martes, julio 06, 2004

Evidentemente manijeado

Leo el artículo sobre los Eels salido en la última edición de Perfect Sound Forever y me deja intrigado. Habiendo escuchado el Beautiful Freak cuando salió lo había descartado como exactamente todo lo que no me gusta de un disco y un artista. Me había parecido básicamente una mezcla de lo peor de la auto-lástima depresiva de Seattle más una notoria influencia de dos de los artistas más sobrevalorados de la historia: Beck y Prince. Para peor el hombre detrás de Eels se llamaba "E". Por motivos extraños, sin embargo, aprendí a tocar en la guitarra el tema "Manchild", que rescataba del desastre, y eventualmente lo tocaba en casa. Me extrañó entonces muchísimo que la coqueta Perfect Sound Forever le diera tanta pelota a un adolescente tardío depresivo cuya única virtud parecía haber fracasado donde los demás de su generación triunfaron. Pero la nota, escrita con el sospechoso entusiasmo de alguien llamado Luis Sánchez, no sólo cubría la carrera de E sino que hablaba maravillas de la misma, poniéndo a E como el gran genio perdido de su generación. Inevitablemente intrigado puse dos discos de los tipos en el search de Sslk, diciendo "estoy intrigado pero ninguna revista online u offline me convence en contra de mis justos juicios". Resultado obvio: hace dos o tres días que no paro de escuchar el Electro-Shock Blues.



Pero no quería escribir un post sobre el último disco que estoy escuchando ni sobre los Eels y su indestructible bajón, sino sobre la sensación ambigua que le produce a los melómanos (a este melómano al menos) el confrontarse con una opinión formada que tiene con respecto a algo, sobre todo cuando esa confrontación proviene además no de un amigo sabio ni de un crítico respetado sino de un ignoto Luis Sánchez. La reacción de resistencia a modificar una opinión estética es algo que veo habitualmente por todos lados (especialmente en la blógsfera) y sus motivos van desde la simple soberbia o ignorancia al simple deseo de que algunos referentes se queden quietos, no tanto por fidelidad a esos referentes sino más bien por el obvio deseo de querer ser fieles al lugar en el que estábamos cuando coincidimos o no con ellos. Quiero decir; yo era ocho años mejor cuando no me gustaban los Eels.

Pero bueno, hay algo musical en el sonido de un prejuicio rompiéndose.

Me quedo pensando en el concepto borgeano de que las obras no llegan a uno sino que uno llega a las obras, y que la relación que uno tiene con ellas, la música en este caso, habla mucho más sobre uno mismo que sobre la obra, que no pasa de ser un montón de números binarios que misteriosamente suenan. De alguna forma me gusta el descubrir que tal vez mi gusto ya no se parece mucho a mí y me alegra el haberme encontrado con una canción como "P.S. You Rock My World" en este momento. Quiero decir, es una buena canción.





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