jueves, abril 14, 2005

Yo no voté eso

(para algunos sarcásticos que malinterpretaron mi post impresionista sobre la muerte de Wojtyla)

Recientemente discutíamos con ghetta acerca de cómo se había disimulado el al parecer extremo catolicismo del presidente Tabaré Vázquez durante sus más de quince años de principal candidato político de la izquierda. De hecho se podría hablar del manto de oscuridad que ha cubierto hasta ahora la vida personal del presidente, desde su pertenencia a la masonería hasta la muy religiosa personalidad de su mujer María Auxiliadora. Muchos detalles se conocieron en el libro sobre el médico-político (apropiadamente llamado Tabaré Vázquez: misterios de de un liderazgo que cambió la historia) que escribieron Edison Lanza y Ernesto Tulbovitz y que, por pedido del propio Tabaré, fue publicado después de las elecciones a pesar de no contener ninguna anécdota escabrosa que involucrara morfina, travestis o algo así, sino más bien todo lo contrario, como su afinidad con los curas salesianos. Yo hubiera preferido los travestis y la morfina, pero bueno, yo soy yo.

Pues bien, en la misma discusión que mencionaba al principio se me decía -y yo estoy de acuerdo- que es necesario tener paciencia con el nuevo gobierno y que sólo hace un mes y medio que están en ejercicio. Sí, por supuesto, y de hecho salvo algunas cuestiones puntuales de las que hablábamos en el blog de ghetta creo que todavía se necesita mucho tiempo para percibir cambios positivos y he estado de acuerdo con la mayoría de las medidas tomadas por el nuevo gobierno.

Con la mayoría, no con todo. Digamos, a mí -si bien no me parece un dato intrascendente- la religión de un mandatario no me preocupa más que su dieta o su sexualidad, a menos, claro está, que esta signifique preferencias de parte del gobierno de este estado laico. Hace una semana la primera dama cometió un gaffe al afirmar muy suelta de cuerpo que iba a los funerales de Karol Wojtyla representando a todos los uruguayos. Se le señaló, al menos en la prensa, que no, que había muchos miles y miles de uruguayos que no se sentían representados, que no tenían deseos de presentar sus respetos al cadáver papal y que, de hecho, lo consideraban un enemigo. Muchos de esos miles pertenecen a la fuerza política que Vázquez representa, como por ejemplo los integrantes del Partido Comunista -una de las fuerzas fundacionales del FA- que tienen buenos motivos para considerar a Wojtyla su némesis. Otros podrían ser la gran cantidad de relgiosos uruguayos afines a la Teología de la Liberación. O los homosexuales.

Pero bueno, pongamos que el muerto era un figura de relevancia mundial, que la señora es muy religiosa y que no tiene esa cintura protocolar que permite hablar sin ofender a nadie, que hay que reconocer que hay varios cientos de miles de uruguayos que sí estimaban a Wojtyla y que en el peor de los casos son sólo palabras. De cualquier forma en la conferencia de prensa a su regreso, en la que la primera dama estaba visible y exageradamente emocionada, no pareció acusar recibo de las críticas que despertaron sus declaraciones.

Ahora, hace un par de días a uno de los médicos del Pereyra Rossel que con su asesoramiento a jóvenes embarazadas consiguieron que no hubiera muertes por aborto el año pasado se le ocurrió hablar con sinceridad acerca de la utilización de una píldora para úlceras como píldora abortiva y sobre el deseo de presentar un proyecto para un uso planificado de la misma. Cuando algunos habían empezado a sonreír con beneplácito ante lo que parecía de sentido común, la ministra de Salud Pública, María Julia Muñoz -quien se destacó por tratar a Brecha de "periodismo basura" por haberse atrevido a publicar una investigación de corrupción en la Intendencia- salió a la prensa a aplicar un "callate" y un reproche público al médico en cuestión.

Un día después, por lo que puede deberse al encuentro de María Auxiliadora con los cardenales latinoamericanos en Roma o ser una casualidad o no ser ninguna de las dos cosas, el presidente se reunió, junto con su esposa, a almorzar con Monseñor Cotugno (o Tucogno, como le gusta llamarlo ghetta) y hablar sobre temas que tal vez fueran de esta tierra y tal vez no. Pasemos por arriba el hecho de que Vázquez le ha negado entrevistas a demasiadas personas como para que una de sus prioridades sea el encontrarse con una autoridad eclesiástica, especialmente cuando dicha autoridad calificó públicamente al menos a un décimo de los uruguayos, los homosexuales, como enfermos y desviados. Pongamos que es un almuerzo privado y el presidente y su sra. son adultos que se pueden juntar con quien quieran y mostrarle las fotos de la primera dama junto a los cardenales o lo que sea.

Todo esto sería bárbaro, si no fuera porque a la salida el presidente declaró su oposición a la eutanasia -justo él, un oncólogo que debe haber visto cientos de personas morir aullando de dolor-, aunque haciendose un considerable barullo entre lo que es la eutanasia y lo que es dejar de prolongar la vida de un terminal y todos esos detalles supuestamente médicos pero que son en definitiva religiosos. También volvió a declarar su oposición total al aborto, lo cual me parece bien en un católico, y su decisión de vetar cualquier ley que el parlamento aprobara legalizándolo, lo que me parece una mierda porque ¿quién carajo se cree que es?.

Tabaré Vázquez fue elegido presidente al frente una coalición de izquierda, no de una coalición de católicos protectores de cigotos. Es el presidente de un país laico en el que todas las encuestas demuestran que una mayoría de sus habitantes están a favor de la legalización del aborto, y si las encuestas se hicieran dentro de su propio partido -que como se sabe tiene mayoría parlamentaria, por lo que se supone que representa a la mayoría de los uruguayos- ese porcentaje llegaría a una mayoría asombrosa. Entonces, está claro que la constitución del 67 se lo permite pero, ¿de dónde saca la autoridad moral para vetar una ley aprobada por la mayoría de sus representados?

No es la primera vez que pasa, el más bien agnóstico Batlle comprometió su veto a una ley similar a cambio de los trece o catorce votos que le aportó la Unión Cívica, a pesar de que se había declarado favorable a la legalización anteriormente. Es cierto que Vázquez siempre se mostró como opositor porque según él siendo médico tiene que estar "a favor de la vida", lo cual implica, supongo, que todos los que practican abortos provienen de la Escuela de Verdugos y Enterradores, pero él no se propuso como un presidente católico sino como un presidente de izquierda. Llevado allí por gente que tiene más textos de Durruti y el Ché en su casa que de Escrivá de Balaguer. Y es ante ellos que tiene que responder, no ante un arzobispo recomendado por el Opus Dei ni ante su religiosa familia. No le corresponde y no tiene derecho.

Como buena noticia de su reunión con Cotugno, Vázquez anunció que había autorizado la mudanza de la estatua de Juan Pablo II desde la capilla de Tres Cruces, un lugar privado, a la plazoleta donde se encuentra la cruz que conmemora su venida, un lugar público. Porque si andamos chupando cirios no nos vamos a andar negando una garganta profunda.

Por desgracia nada de esto va a levantar gran revuelo, nadie de la izquierda tiene ganas de hacer olas por motivos baladíes o por lo menos no urgentes -excepto para algunos cientos de embarazadas tal vez- , e inclusive la reacción de muchos militantes que piensan lo mismo que yo va a ser "bueno, no está bien, pero ahora hay que apoyar y dar tiempo". Y yo creo que no, que nada de esto tiene que ver con la tolerancia y el período de gracia que el reciente gobierno merece y que no hay por qué darle tregua en estos asuntos. Hay un anillo de obsecuencia y estupidez alrededor del buen doctor, yo no voy a sentirme un disidente o alguien que juega para el enemigo por reclamar que un presidente de izquierda haga cosas de izquierda o que por lo menos no haga cosas contra ella.
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