viernes, mayo 21, 2004

Opciones de horror

It’s so tough just to be alive / when I feel like the living dead
(Daniel Johnston – ‘Life in Vain’)

Los muertos que mata Benito / gozan todos de buena salud
(Titanes en el Ring – ‘Canción de Benito Durante’)

Veo, atrasado como siempre, Exterminio (28 Days Later) de Danny Boyle, película que venía esquivando pero que sabía que iba a ver inevitablemente. Compruebo que, como casi todas las películas de Boyle, es buena y que el director es un buen tipo por haber elegido el final más optimista y desechado el otro, más simétrico pero más estúpido, que agrega como opción al final. Después se repiten las características del ciclo de películas de los muertos vivientes con tres diferencias: a) la ubicación europea (inglesa) de la historia b) la velocidad de los muertos vivientes, que corren como Carl Lewis a diferencia de los tambaleantes zombis de George Romero (los de Dan O'Bannon, tal vez los más siniestros de todos, también corrían) y c) que los muertos vivientes no están muertos.

Pequeñas diferencias pero significativas para alguien que se conoce de memoria la guía Planeta Zombi de Jesús Palacios y que se ha visto la mayoría de estas películas, con especial interés en las que, como Exterminio, se inspiran directamente en el ciclo de Romero, del que se plantean, más que como una copia, como una variación personal, algo totalmente aceptable en el género del terror, al que las películas de Romero pertenecen y superan para convertirse en otra cosa.



(De muy niño leí una nota muy gráfica y repleta de fotos espeluznantes sobre Dawn of the Dead (1978) de George Romero en una Famous Monsters que cometí el error de comprar porque tenía a Bobba Fett en tapa. Las fotos de muertos vivientes devorando personas con fruición me atormentaron en pesadillas durante mucho tiempo. Desde entonces he tratado de ver cuanto producto tenga un zombi en el elenco, tal vez como exorcismo o prueba tonta de valor, ya que –las buenas, obviamente- me siguen aterrorizando como si fuera un niño, y de hecho tengo pesadillas recurrentes pobladas por muertos vivientes que se multiplican como conejos. Pero siempre voy hacia ese cine como polilla drogada hacia el foco de luz. He visto la trilogía de Romero como seis veces y siempre me asusta y me deprime. Y voy a seguir viéndola. Bueno, basta de intimidades.)

Al parecer va a estrenarse en poco tiempo en Montevideo una nueva versión de Dawn of the Dead, no una re-make como la que hizo Tom Savini con The Night of the Living Dead (injustamente subestimada), sino una película homónima pero al parecer con grandes diferencias con la original. Es inútil especular mucho sobre la misma porque es como especular sobre una nueva versión de Casablanca (¿se quedará Ilsa esta vez, lo matarán a Rick?), lo único que se puede especular es el ¿para qué? ¿para qué intentar repetir algo que era perfecto? Pero obviamente la voy a ver, en parte porque no tengo más remedio (las adicciones son adicciones) pero porque me corroe la curiosidad de saber si se mantiene algo del hiper-subversivo mensaje original. Dawn of the Dead aprovechó un momento particularmente tolerante de Hollywood y la tolerancia particular que goza el género del terror (porque todos sabemos que si es “de terror” no es “en serio”) para crear una de las metáforas más transparentes y violentas acerca del incipiente consumismo de los años setenta, cuando la gente todavía se preguntaba sobre los peligros del consumismo. George Romero es uno de los pocos directores norteamericanos de consecuentes ideas progresistas, algo que no hay que ser muy genio para descubrir al ver a los zombis deambulando por el shopping center porque era el lugar más importante en sus vidas cuando estaban vivos.

Pero no me puse a escribir este post para explicar las bondades de Dawn of the Dead, al igual que The Warriors una gran película norteamericana de culto de los setenta –la década de oro del cine norteamericano- e igualmente ninguneada en el Río de la Plata (en Montevideo directamente no hay ninguna copia comercial de video), sino para señalar una curiosidad relacionada con Exterminio. (Quienes no hayan visto Dawn of the Dead o Exterminio y pretendan hacerlo detengan su lectura aquí porque voy a hablar sobre los finales).

Como ya dije antes y como sabe todo el mundo, Exterminio tiene dos finales diferentes, en uno, que sería el que no se eligió, el héroe muere a causa de sus heridas, al parecer en el mismo hospital donde había despertado (lo cual es bastante paradójico, porque significa que lo llevaron de vuelta desde Manchester hasta Londres, un viaje de tres días), esta versión es ofrecida después de que pasan los créditos y es ofrecida como un final alternativo, pero el final desechado –después de todo es la que se ofrece fuera de la continuidad de la película-, el final auténtico es el que el hombre sobrevive y posiblemente es rescatado. Pero estos dos finales también son un homenaje a Dawn of the Dead, ya que además de que existen varias versiones de la película de diversa duración (yo tengo la copia en video doble, de 150 magníficos minutos, pero la versión más habitual tiene 40 minutos menos), Romero habría filmado también otro final alternativo que sería el siguiente: cuando los zombis rompen las barreras del shopping y arrinconan a Peter (el SWAT negro) y a Francine (la periodista rubia) en los pisos superiores, Francine sube a la terraza donde está el helicóptero mientras Peter se queda conteniendo a los zombis. Cuando se está por quedar sin balas, sobrecogido por el horror, Peter se pega un tiro antes de que se lo morfen. Francine está en la azotea con el helicóptero encendido y al verse rodeada por los zombis, acerca su cabeza a las aspas que se la cortan y la película termina con los muertos vivientes morfándose lo que queda de ella. Un final negrísimo, pero totalmente plausible en un cineasta como Romero (recordar los finales de The Night of the Living Dead o de Martin). Sin embargo en la versión que quedó, Peter se apoya el arma en la cabeza, a punto de matarse y uno lo está esperando, pero al final el instinto de vivir es más fuerte y el tipo combate sale a la azotea y huye con Francine. Siempre me pareció un final generoso y mucho más humano, no sólo porque termine “bien”, cosa que me importa más bien poco, sino porque re-significa toda la película y la vuelve más rebelde e inconformista. No ofrece mayores esperanzas y el mundo parece destinado a ser el feudo de los muertos en vida, pero aunque el fin sea ominoso e inexorable no va a llegar con la colaboración de estos dos personajes notables, que terminan como islas de vida entre la creciente marea muerta que cubriría todo el planeta en la continuación, la no menos notable pero sí menos valorada Day of the Dead.



Un gran éxito en su país de origen (y un mega-éxito en Europa, donde se la conoce como “Zombi”) Dawn of the Dead nunca se estrenó en los cines uruguayos y posiblemente nunca la vea en pantalla grande, a menos que algún día en Cinemateca hagan un ciclo irónico de cine gore –pasando por alto el que esta peliculita de terror es cine tan grande y tan removedora como cualquier venerado aparato europeo, y sin el embole-, veré entonces la nueva versión con grandes posibilidades de decepcionarme. Bah, con posibilidades totales de decepcionarme más allá de las buenas o malas intenciones de sus creadores. Dawn of the Dead es el producto de una extraña conjunción de astros: George Romero en dirección y guión, Dario Argento en producción, Tom Savini en efectos splatter, Goblin en música… Más o menos como la banda que reunió Miles Davis en la época del Kind of Blue.

¿Una herejía comparar a esta película, que puede ser considerada una acumulación de escenas grotescamente morbosas y depresivas con el disco más bello del jazz? Lo dije antes y lo repito ahora: los caminos de la belleza son sinuosos y pueden pasar por el espectáculo del miedo. El miedo a la no-vida, al hambre, a la soledad, a las pesadillas, al miedo. A el final de la película que podría ser pero que el artista deja de lado para que duermas mejor esta noche.





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