miércoles, enero 25, 2006

Mis discos de primavera (tardía)

Bueno, más vale tarde que nunca, pero no quería que se confundiera con una de las clásicas listas de fin de año, lo que me obligaría a aclarar el por qué la mayoría de los discos llevan más de veinte años de editados, y además estaba abotonado con preocupaciones ambientales. En esta ocasión la lista tiene algunas variaciones, en primer lugar no son diez como de costumbre sino algunos más, lo cual se debe a un período bastante compulsivo en cuanto a escuchar música. En segundo lugar la lista es un poco mentirosa, ya que debería incluír varios ejemplos más de una clase de discos que me tiene fascinado y que son los dobles en vivo de bandas de hard rock de los setenta. Durante mucho tiempo odié a esta clase de discos, a los que consideraba un resumen de todo lo autoindulgente, estúpido y mesiánico que tiene el rock. Lo cual en cierta forma es cierto y todos los chicos punk lo saben, pero mientras que la mayor parte del punk actual es una música imbécil para adolescentes en pseudo-rebelión, estos discos tan denostados son -en muchos casos- testimonio de una época en la que todo era más grande que la vida y los músicos se comportaban como semi-dioses -y a menudo tocaban como tales-. En una época en que se considera como virtudes del concierto en vivo la fidelidad absoluta a la grabación original y la participación demagógica del público como corista impago, es un placer exquisito escuchar a estos dinosaurios alterar sus temas, alargarlos hasta el absurdo y hacer lo que se les cante con tal de llegar a una experiencia auténtica, o al menos a una buena imitación de la misma.

Sí, me gustan los dinosaurios, sean los tyrannosaurus o Led Zeppelin, y contemplar a estas bestias retratadas en sus momentos de mayor vitalidad prueba inmediatamente la falta de vida del rock actual. Pero en esta lista he faltado un poco a la verdad e incluído solamente a un exponente de esta clase de artefactos -el colosal Raunch'n'Roll Live de Black Oak Arkansas, que curiosamente no es ni fue un disco doble, aunque lo parezca...-, pero siendo justo a lo que ha estado sonando en casa deberían estar también montañas como el On Your Feet Or On Your Knees de Blue Öyster Cult, el Live at the Paramount de The Guess Who, el Space Ritual de Hawkwind, el Live Bootleg de Aerosmith, el Live at the Budokan de Cheap Trick e inclusive la monstruosa (en muchos sentidos) re-edición del mítico Made in Japan de Deep Purple (no menciono el The Song Remains The Same porque me sigue pareciendo un testimonio indigno de aquella gran banda). En fin, como setentista absoluto les dejo la recomendación y paso a destacar otros discos un poco más variados. Son un montón y me explayé largamente sobre ellos (parte de mi setentismo es el exagerar), así que no hagan esfuerzos y recuerden el botoncito de la esquina derecha.

The Who - Who's Next: Algunos individualistas han esparcido la idea de que el gran disco de los Who es el The Who Sell Out, una gran obra sin dudas, pero que se ve empequeñecida e infantilizada cuando se le pone al lado del Who's Next, disco que se destaca en la carrera de los dirigidos por Pete Townshend como un jugador de básquetball en una convención de jockeys. Versión mutilada del gran proyecto de Townshend, la ópera rock Lifehouse, Who's Next tiene sin embargo una gran unidad y nada de relleno, cosa que no se puede decir de ningún otro album de los Who. Reconozco no ser nada imparcial con este disco que, por motivos que no vienen al caso (lo descubrí cuando era muy, muy chico y me cambió todo lo que pensaba o intuía sobre la música rock), me resulta muy importante, pero volver a él después de unos años sin darle pelota me deslumbra nuevamente, especialmente en la versión remasterizada que incluye 'Pure and Easy', temazo que no debió nunca quedar afuera. Los relevos instrumentales de 'Baba O'Riley' siguen siendo una de las mejores cosas de la historia del rock y 'Behind Blue Eyes' sigue siendo una de sus baladas más amargas y bellas -inmaculada a pesar de la versión apestosa que hiciera el cara de pija de Fred Durst hace un par de años-, pero en esta nueva revisión de este disco clásico mi canción favorita es 'Goin' Mobile' y sus arranque y frenos bajo la voz temblorosa de Townshend. Pero puede ser cualquiera.

Orthrelm - OV: Si hacía falta alguna prueba de que los heavys, supuestamente el lado más conservador y retrógrado del rock, son la tribu más inquieta estéticamente de la actualidad y la que tiene la mayor capacidad técnica para desarrollar esa inquietud, OV es una muestra irrefutable. Es difícil contar de qué se trata este disco porque aunque no desentone al lado de los de Sunn 0))), Lightning Bolt o Ruins, es un género en sí mismo. Un solo tema de 45 minutos en el que la simple combinación de guitarra y batería va presentando riffs minimalistas y enganchados que evolucionan hacia otros y se repiten mecánicamente en mantras imposibles que recuerdan al puente de ‘White Cross’ de Sonic Youth pero sin que exista una canción antes o después. Algo tan radical y nuevo que no encaja ni siquiera en los patrones de la música experimental o los zumbantes excesos del metal-ambient y que evidentemente no es un disco que uno ponga para amenizar una jovial reunión de amigos. Yo supongo que va a pasar un tiempo antes de que vuelva a escucharlo entero otra vez, pero el asunto es toda una experiencia ante la que hay que sacarse el sombrero.

Geto Boys - We Can't Be Stopped: Algunos habrán notado que en ninguna de mis listas de discos más escuchados he nombrado a algún título de hip-hop, esto tiene una explicación muy simple: no me gusta el hip-hop y punto. Sin embargo y como no se puede descartar ningún género íntegro, hay una rama del mismo que me resulta atractiva y es el gangsta de principios de los noventa. No es tanto el morbo de las letras ultra-violentas e incorrectas lo que me atrae sino más bien la musicalidad del mismo, más próxima a George Clinton que a Kraftwerk, y sus MCs de envidiable y melodioso fraseo. Y de hecho la más impresentable de las bandas de gangsta de aquellos tiempos salvajes es mi preferida, los siniestros Geto Boys y éste, su disco más anormal y desquiciado. ¿Qué se puede esperar de un disco que lleva en su portada una foto de uno de sus integrantes -un enano además- siendo ingresado a un hospital con un ojo menos, perdido en una pelea con su novia? Maravillas, evidentemente… maravillas como ‘My Mind Is Playing Tricks On Me’, que, junto a ‘Straight Up Menace’ de MC Eiht, es mi canción favorita de hip-hop de todos los tiempos. Eso no es sólo violencia, es puro y exquisito gore.

Black Oak Arkansas - Raunch'n'roll Live: De todas las bandas hypeadas en su momento por el difunto y legendario crítico Lester Bangs tal vez la que menos ha trascendido y hecho escuela son los Black Oak Arkansas, posiblemente por su caracter de sureños bestiales y por la personalidad algo infumable de entrada de su lider y cantante James "Big Jim Dandy" Mangrum, un rubio extrovertido que es a David Lee Roth lo que Mick Jagger es a Steven Tyler y que canta en forma brillante u horrible sin puntos medios (a veces suena como Bon Scott parodiando al Captain Beefheart, algo que solo es bueno en teoría). Pero Black Oak Arkansas era una máquina de rock amorfo y vital, y en este disco en vivo suenan como si fueran Stooges confederados,atropellándose unos a otros encima de los micros y combinando estallidos eléctricos con largos fragmentos en los que sobresale la percusión (incluída una tabla de lavar castigada con furia por Mangrum). Anterior al clásico de la banda High on the Hog, no contiene 'Jim Dandy (to the rescue)', su tema más conocido, pero en su lugar está la formidable e inédita 'Getting kinda cocky' y varios temas de sus primeros dos discos, los mejores y más reos, como suele ser. No es el Kick Out the Jams pero a fin de cuentas no tiene nada que envidiarle.

Emmylou Harris - Wrecking Ball: ¿Cómo puede ser tan cool una mujer con el pelo teñido de blanco nieve, vestida de cowboy y con una voz tan aguda? Yo que sé, pero que lo es, lo es. Tal vez este sea el disco más difundido de la antigua corista de Gram Parsons en estas latitudes y tal vez no sea el más representativo ni el mejor (yo me quedaría con el Pieces of the Sky), pero es el que escuché como bobo durante la primavera, tal vez porque tengo debilidad por cualquier disco que contenga 'Every Grain of Sand', que debe ser mi canción favorita de Bob Dylan, o tal vez simplemente porque es un gran disco. La producción elegante, moderna y nebulosa de Daniel Lanois puede empalagar a algunos pero en mi opinión funciona tan bien aquí como en el Time Out of Mind del ya mencionado Dylan. El tema que le da nombre al disco, una composición de Neil Young (presente en coros) que originalmente había aparecido algo perdida en la cara B del Freedom del canadiense, se convierte aquí en una majestuosa y agridulce invitación a algo imposible de rechazar.

Pez - Para las almas sensibles: Esto sí que es setentismo puro y duro: cuando uno quiere dar por muerto de una puta vez al agónico y decadente rock argentino, uno se encuentra con bandas como Pez o Natas que hacen imposible extender el certificado de defunción. Los Pez en particular son una banda sin equivalentes en el resto del Río de la Plata y que han conseguido fusionar los estilemas reconocibles de la rica tradición rockera de su país con el espíritu y la libertad del rock independiente mundial. Este doble en vivo enorme y casi inabarcable funciona como un resumen mejorado de la ya amplia (y no lo bastante conocida) discografía de la banda y además de exquisiteces como 'Siesta' o 'Phantom Power' presenta la composición que da nombre al disco y que es lo más ganchero (si el adjetivo se puede adjudicar a un tema de Pez) que la banda haya hecho y si la escena rockera no hubiera sido lobotmizada por el fútbol y las bandas que escucharon mal a los Rolling, debería haberse convertido en un éxito. Es difícil e injusto destacar el laburo de uno de de los integrantes de la banda, pero lo que hace Pepo Limeres en este disco casi que mete miedo. Como todo el disco, que con ese nombre, esa duración y esas características musicales es, además de buena música, una declaración de principios. Una obra pura, digamos, algo que uno se había desacostumbrado a ver en el Río de la Plata y otros minerales preciosos.

David Johansen - David Johansen: Al igual que los Stooges, The Velvet Underground y los Rocket from the Tomb, los New York Dolls también sufrieron esa maldición de los grupos proto-punk de tener un disco perdido o nunca grabado del que se conocen temas sueltos o grabaciones en vivo, siendo fagocitado tras la disolución del grupo por las carreras solistas de sus integrantes. En el caso de las muñecas neoyorquinas este disco estaría comprendido por el material que compone el semi-pirata en vivo Red Patent Leather, disco más bien inescuchable por la mala calidad del sonido pero que delata un material bastante más fuerte que el del Too Much, Too Soon. Este material luego aparecería (en su mayor parte) en los discos solistas de Johnny Thunders ('Pirate Love'), de Sylvain Sylvain ('Teenage News') y en este, el primer disco solista de David Johansen, que en mi opinión se queda con la parte del león al apropiarse de 'Funky but chic' y 'Girls'. La banda que lo acompaña no rockea como los Dolls, pero no hace ningún papelón y la selección de canciones es fuertísima, aunque la desilusión y quemadura absoluta de David Jo con su papel fracaso precoz como rock star se nota desde la tapa. Mucho menos reconocido que el So Alone de Thunders, no sólo no pasa ninguna verguenza a su lado sino que es posible que este sea el mejor disco de un ex NYD.

Cecil Taylor - Conquistador: A pesar de mi admiración por titanes como Albert Ayler, Ornette Coleman o Don Cherry, para mí el gran héroe del free jazz -y una de las pocas personas de las que no tengo pruritos en reconocer como ídolo- es el pianista Cecil Taylor, cuya música hace parecer a cualquier otra -desde los Ramones hasta King Crimson- como cuadrada y encorsetada por comparación y que recuerda a una selva en la que los animales hubieran sido sustituídos por instrumentos vivientes. Conquistador es el disco hermano del clásico de Taylor Unit Structures (ambos salieron el mismo año por Blue Note) y lo encuentra nuevamente flanqueado por dos monstruos como Jimmy Lyons y Bill Dixon. Soy absolutamente incapaz de decidir si es un disco superior -inferior decididamente no es- al Unit Structures, pero en todo caso es un disco trágico ya que en lugar de llevar a Taylor a la merecida gloria, pasó desapercibido y fue el último disco del pianista en casi una década en la que, acuciado por problemas financieros, se dedicó a dar clases, a hacer giras ignoradas y a esperar a que el mundo llegara a digerir lo que había tocado en los años anteriores. Este es un disco totalmente vanguardista y solo relativamente libre (free) pero su belleza está al alcance de cualquiera que lo escuche con los oídos abiertos. Es como la banda de sonido de una película en la que uno fuera a nadar en una piscina oscura y misteriosa, único símil que se me ocurre para comparar a esta música totalmente abstracta y extrañamente armónica.

Talking Heads - More songs about food and buildings: Tanto grupo copiándole a los Talking Heads y citándolos como mayor influencia me hizo revisar la discografía de esta banda y particularmente este disco que es el que, por motivos sólo explicables antes del peer to peer, era el que tenía menos escuchado. Producido por un Brian Eno sutil y sin hambre de protagonismo, More songs about... es el disco que David Byrne y los suyos intentaron volver a hacer varias veces a lo largo de su carrera sin lograrlo nunca. Desde la perfecta 'Thanks for sending me an angel' (extrañamente ausente de las recopilaciones y discos en vivo a pesar de abrir este disco) hasta la no menos brillante 'The Big Country', este disco contiene más ideas musicales y líricas de las que los Franz Ferdinand van a tener en toda su carrera aunque se caigan en la fuente de la juventud. Curiosamente el tema que menos aguantó el paso del tiempo es el más difundido del album, el ahora soso cover de 'Take me to the river' de Al Green. Escuchando estas canciones me quedo pensando acerca de que dolorosamente inujusto que es el agarrarle fobia a algunas grandes bandas por aversión a la gente que las escucha.

David Allan Coe - Underground album: Al parecer el compositor country outlaw e ídolo de los motoqueros David Allan Coe compuso con unos amigotes esta colección de canciones (repartida entre este disco y su compañero, el Nothing's Sacred) como un divertimento orientado, como lo dice su nombre, a apenas una distribución underground, pero como la gente es morbosa terminó convirtiéndose en una especie de clásico semi-secreto. Si uno no le presta demasiada atención puede parecer simplemente un conjunto de muy buenas canciones de country-rock pero apenas se atiende un poco a las letras uno se encuentra con un objeto tan ofensivo que hace parecer a los Frogs unos chicos pícaros. Los nombres de algunas canciones pueden dar una idea: 'Cum Stains on the Pillow', 'I made Linda Lovelace gag', 'Don't bite the dick'', 'Masturbation blues', 'Fuckin' in the butt'... es decir, toda una serie de obscenidades e incorrecciones políticas que pondrían colorado a Jorge Corona pero que tienen ese particular encanto de lo indefendible. Cito el estribillo de la impresentable 'Nigger Fucker', una triste canción sobre un hillibilly abandonado por su mujer en beneficio de un negro para dar una idea de lo que se trata: "And to think i licked the pussy / where that big black dick have been / and kissed the lips that sucked him off time and time again / It's enough to make a man throw up / sure it's hard to figure / how any decent girl could ever fuck a goddam nigger..." En realidad hay más humor y ganas de molestar que racismo y sexismo en este material que se escucha con un placer muy culpable, pero que en el fondo no se diferencia mucho en lo lírico del disco de Geto Boys comentado arriba, por ejemplo, y del que se podría considerar el negativo.

Meat Loaf - Bat out of Hell: Bueno en el fondo este disco es más difícil de defender que el de David Allan Coe: se trata de una de las obras más desproporcionadas, pretenciosas y grasas de los desproporcionados, pretenciosos y grasas años setenta. Clásico absoluto en EE.UU., misteriosamente no fue adoptado y pasado hasta el hartazgo por los zares de las FMs uruguayas de aquella década (Mullins, Rupenian). Tal vez sospechaban que había algo bueno abajo de tanta terrajería. Compuesto por Jim Steinman, compositor tan grandilocuente y excesivo que es algo así como el equivalente musical a las pinturas de Frank Frazetta (tal como ilustra el dibujo de Richard Corben que asombra y horroriza desde la tapa), que en estas costas es más conocido por su no menos elefantíasico hit 'Total Eclipse of the Heart', cantado por Bonnie Tyler. Para Bat Out of Hell, Steinman se inspiró claramente en las epopeyas de carretera narradas por Bruce Springsteen en Born to Run, magnificando sus aspectos teatrales y excesivos, y poniéndolos al servicio de la poderosa voz del gordo Meat Loaf. El resultado es un despropósito de exageraciones épicas, pero misteriosamente funciona, o al menos funciona para mí. En el fondo este no es un disco ni bueno ni malo, está más allá del bien y el mal o de cualquier consideración de buen gusto y sutileza. Es como la tapa.

The 6ths - Wasps ' Nest: En un mundo en el que la música pop se vendiera por su capacidad de emocionar y sus melodías memorables y no por el marketing visual, la payola y MTV, Stephin Merritt vendería tantos discos como vende Mariah Carey y Mariah Carey chuparía porongas de ejecutivos en el edificio Trump, algo que posiblemente no haya dejado de hacer, pero hay tantas injusticias en el mundo que no da ni para protestar... De entre los múltiples proyectos de Merritt (Magnetic Fields, Gothic Archies, Future Bible Heroes) los 6ths significan su acercamiento a la escena indie de los noventas, no por lo musical o lírico -que no difiere mucho del emotivo tecno-pop lo-fi que Magnetic Fields hacía en la época- sino porque utilizó a la crema y nata del indie-pop como vocalistas. Pero esto no es para mí lo importante sino la colección de canciones, en mi opinión la más notable realizada por Merritt, superior inclusive al maravilloso segundo disco de las 69 Love Songs. No sólo no hay un tema flojo en todo el disco sino que además hay varias composiciones perfectas como la maligna 'Falling out of love with you' o la encantadora 'San Diego Zoo' (cantadas por Dean Wareham y Barbara Manning respectivamente). Mi favorita es 'Dream Hat', interpretada por un Mac McCaughan que con su voz adolescente eterno llena de rabia y esperanzas un texto excelente de Merritt (algo que ya había hecho por otra composición de Merritt, la no menos notable 100.000 fireflies en uno de los discos de Superchunk) y una melodía única.

Pink Fairies - Neverneverland: Mi gran descubrimiento tardío de estos meses fueron los Pink Fairies, a quienes conocía desde hacía tiempo de nombre como banda seminal pero no muy difundida del proto-punk. Vaya uno a saber por qué nunca había escuchado, tal vez por nunca haber sido realmente seducido por los Deviants, banda que le dio origen y que sí conocía bien (y que a la luz de los Pink Fairies voy a volver a re-escuchar). Posiblemente sea una de las bandas que mejor sintetiza las exploraciones sónicas y la lírica revolucionaria de los sesenta con la brutalidad e inmediatez del punk, pero antes que nada tiene a un guitarrista absolutamente deslumbrante, el canadiense Paul Rudolph, que se sabe todos los piques e inventa más de uno con un tono y energía avasallantes, combinando psicodelia, heavy metal y punk como quien hace una ensalada. Hombre más bien desconocido, al revisar su currículum descubrimos que también metió cuerdas en Hawkwind y en algunas grabaciones de Brian Eno. Un tipo con buen gusto diríamos. ¿El resto de la banda...? Escuchen el primer tema, 'Do it!' y después me cuentan.

Mule - Mule: Arriba decíamos que Black Oak Arkansas no había hecho escuela y era una verdad a medias; de hecho algunos degenerados relacionados con el sello Touch & Go como Killdozer y Mule llevan marcada a fuego la influencia del rock salvaje y profundamente uncool rock sureño, a pesar de ser oriundos de las más que yankees planicies de los alrededores de Chicago. Comandados por un P.W. Long que ruge como un león furioso (horrorizando al crítico que comenta este disco en la AMG, tal vez no acostumbrado a las voces realmente masculinas), los Mule ya arrasaban desde su debut y es un misterio o un crimen el que hayan pasado desapercibidos durante su breve existencia a principios de los noventa. Para tener una idea del sonido de Mule habría que imaginarse un cruce contra natura de Lynyrd Skynyrd y Jesus Lizard, algo patente en la guitarra de Long, que pasa de fluídos riffs de blues a espasmos propios del hardcore y el afterpunk sin que uno se de mucha cuenta de cuando cambió. Un disco que mata desde el principio, con un 'Mississippi Breaks' que comienza a capella y luego es atropellado por la banda, sonando como 'Sweet Home Alabama' en un huracán. Tal vez este sea lo más salvaje de la breve discografía de Mule, pero todo es bueno y todo merecía mejor suerte. Como P.W. Long, que sigue sacando discos convulsivos, de pelo en pecho y whisky en la jarra, sin que nadie se de mayor cuenta, a excepción de Steve Albini. Como siempre.

Sally Timms - Cowboy Sally's twilight laments... for lost buckaroos: Epa, ¿otro disco más de country-rock cantado por una mujer? ¿qué está pasando acá..? Bueno, era primavera, manga de ruidosos desalmados, y uno quería escuchar canciones románticas y desilusionadas cantadas por mujeres atractivas... De cualquier forma este disco es muy diferente al de Harris; mucho menos legítimo en origen (al fin y al cabo no se trata de una leyenda country como la Emmylou sino de una inglesa de Leeds que suele cantar con esos zurdos complicados de los Mekons) es bastante más puramente country en lo musical y es un sueño realizado: un disco country de los Mekons -que asoman a la callada por todos lados- en el que sólo canta Sally Timms. Como es de esperarse la selección de canciones es genial; Timms vuelve a meterse con John Anderson, esta vez para tomarle prestada la hermosa 'Seminole Wind', junto a canciones de Jeff Tweedy, The Handsome Family (la estremecedora 'Drunk by Noon'), clásicos como 'Long Black Veil' y, por supuesto, temas compuestos junto a Jon Langford. El resultado es tan bueno como puede esperarse y derrocha feeling y humor. Me costó pescarlo en el Soulseek, pero la espera valió la pena y me quedo tarareando eso de "If my life was as long as the moon's / I'd still be jealous of the sun / If my life lasted only one day / I'd still be drunk by noon".

Y eso es todo, no bajen ninguno de estos discos ahora. Es verano y hay que escuchar reggae. En serio.





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