lunes, junio 27, 2005

Mis discos de otoño

Hay desgracias con suerte, dicen. El haber perdido hace un mes, más o menos, la casi totalidad de mis archivos musicales, hizo que -al no tener muchas opciones- escuchara con particular atención a la escasa música que sobrevivió al desastre informático, y que le dedicara más tiempo a la que empecé a bajar/recuperar de la web. Se supone que el otoño es una estación que suele despertar sentimientos nostálgicos y levemente melancólicos, y revisando la lista de los discos que más escuché o más me impresionaron los últimos tres meses, se podría que es así -hay un par de discos de baladas y todo-, pero a mí me parece simple casualidad.


Judee Sill – Heart Food (Expanded): Hay alguien –posiblemente más de uno- genial trabajando en la página de la portada de All Music Guide, que se encarga de rescatar discos olvidados y notables para destacarlos en ese lugar de privilegio, intercalados con los lanzamientos aunque no hayan sido reeditados. Casi siempre son bandas y artistas tan desconocidos como fascinantes, y recientemente la elegida fue la, para mí, totalmente ignota Judee Sill. Cantante y compositora de desgraciada biografía (una música dotadísima que terminó muriendo presa de una tenaz adicción a las drogas, en los salvajes años setenta), la Sill podría describirse –mutatis mutandis- como una versión yanqui y femenina de Nick Drake, y su Heart Food sería su Bryter Layter. En realidad la comparación, si bien es plausible por el intimismo y melancolía de su música (sin contar la coincidente desdicha biográfica), es muy difícil ya que la Sill es inconfundiblemente norteamericana y su trabajo recuerda también a la mejor Carole King (la baladera de Tapestry) o inclusive al Neil Young de Harvest, agregándoles un inesperada espiritualidad religiosa que no parecería propia de una junkie. La edición expanded de Heart Food es un sueño ya que incluye tanto las versiones oficiales de un conjunto excepcional de canciones, versiones orquestadas por la propia Sill con notable buen gusto, como también los demos de las mismas, en los que la cantante las interpreta sin más acompañamiento que su guitarra o su piano. Así que minimalistas y barrocos pueden quedar contentos con el mismo disco y las mismas canciones. En mi caso, haya el acompañamiento que haya detrás, desde que escuché su voz poderosa y ligeramente nasal cantando “there’s a ragged road / on the praire” me rendí.


Tim Hecker – My Love is Rotten to the Core: Este disco, en rigor un EP de 25 minutos, es una obra tan extraña como brillante y un buen ejemplo de arte conceptual que no reniega de la belleza, lo ilustrativo y lo musical. Tim Hecker, básicamente un músico electrónico especializado en el ambient minimalista, decidió hacer una obra que remite a una banda en las antípodas de su obra musical: Van Halen. Es así que reuniendo algunos samples de la guitarra de Eddie Van Halen y fragmentos de una entrevista a David Lee Roth, Hecker ofrece un ¿retrato? musical que, sin más palabras propias que los nombres de los temas, comenta la carrera y conflictos de la elefantiásica banda heavy. El resultado, sumamente ruidoso pero atravesado por delicados toques melódicos, por momentos parece la reverberación de un concierto de rock escuchado desde un muy mal sitio, y por otros es como las ruinas sonoras de un imperio de poder rockero. Tal vez lo sea, en todo caso es una obra improbable y, teniendo en cuenta de dónde viene, extenta de ironía y plena en cambio de una rara nostalgia y melancolía.


Spell – Seasons in the Sun: Se sabe que Boyd Rice es un tipo jodido, un provocador profesional con una desagradable obsesión por la imaginería –y posiblemente el pensamiento- fascista, pero también es un tipo carismático y talentoso. Ya sea fabricando misteriosos discos de noise o acompañandose en curiosas canciones de pop misantrópico por los no menos polémicos Death In June, la verdad es que Rice siempre es interesante y no pocas veces brillante. Este disco, manufacturado por Rice en compañía de la extrañísima Rose McDowall (que supo ser una breve estrella en los ochentas como integrante de Strawberry Switchblade y ahora es, er…, una bruja satanista, supongo) es una obra conceptual morbosa ya que se trata de Rice y McDowall interpretando exclusivamente canciones pop de los sesenta relacionadas con la muerte, de las cuales la más famosa es la que le da nombre al disco. Más allá de la oscura idea que hay detrás del disco, la verdad es que el resultado es extrañamente disfrutable, conformando un conjunto de temas pop elegantísimos en los que la voz grave, hablada y modulada de Rice se complementa a la perfección con la excelente afinación de la McDowall y su delicada guitarra folk. Fuera del contexto general y de los peligrosos antecedentes de los terroristas culturales que lo pergreñaron, Seasons in the Sun, es un disco asombrosamente accesible y amable que puede dejar contentos tanto a góticos como a amantes del folk de los sesentas, del pop psicodélico o inclusive algunos confundidos chicos indie. En todo caso es un encanto de disco.


Fennesz – Endless Summer: A mí que me perdonen los enemigos de las habilidades técnicas y los defensores de la democracia creativo-musical que supuestamente ha regalado la tecnología, pero hasta los discos más radicales de música electrónica suelen ser infinitamente superiores cuando el que está detrás es un músico auténtico y un buen instrumentista, aunque no toque nada más que un mouse en dicho trabajo. Esto es algo que se han cansado de probar guitarristas tan talentosos como Jim O’Rourke, Otomo Yoshihide o el austríaco Christian Fennesz, quien consiguió una pequeña revolución cuando sacó hace algunos años este disco que acabo de descubrir. Si bien es un disco compuesto esencialmente por loops, clicks y alteraciones de timbres, de vez en cuando se puede reconocer algún instrumento tocado, una guitarra o un órgano, que repite insistentemente una melodía pop mientras es rodeado por una niebla de sonidos, crepitares y suaves interferencias. A pesar de la guiñada a los Beach Boys del título, no hay referencias musicales a la surf music, pero sí a la generación indie que los reivindicó en los 90. Así, Endless Summer es un disco de ambient electrónico que curiosamente apela más a los admiradores de Ira Kaplan, Kevin Shields o los hermanos Reid que a los de Vladislav Delay, pero que es atractivo para cualquier amante de la música bella y turbia en general.


Led Zeppelin – Led Zeppelin III: Escuché por casualidad ‘Tangerine’ y me vinieron unas ganas irrefrenables de volver a revisar este disco, que nunca fue de los que dominé más de la breve y perfecta obra de Led Zeppelin, que nunca fue una de mis bandas favoritas. Sería redundante describir lo grande que es un disco aceptado como clásico por casi todo el mundo, pero me parece interesante describir la diferencia de escucharlo ahora en relación a cómo lo escuché cuando era un adolescente interesado en el heavy-metal. Para empezar, y a pesar del poder de ‘Celebration Day’ o la ‘Inmigrant Song’, no es un disco de heavy-metal un carajo –como sí es su contemporáneo Masters of Reality-, y posiblemente ninguno de los discos de Zeppelin lo sea. No lo digo peyorativamente en relación a tan noble género, pero Zeppelin no era en absoluto una banda de género aunque hayan sido precursores del mismo. El III en particular está más cerca del trabajo de Richard Thompson que del de Black Sabbath, lo cual tampoco quiere decir gran cosa ya que los discos de Zeppelin no se parecen entre sí, pero en todo caso es un trabajo increíble, que prueba que virtuosismo y estupidez no son sinónimos y que Zeppelin era mucho más experimental que muchas bandas indie autodefinidas como tales. Me gustó tanto re-escucharlo que he descubierto, con algo de preocupación, que la voz de Plant no me molesta tanto como antes. Es, además, un disco ejemplar para confrontar a muchas bandas de la actualidad que se consideran especiales por dedicarse exclusivamente a una sola idea musical.


Ariel Pink’s Haunted Graffiti – The Doldrums: A primera oída parece un experimento de laboratorio orientado a dejar felices a los críticos. Uno podría imaginarse a Ariel Pink, compositor obsesivo que suele grabar cientos de canciones en su cuarto californiano, examinando los gustos de la prensa y el público alternativo y llegando a una cuidadosa fórmula que combina las accesibles melodías setentistas de Magnetic Fields con las letales cantidades de ácido de los primeros EP’s de The Beta Band y la producción deliberadamente berreta del Guided by Voices más lo-fi. Posiblemente haya algo pre-fabricado en el sonido general de Pink, pero no por eso deja de ser atractivo y de tener una cualidad extrañada y de genuina sensibilidad drogada. La producción llega en ocasiones al límite de lo escuchable y algunas de las ideas vocales de Pink –un falsete molesto que utiliza de vez en cuando- no son precisamente geniales, pero los buenos momentos lo compensan. Hay varios discos del hombre dando vueltas por allí, todos son muy parecidos pero este es el más regular y contiene además el tema que le da título, una melodía repetitiva que parece compuesta por alguien que hubiera cambiado los antidepresivos por LSD.


Antony & the Johnsons – I Am a Bird Now: Y sí, ¿por qué voy a hacerme el raro y negarme a incluir dentro de los discos que más estuve escuchando en el otoño al disco que estuve escuchando más en dicha estación? ¿sólo porque parece haber sido el hit de la temporada entre los bloggers? Bueno, esa es una excelente noticia, mal que le pese a los corazones snob. Si bien no tiene la fantástica ‘Hitler in my Heart’, el segundo disco de Antony & the Johnsons es abiertamente superior a su debut. Bien aconsejado, Antony dejó de lado algunos barroquismos grandilocuentes a lo Meat Loaf de su primer disco y le dio más lugar a su mayor virtud: su voz increíble. Acompañado de arreglos sencillos y cabareteros, algo jazzeros y basados en el piano, Antony es capaz de conmover a una piedra colocada de morfina. Tal vez desde la aparición de la malgastada Macy Gray que no se escuchaba una voz tan distintiva, poderosa y conmovedora, pero Antony, travesti, bizarro y misterioso, es una estrella mucho más improbable que la enrulada morena. Cada una de las canciones de I am a Bird Now tiembla de emoción en el vibrato de este cantante que prueba que el despliegue vocal no tiene por qué estar peleado con la emoción, como parecen creer todos los instructores de canto actuales. Lo he escuchado al derecho y al revés, agradeciendo en cierta forma no estar pasando por un período muy emotivo que me haga demasiado sensible a la enorme tristeza y humanidad de estas grabaciones. Esto es lo que tendría que ser una estrella, que Dios bendiga su enorme corazón de puto sentimental.


Merzbow & Christoph Heemann – The Sleeper Awakes at the Edge of Abyss: El japonés Masami Akita (Merzbow) me parece un personaje más que respetable pero absolutamente imposible de disfrutar. Sus experimentos de agresión sonora pueden ser, sin duda, fascinantes para los buscadores de timbres y frecuencias, para quienes estén particularmente interesados en los límites de la tolerancia auditiva o simples masoquistas, pero esencialmente –dentro de lo poco que me he aventurado en su infinita cantidad de grabaciones nocivas para los tímpanos- es inescuchable. Sin embargo, haciendo un search de música del alemán Christoph Heemann (H.N.A.S.), me encontré con este disco hecho a medias que me intrigó, y lo anoté en el sslk para bajarlo. Varios días después (este tipo de cosas es realmente una forma nueva de escuchar música) bajaron un par de temas, pero sin más datos que el nombre de los mismos. Sin saber lo que era me puse a escucharlos para ver si los podía identificar y me quedé hechizado por la calidad de la música que encontré. Intrigado, busqué en el Google hasta identificar la procedencia de estas composiciones, y me quedé asombrado al descubrir al criminal de Akita detrás de estas combinaciones de sonidos y paisajes auditivos. El secreto, por supuesto, está en las manos del alemán, quien trabajó durante seis años en unas cintas que Merzbow le mandó hasta volverlas un ambient de inesperada emotividad y belleza convulsiva, pero que sin embargo conserva trazas de la ferocidad sónica de su fuente. Este disco es como ver a un tigre jugando o retozando en la selva, como ver el resplandor lejano de una tormenta desvastadora desde un sitio (relativamente) seguro.


The Rough Guide to Sufi Music: Era lógico que colgado como estoy de Muslimgauze terminara examinando sus fuentes de inspiración. Las recopilaciones de world music de Rough Guide pueden despertar algo de desconfianza por su carácter muy genérico, pero cotejando las que uno tiene alguna idea (las de tango, música argentina o música brasileña) se puede ver que son perfectamente válidas como introducción grosso modo a un género. No voy a caer en la grosería de especular sobre si la Rough Guide to Sufi Music es representativa o no ya que no tengo la más puta idea, pero sí puedo decir que de las recopilaciones de Rough Guide que he escuchado es la que me ha resultado más atractiva y por momentos estremecedora. Esta es música religiosa, música que le habla a Dios desde otras escalas, otros lenguajes y otras sensibilidades armónicas, pero cuya espiritualidad se derrama por fuera del idioma y la costumbre. Música muy hermosa, quiero decir, y que le produce a uno unas enormes ganas de agarrar un sampler y producir una serie de discos con espíritu de Muslimgauze, como si uno se hubiera olvidado que Muslimgauze no es solamente eso.


The Pogues – Rum, Sodomy & the Lash (bonus tracks): Desde que lo escuché por primera vez hace unos diez años tengo cíclicos ataques de amor hacia este disco que se niega a aburrirme y del que sospecho que tal vez sea mi disco favorito (así, en general, de toda la música). Hace algún tiempo perdí mi copia original en manos de una chica que no se la merecía, pero fue de lo primero que me preocupé en recuperar al volver a bajar música de la web. Ahora me encontré con esta versión que le agrega varios simples de la época difíciles de conseguir y que demuestran que como buena banda de las Islas Británicas, los tipos respetaban el formato del simple y le reservaban varias de sus mejores canciones. Así, este Rum, Sodomy & the Lash no termina con la monumental ‘And the Band Played Waltzing Mathilda’, sino que sigue con seis temas más, entre los cuales se halla ‘Rainy Night in Soho’, una de las mejores baladas de toda su carrera. Y nada, no tengo forma de escribir en forma proporcionada sobre este disco que, como dije arriba, sospecho que es mi favorito de todos los tiempos. Si no lo estoy escuchando, si lo escucho la sospecha se convierte en inmediata seguridad.

viernes, junio 17, 2005

Embarazos interrumpidos

En las últimas semanas/meses se me acumularon una serie de ideas sobre posts a desarrollar que empezaron a ser escritos -en alguna ocasión hasta varios miles de caracteres- y luego por diversos motivos fueron abandonados en espera de nuevo entusiasmo que no llegó. Para liberarme de los mismos -y evitarme el trabajo de escribirlos- los menciono y resumo, ahorrandome argumentaciones, desarrollos y verborragia.

a) Inesperado post de defensa de Gustavo Cerati: Ante una anécdota que me contó un amigo sobre unos ofensivos stencils que habrían tapizado Buenos Aires con la figura de Cerati y la inscripción "viejo choto", el post intentaba hacer un breve análisis de los motivos de dicha agresión, de los excesos de odio hacia una figura no hegemónica en la actualidad, es decir, que no está en la cima y de la impertinencia de estarle pegando por motivos tan estúpidos como la edad que tiene o la modelo con la que duerme. Abandonado por: un simple motivo, es difícil defender a alguien de quién no te gusta ni una canción, aunque sea atacado injustamente.

b) Regreso a un tema recurrente: Una mirada sobre la capacidad, digna del Rey Midas, de Jorge Drexler de volver digno de atención a todo lo que se mueve por su entorno y la cohorte de periodistas dispuestos a hacerle caso. El post estaba motivado por el haber visto en un lugar privilegiado de la vidriera de lanzamientos de una disquería el disco debut de Ana Haas, mujer de Drexler que, más allá de ser una mujer muy bonita y agradable, consiguió una sorprendente cantidad de notas y exposure sin que nadie sepa nada de ella más que su relación con el oscarizado, y sin que nadie le haya escuchado nunca. El post relacionaría este caso con el de Paulinho Moska, que de pronto se convirtió en una estrella vaya uno a saber por qué mientras Brasil rezuma de artistas mil veces más atractivos pero que no son amigos de Drexler. Habría también una pequeña sección dedicaca a las cosas que -según los cronistas- se le gritan al cantautor en sus shows. Abandonado por: basta de pegarle al pobre hombre, que en realidad ni siquiera es realmente irritante.

c) Análisis de los últimos hechos con participación notoria de Marina Arismendi: Un post no demasiado largo sobre el inverosímil accionar de la Ministra de Desarrollo Social en el Motín del centro de reclusión de menores de Colonia Berro, poniéndolo como ejemplo de por qué la derecha suele referirse a algunos integrantes de la izquierda como "imbéciles". Incluiría una descripción de lo triste que es ver que un senador como el comunista Eduardo Lorier es vapuleado en un debate por alguien tan limitado como el blanco Pablo Abdala y aún creérse un héroe, además de varias interrogantes acerca de cómo alguien de la edad de Arismendi puede, parafraseando a Diego Maradona, tener menos calle que Venecia. Abandonado por: miedo a la KGB.

d) Post referido a Michael Jackson y los niños: Ante la liberación de Wacko Jacko, benito se preguntaba acerca de la histeria actual referida a la pedofilia y al cuidado obsesivo de los niños, que sexualiza todo contacto entre ellos y el mundo adulto y que le regala a los poderes la autoridad para meterse dentro de las computadoras y vidas privadas de las personas, aún cuando estas no estén disfrutando de un crimen sino de la representación del mismo. Misteriosamente el post terminaba hablando del degeneradísimo escritor norteamericano Peter Sotos, habitual colaborador de los no menos polémicos Whitehouse, y sobre el ilustrador británico Trevor Moore, y preguntándose por los límites del arte. Abandonado por: Exceso de pretensiones y pérdida de actualidad en lo referido a Jackson.

e) Elogio de 'No hay dos sin tres': Admirada exaltación de un programa que, con defectos y repeticiones, conserva en parte la tradición de los mejores programas cómicos argentinos. Incluía una comparación obvia con Cha-Cha-Chá, para culminar afirmando la imposibilidad de comparación de ambos programas. Abandonado por: Debilidad teórica y poco entusiasmo del autor diez minutos después de que el programa terminaba.

f) Evaluación con puntos de la cúpula ministerial actual en relación a items como aptitud, manejo público y autenticidad de izquierda. Una lista evaluando tempranamente la actuación de las figuritas del gabinete hasta el momento, según varios puntos de vista. Abandonado por: Profunda ignorancia en relación a algunos de los personajes y miedo a hacerme demasiada mala sangre en el caso de otros.

g) Un post referido a la pequeña polémica sobre la amistosa relación entre la banda under Buenos Muchachos y la banda supra La Vela Puerca: A partir de algunos comments aparecidos en el blog y de una mención, por parte de Pedro Dalton en una nota de El País, acerca de lo mal que algunos admiradores de BM se habrían tomado el que la banda le abriera a La Vela Puerca sus conciertos de Obras, así como los amables comentarios que le dedicaran públicamente a dicha banda, el post se preguntaba qué carajo tiene que ver el con quién uno toca con lo que uno toca y por qué un gesto de elemental cortesía agradecida puede ser mal visto. El post derivaba hacia lo superficial que es el espíritu crítico hacia las bandas y como suele ser empleado ante aparentes señales de "traición" que en verdad son opciones personales sobre las que nadie tiene derecho a opinar. Se opinaba sobre mitos y verdades del under y el mainstream y se concluía que el molestarse porque una banda toque con otra que no nos gusta es, no solo discriminatorio e improcendente sino también algo muy estúpido. Abandonado por: la propia obviedad del tema y la pereza de tener que explicar que 2 + 2 son cuatro y que es sumamente irritante el juzgar personas bajo parámetros que nunca aceptaríamos ser juzgados nosotros mismos.

Y nada, estos son los abortos del blog. Seguimos con retoños concretados.
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miércoles, junio 15, 2005

Lucy, colocada en el cielo entre diamantes

Una noticia del día de hoy da cuenta de la resolución de una vieja polémica de la lírica del rock: al parece murió una tal Lucy Richardson, quien habría sido la inspiración de la canción de John Lennon 'Lucy in the Sky with Diamonds', confirmando así la versión de Lennon acerca del orígen de dicho tema. El beatle sostenía que la letra se basaba en un dibujo que había hecho su hijo Julian en el que se veia a una compañera de escuela de este, la tal Lucy Richardson, rodeada de estrellas, y que no tenía nada que ver con lo que muchos mal pensados habían dicho viendo las siglas que formaba el nombre de la canción, es decir, que era un himno al LSD. El mundo respira tranquilo entonces, la bonita canción no era sobre esa droga podrida sino sobre una encantadora niña vista a través de los ojos de Lennon Jr.

Claro que el único problema es que Lennon, a pesar de tener interesantes raptos de sinceridad, mentía como un cochino, especialmente en relación a las drogas. Inclusive llegó a relativizar el sí la canción 'Cold Turkey', su tétrica descripción del mono producido por la abstinencia de heroína, estaba relacionada con las drogas, al mismo tiempo que siempre negó su adicción a principios de los setenta a dicho opiáceo. Lennon, además de mentiroso, fue un tipo irascible, cruel, pésimo padre (con Julian), necio y pollerudo, o al menos hay muchos testimonios de que así lo era. Imposible saber la verdad, pero hay buenos motivos para suponer que su figura estaba más cercana de la supuestamente ficcional y más humana retratada en Backbeat antes que la hagiografía que presenta el supuestamente documental Imagine.

En un mundo mejor aprenderemos a admirar a las personas en sus contradicciones y claroscuros, pero en este a los enamorados de los posters no les gustan los matices sobre sus ídolos. Hace poco recordaba las reacciones de la gente cuando en 1988 salió la polémica biografía The Lives of John Lennon, escrita por Albert Goldman. En ella se describían las adicciones, infidelidades, encuentros homosexuales, prejuicios y locuras del beatle, con lo que Goldman se ganó el odio de miles de beatlemaníacos que exigían colgarlo de las pelotas en una forma muy poco pacifista. Yoko Ono, la auténtica villana del libro, lloró, pataleó y dijo que había llegado a intentar suicidarse a causa de lo que allí estaba escrito. Sin embargo no hizo ninguna demanda por calumnias, lo cual es más bien extraño de parte de una mujer capaz de hacerte juicio por decir que tiene los ojos rasgados. Casi dos décadas después ya son aceptadas como hechos la mayoría de las revelaciones más escandalosas de dicho libro.



Siendo sinceros, Lennon nunca ocultó sus experiencias con el LSD -al fin y al cabo una droga espiritual- de la forma en que trató de tapar su hábito a la heroína. Pero sí se clavó en que 'Lucy in the Sky with Diamonds' estaba basada en el dibujo de su hijo. Y yo le creo, creo que es verdad, pero también creo que también es una canción sobre el LSD. ¿Es tan difícil imaginar una escena como la siguente?:

(1966-67)

Julian: ¿Papi...?

John: (saliendo de una espesa niebla psíquica) ¿Uh...?

Julian: ¡Mirá lo que dibujé en la escuela, papi...!

John: Ehhh.... ahhh.... qué loco... ¿qué es?

Julian: ¡Es mi amiga Lucy...! ¡En el cielo... con diamantes!

John: "Lucy... in the Sky... with Diamonds...." (empieza a reírse como Beavis) Ju.. Ju... Ju...

Julian: ¿Te estás riéndo de mí, papi...? ¡buahhh...!

John: No.. no... Jude...,fuck.., Julian... no... es que... Lucy... Ju... Ju... Ju... ¿dónde dejé mi lapicera...?

Lo que quiero decir es que la fuente de inspiración -que evidentemente también tiene mucho de Lewis Carrol- no elimina las connotaciones involuntarias, pero que además en este caso son evidentemente voluntarias. Cualquiera que escuche dos compases de la canción, aunque no entienda inglés, sabe que en ella hay tanto ácido que dan ganas de pasar la lengua por el disco. Y si se examina, aún superficialmente, la letra, hay que dar la conversación por concluída. Tiene más guiñadas al LSD que el disco Turn on, Tune in, Drop out de Timothy Leary, déjense de joder.

(recuerdo al profesor Medina Vidal, dedicando al menos una frase semanal a recalcar que los autores no son fuentes privilegiadas, y que además son todos una manga de mentirosos y que por eso se dedican a la creación ficcional)

Pero bueno, Lucy existía y ahora pueden volver a escuchar la canción tranquilamente pensando que es una inocua evocación de un dibujo infantil. Y lo es, y siempre lo fue, lo mismo que siempre fue otras cosas y lo sigue siendo. Algo díficil de explicar ante la lógica de la única interpretación y el pensamiento único.
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lunes, junio 13, 2005

Yo era un alfeñique católico....

Siempre se aprende algo en la web. Miren estos simpáticos consejos de salud.

Siente el ardor...
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viernes, junio 10, 2005

A esta altura

En la edición de Brecha de hoy se encuentra un breve reportaje a uno de mis ídolos, el gran cantante y mejor bebedor Pepe Guerra, ex parte del dúo Los Olimareños, dato que aclaro para los lectores no uruguayos porque para estos es una obviedad total. En dicho reportaje, el legendario músico habla del proyecto "La canción de nosotros", auspiciado por Coca-Cola y que le significa un homenaje a su carrera y una difusión extraordinaria de su música. También habla de algo que la capital sigue ninguneando, y de lo que he sido afortunado testigo, que es la persistente popularidad del folklore y el canto popular en el interior, donde a pesar de las numerosas giras de promoción del rock y del trabajo de erosión de las FM y su basura internacional esta noble forma de música sigue siendo la que tiene mayor éxito.

Hasta allí todo bien y en todo caso es una buena noticia ya que al menos por Montevideo el Pepe estaba un poco olvidado -recordemos que el hombre supo llenar el Estadio Centenario y últimamente sus presentaciones se realizaban en la Sala Zitarrosa-, pero al final de la nota el anónimo/a entrevistador/a le comenta si no piensa que puede resultar un poco incómoda para algunos la alianza entre una figura tan emblemática de la izquierda como él y la empresa-símbolo del imperialismo estadounidense, a lo que el Pepe responde "Escuchame... ¡A esta altura!", clausurando la posibilidad de discusión de un tema tan baladí y arcaico.



Pero, ¿era una pregunta irrelevante u obsoleta? ¿fue un error de la entrevista...? ¿o simplemente otro tema de discusión cerrado por el pensamiento único y/o el cinismo universal?

Hace poco, cuando todo el mundo hacía fila para putear al músico Fernando Ulivi y su "manifiesto" en el que rechazaba las características foráneas de gran parte del exitoso rock nacional y bogaba por una mayor identidad local en el sonido del mismo, me llamó la atención una irritada crítica del ahora defenestrado periodista Gustavo Escanlar. Al parecer lo que desesperaba al periodista no era la ingenua redacción del manifiesto, lo subjetivo y primario de sus ejemplos o lo débil de su planteo sino que el tema del mismo. Escanlar decía "¿Será posible que en pleno siglo XXI se siga discutiendo esta pelotudez de la identidad?". En verdad era un tema sobre el que hacía alrededor de veinte años que no se discutía, a excepción de alguna nota furiosa de Coriun Ahanourian, y que de hecho, es totalmente relevante en relación a algo -el rock- que se está proponiendo, voluntaria o involuntariamente, como música ejemplar y representativa socialmente. Pero uno no discute en el siglo XXI si la Tierra es redonda o, según algunos, si determinado género musical no originario del país en el que tiene una explosión de popularidad ha sumoado, o no, características propias en dicha adaptación. Es decir, si ha habido un sano proceso de canibalización o un patético ejemplo de cipayismo. Pero discutir eso es discutir la legitimación exclusiva a partir del desempeño en el mercado y discutir la hegemonía de la cultura occidental anglo-sajona, entonces, para alguien de derecha o simplemente para alguien que considere que la libertad de mercado es la más importante de las libertades (o simplemente que la considere una libertad), discutir de eso es una pelotudez.

Es un fenómeno interesante, del que ya hable en otros posts: la costumbre actual de los comunicadores de derecha, de los postmodernos o de cualquier persona que tiene que justificar una conducta injustificable, el declarar al discurso que lo critica un discurso idiota que no se puede desarrollar ni darle espacio. El pensamiento único capitalista ha declarado agotada, en virtud de su triunfo mundial, cualquier alternativa a su modelo de economía de mercado y falacia democrática, que, a pesar de lo que diga la realidad y el apocalípsis en ciernes, es el mejor de todos los sistemas y el único posible. Quién disienta no es ya un utópico, es un idiota, palabra que fue utilizada -desde su popularización por Vargas Llosa Jr. en el Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano (que extrañamente no listaba ni su nombre ni el de su padre)- para exponer generalizando una serie de ejemplos que prueban la imbecilidad de cualquier discurso disidente, venga de quién venga. Y el ejemplo cundió, no en vano durante los meses previos a su muerte, la palabra "idiota" pareció convertirse en un prefijo del nombre de Susan Sontag, tal vez la mayor intelectual norteamericana de las últimas décadas, cuyo discurso crítico hacia la políticas de Bush (al que la izquierda suele calificar, con idiotez, como un idiota) la convirtió en el ejemplo de idiota absoluta, insultada por gente generalmente incapaz de comprender el más sencillo de sus ensayos. A lo que voy es: la cultura de la economía de mercado y sus bajezas se ha vuelto incuestionable y sus recetas, como sostiene Carlos Maggi, "inevitables". Cualquier regreso a esa discusión es sesentista o setentista y ha desaparecido como tema de debate válido en todo occidente, donde sí hay tiempo para debatir cosas más polémicas y con admiten muchos más matices y opiniones, como el cambio climático que algunos niegan a pesar de vivirlo. O la Teoría de la Evolución de Darwin.

Me fui por las ramas como un mono entusiasmado, pero vuelvo a la banana original. Yo convengo en que el Pepe Guerra no es, ni nunca fue, el más politizado de las figuras emblemáticas del canto popular. El haber aceptado el patrocinio y el dinero de Coca-Cola en este proyecto no es tan chocante como si lo hubiera hecho, pongamos, Daniel Viglietti. Pero al mismo tiempo es imposible ignorar que gran parte del éxito de Los Olimareños en la capital se debió a su adopción inmediata por la cultura de izquierda. Mientras que figuras de igual importancia en el interior como el genial saravista Carlos María Fosatti (nada que ver con el enterrador de la selección uruguaya) o el colorado Santiago Chalar fueron y son ninguneadas en Montevideo La Roja a causa de su afinidad con los partidos tradicionales, Los Olimareños tuvieron otras facilidades gracias no sólo a su innegable talento sino también a proclamas emblemáticas como 'Cielo del 69' y símiles.

Lo que quiero decir es: la pregunta con respecto a esta conjunción algo rechinante de folklore de izquierda y burbujas imperialistas era, especialmente viniendo de un medio progresista como Brecha, totalmente relevante en un reportaje actual a Guerra. Le correspondía justificarse o fracasar en el intento, no desechar el tema con un "¡a esta altura!", que por otra parte podría interpretarse también como una confesión de degradación ética. Porque lo que es cierto es que a esta altura Coca-Cola sigue siendo una multinacional feroz que no ha modificado su espíritu general a pesar de lavados de cara como este proyecto. El que a esta altura la gente considere como normal el que Guerra cante para Coca-Cola, o que las bandas de discurso más radical y latinoamericanista sean empleados de esa máquina de triturar que es Universal, puede probar que a esta altura a la gente le importa todo un carajo o que a esta altura cualquier pregunta incómoda y que no funcione a favor de la difusión del próximo producto de un artista es una pregunta improcedente y estúpida. En lo que a mí respecta esa altura me parece una altura más bien baja, esperemos que se vuelva a hablar y pensar a otra altura.
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miércoles, junio 08, 2005

Un saludo cordial

Un mínimo de coherencia obliga a reconocer que acá en FYT nos cagamos bastante en cualquier tipo de premio y/o cocarda otorgada que no haya demostrado un riguroso sistema de evaluación en cuanto a méritos artísticos, es decir el 99% de todo tipo de premiaciones, incluyendo por supuesto a los Premios Grafitti, que además de su atorrante sistema de evaluación -que incluye un sistema de inscripciones más bien digno de un concurso- se focaliza sobre el rock suponiéndolo un ghetto dentro de la música uruguaya, algo que además de caprichoso me parece negativo.

Hecha esta aclaración obvia no puedo dejar de demostrar alegría por el hecho de en la edición de dichos premios de este año los grandes -y casi absolutos- triunfadores sean los Buenos Muchachos y Riki Musso, amigos de la casa y músicos notables, y que el premio a la trayectoria haya sido dado a la dupla Peluffo-Parodi que, guste o no lo que hacen, se lo merecen largamente.

Particularmente me alegra lo de Riki, ya que eso significa que tal vez a alguien se le ocurra interesarse en la re-edición de su disco Farmacia, que ya hemos elogiado en este blog y del que hay algún mp3 en su página. Pedir que pasen sus videos experimentales en Va X Vos tal vez sea demasiado.

(compruebo revisando la lista de los premios que tal vez uno esté pecando de optimismo, ya que si bien las bandas susodichas arrasaron en casi todas las categorías elegidas por los críticos, en la votación del público se destacaron a La Vela Puerca y el último show de La Renga en esta capital, y se eligió como mejor artista a La Triple Nelson, lo cual me deja especulando acerca del número de integrantes de las familias de los miembros de dicha banda.)
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viernes, junio 03, 2005

Rock on: novedades del campo de batalla

Hace poco algún lírico y panglosiano commentator me preguntaba el por qué en lugar de dedicar tantas líneas venenosas a relativizar los méritos de los músicos uruguayos más exitosos de la actualidad, los que están arriba, no dedicaba algo de espacio a hablar sobre lo que había de bueno. Mi respuesta sería que lo que pasa es que, con todos los medios aplaudiendo como focas drogadas los supuestos triunfos de la música uruguaya, me parecía sano mostrar un poco de disidencia lógica. Sobre todo porque, por algún milagro de alegre coincidencia, nadie estaba disintiendo. Lo cual me parece que es así, pero al mismo tiempo, y en eso el commentator tenía razón, nadie estaba tampoco hablando de las cosas realmente buenas en lo musical que estaban pasando allá abajo, a la sombra de los premios internacionales y los estadios llenos. Y aprovechando que estuve saliendo bastante, viendo varios shows y escuchando varias grabaciones, amontono algunas impresiones de bandas que me gustaron, que me gustan y que están vivas, y de paso pongo algunos links para que vayan a chusmear.

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Rodeado de eso tan parecido al silencio que es la propaganda boca a boca, salió, Happy Easter, el primer disco de DanteInferno, trío eléctrico poderosamente desconocido en Montevideo la Loca. Ya que nadie va a hacerles un comentario y a mí me gusta ir con las multitudes, tampoco voy a hacerlo yo. Mejor ir al site y bajarse algunos de los mp3 de muestra que hay y que prueban qué compositor, vocalista y guitarrista original que es Pancho Coelli, quién también milita en Pompas, banda que tiene un disco grabado que, por lo que escuché, es asombroso y brillante. Pero parece que nadie tiene intención de editarlo y ellos arrastran sus huevos con la paciencia de bueyes. En cambio el Happy Easter de Danteinferno ya existe y creo que es tan bueno como parece.

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Fui a ver al vago de Federico Deutsch, que está grabando y tocando de nuevo, con nueva banda y con una trampa: la nueva banda son él + todos los Buenos Muchachos, por lo que es, obviamente, una buena banda. Seguramente van a seguir nombrándolo como referente de la música electrónica local, pero lo que está haciendo tiene tanto de electrónica como los propios Buenos Muchachos, sin embargo no suena en absoluto como los BM, los temas están compuestos por Deutsch y son muy distintos estructuralmente a las montañas rusas arpegiadas que suelen componer el Topo & Cía. Por el contrario, son composiciones mínimas sobre las que se alternan las voces de Pedro Dalton y del Garza, que cuando no vende encendedores de cocina en spanglish, demuestra que sigue siendo el gran vocalista de la gran banda que nadie en Argentina quiso escuchar: Reverb.

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Después de dar más vueltas que manco en canoa, Camila G. (aquella de Tom-Boy) y su nueva banda Guachass volvió a tocar. Posiblemente demoraron tanto por lo decepcionante que había sido su debut, para ellas al menos porque para los demás había estado bien. Pero ahora, comparándolo con su segunda actuación, se entiende el malhumor del primer recital. Es inevitable que les vayan a encajar el membrete de “Motosierra femenina” o alguna boludez así, y parecidos hay, claro, pero Motosierra femenina no es Motosierra en absoluto y el hecho de que una banda en la que el promedio de altura es de 1,50 pueda sonar tan feroz es algo bastante único. Un show sexy, ruidoso y algo atonal, como Runaways pasadas al doble de revoluciones, lo que a veces hace que muchas canciones suenen algo indistintas, sin embargo las que se destacan tienen un gran futuro, al menos en un universo paralelo. Pero de momento lo interesante es verlas, las muy perras parece que llevaran quince años arriba del escenario, lo cual sería bastante inverosímil a menos que hubieran formado la banda en el jardín de infantes.

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Lo único que les salió mal a Guachass fue que después de su show subiera al escenario la que me parece la mejor banda que hay en Montevideo en la actualidad: Santacruz. Pocas veces he visto un toque tan accidentado en sus primeros momentos, ya de arranque tuvieron que extirpar el micrófono de manos del borrachísimo cantante de una banda que había tocado antes, y que estaba muy enojado vaya uno a saber por qué. Cuando pudieron recuperar el pie del micro y empezar a tocar, todo empezó a romperse: cuerdas, cabezales, un charleston que quedó como un conejo violado por un elefante… el tipo de cosas que, al principio de un show, pueden desmoralizar hasta a un skinhead pasado de anfetas. No fue el caso de Santacruz, que por el contrario terminaron dando el mejor show que les haya visto, y les vi varios muy buenos. Lo que pasa es que cuando estás en llamas, estás en llamas, y este tipo de shows daría pie a una conversación muy interesante acerca de lo que es realmente “pro” y lo que no. Pero no sólo fue cómo tocaron sino también lo qué tocaron: a estas alturas los Santacruz están listos para sacarse de arriba el cartelito de “stoner” que les endilgaron; tocan demasiado rápido, demasiado jazzy y demasiado apasionado como para ser stoner. Al igual que su banda compinche, los también voluptuosos y colgados Hablan Por La Espalda, están en pleno descubrimiento de su voz propia más allá de los modelos, y tienen la habilidad técnica y la locura necesaria como para dejarla hablar. Pero a diferencia de los HPLE, que siguen ligados con las estructuras angulosas e inesperadas del hardcore (de donde provienen los integrantes de ambas bandas), los Santacruz son definitivamente rock, aunque no tengan canciones propiamente dichas y aunque las improvisaciones amorfas y free sean un clásico de sus recitales, el tono y el swing es decididamente rockero, o lo que sería un rock al que se le hubiera sacado toda la mierda, todo lo inútil y todo lo estúpido de encima. Ese fue un show épico, yo admito que esa noche no pasaba el control anti-doping, pero tampoco es tan fácil atrapar una atención intoxicada y dejarla asombrada con algo que ya había visto anteriormente. Si no me creen vayan a verlos a Pachamama el próximo jueves 9, cuando van a tocar con una banda de viejos atorrantes.

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Y todo lo que me está gustando en las noches montevideanas es estruendoso y disonante. Pero no soy yo, no es mi culpa; si conocen a algún solista genuinamente emotivo, tranquilo y escuchable, avisen, porque es necesario variar. Mientras tanto que venga el ruido, el volumen y la demencia de abajo, que me hace querer a la gente, porque los suspiros tiernos y las pachangas de arriba me dan ganas de comprar una Luger e improvisar una leyenda.
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