consideren el mejor vocalista que tuvo la banda a Bruce Dickinson, tipo simpático y buen showman pero insoportable cantante, a pesar del precedente de haber tenido a alguien de garganta tan notable como Di'Anno, prueba que el tipo está cagado por los dioses. Escala jettatore, yo que sé… 6/10 pero cualquier día lo encontramos tirado en el mercado del puerto y le damos el 10 perfecto.

Todd Rundgren: Durante un rato era el Wonder Kid, un Elton John mejor que el propio Elton, más sexy, más músico, más carismático, con un arsenal de hits… y posiblemente se mandó la misma cagada que Jobriath y que sus futuros protegidos los New York Dolls: se le fue la mano con la mariconería y el look en una sociedad norteamericana que estaba re-armándose en sus prejuicios. Dicen que una actuación televisiva en la que se disfrazó en una extraña mezcla de duende y loca brava fue el acabóse porque, como dicen los veteranos televisivos, del ridículo no se vuelve. Para peor su novia, la legendaria Bebe Buell (madre de Liv Tyler y la mujer más carismática e inteligente de la historia secreta del rock) se ha dedicado a contar todas las veces que le metió los cuernos con el trapudo de Iggy y demás figuritas neoyorquinas. Lo que lo define como un loser total es el que en Argentina apenas es conocido por algunos que saben que “Influencia” de Charly García es una versión de una canción de él, y la mayor parte de la gente piensa inclusive que es de García. Jettatore degree: 7/10.

Saxon:
Otros que se cayeron de la cresta de la New Wave of British Heavy Metal; en 1981 eran LA banda que se venía del heavy inglés; tenían credibilidad, tocaban de puta madre, eran más duros que Def Leppard pero más pop que Diamond Head. Más variados y fantasiosos que Mötorhead, pero menos fantasmas que Iron Maiden. Es decir, eran los jugadores más preciados y hasta la banda a destronar. Nadie tuvo que esforzarse mucho en sacarles el puesto porque la sucesión de cagadas y malas decisiones estéticas que se mandaron los llevó a la B sin etapas. ¿Por qué una banda con la posibilidad de ser algo así como la versión años 80 de Steppenwolf se le ocurre empezar a hacer canciones pomposas sobre cruzados y guerreros medioevales, e inmediatamente pasar a hacer hair metal tipo Bon Jovi? Posiblemente haya sido una mezcla de malas drogas, Dragons & Dungeons y un manager de mierda; el resultado de todas estas divinuras fue que los Saxon pasaron de ser los mejores de la clase a ser una banda tan apestosa que no la iría a ver ni un fan de Rata Blanca después de haberse tomado una damajuana de vino emotivo. Escala jettatore: 8/10, pero se lo buscaron solitos.

Roky Erickson: No cuento la historia porque me pongo triste, qué tipo más desgraciado. 8/10.


Runaways: ma' si, vayanse todos a cagar

The Runaways: ¿Y acá que pasó? Tendrían que haber sido las Bay City Rollers femeninas, la idea que hiciera rico a Kim Fowley, la banda glam de California… Y no pasó prácticamente nada, excepto en Japón (ojo que ser big in Japan puede ser mejor que ser mediano en California). La injusticia es porque la idea era buena, no la banda, de la que se puede sacar apenas un puñado de canciones escuchables. Después les fue bien, al menos a Lita Ford y a Joan Jett (la más cool de las lesbo-queens, mucho más poderosa que cualquiera de esas Riot Grrls mal depiladas), y por lo menos no terminaron dando lástima ya que la banda terminó cuando ni habían cumplido los veinte. Pero estoy seguro que Kim Fowley (mmmh… qué pinta de mufa) todavía se debe estar preguntando qué carajo hizo mal. Jettatore Curve: 5/10 por buena onda y final feliz.

The Screamers: Eran los Suicide de la Costa Oeste, pero tenían un potencial comercial que Suicide nunca tuvo, de hecho, podrían haber llegado a ser unos Pet Shop Boys punk diez años antes que los Pet Shop Boys. ¿Qué pasó? Lo de siempre, peleas por caprichos, puteríos varios, un disco que nunca hicieron… y adiós. Tan desgraciados fueron que su logo –una especie de punk muy enojado- fue pirateado por todos lados y es un ícono casi tan conocido como la carita de “smile”, y los tipos no tenían el copyright… Como no podía ser de otra forma entre los cagados por los dioses, su líder Tomata du Plenty también fue una de las primeras víctimas del SIDA. Les damos 9/10 en la escala jettatore y si no llegan al 10 perfecto es solo porque K.K. Burnett, uno de vocalistas, se casó con Trudie, que era la punk más linda de todo Los Angeles.

Sigue Sigue Sputnik: Durante media hora todo el mundo estuvo esperando caerse de culo con la “quinta generación del rock”, terminaron cayéndose de la risa. La idea no era mala: agarrabas a Suicide, le ponías dos tonos más para hacerlo más pop, un poquito de Gen X (gracias Tony James) y unas fachas que bueno, bueno... qué locura.... El resultado es público; no me extrañaría enterarme que el cantante labura en un mini-market o algo así. Para el jettatorometro darían un 5/10 porque uno sospecha de que ellos mismos sabían que eran un cuento total. Si escuchándolos llegamos a la conclusión de que no lo era, les tenemos que aumentar tres puntos.

Theoretical Girls: Casi 25 años después de la disolución de los Theoretical Girls finalmente se editan los demos y temas perdidos de la banda, y todo el mundo se da cuenta de que no sólo eran una de las mejores (o la mejor) banda de la No Wave neoyorquina sino que además eran la única con posibilidades comerciales, ya que estaban sonando como los Sonic Youth del EVOL casi diez años antes. Cuando todos los ojos del mundo estaban mirando a ver qué carajo pasaba en NYC, nadie los vio a los Thoretical. ¿La culpa? Posiblemente de la perra de Lydia Lunch, que parece que fue la que intrigó para que Brian Eno dejara afuera a los grupos del SOHO (Theoretical Girls, Bush Tetras, Red Transistor) de la recopilación No New York. En fin, no llegaron siquiera a ser una banda influyente porque no los escuchó prácticamente nadie (a excepción de Ranaldo & Moore, que agarraron un par de ideítas); Glenn Branca terminó con una cierta notoriedad y respeto pero haciendo cualquier cosa menos rock, y en Theoretical Girls hacía rock y del bueno. Índice Jettatore: 8/10 por haber sido tan desperdiciados que ni siquiera llegaron a ser de culto.


NYD: así no se puede

New York Dolls: Por fin, los reyes del fracaso y la cagada atómica, los que le dieron a la palabra “loser” la estatura de título nobiliario cuando era más fácil meterla que errarla, como diría Kesman... Una banda formada bajo una escalera en un terreno donde había un cementerio indio del nº 13 de la calle de los gatos negros y las víboras del teatro… Sí, ya sé que me van a decir que fueron una banda super-conocida y que son parte grande de la leyenda del rock, pero –al igual que los Stone Roses- lo que da la medida de su yeta no es lo que fueron sino lo que podrían haber llegado a ser, para darse una idea: Kiss, Aerosmith, Poison, Guns & Roses e inclusive los Sex Pistols fueron bandas hechas, en algunos aspectos, a imagen y semejanza de los NYD, que además les rompían el culo en cuanto a talento y carisma a cualquiera de ellos (excepto a los pistolas, obvio), pero que se esforzaron tanto en hacer todo mal que los desgraciados nunca pudieron convertirse en el monstruo que todo el mundo quería que se convirtieran. El hecho de que tres de sus seis miembros originales estén muertos (dos por sobredósis, uno por SIDA contraído por su adicción a la heroína) es bastante ilustrativo de la hecatombe de una banda cuyo destino era ser el eslabón no perdido entre los Rolling Stones y el punk. Enumerar todas las que se mandaron (contratos arruinados, giras canceladas, fotos desafortunadas, etc.) me llevaría tres post como este pero para muestra vale un botón de la biografía de uno de los que quedó vivos (es decir, de los afortunados): el bajista Arthur Kane, a quién entre otras suertes una novia le había cortado un tendón días antes de la primera gira norteamericana de los NYD, estuvo años luchando con un alcoholismo tipo Adiós a Las Vegas que lo convirtió en el primer bajista que tenía que tener un doble tras bambalinas, ya que el killer no podía ni tocar del pedo eterno que llevaba. Después de mil desastres, incluido un accidente muy parecido a un intento de suicidio, el tipo, algo mejor de salud, se fue a Los Angeles para cambiar de aires y recomponerse. Y, siendo un notorio rubio de casi dos metros, se le ocurrió salir a pasear durante los disturbios raciales del 92, consiguiendo que le partieran un bate de béisbol en la nuca y lo mandaran al hospital por un año, donde le pusieron una placa de metal que hoy lleva en la cabeza. Born to lose, born to lose… La relativamente próspera carrera de David Johansen les bajaría puntos en la escala jettatore, pero el desastre de todos los demás es tan brutal que logran la puntuación perfecta: 10/10.

PD: Me quedan en la lista los Flamin' Groovies, Eliott Smith, Arthur Lee, Poster Children, los Buckley, Cell, Terence Trent D'Arby, etc. Pero revisando la lista a posteriori me doy cuenta que hay una enorme proporción de artistas glam o ligados al glam, género que no es mi obsesión ni mucho menos, por lo que me permito preguntarme si el propio glam no será yeta.





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