jueves, mayo 05, 2005

Histeria

En su último (de momento) post, sigmur escribe sobre Slavoj Zizek a causa de algunos paralelismos que el esloveno hace entre el cristianismo y Darth Vader, sobre los que no me voy a extender ya que sigmur lo hace y yo no soy (tan) fan de Star Wars como el susodicho. Pero a lo que iba es que en dicho post y para ejemplificarlo, introduce un link a una conferencia de Zizek en la que, además de divagar sobre Anakin S. (a.k.a.) Darth V., hace una muy interesante crítica de la obsesión lingüística de la corrección política y su papel instrumental como represora de cualquier posibilidad de cambio radical. Para los que odiamos a la policía del lenguaje, es un ataque desde izquierda muy sensato y citable, que me viene bien para hablar de otras cosas cercanas.

Leo un reportaje al docente en comunicaciones Luciano Álvarez en el cual, hablando sobre la dificultad de los programas de televisión políticos para criticar al oficialismo en el que define al Uruguay como "el país de lo políticamente correcto", algo en lo que coincido con él (cosa que no recuerdo que me haya pasado un semestre en el que fui su alumno), y en el momento en que lo estoy leyendo escucho una noticia por televisión que confirma su declaración hasta el grado del absurdo.

Con motivo de la campaña por la Intendencia de Montevideo, el EP-FA-NM reavivó uno de sus spots más exitosos de la campaña presidencial. Se trata de una serie de anuncios sencillos en los que la actriz Alejandra Wolf, vestida con la sobriedad de una pionera eslava, enumera postulados y críticas mientras en un segundo plano otra mujer traduce lo que dice al lenguaje de los sordomudos. Un recurso bastante demogógico -al fin y al cabo cuando alguien se acuerda de los sordomudos es para tirarles línea política- pero que tuvo su probada eficacia anteriormente. La diferencia esencial es que, siendo el EP-FA-NM el oficialismo en cuanto a la Intendencia, el tono de indignación que imperaba en los speeches de la actriz en los spots de la campaña presidencial fue sustituído por un triunfalismo socarrón bastante ofensivo, me imagino, para los que no comulgan con la coalición de izquierda o con su administración de la capital durante los últimos quince años.

Con cierta lógica y viendo la pelota que rebotaba solitaria en el área, los creativos del candidato opositor colorado, Pedro Bordaberry, hicieron una parodia de dicho spot en el cual, con idéntico escenario, otra actriz satirizaba el distintivo delivery de la Wolf, sustituyendo los logros de la administración frentista por algunas de sus sombras sin perder por ello el entusiasmo. Mientras tanto otra actriz traducía lo que decía al lenguaje de señas pero, como Antonio Gasalla en un antiguo sketch, las señas correspondían más a la gestualidad vulgar que al lenguaje de los sordomudos, reproduciendo los conocidos gestos simbólicos de sustraer cosas y de un fastidio que culminaba en un reconocible ademán de "andá a cagar", desertando la actriz de la pantalla mientras la otra seguía. Una sátira bastante burda, pero razonablemente graciosa y válida como caricatura de lo que ya era bastante caricaturesco.

Pues bien, al parecer hubo previsibles protestas por parte de integrantes del EP-FA-NM (me encanta poner toda la ridícula sigla de corrido) y Pedro, el del triste apellido, decidió levantarla del aire. Pero el motivo argucido para dicho levantamiento no fue la posible ofensa a los frentistas, que al fin y al cabo se la puede pasar por donde quiera, sino que dicho spot era "ofensivo para los discapacitados auditivos", o algo así.

Ahora bien, no voy a ser yo el que me queje por la desaparición del aire de un efectivo spot de un candidato del Partido Colorado que para colmo de males lleva el apellido Bordaberry, pero no deja de asustarme la paranoia (esta frase es bastante curiosa, pero los perros, que cuando huelen el miedo en alguna persona se ponen en guardia, me dan la razón) existente hacia cualquier violación verbal y/o simbólica del status quo del pánico a las cosas por su nombre. Y el pánico al humor; a mí que me perdonen pero si un sordomudo se ofendía por ese spot su discapacidad no era auditiva sino mental, y lo que sí me parece ofensivo es ese paternalismo que supone a un sordomudo una persona tan indefensa que la simple mención de su incapacidad en un contexto humorístico le resulte insoportable.

Pero por supuesto la noticia fue reproducida como si se tratara de la cosa más normal, de un exabrupto corregido por un hombre bueno. Por supuesto, y después uno se asombra de que esta sociedad adoradora de lo inocuo y el silencio tenga los héroes culturales que tiene.
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