miércoles, agosto 31, 2005

El orden de prioridades

En la sangrienta batalla en la que se ha convertido el proyecto de presupuesto para el próximo quinquenio, el Montevideo cinematográfico se desayunó hoy al mediodía con que no sólo no habían sido tomados en cuenta sus reclamos sino que además se les había eliminado los fondos que hasta ahora tuvieron asignados, inclusive la cuota de Ibermedia. "Caramba", debe haber dicho más de uno mientras se estrellaba contra el duro pavimento de la realidad, "y pensar que cuando lo vi a Ricagni subidísmo al carro el día de los festejos y a todas las nuevas autoridades poniendo de ejemplo al cine como empresa nacional en ascenso me imaginé otra cosa..."

Qué país duro este en el que se pasa de estar a punto de hacer una Cinecittá local en La Aguada a la miseria más absoluta sin siquiera un purgatorio que permita adecuarse a la idea. Pero bueno, cada lechón en su teta y el lechón que no llora, patea y presiona se jode, porque la manta es corta y las patas largas. Y las promesas paroles, paroles, paroles...

Personalmente, y sé que coincido con varios de los mejores cineastas locales, la producción cinematográfica nacional siempre me pareció una apuesta demasiado riesgosa y generadora de muy pocos puestos de trabajo en cuanto a la ecuación inversión-resultado como para que un país quebrado como Uruguay se diera el lujo de desviar recursos importantes en subsidios. De haber sido así me hubiera parecido muy injusto. Pero una cosa es no aprobar subsidios poco realistas y otra sacar las exiguas cantidades que ya les habían sido asignadas.

Lo más cruel y tonto es, posiblemente, el cortar la cuota de Ibermedia, lo cual no es un subsidio sino la posibilidad de acceder a una financiación a ganar ante jurados internacionales. Es decir, no es que el estado no ayude a subir sino que además no presta la escalera. Me imagino que la actriz Margarita Musto tenía otra idea cuando hizo de portavoz de los artistas progresistas que festejaron en El Galpón el triunfo del EP-FA-NM y se declararon sus futuros e incondicionales soportes.

Escucho mientras tanto en el zapping que el patronato de cárceles consiguió en cambio aumentar sus recursos para poder atender adecuadamente a los presos que van a ser liberados prematuramente y sin haber cumplido sus penas para descomprimir las cárceles. La cifra asignada es de unos 200.000 dólares, el doble de lo que cuesta la cuota de Ibermedia.

Dentro del optimismo de ribetes eclesiásticos del gobierno, me parece notar una predilección por la parábola del hijo pródigo, un cierto interés en premiar al contribuyente moroso, al delincuente de reinserción posible pero no probable, al primero y más ruidoso en la cola del Plan de Emergencia pero que misteriosamente desaparece cuando se hace el llamado para retribuir esta ayuda con trabajos comunitarios (ante la sorpesa televisiva de un barbudo militante al que me gustaría vender cierta guitarra de mier.... buenísima y un par de obeliscos). La derecha, con más inteligencia de lo que uno podría esperar, han bautizado a esta tendencia a preferir el hijo pródigo como "ingenuidad roussoneana". No es muy inexacta esta definición, sobre todo viendolos confiar en resultados que sólo serían probables si exitieran dos bellas instituciones del pasado: la ética de un tejido social firme y la conciencia de un proyecto nacional a largo plazo. Cabría pensar que cualquiera que haya vivido en Uruguay los últimos diez años tendría dudas sobre esto.

A mí, que sin dudas soy una porquería que solo quiere a los perros y a los árboles, miro las variaciones presupuestales y me imagino un slogan neo-peronista oriental: "Chorros sí, Cineastas no".





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