viernes, abril 21, 2006

Los hombres difíciles y las frases fáciles

Tal vez soy el último pelotudo capaz de calentarse por un titular de la revista Gente, pero...

En el número de esta semana tenemos a una permanente abonada a la tapa de dicha revista, la modelo, actriz y ex primera dama mediática Araceli González. Como es habitual, la chica -seguramente una de las mujeres más bonitas y sexys de la Argentina- aparece en ropa interior, exhibiendo su espléndido lomo y saliendo como siempre sale en las tapas, es decir, bien. Pero tengo algún problema con el texto, una declaración de la González, que aparece en tapa.

Dice la diva, reflexiva y melancólica: "Después de los 35, ¡Qué difícil es conseguir un hombre!"

Bueno, yo estoy de acuerdo con dicha reflexión, esencialmente; en una cultura occidental obsesionada por la juventud, compensación histérica del pánico a la muerte, y por lo superficial, una mujer de 35 años, es decir una mujer joven, aún fértil y que puede estar aún en su pico de atracción física, ya se la empieza a considerar un poco veterana para los galanes en búsqueda de mujeres con las que formar pareja. Algo que tiene muchos motivos, algunos de ellos razonables -como las dificultades del embarazo a partir de cierta edad- pero que básicamente es un rebote de una obsesión pedófila colectiva digna de los momentos más dudosos de Onetti y Nabokov. Es decir, para la mayoría de las mujeres solteras o divoriciadas la reflexión de Araceli - siendo generoso y entendiendo por "conseguir un hombre" el concepto de "conseguir pareja", porque ya se sabe que siempre estamos dispuestos a prestar nuestra hombría por unas horas- es una reflexión social compartible y con la que cualquier treintañera puede estar de acuerdo. Pero esta es Araceli González, no es cualquier treintañera.

Me explico antes de que me desprecien como uno de esos intelectualosos de izquierda farandulizados y aporteñados a los que los viejos leones del MLN atarían abajo de una chalupa: No tengo la más pálida idea de que tipo de mujer sea Araceli González, puede ser insoportable, tener mal aliento, ser fan de Babasónicos, odiar a los perros, tenerle horror al sexo oral... puede tener mil características que la hagan despreciable como pareja, pero objetivamente es una mujer hermosísima, excepcionalmente atractiva a pesar de (o gracias a) su cara algo redonda demás, y a pesar de estar llegando a los 40. Aún si nunca le hubieran puesto una cámara adelante y no cobrara los miles de dólares que debe pasarle todos los meses su ex marido Adrián Kirzner Schwartz, más conocido como Adrián Suar, de cualquier forma la González daría vuelta todas las nucas masculinas con sólo entrar a cualquier salón. Si se quiere inclusive sus devaneos actorales le deben haber restado un poco de atractivo, teniendo en cuenta que generalmente han sido en productos infames dirigidos o producidos por su ex.

Pero esta mujer declara, y Gente destaca, que le es difícil "conseguir un hombre". Vamos... ¿qué tipo de hombre le puede resultar difícil conseguir a una mujer de estas características? ¿alguien que produzca películas millonarias para que ella pueda más o menos actuarlas? ¿un tipo que tenga dos pijas y le haga real la fantasía de aquel infame chiste del Cabezón Ruggeri...? Por más que haya pasado los 35 si hay algo que caracteriza a una mujer como Araceli González es la capacidad de conseguir a prácticamente cualquier varón que se le pase por adelante, incluyendo a este blogger, a su perro y a la estatua de Karol Wojtyla. Entonces, ¿por qué decir semejante idiotez? ¿Será una reverenda pelotuda, todos los argentinos se hicieron gay o hay algo más atrás de todo esto?

Tal vez la respuesta se pueda intuír revisando las frases destacadas en otras ediciones de Gente que la tuvieron de tapa:

"Voy a luchar hasta el final para seguir con Adrián"

"El único hombre que entra a mi cama es mi hijo Tomás"

"No hace falta una cirugía para ser sexy"

"Quiero que mi próximo amor sea para toda la vida"

"Como mujer no estoy disponible"

"Me gustaría volver a enamorarme"

Etc... Sí, obviamente no son los aforismos de Marguerite Duras. No tienen por qué serlo tampoco. Pero hay varias cosas en común relación a todas estas declaraciones y todas las tapas que la tuvieron como protagonista. Una de ellas es que todas, o prácticamente todas, las tapas de Gente protagonizadas por ella abren el copete debajo del titular con la frase "Más divina que nunca a los 34 (35, 36, 37 o la edad que corresponda a la tapa) Araceli blah blah blah...." Esta frase se repite inevitablemente tanto para las notas de tapa de González como para las de Catherine Fulop, Andrea Frigeiro o cualquier mujer de más de treinta que se conserve bien. Gente, que inevitablemente vende más con estas fotos de veteranas que con modelos más jóvenes pero menos conocidas, siempre parece pedir disculpas por usar de tapa a mujeres de tan avanzada edad, pero se justifica con el buen estado en qué están. Que siempre se debe, por supuesto, al ejercicio y la alimentación saludable, y nunca a la liposucción o el bisturí.

Pero lo más interesante es la construcción del personaje público de Araceli González a través de estas tapas. A la modelo lo que le interesa es generar una imagen de buena madre, de chica de familia caída casi por accidente en la fama, de mina que no entrega fácil y que no ve un glande desde su separación de Suar hace algunos años. Y, sobre todo, que es una mina humilde e igual a todas las demás. Ahí está el asunto.

La humildad y la vulgaridad, o mejor dicho, la ilusión de humildad y vulgaridad, son al parecer la mayor aspiración en las sociedades rioplatenses. Es así que desde Nancy Dupláa hasta el enano de La Vela Puerca dedican toda su energía vital durante décadas a separarse lo más posible de las formas de vida del resto de los uruguayos o argentinos para, una vez lograda esa separación, asumir un discurso de deje en claro que sus vidas son exactamente iguales a las de los demás conciudadanos. En realidad es una tensión bastante lógica: el impulso de sobresalir y el de confundirse en la multitud coexisten en todas las personas, pero no está mal tener una buena idea de cuál de los dos está ganando. Y no está mal tener una al menos una ligera idea de lo que llamamos realidad.

Yo no creo en las absolutos generales y sí en los paisajes interiores. Creo que hay ricos desdichados y bellezas que se creen feas. Poderosos que se sienten débiles, talentos rutilantes y al mismo tiempo inseguros, personas populares agobiadas por la soledad. Es todo cierto, o mejor dicho, todo posible si se trata de seres humanos y no de personajes de historieta. Pero cuando uno va a tercerizarse en una entrevista, a hablar de sí mismo como de un personaje, hay que recordar cuál es el personaje que se eligió originalmente y recordar desde dónde se está hablando, porque de lo contrario no sólo se puede ser sumamente ridículo sino que también se puede ofender a mucha gente de la que no sale en tapas de revistas. Es decir, hay que ubicarse.

Porque hay frases que pueden ser totalmente compartibles, pero que cambian totalmente de sentido según quién las diga. Imaginemos otras posibles tapas de Gente.

"En este país chovinista... ¡Qué difícil es ser hija de inmigrantes!" (Ingrid Grudke)

"Pasados los cincuenta o sesenta, ¡Es bravo para una mina conseguir laburo!" (Susana Giménez)

"En este país nadie te regala nada... ¡En este país tenés que remarlas todas!" (Dante Spinetta con Franco Macri asintiendo)

"Si el público pagó la entrada... ¡Hay que respetarlo y darle un buen show!" (Charly García)

"Uno por laburo hace muchas cosas, ¡Pero hay que saber los límites que no hay que cruzar y no hacerle a los demás lo que no queremos sufrir!" (Jorge Rial)

"A mi lo que me gusta es el bajo perfil porque... ¡Nadie es más que nadie!" (Diego Armando Maradona)

"No está bueno que a una la consideren sólo un objeto sexual ¡Además el sexo es algo privado!" (Nazarena Vélez)

"Una cosa es el pragmatismo peronista, ¡pero la prioridad siempre tienen que ser los débiles que te otorgaron el poder" (Carlos Menem)

Y uno podría seguir imaginando por horas....

Cualquier vigilante puede saltar a decirme que entre todos los horrores apoyados y sostenidos por la repelente revista Gente -un medio que saludó la llegada de Videla & cía, que alentó a los jóvenes a ir a Malvinas, que festejó el desguace de la Argentina promovido por Menem y los suyos- el destaque de una frase imbécil de una modelo no es la gran cosa. Pero toda la infame editorial Atlántida (fundada por el uruguayo oriundo de Rocha Constancio C. Vigil) ha sobrevivido en el tiempo a fuerza de tetas y modelos chotas, de culos tapando los horrores cotidianos. Y como estoy medio metonímico y me gusta ver la señales del mal en las pequeñas cosas, veo ese titular y me rompe los huevos. Tal vez una frase descontextualizada, tal vez una frase cuidadosamente elegida para hacerle creer a sus fans que esa actriz-modelo millonaria no tiene quién se la ponga y es una buena chica que sufre como todos, en todo caso una sacada de lengua a todas las mujeres solas y amenazadas por la edad que pasan por enfrente a un kiosko sin esperarse que una pelotuda las insulte desde una fotografía.

David Cross, el comediante, cuenta en una de sus rutinas que fue a un restaurant carísimo en New York en el que -es una anécdota verdadera, no un chiste- se vende un chocolate recubierto de una capa de oro, que sale un vagón de dólares. Cross dice que, teniendo en cuenta de que el polvo de oro carece completamente de sabor o cualidades nutritivas, la única razón que podía imaginarse para que alguien pidiera dicho chocolate es el posible placer de hacerle un gigantesco fuck you a todos los pobres del mundo, el placer de sentir que se prefiere convertir oro en mierda antes que obsequiárselo a alguien, el insulto final. Bueno, de eso se trata este post, no de una modelo desubicada, sino del insulto, del descaro absoluto de la fealdad todopoderosa. De la omnipotencia que ya no sabe lo que son los demás, ni dónde están, ni lo que es temer.





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