viernes, marzo 24, 2006
¡Benito hay uno sólo! ¡perros!
Mirando, Bendita TV, el nuevo programa de re-ciclaje de bloopers, momentos extraños, curiosidades y demás detritus de la TV local, un producto muy similar a PNP, pero que como no se parecía lo suficiente trajeron al propio Gastón Portal para limar diferencias, me encuentro con una singular casualidad en esta ciudad pequeña en la que las casualidades no existen.
Como los lectores atentos de este blog sabrán, su redactor habitual no se llama "benito", como firma, sino que el mismo es simplemente un nick (mi nombre real es adolfo) elegido no en honor de ningun benito humano sino en homenaje al perro Benito (o para ser exacto Juan Carlos Benito), una bestia legendaria, nominalmente de la raza de los labradores, que acecha en los paseos del Parque Rodó, asombrando a sus habitantes con su tamaño, carácter y dimensiones, y haciendolos hablar de él con el respeto reverente que los escoceses reservan al acuático y misterioso Nessie.
Ahora bien, resulta que en uno de los ¿gags? que preceden a los fragmentos televisivos que los conductores de Bendita TV reproducen y comentan, Gustavo Escanlar, personaje al que hemos criticado duramente varias veces y a quién algunos lectores extranjeros sorprendentemente han identificado con el redactor de este blog, sacó de debajo de la mesa un daschund, es decir, un perro salchicha, una de esas tristes caricaturas de perro que los alemanes inventaron en uno de sus períodos de crueldad germánica. Y acto seguido lo presenta como "Benito". Es decir, como el perro "Benito".
Ah no, a mí que no me jodan: "Benito" no es "Sultán", "Rocky", "Lobo" ni ninguno de esos nombres que se le ponen a los canes habitualmente; es un nombre de perro bastante extraño, elegido en circunstancias bastante particulares (una campaña del infame político colorado Benito Stern para intendente de Punta del Este) por quién en ese entonces era un niño de seis años (mi sobrino, quién sigue pensando que lo de "Benito" fue una muy buena idea). Quiero decir, perro Benito hay uno sólo, y en ciertos barrios es más conocido que el difunto y ridículo Jazmín, fama que se ha hecho a fuerza de dientes, estampa y carácter. No está bien entonces que se lo agarre para la chacota y se presente como "benito" a un pseudo-can que se parece más bien a su miembro viril en estado de flacidez (y tiene más o menos las mismas dimensiones).
Para que no haya más confusiones, presento una foto que ilustra el semblante del verdadero y único Benito. La persona que sostiene su macrocefálica cabeza no es un pequeño niño sino un hombre de cien kilos, así que es fácil imaginarse -si no pueden hagan un cálculo geométrico de relaciones de la foto- el aterrador tamaño real de Benito, el inconmensurable.
Así que respeto, malditas criaturas televisivas; no incluí una foto en la que el animal exhibiera su dentadura porque tal vez haya gente impresionable mirando este blog -señalo al pasar que un endurecido integrante de los Buenos Muchachos casi se desmaya al ver los destrozos ocasionados en un brazo (humano) por el colmillar de Benito en un momento de excesivo entusiasmo-, y porque el temperamento justo del bruto amarillo lo lleva a que no la exhiba demasiado. Pero no se confíen, ya ha mordido y desgraciado a rottweilers, huskys, ovejeros y dueños, y posiblemente no tenga ningún problema en hacerlo con antipatrióticos refriteros de programas argentinos. Se sabe que Benito, el perro, es generoso, manso y afectuoso (hasta poder ser considerado un plomazo) para con los rockeros under que le soplan humo de cannabis en la cara y con las muchachas bonitas que visitan a su dueño, pero su filantropía no va mucho más allá. Y ese daschund atrevido y usurpador le vendría bien para rellenarse una pequeña carie que le afea una muela.
Como los lectores atentos de este blog sabrán, su redactor habitual no se llama "benito", como firma, sino que el mismo es simplemente un nick (mi nombre real es adolfo) elegido no en honor de ningun benito humano sino en homenaje al perro Benito (o para ser exacto Juan Carlos Benito), una bestia legendaria, nominalmente de la raza de los labradores, que acecha en los paseos del Parque Rodó, asombrando a sus habitantes con su tamaño, carácter y dimensiones, y haciendolos hablar de él con el respeto reverente que los escoceses reservan al acuático y misterioso Nessie.
Ahora bien, resulta que en uno de los ¿gags? que preceden a los fragmentos televisivos que los conductores de Bendita TV reproducen y comentan, Gustavo Escanlar, personaje al que hemos criticado duramente varias veces y a quién algunos lectores extranjeros sorprendentemente han identificado con el redactor de este blog, sacó de debajo de la mesa un daschund, es decir, un perro salchicha, una de esas tristes caricaturas de perro que los alemanes inventaron en uno de sus períodos de crueldad germánica. Y acto seguido lo presenta como "Benito". Es decir, como el perro "Benito".
Ah no, a mí que no me jodan: "Benito" no es "Sultán", "Rocky", "Lobo" ni ninguno de esos nombres que se le ponen a los canes habitualmente; es un nombre de perro bastante extraño, elegido en circunstancias bastante particulares (una campaña del infame político colorado Benito Stern para intendente de Punta del Este) por quién en ese entonces era un niño de seis años (mi sobrino, quién sigue pensando que lo de "Benito" fue una muy buena idea). Quiero decir, perro Benito hay uno sólo, y en ciertos barrios es más conocido que el difunto y ridículo Jazmín, fama que se ha hecho a fuerza de dientes, estampa y carácter. No está bien entonces que se lo agarre para la chacota y se presente como "benito" a un pseudo-can que se parece más bien a su miembro viril en estado de flacidez (y tiene más o menos las mismas dimensiones).
Para que no haya más confusiones, presento una foto que ilustra el semblante del verdadero y único Benito. La persona que sostiene su macrocefálica cabeza no es un pequeño niño sino un hombre de cien kilos, así que es fácil imaginarse -si no pueden hagan un cálculo geométrico de relaciones de la foto- el aterrador tamaño real de Benito, el inconmensurable.
Así que respeto, malditas criaturas televisivas; no incluí una foto en la que el animal exhibiera su dentadura porque tal vez haya gente impresionable mirando este blog -señalo al pasar que un endurecido integrante de los Buenos Muchachos casi se desmaya al ver los destrozos ocasionados en un brazo (humano) por el colmillar de Benito en un momento de excesivo entusiasmo-, y porque el temperamento justo del bruto amarillo lo lleva a que no la exhiba demasiado. Pero no se confíen, ya ha mordido y desgraciado a rottweilers, huskys, ovejeros y dueños, y posiblemente no tenga ningún problema en hacerlo con antipatrióticos refriteros de programas argentinos. Se sabe que Benito, el perro, es generoso, manso y afectuoso (hasta poder ser considerado un plomazo) para con los rockeros under que le soplan humo de cannabis en la cara y con las muchachas bonitas que visitan a su dueño, pero su filantropía no va mucho más allá. Y ese daschund atrevido y usurpador le vendría bien para rellenarse una pequeña carie que le afea una muela.
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