jueves, agosto 12, 2004

La vanguardia (no) es así

Hablando sobre cine impresentable y participaciones rockeras en el mismo con el cretino (claro) me vino el recuerdo de un curioso artefacto visual que me había sido descubierto por el recordado dependiente de VideoImagen, y eventual actor, el ahora emigrado S.S., quien era capaz de desempolvar del depósito desde la más rara película nipona hasta el más abyecto video porno. El objeto recordado en cuestión, y que me propongo reivindicar por varios motivos, es justamente un video porno hardcore de 1994 conocido como Uncut o más bien John Wayne Bobbitt Uncut.


Para aquellos que hayan fumado tanto porro que se les haya borrado el folder “Principios de los noventa” del disco duro de la memoria, les recuerdo quién era este personaje que titula y protagoniza el video del que hablamos. En 1993, una electrizante noticia hizo correr una gota de sudor frío por las espaldas de todos los varones del mundo; Lorena Bobbitt, una mujer ecuatoriana cansada de los maltratos de su esposo, el susodicho John Wayne (ex Marine, para más datos), le cortó el miembro viril con unas tijeras de trinchar pollos mientras éste dormía, llevándose la parte amputada consigo y tirándola en un parque. Después de una notable operación de cirugía reconstructiva, el miembro pudo ser re-injertado con tanta suerte que volvió a ser funcional, para desazón de muchas feministas extremistas que estaban encantadas con lo simbólico de la referida mutilación. Celebridad instantánea y rostro de titanio, J. W. Bobbitt, deambuló por múltiples talk-show comprobando que millones de personas querían ver cómo le había quedado su re-implantado muñeco (y si aún le servía de algo); olfateando el negocio que había en el aire, filmó una película porno hardcore en la que narra (es un decir) sus desventuras y su re-habilitación.

La película, bah, el video (está filmado en este formato), es considerado hasta por los degustadores del porno como un cacho de mierda bizarra cuyo único interés sería el de poder atisbar la delgada cicatriz que rodea el revivido pene de Bobbit, pero es un juicio injusto digno de simples puñeteros porque más allá de este morboso atractivo hay varios elementos extra que ameritan su alquiler y/o copia para cualquier amante del cine no-convencional. Dejando de lado las actuaciones, horribles inclusive dentro del standard pornográfico, la película tiene en su pésima manufactura un cierto encanto naif y, a pesar de su enfermiza concepción, es mucho menos sórdida que lo habitual en el hardcore. De hecho todo el mundo parece estar divertido y/o nervioso, y plenamente conscientes de estar en una especie de desastre del que hay que salir más o menos rápido y con la mayor cantidad de dinero posible.

Pero las singularidades no terminan allí; entre los extras y figurettis diversos que aparecen en la película se encuentran Vince Neil, cantante de Motley Crüe aficionado a las porno stars –que pasa bastante inadvertido- y el magnífico Lemmy Kilmeister, posiblemente convencido de participar a cambio de algún canje indescriptible. Lemmy no solo aporta un tema para la banda de sonido (el previsible y adecuado “Under the Knife”), sino que protagoniza una formidable escena que paso a describir: Luego de que la porno star que interpreta a Lorena Bobbitt le secciona el miembro a su marido, huye y lo arroja desde la ventanilla de su auto. Este cae junto a un banco de plaza en el que se encuentra sentado Lemmy, vestido de linyera, quién se encuentra bebiendo y que profiere el siguente monólogo: “¿Qué es eso?” (se acerca), “¡Parece una pija...!” (breve silencio sorprendido) “¡No es mía…!¡Me voy…!” (se va).


Ese año el Oscar a Mejor Actor de Reparto fue para Tommy Lee Jones por El fugitivo.

Pero dejé lo más extraordinario de Uncut para el final, y es algo que merece sí introducirla (sin chistes) a la historia del cine: la película está dirigida por Ron Jeremy. Haciendo el vano simulacro de suposición de que alguien no sabe quién es Ron Jeremy resumo que se trata de una de las mayores (sin chistes, vamos) leyendas masculinas del porno. Jeremy, al parecer un tipo bastante brillante con un título en literatura, era y es un tipo tan feo que se ganó el apodo de hedgehog (puercoespín), pero que compensaba su fealdad inaudita con un pedazo de dimensiones que harían palidecer a Shaka Zulu. Un personaje singular que para quienes no hayan visto alguna de sus no muy artísticas películas, pueden reconocer en el video de MobyWe Are All Made of Stars” (evidentemente es el petiso feísimo con sombrero de cowboy que saca polaroids). El asunto no es que este personaje dirija la película sino lo que sucede en una de sus escenas: Bobbitt está manteniendo un algo desmotivado entrevero sexual con un par de esforzadas resucitadoras de penes en una habitación cerrada cuando de la nada, de la cuarta dimensión fuera del encuadre, aparece Jeremy en pelotas, quien procede a empomarse a una de las señoritas sin mayores explicaciones. ¿Qué lo motivó? ¿la incompetente performance de Bobbitt, a quién habría que ejemplificar con la acción? ¿una loca, loca idea? ¿simple calentura? (me inclino por esto último); es irrelevante, el asunto es que con esto termina de redondearse un objeto excepcional que no sólo es la primer película protagonizada por un pene rescatado de las garras de la necrosis, sino que tiene que ser la primer película en la que el director ante el mal desempeño actoral (el sexo frente a cámaras es conceptualmente una actuación) entra en escena y se empoma a una actriz. Si Peter Jackson entrara en cuadro al final de la primera parte de El Señor de los Anillos y empezara a revolear orcos para salvar a Boromir igual sería menos extremo. Esto no lo hizo Tarantino, esto no lo hizo Godard, esto no lo hizo Polan… bueno, capaz que el degenerado de Polanski sí lo hizo, pero evidentemente fue editado y dejado afuera. Ron Jeremy en cambio, molesto y/o excitado se lanzó arma en mano hacia la gloria de la trasgresión absoluta y del borrón final de la frontera entre lo representado y lo vivido. Tal vez el puercoespín se merezca, no digo un rincón pero al menos un cacho de baldosa de la sala de honor de los innovadores del séptimo arte.


A diez años de su edición, Fuck You, Tiger saluda a este (in)noble objeto de vanguardia involuntaria.





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