martes, abril 04, 2006
El licenciado propone un problema intelectual

De cualquier forma la entrevista es tan entretenida como cualquiera de las que ha concedido el hombre en los últimos tiempos, no porque sea un entrevistado gracioso o inteligente, sino porque su progresivo divorcio con la realidad y con la naturaleza de sus programas es cada vez más pronunciada, y porque es el mayor ejemplo de egotrip desquiciado que se haya visto en Uruguay, un país no muy afecto a las grandes demostraciones de auto-estima. Egotrip de lo más curioso porque es una prueba de que la gente nunca está conforme, quiero decir: es tonto negarle a Petinatti su carácter de fenómeno o virus cultural nacional; nadie ha logrado los récords de audiencia radial de este hombre y mucho menos durante el tiempo que él lo consiguió (ya van 15 años de Malos Pensamientos), nadie puede arrebatarle eso, que de cualquier forma habla menos sobre él que sobre el país que le dedicó un sello de correo. Pero ver las piruetas que hace para explicar como inexplicablemente fracasaron sus intentos de conquistar la vecina orilla (suponemos que los interesados a priori deben de haber efectivamente visto un tape de uno de sus programas), o atribuírse invenciones que en radio son el equivalente a la pólvora, es insanamente divertido.
Pero no es ese delirio megalomaníaco lo que nos motiva a escribir este post, ni la cantidad de datos interesantes que aporta la nota (como el vergonzoso recuerdo del estoico diputado tupamaro Luis Rosadilla haciéndole de movilero en la asunción de Vázquez o el recordatorio de cómo varios músicos muy conocidos le hicieron de jingleros), sino el mero dato de las tres únicas ocasiones en que Malos Pensamientos interrumpió su programación habitual, que como la nota recuerda ni siquiera se interrumpió ante una apendicitis del valiente conductor que resistió, intestino en mano o algo así, hasta terminar la emisión para ir a operarse. Las tres veces que el programa dedicó todas sus cuatro mastondónticas horas a otro tema fuera de exprimir la estupidez uruguaya fueron: a) La caída de las torres gemelas, b) La muerte del automobilista Gonzalo "Gonchi" Rodríguez y c) La muerte del Papa Juan Pablo II. Y hete aquí el problema que da nombre a este post.
El ya legendario cuento de Jorge Luis Borges 'El idioma analítico de John Wilkins' menciona una imaginaria enciclopedia china que clasificaba a los animales en categorías imposibles de pensar por no pertenecer a un mismo eje paradigmático, por ejemplo animales que "se agitan como locos", animales "que acaban de romper el jarrón" o "que de lejos parecen moscas" o "perros sueltos". La invención es una especie de dinamita mental tan poderosa que es la base, por ejemplo, de todo el libro Las palabras y las cosas de Michel Foucault. No voy a ser grosero y e imaginar a Petinatti como un emperador chino local que suspende su programa por arcanas razones impensables -de hecho hay un eje paradigmático en los tres programas especiales y el mismo es la arbitrariedad del conductor- pero me cuesta de cualquier forma entrar en la lógica de ese eje.
Quiero decir; ¿Malos pensamientos interrumpe su programación habitual cuando se muere alguien importante? ¿cuál es el paradigma de importancia? En estos quince años se han muerto George Harrison, Liber Seregni, Kurt Cobain, Slobodan Milosevic, Juan Schiaffino, Joe Strummer, Yasser Arafat, El Corto Buscaglia, Theo Van Gogh, G.G. Allin, La Tota Quinteros, Dee Dee Ramone, Lady Di, Mario Levrero... ¿cuál es el hilo entre los achicharrados en el WTC, el accidentado conductor y el religioso polaco? ¿la conmoción pública en Montevideo? Bueno, en los quince años también ocurrieron la crisis del 2002, la invasión a Irak, el triunfo de la izquierda, el tsunami, el caso Berríos, el asesinato de Yithzak Rabin, el kilombo de las papeleras, Michael Schumacher... yo qué sé, pasaron muchas cosas ¿no? Inclusive el tercero de los hechos, la muerte de Wojtyla, es el más llamativo en la selección, porque Petinatti siempre ha sido muy vocal con respecto a su pertenencia a la colectividad judía (que debe estar contentísima con que su integrante uruguayo más famoso sea el susodicho conductor)... No sé, ¡hombre misterioso este Petinatti!
Para mí que está tratando de decirnos algo, algo críptico, como el Código Da Vinci, que sumado a otras pistas nos propone un enigma, al que si resolvemos entenderemos qué carajo le pasó a un país civilizado para que de pronto convirtiera a este personaje en su mayor referente cultural. Es todo un desafío....
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