lunes, noviembre 21, 2005

Marihuana, ¿clandestino..?

(En el post anterior se daba una cierta discusión acerca de qué drogas merecen la prohibición y qué drogas no, así como de escalas de malignidad de las mismas. Simultáneamente leo una entrevista recién realizada a el más famoso de los compositores alterlatinos que me sirve para desarrollar algunas cosas).

Contrariamente a lo que algunos malvados pueden creer, no sólo no detesto a Manu Chao sino que además me parece un tipo muy talentoso y razonablemente sincero. El concierto que vi de Mano Negra en AFE, concierto que tuvo en la música uruguaya un efecto similar al de los aviones de Osama sobre la arquitectura neoyorquina, sigue estando primero o segundo en mi top-ten entre todos los shows que vi en mi vida. La música de Chao solista me parece menos enérgica que la de Mano Negra pero conceptualmente más original y desafiante. No es que lo escuche mucho, pero no me disgusta escucharlo y de no haber estado quebrado monetariamente tal vez lo hubiera ido a ver al Plaza.

Pero más allá de sus talentos y sus compartibles convicciones, Chao es un bocazas, le gusta hablar y habla, aunque no tenga ni idea de lo que está hablando. Dejemos de lado el caso más notorio, que es su apoyo a los cuatro procesados por sedición de la Ciudad Vieja. Yo personalmente comparto en buena medida su diagnóstico de "error judicial" (aunque yo utilizaría el término "imbecilidad judicial"), pero tengo mis serias dudas de que un franco-español recién llegado al Uruguay pueda juzgar en forma instantánea un problema tan local y complejo. Pero en realidad lo que me hace escribir y me molesta son sus declaraciones con respecto a las drogas, declaraciones más dignas de un artista de malabares que de un supuesto pensador maduro e influyente.

Después de declararse sensatamente a favor de la legalización general dice Manu en Brecha: "Yo fumo marihuana y lo digo claramente: de otras drogas nada. Tomo mi vinito y mi marihuana. Es una planta de la naturaleza. A los chavales que luego caen en drogas más duras les digo que si piensan hacer eso como un acto de rebeldía se están metiendo un dedo en el culo, porque están exactamente dónde quieren tenerlos: drogados, divididos y matándose entre sí".

Bien, esta no es una opinión nueva y se basa en algún hecho bastante comprobado como la inundación de heroína de los barrios negros en los sesentas, heroína introducida por la propia CIA, pero como los ovnis y otros fenómenos aquello también tenía una explicación menos conspirativa y meramente económica. Eso es un gran tema de discusión pero totalmente lateral; ante todo lo que importa es ¿qué está diciendo este hombre, al que se respeta por motivos que superan ampliamente a lo musical hasta el punto de poder considerarlo un líder ideológico de los movimientos anti-globalización? ¿qué dice Manu con respecto a las drogas? Qué está a favor de la legalización de todas; bien, me parece bien y que no está a favor del consumo de ninguna... excepto las que él usa.

Lo que quiero decir es: hay un montón de posiciones con respecto a las drogas, que pueden resumirse en una combinatoria de todas las drogas y la opinión que se tenga de cada una, pero lo esencial es estar hablando desde la posición menos prejuiciosa y más informada posible, no de la más cómoda. Chao rescata a la marihuana, sustancia a la que le ha dedicado numerosas referencias en sus canciones, y al vino, al que le dedica un cariñoso diminutivo, y advierte sobre la peligrosidad de las demás drogas, justificando su legalización solo para que no se generen mafias. Pero, ¿qué tienen el vino y la marihuana de diferente de las otras drogas, más allá de ser las que al parecer le gustan a Chao? Chao menciona el que la marihuana es una planta, cosa difícil de discutir, pero eso es algo que se aplica también en orígen a todos los opiáceos, a todos los derivados de la coca y a un sinúmero de alucinógenos realmente poderosos. Por otra parte buena parte de las marihuanas actuales han tenido tratamientos genéticos dignos de Monsanto, lo que no se corresponde mucho con un espíritu naturista. Se podría argumentar que la marihuana y el vino son sustancias sacramentales para un par de religiones -la rastafari y el cristianismo- pero una vez más es algo que se puede aplicar a otra buena cantidad de alucinógenos, muchos de ellos utilizados desde mucho antes que el cáñamo, así que suponemos que no debe ser por eso. Tampoco debe ser por que sean drogas "blandas", porque esta calificación le puede caer a la marihuana pero no al alcohol, aunque se lo trate afectuosamente como "vinito", que ha sido, justamente, el gran anestésico de masas utilizado en occidente por los grandes poderes.

Entonces; ¿tienen algo en común el vinito y la marihuana además de ser las sustancias de elección de Chao? Sí; además de esto y a pesar de que una de las dos es absurdamente ilegal, ambas son las formas de intoxicación y ebriedad más aceptadas en occidente. Es decir, las dos más fáciles de defender.

Milan Kundera habla en El libro de la risa y el olvido de un concepto interesante y muy extendido dentro de la gente progresista, que es lo que él denomina "la mejor de todas las ideas progresistas posibles". ¿De que se trata? de ese tipo de ideas que permite a quién la promulga colocarse dentro del bando de los disidentes sociales, pero que no es tan radical como para llegar a arriesgar la marginación o la exclusión social de su defensor, la idea del opositor aceptable, del clandestino tolerado. Es decir es el estar a favor de la eutanasia pero no del suicidio, de la agremiación pero no de la ocupación, del cartel pero no del molotov, del porro pero no de la aguja.

No nos vamos a hacer el jacobino y a negar de que generalmente esas posiciones están dictadas por la sensatez y la cordura, pero también sirven para pasar por revolucionario lo que apenas es gatopardismo reformista. A lo que voy es que a esto me suenan las declaraciones del artista contestatario empleado de Virgin Manu Chao, cuando separa al porrito y el vinito de otras sustancias advirtiendo que las otras fomentan el desarrollo de mafias, a una excelente idea progresista, pero que desde el punto de vista de los que creemos en la liberalización y la autonomía personal no tiene pies ni cabeza. Quiero decir, tiene sentido el que se pretenda antes que nada la legalización de la marihuana, una prohibición solo explicable por la globalización imperial del puritanismo cristiano, y tiene sentido que se recomiende en particular el uso las sustancias que a uno le parecen más agradables, pero no tiene sentido el considerar al vino como una sustancia no embrutecedora o advertir sobre consecuencias "mafiosas" del uso de algunas drogas cuando en realidad se puede establecer un mercado negro de cualquier producto escaso o excesivamente regulado.

Para los jóvenes punk de los setentas no había mayor símbolo de claudicación al sistema que el místico fumador de porro, lo mismo que para los izquierdistas latinomericanos que corrían de sus filas a cualquiera que se atreviera a una costumbre burguesa decadente como el consumo de cannabis. Hoy la rueda ha girado y el Ché y la hoja de faso comparten bandera y slogan, y los demonios del "juego al sistema" han cambiado de nombre, pero en realidad el prejuicio hacia la alteración de las percepciones físicas y/o psíquicas, el miedo a lo desconocido y el rechazo a la responsabilidad de auto-regularse siguen siendo los mismos. Quiero decir, es una discusión desplazada de su eje; lo mismo que aquella discusión que supuestamente enfrentaba posiciones sobre sí Saddam Hussein tenía o no tenía armas de destrucción masiva cuando en verdad la discusión era si un país que posee dicho tipo de armas tiene derecho a regularselas unilateralmente a otro. En este caso se discute si tal o cual droga es más o menos dañina, si alimenta a más o menos criminales o si es más o menos natural cuando la discusión es una y más sencilla: si una persona adulta tiene derecho a tomar decisiones independientes sobre su cuerpo y lo que se mete dentro. Y ahí yo lo veo en el bando de enfrente a Manu, aunque despotrique contra las prohibiciones.

Como de costumbre recurro para el tema a la opinión calificada de Antonio Escothado ("ese gallego que viene a vender drogas", como decía un Diego Maradona duro como una rodilla de titanio), pero no hablando sobre alguna droga satánica e ilegal sino sobre el alcohol, el componente psicoactivo del vinito de Manu Chao: "Sin duda porque solemos ver en las bebidas alcohólicas algo positivo o negativo de acuerdo con su uso por seres humanos determinados, y no como algo siempre bueno o malo en sí, cuando abrimos los principales textos científicos sobre alcohólismo no nos encontramos con una descripción farmacológica del alcohol, sino con conceptos dirigidos a perfilar personalidad básica o constelación social del alcohólico. (...) Es una lástima que no apliquemos el mismo criterio a otras sustancias psicoactivas, iluminando lo que de otro modo quedará sumido permanentemente en sombras".

Yo como libertario me pongo en guardia ante cualquier substancia que pueda limitar la propia libertad gracias a su poder embrutecedor o su capacidad adictiva, pero al mismo tiempo creo, como Sartre, que la uno es libre cuando ejerce la libertad y que no hay ejercicio de la libertad que no la limite. Y de pura mala leche hago una pregunta malintencionada y tramposa: hagámos tres conjuntos, en el primero coloquemos a Manu Chao, a Whitney Houston, a Al Gore, a Bruce Willis, a Art Garfunkel y al enano de La Vela Puerca. En otro conjunto pongamos a Iggy Pop, a Lenny Bruce, a Charlie Parker, a William S. Burroughs, a Richard Hell y a Aleister Crowley. Y por último hagamos uno con Gil Scott-Heron, Sigmund Freud, Richard Pryor, Isadora Duncan, Miles Davis y David Bowie. ¿Se dieron cuenta de qué tienen en común los integrantes de cada grupo? Exacto, los del primero son conocidos defensores y adeptos a la marihuana, el segundo está constituído por notorios adictos a ese diablo terrible y algo olvidado que es la heroína y el tercero es de famosos amantes de la cocaína. Ahora, si tuvieran que ordenarlos de mayor a menor a estos grupos, con estos integrantes, en relación a sus talentos artísticos y, sobre todo, a su caracter de revolucionarios o disidentes culturales. ¿Cómo los ordenarían?

Ya sé que estoy haciendo trampa y que podría haber armado un primer conjunto más aceptable pero, ¿qué conclusiones se podrían sacar a partir de estos grupos de estudio? Cualquiera, lo que es decir absolutamente ninguna. No se puede llegar a ninguna conclusión, porque estamos hablando de distintos adultos en distintas circunstancias y con distintos grados de conocimiento y control. Y eso exactamente es lo que estoy tratando de decir y el motivo por el cual me resultan irrelavantes las opiniones de Chao.

En algún post futuro hablaré bien del faso, pero en este momento no corresponde y sería cascotear a mi planteo.





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