lunes, enero 30, 2006

Viejos borrachos revisitados

La fantástica revista Modern Drunkard Magazine -revista que puede ser considerada como un medio humorístico pero a la que yo cada día veo más como político- publica un nuevo acercamiento a la eternamente reproducida fotografía que Korda (Alberto Díaz) le hiciera al Ché Guevara y que se ha convertido en el ícono personal político más reproducido de los últimos cuarenta años. En tiempos del photoshop, es de lo más tentador tomar cualquier rostro y colocarlo dentro del marco heroico de la melena y la gorra del Ché. He visto hacerlo en forma graciosa con el rostro del mono evolucionado Cornelius o con la cara de Homero Simpson. He visto (uno de los montajes más perturbadores que conozca) asomar a la cara de Adolph Hitler por debajo de esa gorra en un arriesgado chiste visual de la revista Barcelona. Y ahora veo que la MDM lo fusiona con lo que para ellos es un ícono de otra guerrilla, Charles Bukowski.

Hace un tiempo que no escuchaba hablar del viejo Bukowski, no sé si los nuevos lectores lo han revalorizado o lo asocian con justicia con una generación cascoteada y bastante ignorante que lo idolatró hasta convertirlo en sustituto de cualquier otra lectura. Yo era un adolescente que leía compulsivamente cuando estalló el boom Bukowski en el Río de la Plata. El único símil que se me ocurre para ofrecerles como ejemplo de lo que fue a quienes no lo vivieron es que se pareció a un fenómeno Harry Potter para mayores de edad. Se leyó a Bukowski, se citó a Bukowski, se imitó a Bukowski, se bebió y se pensó que el beber convertía a un Symms en un Bukowski (fui bueno y no usé ejemplos uruguayos), se denigró en nombre de Bukowski, se debatió Bukowski, se pidió prestado Bukowski y no se devolvió más. Lógicamente así nos quedaron los huevos con Bukowski y sus versiones e imitadores locales.

Mi romance con la obra de Bukowski fue breve e intenso, la propia ansiedad de la compulsión literaria hizo que lo leyera y luego siguiera de largo hacia autores menos populares e inmediatos, pero de cualquier forma me lo leí casi todo y algunos de sus libros -particularmente Mujeres y la colección de relatos tardíos Música de Cañerías- me habían impresionado mucho. Pero bueno, en algún momento dejé de leerlo y empecé a asociarlo mentalmente con una escritura rústica, efectiva sólo para jóvenes con hambre de transgresión y totalmente superada para los que ya leiamos a James Joyce y, supongo, se me contagió un poco el desdén académico hacia el viejo choborra. Años después me encargaron reseñar el Shakespeare Never Did This, una de las pocas obras de prosa de Bukowski que Anagrama no había llegado a editar en vida de éste y tal vez su libro más alegre, si cabe usar ese término. Fue leerlo y darme cuenta, independientemente de modas, que estaba frente a un escritor formidable y en el fondo incomprensible para un adolescente.

Entre otras cosas me di cuenta de algunas cosas:

a) el entorno de marginalia, alcohol y coitos en la obra de Bukowski funciona como el desierto y los marroquíes en la de Paul Bowles: es lo primero que uno nota y lo que menos importa. Bukowski es un gran escritor existencial.

b) es el mejor depurador/reductor del estilo Hemingway, muy superior a la mayoría de los minimalistas con la excepción posible de Raymond Carver, que es en realidad un depurador/expansor de las traducciones inglesas de Anton Chejov.

c) el estilo de Bukowski mejoró -al menos en la prosa- con la edad. Sus mejores novelas (Mujeres, La Senda del perdedor) y colecciones de relatos (Música de cañerías, Hijo de Satanás) pertenecen a cuando ya era un escritor reconocido mundialmente. Solamente al final de su vida su obra decayó ligeramente, cosa tal vez adjudicable a la edad pero que puede deberse a su extrañamente juvenil intento de navegar en aguas desconocidas (Hollywood, Pulp).

d) tenía profundos vasos comunicantes con la obra de William Burroughs, a quién despreciaba, que no son aparentes por la diferencia de estilos -y toxinas- privilegiados por ambos. Pero son hijos de una misma bohemia y un mismo aborrecimiento por la cultura norteamericana y a ambos se les nota. Y ambos pueden ser venerados e ingresados en el panteón de la historia literaria de ese país pero su obra sigue siendo totalmente inasimilable para esa cultura de puritanos y monstruos.

e) su poesía no era mera prosa desperdigada por la página, era también un gran poeta.

Como muestra de esto elijo uno de sus poemas más conocidos, y bellos, en el que con pocas palabras resume cosas arrasadoras que uno tendería a creer imposibles de resumir. Y además habla de tigres.

For Jane

225 days under grass
and you know more than I.
they have long taken your blood,
you are a dry stick in a basket.
is this how it works?
in this room
the hours of love
still make shadows.

when you left
you took almost
everything.
I kneel in the nights
before tigers
that will not let me be.

what you were
will not happen again.
the tigers have found me
and I do not care.


El afiche de la MDM no es un chiste tonto; si algo caracteriza a la MDM es lo refinado de su sentido del humor, y es sobre todo una declaración de principios. Es decir: hay una guerra, en cualquier momento llega hasta nuestra puerta, así que elijamos nuestras banderas y nuestros chamanes guerreros. Hoy se extraña a Bukowski; parafraseando a J.L. Borges es desesperante el que -con la excepción temporal de Kurt Vonnegut, claro está- todos los mejores escritores vivos estén muertos. Porque ahora sería necesario escuchar qué dirían acerca de la locura extraordinariamente ordinaria de la actualidad. A uno le gustaría imaginarse al fantasma de Bukowski, con la sábana sucia y en patas, metiéndoles una botella en el orto a algunos de esos policías disfrazados de doctores, esos que están ensuciando los espacios entre las personas con grilletes barnizados con filantropía.





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