miércoles, junio 02, 2004

Mirando canciones (VIII): Clarisse

Hace diez años y un par de meses yo estaba en un bar de Salvador de Bahía sentado junto a una hermosísima estudiante de comunicaciones paulista llamada Simone, con la que me había reunido por casualidad en una salida con la gente del albergue en el que estaba parando y con la que intentaba tener todo tipo de contacto por cualquier medio disponible. En el intercambio de figuritas culturales con el que trataba de establecer conversación en un momento nombré a mi grupo brasileño favorito, Legião Urbana, esperando establecer una empatía instantánea. Sin embargo Simone no pareció muy entusiasmada y me dijo que la banda le gustaba pero que Renato Russo era alguien muy… y utilizó un término que en su momento no entendí y que hoy no recuerdo. Le pregunté qué quería decir y me contestó que Russo era “legal, mais ele acredita que sabe tudo…”. Me dejó pensando, porque yo consideraba la tendencia a filosofar livianamente de Renato Russo era un mal endémico de toda la música brasileña, cosa que sigo pensando, y que Russo no era necesariamente el peor de todos. Pero a partir de ese momento no pude escuchar una canción de Legião Urbana sin pensar “ah, ahí está el conselheiro” y desdeñarla un poco. Tal vez por eso, tal vez no, fui dejando de escuchar a la banda y la muerte de Renato Russo me produjo una profunda indiferencia, excesiva teniendo en cuenta lo que me había gustado su música en otros momentos.

Así que demoro ocho años en escuchar A Tempestade, último disco de Legião Urbana publicado en vida de Russo, y seis en escuchar Uma Outra Estaçao, disco póstumo compuesto en su mayor parte por canciones que habían quedado fuera de A Tempestade. Entre estas canciones encuentro a “Clarisse”, tema que había sido excluido del disco anterior tanto por su larga duración (diez minutos y medio) como por su oscurísima letra, una historia depresiva y autodestructiva que refleja el ánimo sombrío de un Renato Russo enfermo terminal de SIDA, y que probablemente sea tanto la más inquietante de sus obras como una de las más bellas. Transcribo su asombrosamente simple letra:

Estou cansado de ser vilipendiado, incompreendido e descartado / Quem diz que me entende nunca quis saber / Aquele menino foi internado numa clínica / Dizem que por falta de atenção dos amigos, das lembranças / Dos sonhos que se configuram tristes e inertes / Como uma ampulheta imóvel, não se mexe, não se move, não trabalha /

E Clarisse está trancada no banheiro / E faz marcas no seu corpo com seu pequeno canivete / Deitada no canto, seus tornozelos sangram / E a dor é menor do que parece / Quando ela se corta ela se esquece / Que é impossível ter da vida calma e força / Viver em dor, o que ninguém entende
Tentar ser forte a todo e cada amanhecer

Uma de suas amigas já se foi / Quando mais uma ocorrência policial
Ninguém entende, não me olhe assim / Com este semblante de bom-samaritano
Cumprindo o seu dever, como se eu fosse doente / Como se toda essa dor fosse diferente, ou inexistente / Nada existe p'rá mim, não tente / Você não sabe e não entende

E quando os antidepressivos e os calmantes não fazem mais efeito / Clarisse sabe que a loucura está presente / E sente a essência estranha do que é a morte / Mas esse vazio ela conhece muito bem
De quando em quando é um novo tratamento / Mas o mundo continua sempre o mesmo
O medo de voltar p'ra casa à noite / Os homens que se esfregam nojentos / No caminho de ida e volta da escola / A falta de esperança e o tormento / De saber que nada é justo e pouco é certo
E que estamos destruindo o futuro / E que a maldade anda sempre aqui por perto

A violência e a injustiça que existe / Contra todas as meninas e mulheres
Um mundo onde a verdade é o avesso / E a alegria já não tem mais endereço
Clarisse está trancada no seu quarto / Com seus discos e seus livros, seu cansaço
Eu sou um pássaro / Me trancam na gaiola / E esperam que eu cante como antes
Eu sou um pássaro / Me trancam na gaiola / Mas um dia eu consigo resistir
E vou voar pelo caminho mais bonito
Clarisse só tem quatorze anos
.”



Para los familiarizados con Legião Urbana (y tal vez para cualquiera) el tema tiene varias sorpresas musicales; si bien en la discografía de la banda los temas largos no son extraños, existiendo algunos éxitos tan improbables como la extensa “Eduardo e Mónica” o la directamente eterna “Faroeste Caboclo”, “Clarisse” es la más repetitiva de las canciones de la banda, permaneciendo clavada en una secuencia de ocho acordes simples (D C A G Em A C G) con apenas un firulete al final de la misma. El acompañamiento es minimalista: dos guitarras acústicas doblándose y un teclado fantasmal allá lejos, en la concha de la lora. Sobre este fondo Russo canta apasionado, sin una melodía precisa, entonando libremente sobre los cambios de acorde como si fuera un cantante de jazz una letra que evidentemente no quiso adaptar a un formato más regular.

Y esta letra es inusual por varios motivos, Russo era un escritor emotivo y hábil pero, como señalaba antes, con una tendencia a filosofar y sentenciar dignas de Fito Páez y Sabina en una noche de frula, tendencia que suele afear algunas de sus más bonitas canciones. Esa característica no está ausente en “Clarisse”, pero por su escritura más tosca, directa y casi ausente de metáforas, las grandes frases de Russo parecen por una vez más exasperadas que conclusivas, delatando en cierta forma las dudas de este hombre marcado para la muerte, que personifica su furia y frustración en la historia de esta chica que se corta la piel encerrada en el baño. Hay algunos versos muy malos (“a alegria já não tem mais endereço”), pero por lo general opta por la sencilla descripción brutal de un desarreglo emocional serio y la conducta auto-destructiva que conlleva. Por supuesto que esta descripción está llena de compasión y empatía, pero eso no la suaviza demasiado.

Tal vez el mayor hallazgo de la letra sea el de dejar el dato clave, el más siniestro, que es la corta edad de la protagonista, para el final. Russo canta con toda la fuerza de sus pulmones los versos anteriores y luego agrega con cansancio ese desolador “Clarisse só tem quatorze anos.”, que re-significa toda la historia a pesar de haber sido algo sugerido antes. Porque no es lo mismo no querer vivir cuando se es, como Russo, un hombre de 36 años gravemente enfermo y debilitado que no querer vivir a los catorce, quiere decir otra cosa. Después de dar el dato uno espera que el verborrágico Russo diga algo más, saque alguna horrible conclusión, pero no, después de la frase el cantante guarda silencio y el tema sigue repitiendo su simple motivo durante tres minutos y medio más, en un arreglo absurdo pero genial que estira la melancolía de este largo tema, que parece mucho más breve al escucharlo, prolongando la impresión triste e hipnótica de la historia que Russo concluyó tres minutos y medio antes.

(Pero el mar de las connotaciones es ancho y caprichoso, y al escuchar esta canción y escribir este post más que la imagen de una chica adolescente auto-lesionándose se me impone nuevamente la imagen de otra chica brasileña -a la que no puedo dejar de mirar en mi memoria- explicándome los motivos por los que no le gusta la banda -¿le gustaría "Clarisse" y su ausencia de respuestas seguras?-, y una noche mágica del período más vital y feliz de mi vida. Un extraño efecto rebote de esta canción de sombría belleza y casi insoportablemente emotiva honestidad. Vida louca vida, ¿no?; mirá recién ahora me entero que Renato se murió)





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