viernes, enero 06, 2006

16%

Una encuesta de hace unos días hecha por la empresa Factum revela que el 60% de los uruguayos apoyan la instalación de las fábricas de celulosa sobre su margen del Río Uruguay mientras que sólo un 16% se opone a ello. Son cifras significativamente distintas de las de las encuestas realizadas hace aproximadamente un año, en las que una mayoría rechazaba a las mismas. ¿Qué cambió? ¿los sistemas de depuración ambiental de las fábricas a instalarse? ¿la voluntad de los futuros perjudicados directos de Gualeguaychú? ¿el Río Uruguay? No, cambió el gobierno, que ahora está compuesto por personas buenas que hacen lo mismo que hacían las personas malas, y cambió la prensa, que -con honrosas excepciones como la de Brecha- pasó de la razonable equidad a una militancia nacionalista y expresa en contra de esos argentinos podridos que se mueren de envidia de que los finlandeses nos hayan elegido a nosotros y no a ellos como locación de sus notables fábricas, y que como son unos fascistas-populistas-peronistas-prepotentes quieren imponer su voluntad e impedir que los uruguayos cumplamos con nuestra voluntad de crecer obedeciendo fielmente a las inversiones europeas.

Pero entre tanta unanimidad patriótica resulta que a Natalia Oreiro, la flor del Cerro, la rioplatense bien candombera que había apoyado en forma expresa al FA en las últimas elecciones, se le ocurrió andar diciendo que no le gusta que el gobierno que ayudó a elegir haga exactamente lo opuesto a lo que predicó antes de las elecciones y que no le gusta que dos mega-fábricas irremediablemente contaminadoras se instalen por 40 años en las riberas del misteriosamente limpio Río Uruguay para propulsar, entre otras cosas, la plantación erosiva de eucaliptus en terrenos fértiles y arruinables. A Oreiro no le gusta todo eso porque es de izquierda y es ecologista y, al parecer, porque es una chota, una hueca con la cabeza llena de mierda y televisión porteña.

Al menos eso es lo que sostiene el viceministro de Medio Ambiente uruguayo, Jaime Igorra, quién ha dicho que la actriz uruguaya ha sido colonizada mentalmente por la farándula porteña (el adjetivo "porteño" es esencial en esta charla aunque los que protesten sean entrerrianos). Igorra, como recordamos, es el titán intelectual que sostuvo hace poco en televisión que toda la contaminación producida por el hombre a lo largo del Siglo XX era "insignificante".

Es bueno que te defiendan genios así y no actrices putas, atorrantas y farandulescas. No señor, nosotros tenemos campeones como el valiente senador tupamaro Eleuterio Fernández Huidobro, quien recriminó a la disidencia sobre este tema llamándola "la pintoresca izquierda cholula de Uruguay, que no sólo se parece cada día más a los porteños sino que lisa y llanamente se ha pasado a su bando, como en el estridente y vergonzoso caso de las papeleras". Eso macho, eso, señalemos a los traidores que evidentemente se han vuelto ecologistas de tanto ver Intrusos, señalemoslos desde el valiente diario de La República, tan izquierdista que se ha dedicado a perseguir a todo su sindicato por contrarrevolucionarios, señalémoslos como señalamos hace unos días a los comunistas por haber sido comunistas y pensar como comunistas y rechazar un tratado algo degradante con EE.UU. Dele, macho, dele Eleuterio... que nosotros sabemos que usted la tiene clara desde que se opuso a la legalización del aborto porque hay que poblar la patria.

Y no sólo hay campeones frenteamplistas, también está el gallardo Jorge Larrañaga, prometiendo derramar sangre blanca en defensa de la patria blanca como la nieve de Finlandia. O el demócrata gallego Manuel Fraga que vino desinteresadamente a apoyar a la empresa galaica que arruinó el ecosistema de Valdivia y a declarar que las protestas argentinas eran por envidia. Esas son voces autorizadas, no como cierta actriz de teleteatros que canta como el culo y además es medio groupie.

Pero bueno, como en FYT somos unos faloperoputos faranduleros filoporteños pornomediáticos que pertenecemos al 16% de imbéciles terminales del Uruguay, le mandamos un saludo a Natalia y le decimos que está más linda que nunca.

Y nos quedamos pensando en si la frase de José Artigas "sean los orientales tan ilustrados como valientes" fue un deseo o una maldición.





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