miércoles, setiembre 14, 2005

El asombro, todavía...

A medida que avanzan las negociaciones de los Consejos de Salarios, van saltando esqueletos de varios armarios y emergiendo las feas caras de los empresarios acostumbrados a la flexibilidad laboral y la impunidad dickensiana en términos laborales. Lógicamente uno de los sitios donde tenían que aparecer más conflictos es en el área de los medios, donde la debilidad endémica de su gremio (APU), sumada a una brutal pérdida de puestos de trabajo y a la imbecilidad criminal de las pasantías gratis de los estudiantes de universidades privadas, convirtió a sus trabajadores en una especie de lumpen ilustrado. Era evidente que la obligación de regularizar colectivamente las relaciones laborales en esta área iba a ser difícil y conflictiva.

Y era evidente también que el que iba a tener algún problema era el inefable Federico Fasano, dueño del multimedio comprometido e izquierdista estructurado alrededor del diario La República, medio en el que se han visto persecuciones sindicales inéditas por su descaro y salvajismo, lo cual sin embargo no ha alterado gran cosa las relaciones del multimedio y el gobierno (en este momento circulan rumores verosímiles acerca del otorgamiento por parte del gobierno de un canal de televisión abierta al multimedio, así como la subvención estatal del diario para reducir su precio de tapa), para gran furia del PIT-CNT, obviamente, que ha sido claro en presentar a Fasano como el más desagradable y omnipotente de los capitalistas.

Esta vez el conflicto surgió en TV Libre, el canal de cable de Fasano, en donde se despidió a una decena de trabajadores entre los que, casualmente, se encontraban tres dirigentes sindicales, algo estrictamente prohibido mientras se negocia la ley de fueros sindicales. Pero esto es sabido y previsible, y es de esperar que el Ministerio de Trabajo tenga la más estricta de las respuestas (breve suspiro...) ante lo que parece una tomadura de pelo al discurso laboral del gobierno. Pero esto en particular no es lo que me tiene escribiendo sino este titular aparecido en el número de La República de hoy (14 de setiembre) y disponible en la web:

TV LIBRE responde a las injurias y las falsedades difundidas en la prensa de derecha y el Canal 12

Tres de los ocho delegados sindicales de TV LIBRE: "A mí no me despidan, que tengo doble empleo, despidan a mi compañero que no es delegado, que sólo tiene un trabajo"

Me parece que ya no se puede ir todo mucho más al carajo en términos de abominación periodística. Fasano tiene todo el derecho del mundo, aunque sea poco elegante (no le vamos a pedir semejantes sutilezas), a defender hasta en la portada de su diario la dudosa posición de su empresa en este conflicto, pero lo que no tiene derecho es a citar entre comillas supuestas y evidentemente falsas declaraciones de alguien. Más allá de su redacción dudosa lo que dice el colgado -aunque no se afirma en la nota interior- es que los delegados sindicales dijeron que no los despidan a ellos sino a sus compañeros, y que el motivo argucido es que tienen dos trabajos y los compañeros uno.

¡Qué sindicalistas jodidos que tiene TV Libre! ¡Y que bestias además, en lugar de hacer uso de sus fueros ponen como excusa para que no los despidan el que si los despiden igual tienen otro trabajo! ¡Guachos soretes...! ¡Pegue, Pingüino, pegue... castigue a estos malos izquierdistas y despidalos, porque semejantes pelotudos no pueden estar a cargo de ningún sindicato! ¿Qué van a decir en la próxima negociación? "No nos despidan porque somos altos ladrones y no sabemos trabajar..." ¡Ah, no, palo (de izquierda) y palo (de izquierda) a esos malos compañeros...!

Es tan, tan absurda y sucia la formulación que uno puede llegar a olvidarse de la bestial falta de ética profesional de la misma, presentando una interpretación como si fuera una declaración. Se podría sostener que para Fasano & cía las comillas denotan "ironía" o "lo que hay detrás" por parte de los redactores, pero para el resto del periodismo del mundo civilizado las comillas en un titular significan una cita textual. Y no es la primera vez que lo hace, como bien sabe Gerardo Sotelo, presentado hace unos meses como un adorador del mal, mediante el mismo recurso, por haber esbozado una defensa del derecho al chiste de Ignacio Álvarez y Gustavo Escanlar. Es demasiado, demasiado desagradable y espero que la patética APU haga algún comunicado durante el día, pero no tengo grandes esperanzas.

Y espero también que los rumores relacionados con futuros favores gubernamentales hacia el multimedios plural no sean confirmados. No hay una excusa pragmática creíble y mucho menos tolerable.





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