jueves, setiembre 28, 2006
Mucho macho
This is what you want / this is what you get
Los diarios argentinos de ayer repasan la 5ª jornada del Pepsi Rock (¿se acuerdan cuando los recitales no llevaban los nombres de sus sponsors? ¿cuando estaba mal visto?) y cuentan la misma anécdota con diversos grados de incomodidad: al parecer los programadores del P.R. se olvidaron de que hoy en día es exigencia inapelable de las bandas el que sólo las escuchen a ellas y a las bandas de sus amigos o que se le parecen mucho (porque la música es un sentimiento y no puedo parar) y programaron a una banda indie (El Otro Yo) con una banda de aguante latino y charrúa (No Te Va Gustar) y dos cuatro de copas (Las Pastillas del Abuelo y Smitten) que de cualquier forma eran más compatibles con la banda uruguaya, cometiendo el sacrilegio de dejarles cerrar a la banda de los hermanos Aldana, que la vienen remando allá desde hace unos quince años, y no a la maravilla celeste (bueno, casi celeste porque Emiliano Brancciari, aunque muy afecto a tocar el himno, usar la remera de la selección y cantar 'A Don José', sigue siendo un argentino nacido en Munro). Qué cosa loca, que desubicados, a ver cuántos velódromos llena EOY si viene a Montevideo...
Entonces claro, una rabieta bárbara para los fans de NTVG, que son locales donde jueguen y qué -según la primera crónica de la RS en La Nación- se divirtieron cantando unos simpáticos cantos de hinchada que reivindicaban alternativamente la pertenencia a la Argentina o a la R.O.U., pero dejando en claro que chilenos no, de ninguna forma. Brancciari, que al parecer no escuchaba del todo bien, hizo un correctísimo llamado a no discriminarse entre argentinos y uruguayos, cosa que los cánticos no intentaban pero, bueno, la intención era noble.
Pero también de corto alcance; cuando los NTVG habían cumplido con el tiempo estipulado de su actuación, Brancciari hizo pata ancha y declaró: “Nos quedan tres canciones y las vamos a tocar, sea quien sea la banda que viene después” y procedieron a tocarlas mientras su entusiasta público cantaba “El Otro Yo, El Otro Yo, se va a la puta que lo parió”, lo que no fue reprendido por el bravío cantante. Porque lo sexy no quita lo valiente.
Epa, a estos varones no los conocía. De hecho, si mal no recuerdo porque la gente cambia mucho, el manager de NTVG se dedicaba a pasar a EOY en su programa de radio sabatino cada vez que podía y los consideraba la mejor banda de América Latina o algo así (pero puedo estar equivocado, porque creo recordar que en aquel entonces consideraba a las bandas como NTVG algo así como, digamos, una garcha). Pero bueno, en aquel entonces tampoco tocaban el himno nacional ni llenaban estadios. Ni elegían a los periodistas que se portaron bien con ellos para darles las notas que les negaban a los demás, ni prepoteaban a los que se filtraban y les hacían preguntas tan jodidas y desubicadas como "¿viven de la música?", ni interrumpían un concierto de 20.00 personas para putear a alguien que escribió que una canción de ellos les parecía una porquería, ni buscaban por el mínimo común denominador cual es la canción que conocen más uruguayos para tocarla y que todo el mundo cante, ni festejaban triunfos de partidos políticos, ni tenían nada contra Chile, huevón, sino que incluso iban a tocar allá...
Que yo recuerde tampoco los de EOY en ninguna de sus visitas a Uruguay aprovecharon a su mayoría de público para prepotear a otras bandas y de hecho las crónicas del concierto de PR dicen que no hicieron ninguna alusión sobre el escenario a los cánticos de los fans del otro grupo (que emigraron apenas terminó de tocar NTVG, porque la admiración es un sentimiento excluyente) y se limitaron a tocar bien, por lo que dicen los comentarios, mejor que la banda que los precedió.
No tengo grandes simpatías por EOY y me suele inflar mucho los huevos ese discurso infanto-mongo de adolescentes de 30 y pico que los caracteriza. Un discurso que si pretende ser naif a lo Beat Happening habría que avisarles que apenas llega a tonto. Pero el par de veces que los vi en vivo, vi a una banda que tocaba bien y que estaba realmente entregada en el escenario, una cosa que siempre me pareció apreciable. No me parecen unos radicales dignos de las bandas de las bandas de las que se inspiran (posiblemente hacer una versión de Nirvana en castellano no sea menos demagógico -en ciertos ámbitos- que tocar 'A Don José'), pero hay que respetar la poca especulación que hay detrás de sacar un disco como El Otro Yo de El Otro Yo, o el que hayan pasado por las manos de Santaolalla sin que este les haya podido meter un charango o una quena desubicados en alguna canción (el disco en cuestión es malísimo, pero es de ellos).
Y no tengo noticia de que le rompan los huevos a las otras bandas con las que tocan porque ese día se levantaron y les pareció que tenían la pija muy larga. Pero al mismo tiempo tampoco tengo noticia de que Brancciari haya escrito una canción tan agradable como 'La música' o 'Alegría'.
Pero bueno, arriba la buena onda y que a cada uno vaya a verlo la gente que se merece y se le parece. Yo ya abrí el paraguas y me atengo a la amable advertencia de que no me iban a gustar. Eso si es un sentimiento y no puedo parar.
Los diarios argentinos de ayer repasan la 5ª jornada del Pepsi Rock (¿se acuerdan cuando los recitales no llevaban los nombres de sus sponsors? ¿cuando estaba mal visto?) y cuentan la misma anécdota con diversos grados de incomodidad: al parecer los programadores del P.R. se olvidaron de que hoy en día es exigencia inapelable de las bandas el que sólo las escuchen a ellas y a las bandas de sus amigos o que se le parecen mucho (porque la música es un sentimiento y no puedo parar) y programaron a una banda indie (El Otro Yo) con una banda de aguante latino y charrúa (No Te Va Gustar) y dos cuatro de copas (Las Pastillas del Abuelo y Smitten) que de cualquier forma eran más compatibles con la banda uruguaya, cometiendo el sacrilegio de dejarles cerrar a la banda de los hermanos Aldana, que la vienen remando allá desde hace unos quince años, y no a la maravilla celeste (bueno, casi celeste porque Emiliano Brancciari, aunque muy afecto a tocar el himno, usar la remera de la selección y cantar 'A Don José', sigue siendo un argentino nacido en Munro). Qué cosa loca, que desubicados, a ver cuántos velódromos llena EOY si viene a Montevideo...
Entonces claro, una rabieta bárbara para los fans de NTVG, que son locales donde jueguen y qué -según la primera crónica de la RS en La Nación- se divirtieron cantando unos simpáticos cantos de hinchada que reivindicaban alternativamente la pertenencia a la Argentina o a la R.O.U., pero dejando en claro que chilenos no, de ninguna forma. Brancciari, que al parecer no escuchaba del todo bien, hizo un correctísimo llamado a no discriminarse entre argentinos y uruguayos, cosa que los cánticos no intentaban pero, bueno, la intención era noble.
Pero también de corto alcance; cuando los NTVG habían cumplido con el tiempo estipulado de su actuación, Brancciari hizo pata ancha y declaró: “Nos quedan tres canciones y las vamos a tocar, sea quien sea la banda que viene después” y procedieron a tocarlas mientras su entusiasta público cantaba “El Otro Yo, El Otro Yo, se va a la puta que lo parió”, lo que no fue reprendido por el bravío cantante. Porque lo sexy no quita lo valiente.
Epa, a estos varones no los conocía. De hecho, si mal no recuerdo porque la gente cambia mucho, el manager de NTVG se dedicaba a pasar a EOY en su programa de radio sabatino cada vez que podía y los consideraba la mejor banda de América Latina o algo así (pero puedo estar equivocado, porque creo recordar que en aquel entonces consideraba a las bandas como NTVG algo así como, digamos, una garcha). Pero bueno, en aquel entonces tampoco tocaban el himno nacional ni llenaban estadios. Ni elegían a los periodistas que se portaron bien con ellos para darles las notas que les negaban a los demás, ni prepoteaban a los que se filtraban y les hacían preguntas tan jodidas y desubicadas como "¿viven de la música?", ni interrumpían un concierto de 20.00 personas para putear a alguien que escribió que una canción de ellos les parecía una porquería, ni buscaban por el mínimo común denominador cual es la canción que conocen más uruguayos para tocarla y que todo el mundo cante, ni festejaban triunfos de partidos políticos, ni tenían nada contra Chile, huevón, sino que incluso iban a tocar allá...
Que yo recuerde tampoco los de EOY en ninguna de sus visitas a Uruguay aprovecharon a su mayoría de público para prepotear a otras bandas y de hecho las crónicas del concierto de PR dicen que no hicieron ninguna alusión sobre el escenario a los cánticos de los fans del otro grupo (que emigraron apenas terminó de tocar NTVG, porque la admiración es un sentimiento excluyente) y se limitaron a tocar bien, por lo que dicen los comentarios, mejor que la banda que los precedió.
No tengo grandes simpatías por EOY y me suele inflar mucho los huevos ese discurso infanto-mongo de adolescentes de 30 y pico que los caracteriza. Un discurso que si pretende ser naif a lo Beat Happening habría que avisarles que apenas llega a tonto. Pero el par de veces que los vi en vivo, vi a una banda que tocaba bien y que estaba realmente entregada en el escenario, una cosa que siempre me pareció apreciable. No me parecen unos radicales dignos de las bandas de las bandas de las que se inspiran (posiblemente hacer una versión de Nirvana en castellano no sea menos demagógico -en ciertos ámbitos- que tocar 'A Don José'), pero hay que respetar la poca especulación que hay detrás de sacar un disco como El Otro Yo de El Otro Yo, o el que hayan pasado por las manos de Santaolalla sin que este les haya podido meter un charango o una quena desubicados en alguna canción (el disco en cuestión es malísimo, pero es de ellos).
Y no tengo noticia de que le rompan los huevos a las otras bandas con las que tocan porque ese día se levantaron y les pareció que tenían la pija muy larga. Pero al mismo tiempo tampoco tengo noticia de que Brancciari haya escrito una canción tan agradable como 'La música' o 'Alegría'.
Pero bueno, arriba la buena onda y que a cada uno vaya a verlo la gente que se merece y se le parece. Yo ya abrí el paraguas y me atengo a la amable advertencia de que no me iban a gustar. Eso si es un sentimiento y no puedo parar.
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