viernes, mayo 12, 2006

Elogio de una tontería

No voy a entrar en detalles redundantes sobre el acto de protesta organizada por Greenpeace en la cumbre de presidentes europeos y latinoamericanos de Viena, acto que consistió en que Evangelina Carrozo, (o "Carozzo" o "Corrazo", por desgracia los diarios no se ponen de acuerdo) de 26 años y Reina del Carnaval de Gualeguaychú se paseara ante los líderes reunidos para la foto con una pancarta en contra de las papeleras contaminantes (en general, no sólo las de Fray Bentos). Ustedes lo vieron.

Quién esto suscribe desconfía de las protestas simbólicas y simpáticas, como las que caracterizan a buena parte (por suerte no a todas) de las actividades de Greenpeace. Para mí en términos de activismo, especialmente en activismo ecológico, si no le duele a alguien entonces no tiene efecto. No pain, no gain.

Sin embargo me cayó bien el gesto de la entrerriana de singular belleza imperfecta (carece de pechos, tiene una nariz poco convencional y, si se fijan con detalle en las fotos que hay por todos lados, su notorio culo está seriamente amenazado por la celulitis), por supuesto todas bobadas si te tiene en cuenta su evidente luminosidad personal y lo natural de su gracia. Me gustó ver a esta chica joven y guapísima enfrentada a esa plataforma de criaturas malignas de la tercera edad, y curiosamente me parece que fue una acción exitosísima en sus intenciones de poner el dilema de las fábricas de celulosa en el ojo público mundial. Me parece un bonito contraste con la fealdad de todo este asunto. A alguno le habrá parecido poco serio pero si hacen una encuesta seguro que dónde antes había varios "no sabe/no contesta" ahora va a haber una respuesta más concreta. Me gustó la acción también porque fue algo muy argentino, muy de estos anormales irreflexivos capaces de hacer cualquier cosa en la que crean, porfiados como gallos comiendo tripa, siempre en la primera línea de la foto. A mí me gusta eso, no sé a ustedes.

Misteriosamente la acción dio pie a que por primera vez desde que se desató este conflicto un ministro uruguayo hiciera una declaración elegante y con algo de cintura. Misterio doble cuando se tiene en cuenta de que fue Mariano Arana, una máquina de decir tonterías en los últimos tiempos, quién la hizo, reconociendo que había sido un gesto pícaro y simpático, y totalmente bienvenido como sustituto de los cortes de ruta. El que fuera Arana el que justamente señalara esto puede motivar una serie de chanzas tontas, pero concedámosle que el tipo tuvo una salida con clase.

Clase que faltó en muchas de las reflexiones radiales al respecto, en las que inevitablemente se señaló la protesta como un ejemplo más de cholulez porteña (ya se sabe, todos los argentinos son porteños para un uruguayo enojado) y en las que se especuló sobre si las declaraciones, de lo más articuladas, de la chica después de la protesta no habrían sido dictadas por alguna mente titiretera. Porque se sabe que no se puede ser inteligente y bello a la vez, y todas las modelos, actrices, reinas de carnaval y argentinas en general son unas turras.

El misterio se desveló después cuando en Océano FM consiguieron hacerle una entrevista a la Carozzo, entrevista en la que le tiraron varias cáscaras de banana, orientadas a probar que la chica era una pelotuda que no sabía lo que era una fábrica de celulosa y que había ido a Viena sólo por guita. La chica no patinó ni una vez y contestó con encanto y con una inteligencia no excepcional pero más que suficiente para demostrar que tenía perfectamente en claro por qué había ido a Viena y qué era lo que se pretendía. En un momento obvió el nombre del presidente uruguayo, lo que hizo que los sabuesos de la radio babearan y la punzaran para ver si lo sabía. Enseguida los desilusionó: sabía que el presidente uruguayo se llamaba Tabaré Vázquez. Y, por supuesto, sabía lo que le preguntaron sobre las fábricas. Y quienes la interrogaban, unos vivos bárbaros, no sabían que una mina jóven y oriunda de Gualeguaychú es IMPOSIBLE que no sepa perfectamente el nombre de Vázquez y los rudimentos de su protesta. Daban ganas de llamar y decir: "Muchachos, no sean putos, no odien a las mujeres bonitas, algún día capaz que se les da".

"Miren que sonrisa más linda, miren qué fábricas más feas".





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