lunes, febrero 20, 2006

Sí, soy uruguayo

Un amigo con el que, evidentemente, hace mucho que no hablamos, me manda/reenvía el siguiente mail dirigido a "uruguayos":

"Sos uruguayo? REENVIAR

Me enviaron este mail sobre el conflicto que tenemos actualmente con nuestros hermanos argentinos,y que realiza una propuesta al respecto:


"Si usted es uno de los tantos uruguayos que se siente indignado frente a la soberbia y la insensibilidad que muestran algunos integrantes del gobierno de la "hermana" Republica
Argentina, frente al conflicto desatado por las plantas de celulosa de Fray Bentos, no deje de leer este mail.

EL gobernador provincial Jorge Busti,de la Republica Argentina denunciara a Uruguay frente al tribunal de La Haya. Algo que llama notoriamente la atencion a los ciudadanos de las dos orillas, ya que, es la primera vez que este pais recurre a dicho tribunal. Ni siquiera lo hizo durante el desgraciado conflicto belico con Gran Bretana por las Islas Malvinas. Parece que algunos gobernantes argentinos, estan un poco desinformados y creen que todavia estan tratando con la "Provincia Oriental" cuando en realidad lo hacen con una Republica, libre, soberana e independiente de todo poder extranjero.

Los uruguayos somos un pueblo pacifico, solidario, respetuoso de nuestros vecinos e ilustrados.
No pregonamos la violencia, tampoco el racismo ni la xenofobia.
Somos tolerantes y ademas somos un pais que se preocupa por el medio ambiente.
Uruguay ocupa el tercer lugar entre ciento cuarenta y seis paises!!
en el "indice de Sustentabilidad Medio Ambiental" segun una investigacion de las
universidades Yale y Columbia de los Estados Unidos.

El primer lugar es ocupado por Finlandia (?les dice algo?) Una minoria, y
que quede bien claro, una minoria de vecinos de Gualeguaychu, mantiene
secuestrados camiones con material para las empresas Botnia y Ence y ademas,
desde hace casi un mes, mantienen cortes de ruta impidiendo el libre
transito de personas hacia nuestro pais con resultados negativos (no tanto como
hubieran querido) sobre el turismo.

Estas medidas impulsadas por el gobernador Busti pero respaldadas
por el prepotente presidente Kirchner, son ilegales en cualquier parte del
planeta, y si bien ellos dicen que lo hacen por la proteccion del medio ambiente,
lo unico que estan consiguiendo es fomentar la violencia entre hermanos
y sobre todo entre niños.

¿Que pasará cuando los ninos de Gualeguachu crezcan creidos que en Uruguay
se fomenta la contaminacion y se atenta contra la vida, cosa que no es cierto?.
Ellos tienen derecho a la duda, pero no tienen derecho a aplicar estas
medidas, injustas, ilegales y discriminatorias,y para que quede mas claro y
fuera de toda discusion lo que acabo de decir, el Martes 31 de Enero
trabajadores de Parmalat Argentina cortaron la ruta que une a Buenos Aires
con la costa Argentina en protesta contra el despido de 200 trabajadores y
de esta manera impedir el recambio de turistas de fin de mes (les suena familiar?).

¿Cual fue el resultado? Fueron "molidos a palos" por la Gendarmeria Argentina y reprimidos con gases y balas de goma.
La misma Gendarmeria que no movio un pelo por los cortes de ruta en Gualeguaychu
Los uruguayos no permitiremos mas injusticias, pero demostremos que somos un
pueblo inteligente y que no somos "patoteros".

En la tierra de Benedetti no se cometeran actos de violencia y las medidas
que se toman a continuacion son en contra de los gobernantes argentinos y no
contra su pueblo que nada tiene que ver y que en su inmensa mayoria se ha manifestado en contra de los cortes de ruta y con el cual nos sentimos hermanados y creemos que ningun
politico con "discursitos paternalistas" podria distanciarnos.

La grandeza de un pais no se mide por los kilometros cuadrados que posee.
Por este medio pedimos a todos los uruguayos en cualquier parte del mundo
que se encuentren, a no comprar ningun producto fabricado en Argentina hasta
que se levanten los cortes de ruta y se permita el libre transito de personas hacia Uruguay.

Envie este mail a todos los uruguayos que le sea posible en cualquier parte
del mundo que se encuentre".

Bueno, no, no se ofendan ni me quiten la ciudadanía pero no lo voy a reenviar, pero no hay por qué quejarse: esta página es leída por mucha más gente (y más uruguayos) que todos los nombres que tengo anotados en el Outlook. Sólo que voy a agregar algunas cosas.

Hacía tiempo -y pensé que ya estaba curado de espantos- que no leía algo que me hiciera sentir tan mal. Para ser exacto lo último que me había desagradado tanto fue un artículo sobre experimentos con chanchos a los que alterados con genes humanos para disminuir su colesterol. Pero ahora la repugnancia viene por otro lado. No se trata de la pésima gramática del mail, ni de su contenido hecho de subjetividades totales, verdades a medias y mentiras enteras ("Una minoria, y que quede bien claro, una minoria de vecinos de Gualeguaychu...", no viejo, 45.00o personas movilizadas -es decir que el porcentaje de gente a favor debe ser significativamente mayor- no es, ni en pedo una minoría, a menos que hayamos recibido clases diametralmente distintas de proporciones). Ni siquiera se trata de la propuesta final de boycott doméstico a los productos argentinos, medida que, tras pensarlo un poco, hoy en día cumplo involuntariamente, ya que ni dentro de mi dieta ni de mi lectura habitual hay ningún producto argentino y por suerte me estoy manteniendo bastante lejos de su horrenda televisión. Tampoco fue el hecho de que el amigo que me re-envío el mail -un tipo realmente preocupado por el medio ambiente a quién vi echar con un palo a un grupo de porteños idiotas que partían las dunas de Cabo Polonio con su 4 x4, entusiasmados al parecer por ver las tetas escuálidas de Mariana Arias, quién ese año se había encargado de salir en cuanta revista imbécil hubiera promocionando el nudismo en ese lugar "tan místico" y hasta aquel momento mantenido en secreto por todos quienes lo descubrían- me conociera hoy en día tan poco como para imaginarse que el mismo pudiera ser compartido por mí.

No, lo que me revolvió el estómago fue el tufo a nacionalismo berreta que se desprende de todas y cada una de las frases de este mail, tufo ya apesta desde el imperativo título ("Sos uruguayo? REENVIAR"), que me deja pensando e impotente de contestar. Siempre me he considerado uruguayo, casi estúpidamente uruguayo. Tengo mi ciudadanía italiana desde hace diez años y nunca me molesté siquiera en sacar el pasaporte, aún sabiendo que me hubiera simplificado bastante las cosas en mis viajes a EE.UU. Cuando me fui a New York, todos los que me conocían y sabían de mi pasión por la cultura del Lower East Side me vaticinaron el que no iba a volver más. En los meses que estuve allí, en plena explosión económica de 1998, año en el que era imposible caminar una cuadra de Manhattan sin ver uno o dos carteles ofreciendo trabajo, no hice el más mínimo esfuerzo por al menos averiguar qué posibilidades tenía de quedarme. Cuando la crisis del 2002 arrasó los trabajos de la gente de mi generación no evalué la posibilidad de sumarme al éxodo, porque aunque mis cosas distaban de estar siquiera tolerables, el vivir lejos de Montevideo me parecía un precio demasiado caro a pagar a cambio de ventajas materiales. Ni siquiera Buenos Aires, ciudad a la que amo profundamente y donde he tenido grandes amigos, novias y ofertas laborales, ha conseguido arrancarme de mi terca adicción a Montevideo y su rambla sur.

Pero el no haberme exiliado como gran parte mis amigos tampoco es necesariamente lo que me define más como uruguayo (alguién me dijo alguna vez que me calificaba más bien como pusilánime); tengo acento montevideano, tengo pinta de uruguayo, tengo un árbol genealógico construído con las proporciones exactas del uruguayo medio (2/4 gallego, 1/4 canario, 1/4 genovés), tengo esa tendencia uruguayísima a la introversión y la melancolía. Me desgrada la estridencia y la gente que se mete en lo que no le importa. Puedo agarrarme a trompadas defendiendo las virtudes de Alfredo Zitarrosa y beberme hectolitros de mate, mi discurso está lleno de "bos" e "impecables". Me gusta jugar al truco con muestra, tomar whisky como si fueran a prohibirlo y no conversar con nadie cuando tomo un ómnibus o un taxi. Me emociono profundamente cuando alguien evoca las figuras de José Gervasio Artigas, José Pedro Varela o Julio Herrera y Reissig. Me pierdo en la Punta Brava como quién ingresa a un sueño. Podría seguir así por horas y sin embargo no sé si hoy en día esto me define como uruguayo, una generalidad convencional geográfica tan amplia que abarca tanto lo que más quiero como lo que odio más en el mundo.

Y una de las cosas que odio más en el mundo es la clase de uruguayos como la que escribió esta imbecilidad de mail, una clase de personas con las que me revuelve el estómago el sentirme identificado aunque sea nominalmente. No estoy hablando de la posición del escriba ante las papeleras, yo estoy en contra de ellas pero me consta que muchas personas están a su favor con argumentos sólidos, ni por su furia ante los cortes de ruta, medida que considero legítima pero peligrosa, y que irrita razonablemente a muchos inocentes que la sufren. Todo eso es parte de la discusión y puede tener su cuota de razón. Pero ese autobombo... ese "nosotros" que incluye sin pedir permiso y excluyendo al disidente, esa imagen más distorsionada que la de un espejo de la Casa de la Risa, esa soberbia de asumirse como diferentes, como dueños de una grandeza interior davídica, como un pueblo "pacifico, solidario, respetuoso de nuestros vecinos e ilustrados". Que "no pregonamos la violencia, tampoco el racismo ni la xenofobia..." La pija no lo hacemos, spammer anónimo, la pija somos eso; los uruguayos actuales somos -o al menos lo es su expresión más común- lo opuesto de todas esas cosas bonitas y el proyecto de uruguayo que se tiene para el futuro es un asco. Los uruguayos somos horribles y una verguenza patética de nación. Sabelo, ya es hora.

La "uruguayidad" que se festeja, defiende y se agita cual si fuera el poncho de la Pastorutti no es buena ni mala: es mentira. Es como el supuesto refinamiento del sobrino-nieto linyera de un aristócrata decimonónico; los uruguayos no son solidarios, no son respetuosos de sus vecinos, no son un "pueblo inteligente", ni pacífico ni ilustrado. Tal vez sí Uruguay sea la "tierra de Benedetti", escritor tacuaremboense auto-exiliado en España desde hace décadas al cual no parece interesarle vivir bajo el gobierno que tanto pregonó, pero habría que ponerse de acuerdo en sí ser la tierra de el escritor más menospreciado de Latinoamérica es una gran cosa. Pero lo demás... es el equivalente ideológico y neuróticamente falso de seguir considerando a Uruguay como un titán del fútbol en virtud de un afortunado y breve campeonato librado hace más de medio siglo. En algún momento, tal vez hace medio siglo justamente, Uruguay -invento pragmático de un diplomático inglés- haya sido un proyecto destacable en su entorno geográfico, inclusive mundial, en virtud de esa terca racha de tiempo en el que el país demostró un auténtico progresismo cimentado en su secular agnosticismo, la calidad de su enseñanza y su cuasi-escandinava repartición de la riqueza, pero el seguir atribuyendo esas características a la colectividad psíquica actual es como atribuirle virginidad a una antigua y desdentada pupila de un prostíbulo. Sí, en algún momento lo fue, ¿y qué? No en mi lapso vital, al contrario.

Me aburre enumerar estas cosas, pero las actitudes más personales y propias del colectivo uruguayo durante mi tiempo de vida han sido siempre más motivo de vergüenza que de orgullo. He visto a los uruguayos aceptar con fatalismo y escasa acción a la más feroz dictadura de su historia, los he visto poner como ejemplo su retorno a la democracia, el más pactado y delegado de todos los del Cono Sur, los escuché cantar muertos de la risa "mandarina, mandarina, mandarina /ya que tienen tantos huevos recuperen las Malvinas" a los equipos argentinos que venían a jugar a Montevideo tras la atroz guerra del Atlántico Sur, los vi elegir como adalides de la democracia y representantes ejecutivos de la misma a políticos directamente implicados en el golpe militar y en consecuencia respetados por él -que no se caraceterizó por respetar a nadie, los vi ignorar a los pocos auténticos resistentes locales para entregarles todos los poderes a quienes habían pasado la larga dictadura en cómodos exilios, los vi aprobar por voto la más humillante de la leyes -la mácula estampada sobre la frente del colectivo oriental- que en un acto de cobardía nacional inédito en el mundo perdonaba a los mayores criminales que el país hubiera visto, cerrando inclusive las posibilidades de investigación al respecto. Yo vi a los uruguayos sacralizar el acomodo y los privilegios en las estructuras públicas, cortando siempre hacia el lado más burócrata y reprimido, yo vi rockeros encarcelados en democracia por cantar canciones ofensivas e infantiles hacia los políticos ante el mutismo de un país que seguía festejando el haber conseguido la libertad de expresión, yo vi a la justicia ridiculizada hasta lo inverosímil, actuando de manos y pies atados y cómplices en casos tan escandalosos que hubieran merecido la caída de administraciones enteras, yo vi, spammer patriota, cosas como para decirte, not with a bang but a whimper, que te metas a tu Uruguay en el culo.

Hace algunos años un gran amigo de los que todavía me conocen, un estanciero e ingeniero agrónomo brillante y emprendedor, me habló sobre un gran proyecto nacional que surgía mientras se comprobaba el fracaso de la política del "país de servicios". El asunto era -y pido disculpas por las simplificaciones ya que, evidentemente, no soy un experto en el tema- que varios productores agropecuarios en colaboración con la plana más brillante de la Facultad de Agronomía proponían una política de estado que, utilizando las características intrínsecas de la producción del campo local, lo pusieran a la vanguardia mundial. El asunto era que ya que la ganadería y la agricultura nacional tenían, por costumbre y por las bondades del terreno, una reducida intervención tecnológica, se podía homogenizar algunas características de la misma para que la producción agropecuaria uruguaya -en un tiempo en que el miedo a las atrocidades bio-genéticas del hombre crece con razón justificada- se destacara por la naturalidad de la misma. Según esta idea, que no era de un loco suelto sino de buena parte de su clase, Uruguay tenía una oportunidad dada para aprovechar su escasa producción -en lo cuantitativo-, reforzándola en lo cualitativo, revalorizando sus precios y ofreciéndola al mundo como una producción especializada y ecológica en la que el sello de "importado de Uruguay" fuera sínonimo de tranquilidad para los preocupados por la vaca loca, los transgénicos de Monsanto y demás horrores del hombre finisecular. Unos meses después de que me comentaran esto, Jorge Batlle autorizó por decreto no discutido la plantación de soja transgénica argentina, haciendo que todos estos planes se fueran al garete en forma instantánea. Eso sí, su ministro de turismo, el hijo de Bordaberry, el sanguinario dictador colorado que dio el golpe del '73, acuñó el slogan "Uruguay Natural", que supuestamente debe clausurar todas las discusiones sobre el tema hasta que algún desastre ecológico imposible de tapar con pegotines obligue a sustituírlo por algo como "Uruguay bastante natural (si mira para allá)".

Esa -la de aquellos productores uruguayos- fue la última y única idea con verdadera mirada de futuro que escuché dentro de Uruguay, fue destruída por Jorge Batlle, el peor de los presidentes de la democracia uruguaya, quien secuestró los ahorros de su clase media, forzó al exilio económico a más de 100.000 de sus jóvenes más valiosos y educados y aumentó la deuda externa del país hasta convertirla en la mayor -en relación al PBI- del mundo civilizado. Ese Jorge Batlle no fue, a la inversa de canallas similares como De la Rúa o Sánchez de Lozada, echado a las patadas por el pueblo al que empobreció, traicionó y avergonzó, sino que culminó en paz su mandato y ahora es considerado una valiosa fuente de opinión para los periodistas que le acercan el micrófono a su repulsivo discurso oppenheimeriano. ¿Por qué esa criatura increíblemente dañina no fue detenida en el momento en que había que hacerlo y que su legitimidad popular era próxima al cero? Ah, porque los uruguayos somos diferentes

Soy uruguayo de la misma forma que soy morocho, blanco y cristiano, como algo que no puedo dejar de ser y que sin embargo no necesariamente es parte fundamental de lo que soy: conozco al uruguayo de las postales, ese que es festejado desde la publicidad y la cultura oficial y que hasta intelectuales de historia totalmente insular como Mauricio Rosencof se esfuerzan en poner de modelo sudamericano para ejemplo de las bestias indias, y ese uruguayo es un asco. Esa figura hecha de gomina, mate, mocasines y opiniones permanentes sobre un fútbol más muerto que Walt Disney, no es ejemplo de nada más que para personaje de una comedia grotesca, y es tan repelente como los japoneses que sacan fotos a todo lo que se mueve, los yankees de camisa hawaiana, los españoles aznarianos y los porteños superados. Pero estos personajes son caricaturizados con desprecio por el resto del mundo y en cambio nosotros los usamos como bandera. Lo cual podría llegar a ser un gesto casi galante si no fuera porque se hace encima de todos los sueños, de todas las lágrimas de cientos de miles de uruguayos perdidos en los aeropuertos, en los bares, en los suicidios cuidadosamente ocultos. Un ejemplo mediocre edificado encima de sangre irreparable.

Lo primero que hace un borracho en una fiesta es empezar a acusar de ebriedad a todos los que lo rodean; lo primero que hace un uruguayo, sudando en su caldo de mediocridad y su pésimo gusto indumentario, es descubrir la soberbia y la arrogancia de todos los que son obviamente inferiores por no haber nacido en este bendito país. Pero el borracho sigue bebiendo y el uruguayo sigue sosteniendo que es muy superior culturalmente a los argentinos mientras la televisión hierve de programas porteños como Intrusos u Operación Triunfo, que rompen récords de audiencia mientras todos juran despreciarlos. Ese uruguayo que no es xenófobo pero que se las arregló para hacer un semejante escándalo cuando aparecieron algunas docenas de peruanos a "competir" por trabajos tan mal pagos que merecerían el linchamiento del empleador. Ese uruguayo tan europeo pero que queda, en términos culturales, como una bestia al lado de cualquier europeo medio, mientras se cree superior a los indios latinoamericanos que -a diferencia de los uruguayos- han logrado conservar un paradigma de cultura distinto al europeo y defenderlo en contra de las urgencias de la globalización. Ese uruguayo que en una encuesta del diario El País -considerado y reverenciado como bastión democrático a pesar de su apoyo explícito a la dictadura- forma un bloque del 42% para decir que a la insólitamente soberbia política exterior de Vázquez le hace falta más firmeza y decisión.

Me quedo pensando y me atraviesa una pequeña ráfaga de belleza imaginaria: el senador Saravia arma a ese 42% de compatriotas sedientos de rigor y sangre y se van, encabezados por Mauricio Rosencof al frente de una mortífera cuerda de tambores y la dirección del SUNCA, que se golpea el pecho por la pesada que le metieron a Greenpeace y mantuvo silencio acerca del obrero que se destartaló trabajando en las obras de Botnia, y marchan raudos a conquistar Entre Ríos a sangre y fuego, corriendo lógicamente una suerte similar a la de los cuadros de fútbol uruguayos actuales cuando van a jugar la Libertadores. Mientras tanto los demás salimos de nuestras casas y nos encontramos con que hay más espacio para caminar, que la gente que uno se encuentra es más amable y civilizada, y que se puede conversar con los demás en términos que no parezcan acuñados por algún líbero de Cerro. And then I keep on dreaming, dreaming is free....

Bueno, esto es lo que le pasa a los países en los que uno sustenta un Estado que decide pagarle más a un basurero o a un portero de ente autónomo, y darle más beneficios cuasi delirantes, que a un catedrático grado 4. Esto es lo que le pasa a un país en el que el mito de David, el que cagó a piedrazos a Goliath en Maracaná, parece ser la tarjeta de presentación favorita de sus habitantes y un recurso al que se cree poder recurrir cada vez que se lo necesite (un milagro cotidiano, digamos). De muchos de sus habitantes, no de todos, porque ese catedrático grado 4 o 5 que vive de los cursos que da medio año en el exterior pero que sin embargo vuelve a Uruguay, terco como una mula, en los otros semestres a enseñar conocimientos a alumnos que no van a poder aplicarlos en el país de los bancarios como sinónimo de éxito, ese catedrático también es uruguayo, lo mismo que sus alumnos. Y lo mismo que los que un día deciden criar ñandúes o generar software, o exigir justicia frente a los muros de la impunidad, o crear huertos hidropónicos en los asentamientos, o hacer música tan novedosa como invendible en las nuevas catacumbas de la disidencia estética, o tratar a la gente con el respeto que se merecen y dudar de las verdades que caen desde arriba, o encender luces. Alguien me dijo hace poco que pensando así estaba solo e iba a estarlo cada vez más. Seguramente tenía razón, pero no me parece.

Perdón por la extensión y algún exceso subjetivo, pero este blog tiene poco tiempo de vida futura y hay dos o tres cosas que me quería sacar de arriba ahora.

Espero que quede claro que no re-envíe el mail.

Considerenme en la lista de "malos orientales" de Rosencof, necesito alguna medalla para mis poco patrióticas solapas.

domingo, febrero 19, 2006

Una modesta propuesta que todo el mundo considerarará un chiste y sin embargo es lo más serio que dije o diré en mi vida.

La cara hereje de la necesidad salta como un payaso de una caja sorpresa cada vez que uno pone algún reparo hacia alguna de las medidas positivistas y nero-liberales (neologismo que me permito para definir el neoliberalismo ejercido con el espíritu de Nerón), así que me niego a batallar contra esa lógica del artillero que reduce a detallismos morales o de exquisito todas las objeciones que se pongan ante, digamos, el Tratado de libre comercio con los Estados Unidos, la instalación de las fábricas de celulosa, el predominio del monocultivo, la extranjerización de la tierra o la sumisión absoluta a los pagos de la deuda externa y las condiciones impuestas por los acreedores, y pongo mi hombro de psiconauta a la empresa del resurgir nacional.

Cada vez que uno abre la boca para criticar el camino único de la "reforma inevitable", algún pragmático salta a recriminar esa postura de revolucionario mandarín que critica todo y no hace ni propone nada. Así que me permito proponer una medida simple, sencilla y evidente que impulsaría la economía de este terrón agropecuario disfrazado de nación en forma inmediata y evidente con un impulso e impacto económico superior al de la poco ecológica explotación de la celulosa, sin dañar el medioambiente, diversificándose en varias industrias y poniendo a Uruguay a la vanguardia REAL del comercio mundial: legalicen el cannabis (marihuana) y todos sus subproductos. No tienen más que excusas oscurantistas y de tontería senil para no hacerlo, pasen al frente, háganlo ya.


Me explico en pocas palabras: dejando de lado la adoración casi religiosa de los fumetas, el cannabis es tal vez uno de los vegetales con más utilidades que se conocen, además de su estúpidamente polémico uso recreativo, el cáñamo es proveedor de medicinas, ropa, sogas, jabón y papel (el cáñamo fue durante mucho tiempo la principal fuente de confección de papel hasta que William Hearst le declaró la guerra mediática para no tener competencia para sus plantaciones de árboles, uno de sus más famosos cultivadores fue George Washington y la declaración de independencia de los EE.UU. está impresa en papel de cáñamo) y, si se admite además su cultivo para ser fumado, puede ser una fuente de atractivo turístico similar a Amsterdam. Mi propuesta es pragmático-económica, dejemos de lado cosas que hoy en día parecen baladíes como la libertad individual de los adultos, estamos hablando de una realidad tolerada hoy en día en buena parte de los ámbitos montevideanos. Dejemos de lado el deseo de que la policía de la salud no se meta con las cosas que uno quiere y puede meter en su cuerpo: si uno fuma va a seguir fumando y no hay forma de detenerlo porque la sociedad ya acepta, a regañadientes, el consumo de porro. Así que, ¿por qué no dar un paso al frente y ganarle de mano a los países que coquetean con la idea, autorizando la plantación de cannabis y su comercio? Los beneficios económicos serían inmediatos, se lograría que Uruguay estuviera por primera vez desde los tiempos del viejo Batlle y Ordóñez a la vanguardia de algo, mejoraría el ánimo de la intelligentzia local -desilusionadísima por el conservadurismo de la actual administración-, re-emplazaría el uso de drogas realmente dañinas ya que su precio podría abaratarse como para competir con el de la pasta base, daría una interesante señal de independencia política e inclusive cumpliría el sueño de los cipayos locales de parecerse un poco más a un país como Holanda. La objeción de que el turismo atraído sería indeseable es una tontería prejuciosa y totalmente hipócrita después de la década dedicada por los ministerios de turismo uruguayos a hacérsela dulce al turismo infame del menemismo argentino.

En el caso de que, como temen los que siempre temen, esto aislara a Uruguay del comercio mundial -algo dudoso ya que no sucedió con los holandeses-, bueno, se deja de plantar y punto. Sé que es una lógica que tiene algo de ilusa: al propio Primer Ministro de Jamaica, P. J. Patterson, fracasó en su intento de legalizar el cannabis en su país, donde cumple un rol similar al del mate en Uruguay (pero más religioso), a causa de las presiones norteamericanas. Pero, ya que se está en plan de mandarse cualquiera en el terreno diplomático, bueno, ¿por qué no intentarlo?

No hace falta ni que mencione que no hay una sola razón racional o moral para oponerse a algo así; yo sostengo, y es sencillísimo de probar, que sería una medida de efectividad inmediata para generar puestos legítimos de trabajo y reactivar tanto la escena agropecuaria como la industrial. Y ciertamente va a ser menos polémica (y dañina) que las idioteces extranjeras que se están imponiendo de a poco. Así que repito lo del título, no es un chiste ni una ingeniosidad, es verdad. Si conocen a alguien colgado de alguna de las tetas del poder explíquenselo, insistan, difundan la idea. A ver los chicos de La Vela Puerca, que tanta guita le han sacado a su asociación con esta noble planta y tan poco respeto y lealtad le han demostrado a la hora de admitir la deuda, usen los micrófonos, exijan, organizen, demuestren. A ver todos ustedes, los cientos y cientos de fumadores a los que he visto fumar hasta quedar como Bob Marley en su cumplaños, y a los que NO vi en el único acto que se hizo reclamando la legalización. A ver los que realmente piensan que este país puede mejorar con algo que no sea la apertura de cachas ante la inversión extranjera. Sugieran, comenten, difundan, informen y entiendan. Todos los argumentos están a su favor y es hermoso combatir por algo en lo que uno sabe que tiene razón, por algo que sólo tiene enfrente a la ignorancia y el miedo. Fight the good fight.

PD: Algo de lo que nadie discute es la sapiencia de Tabaré Vázquez sobre el tratamiento de cáncer. Yo que soy un atrevido sí lo discuto, porque el respetable oncólogo no sabe nada -quiero creer que de saberlo haría algo al respecto- sobre el notable efecto de la marihuana como reductor de las naúseas y mareos -y despertador del apetito- para los pacientes tratados con quimioterapia. Yo quiero creer que un hombre que ha dedicado su vida al combate del cáncer y la mejora de la calidad de vida de los aquejados por este mal tendría que salir corriendo a sembrar semillas de skank en cada cuadrado de tierra fértil libre. Pero eso no pasó ni creo que vaya a pasar, ¿por qué? por esa combinación de prejuicio y cobardía que hace del ser humano el bicho imbécil que es y a T.V. un ser humano ejemplar.

viernes, febrero 17, 2006

Putting out fire with gasoline

Mientras el conflicto ambiental por las fábricas de celulosa del litoral se radicaliza en un conflicto político y varios representantes nacionales sienten inesperadas erecciones independientes del viagra al visualizar, por primera vez, una salida consensuada -y hasta festejada- del Mercosur para ingresar en el mundo comercial de los buenos amigos de EE.UU., mientras los cortes de ruta en Argentina comienzan a parecerse cada vez más a un bloqueo y los generalmente poco diplomáticos portavoces del PJ argentino empiezan a sacarse los guantes, mientras todo el mundo se hace el bobo pero las pérdidas económicas aumentan junto con amenazas virales a nuestros ganados y a nuestros mercados más queridos, mientras se sigue insistiendo en que es posible una negociación en la cual una de las partes anuncia a priori que no va a conceder nada, mientras todos los políticos uruguayos cuya opinión se consideró siempre la enemiga del pueblo y del bien extrañamente coinciden y se alinean con el gobierno de izquierda, mientras cualquier explicación en términos claros, científicos y adultos se deshecha y todo se explica según la teoría Jorge Batlle de la interacción latinoamericana, mientras se reza por una escalera que nos aleje lo más posible de este continente de gente sucia y de color dudoso, mientras la situación se parece a uno de esos duelos automovilísiticos en que dos autos se dirigen uno al otro en un puente diciendo "que retroceda él", mientras pasan muchas cosas vergonzosas... El presidente de Uruguay acaba de tener una genial idea simbólico/gestual que agregar a su abdicación moral ante los débiles poderes católicos locales y a sus verticalazos pragmático/económicos. El presidente va a hacer la próxima reunión de ministros en el Interior -otro artefacto simbólico/gestual tan rimbombante y sonoro como esas cajas que tienen una nuez flacucha en su interior- en la polémica ciudad de Fray Bentos. Muy significativo. Pero como la gente es boba, boba y además fuma pasta base, la decisión viene con un plus un poco más explícito: el presidente va a ir y a colocar la piedra fundamental de la Fábrica de Celulosa de Botnia. Y chupen, giles.

Bien, presidente, qué firmeza, qué actitud más conciliatoria. Supongo que usted sabe muchísimo más que benito en cuanto a conducción de países y que una decisión así fue concienzudamente estudiada en relación a los beneficios reales que le va a significar al país y nada más, pero por las dudas de que no haya sido así, benito le asegura que para medirse la pija con una regla escolar -de esas baratas, nomás- alcanza.

sábado, febrero 11, 2006

El asombroso e intrigante mundo de los idiotas terminales

Veo al pasar por un kiosko la tapa de Pronto, una de las tantas y repelentes revistas de glorificación de la farándula porteña y me quedo atónito, no por la ya aburrida visión del culo de Nazarena Velez sino por una curiosa combinación de foto/titular. El titular dice algo así como "La conmovedora historia de Osvaldo Laport y su madre", en la foto se lo ve al actor uruguayo empujando una silla de ruedas en la que reposa una señora mayor. Algunas frases colgadas adelantan la conmovedora historia y es que al parecer la madre de Laport tiene 68 años y está momentáneamente inmovilizada a causa de una operación de cadera, y el galán la llevó de vacaciones consigo a Punta del Este. La tapa no dice nada acerca de que dicha señora tenga algún problema serio más allá de su incapacidad locomotiva y de su edad. No menciona demencia senil o alguna enfermedad terminal, solamente que de momento necesita una silla de ruedas para desplazarse y que su hijo la llevo de vacaciones consigo. Entonces, ¿dónde está la conmoción, el hecho humano inusual?

Uno está acostumbrado ya a la divinización de todas y cada una de las flatulencias vitales de los actores, actrices y figurettis del mundo de la farándula, y de hecho uno se acostumbra a esa lógica estúpida que implica que el que no le pase nada en absoluto a, digamos, Areceli González sea una noticia. Está bien, son seres del olimpo con vidas fascinantes en las que cada polvo borrachín es una aventura trascendente y una inyección de botox un momento crucial en la historia de Occidente, molestarse por ello sería un malgasto de energía negativa. Pero hay algo en ese titular, algo latente, que me jode y me irrita. Y es el considerar una conducta absolutamente normal como conmovedora o ejemplar.

Mi abuela vivió semi-paralizada durante los diez últimos años de su vida. Durante esos diez años mi familia y yo convivimos con ella, disfrutando de su compañía y haciéndonos cargo de las pequeñas incomodidades que supone el hacerse cargo de una persona que no tiene autonomía física. La familia se adecuó a sus necesidades como ella se había adecuado a las necesidades de sus padres y abuelos y a pesar de sus dificultades físicas vivió feliz hasta que murió víctima de esa combinación de colapsos físicos que se llama vejez. Esa mujer murió acompañada de sus hijos y nietos, expirando por una casualidad inverosímil en el mismísmo momento en que el replicante interpretado por Rutger Hauer en Blade Runner hacía su monólogo sobre las puertas de Tännhauser en la pantalla del televisor del hospital. Eso es lo que pasa, esa es la vida.

No cuento esto para ponerme a mí o a mi familia como ejemplo "conmovedor" de conducta ante una situación "conmovedora" sino al contrario, para remarcar lo absolutamente normal de la situación vivida: la gente envejece, tiene enfermedades y muere, y eso no tiene nada de conmovedor o extraordinario, excepto, claro está, para las personas cercanas al muerto, las personas que gozaron de su compañía y su amor, y que - si pudieron hacerlo- acompañaron a esa persona durante sus últimos tiempos, en parte como agradecimiento pero sobre todo por el placer y el alimento espiritual de estar junto a una persona querida. Pero el titular de la revista redacta su noticia como si el que un actor millonario lleve a su madre enferma de vacaciones fuera algo inédito en la historia de la humanidad y una gesta humana de titánicas proporciones. No señor periodista, hay gente que lo hace con mucho menos, hay gente que percibe esas cosas no como una situación "conmovedora" en el sentido wagneriano y trágico del adjetivo sino simplemente como lo que hay que hacer. Y, además, hay gente que da muchísimo más.

¿Qué sería una historia llamativa y conmovedora? Bueno yo puedo contar una que jamás va a llegar a ser tapa de nada y es la del "Pirata" Sánchez, un obrero y clasificador de residuos analfabeto (y comunista) que trabajó en una reforma en la casa de mi familia y que se ganó el aprecio y confianza de la misma, por lo que desde entonces suele ir a hacer pequeños trabajos de mantenimiento en dicha casa. Como le gusta hablar más que a un loro cocainómano y es graciosísimo muchas veces que paso por lo de mi vieja me quedo conversando un buen rato con él. Un día me comenta que está muy cansado porque hace varias semanas que no duerme bien. Sabiendo que es un alcohólico moderado y funcional le pregunté si había estado más de joda que de costumbre en esos días. El "Pirata" me dijo que no, que lo que pasaba era que uno de sus vecinos, un muchacho jóven según él, estaba aquejado por un terrible cáncer que lo había inhabilitado para trabajar y para mantenerse. Como el enfermo no tenía familia -o esta no lo quería- el "Pirata" se lo había llevado a vivir a una de las piezas de su rancho hasta que no hubiera más remedio que ingresarlo en el hospital. "Y claro", me dijo El "Pirata", "el tipo sufre mucho y de noche grita, así que es bravo dormirse. Pero qué se le va hacer...." Esa es una historia que me asombra, me conmueve y me hace pensar que capaz que el hombre no es un bicho naturalmente tan malo.

No me es que moleste Laport, quién en verdad me importa tres carajos y que posiblemente sea un buen hijo, viva su cara, sino que lo que me irrita es la profunda imbecilidad de la asunción del periodista como emotiva una situación privada y corriente. Por supuesto que hay hijos desnaturalizados que ante la enfermedad de sus padres corren a enterrarlos vivos en el hospital más lejano y hermético posible, y luego se sientan a esperar a que los llamen para avisarles que el anciano estiró la pata y que se puede dar comienzo a la sucesión de los bienes. También hay padres que se cogen por el culo a sus hijos, o que disfrutan con su humillación y dolor. Hay mucha cosa jodida, sin dudas. Pero me niego a admitir que una conducta de decencia y amor elemental sea percibida y presentada como algo conmovedor y fantástico, me parece demasiado hasta para un misántropo como yo.

***

Uruguay tiene un fantástico tesoro desaprovechado en su territorio que supera en valor e interés a todas sus plantaciones de eucaliptus y a las putas fábricas de celulosa. Se trata de un tesoro que reposa desde hace más de sesenta años en el lecho del Río de la Plata: el acorazado de bolsillo alemán Graf Spee. Hundido frente a nuestra costa tras una de las batallas marítimas más fascinantes y ejemplares del S.XX (si, ya sé que la guerra es mala y fea, sigamos con lo nuestro), una batalla de destinos cambiantes y que finalmente fue definida mediante el mero uso de información y en la forma más pacífica posible, y que culminó dejando a uno de los buques insigna suicidado, en razonable estado y en aguas perfectamente accesibles. Para los amantes de la historia y los fascinados por su mayor conflagración del siglo pasado es como estar sentado encima de una bolsa de oro. ¿Qué hizo Uruguay, el gran país culto, con ese tesoro? Hasta hace poco tiempo lo dejó pudrirse en el fondo del mar para luego conceder al empresario Alfredo Etchegaray, conocido por su trabajo de promoción de la imbecilidad de la clase alta y por definirse como un animal sexual en cuanto reportaje pueda, la explotación de todo lo que pueda sacar del navío hundido, siempre y cuando le de la mitad de lo ganado al Estado, ese ente abstracto que somos todos pero que se comporta como si fuera el más hermético de los privados.

El asunto es que Etchegaray y el equipo de buzos de Ruben Bado consiguieron extraer del barco uno de sus artefactos más notorios, el aguila de bronce que adornaba la popa del buque. Inmediatamente salió el empresario fiestero a proclamar que había ofertas de Europa y que se pensaba vender el águila por tres o cuatro millones de dólares, y es de suponer que en relación al contrato que firmó con Jorge Batlle, el infame, debe estar capacitado para hacerlo. Ya se salió a especular al respecto de que para qué se quiere el águila, si debe venderse o no, si debe venderse pero quedarse en Uruguay, y todo el mundo habla del águila como si su radicación en Uruguay fuera un capricho, o se cuentan las casas para pobres que se podrían hacer con lo recaudado por ese maligno símbolo nazi. A mí me parece asistir a una discusión de ciegos conversando sobre los valores de Jackson Pollock.

Manuel Esmoris, la máxima autoridad de la Comisión del Patrimonio Nacional, no tiene un trabajo nada fácil: tiene que controlar las depradaciones de los cazadores de tesoros locales y extranjeros -personajes presentados por la media uruguaya como valientes y emprendedores aventureros que seducen a las pulposas periodistas que los entrevistan y que se enfrentan a mano descubierta contra la burocracia nacional- y hacerlo teniendo en su contra contratos firmados por las indescriptibles administraciones anteriores y sin un mango para ofrecer una explotación pública de los tesoros enterrados en el Rio de la Plata. Pero seguramente Esmoris también tuvo una visión que a mí me hace suspirar: una bahía de Montevideo adornada y embellecida por la soberbia presencia de un Graf Spee reflotado y convertido en LA MAYOR ATRACCIÓN HISTÓRICA DEL SIGLO XX, algo totalmente plausible teniendo en cuenta las circunstancias que rodearon a su hundimiento y el hecho de ser el único artefacto histórico de estas características rescatable. Algo que cualquier gobierno de cualquier parte del mundo hubiera hecho de inmediato, pero que el Uruguay, país convencional que ha renunciado a cualquier visión de grandeza (a no ser que sea promovida por una corporación multinacional) , ni siquiera ha considerado hacer. No, es mejor invertir en cagar la Laguna Garzón para que los millonarios porteños puedan pasar con sus 4x4, es mejor contaminar el puerto de la Paloma o arruinar la relación con el principal proveedor de turistas; para todo eso hay decisión y dinero, para explotar este regalo histórico que la Segunda Guerra Mundial dejó en nuestras aguas lo único que hay son autorizaciones para que sea desmantelada y vendida en trozos a los cuatro rincones del mundo. Algunos dicen que no hay interés en turístico en el Graf Spee, algo que los europeos que ofrecen cifras millonarias por parte de él no saben.

Esmoris sonaba triste e irritado mientras lo entrevistaban en El Espectador y tenía que argumentar algo tan sencillo como el valor de la nave y lo irrisorio de los beneficios económicos que Uruguay pudiera ganar con su desmantelamiento, beneficios que ni siquiera cubrirían los gastos de la asistencia prestada al inefable Alfredo Etchegaray y que son absolutamente ridículos en comparación, por ejemplo, de lo que le cuesta al país cada una de las "exitosas y notables" colocaciones de deuda externa realizadas por Danilo Astori. Pero por desgracia Esmoris sonaba como alguien que pelea un batalla perdida.

Mientras tanto Etchegaray y Bado se comportaban -y se comportan- como los dueños absolutos del águila y daban muestras de su privilegiada inteligencia decidiendo tapar con trapos la svástica sobre la que se posa el águila para no herir susceptibilidades, en lo que debe ser la más estúpida e histérica demostración de imbecilidad política-correcta de la historia de la humanidad. Yo puedo convenir en que un símbolo del poder connotativo de una svástica nunca está desactivado del todo, y que más de un nazi se puede llegar a emocionar viendo el águila (lo mismo que puede emocionarse escuchando a Wagner o mirando a un niño rubio natural), pero el ser incapaz de diferenciar algo que es clara e indiscutiblemente un objeto histórico de, digamos, una svástica pintada con spray en el muro de una sinagoga, es una de las más indiscutibles muestras de ignorancia próxima al retardo mental que yo haya visto nunca. Una lógica por la cual habría que cubrir con trapos al Coliseo romano y a todos los retratos del genocida Rivera, por ejemplo. Finalmente alguien sensato, o que por lo menos sabía leer, los convenció de exponer el águila entera. Ahora es cuestión de poderes que no han brillado por su inteligencia el ser sensatos, escuchar a Esmoris y prohibir, cueste lo que cueste, el comercio de una pieza de semejante valor histórico. Y, no, que no vengan con el argumento de que "con esa plata se puede hacer un comedor para niños" porque es un puta mentira.

Con esa águila y embarcación se pueden hacer muchas cosas, no solo en relación a su valor turístico, sino a su valor emblemático -que supera en mucho la referencia nazi que los paranoicos temen-, de su valor de pieza casi viviente de la Historia, de recuerdo de una batalla que con su estruendo reventó los vidrios de las casas de Montevideo y Piriápolis, de la reproducción de uno de los más preciados recuerdos de mi abuelo, que me hablaba de ese tiempo de gigantes nombrados como los titanes griegos que recalaban en nuestra capital como un dinosaurio que reposara en un gallinero durante un rato. Sería el espectáculo de la Historia, contrapuesta a la lógica actual del precio miserable de la necesidad.

Y sería un recordatorio de dignidad perdida: Hans Langsdorff, el galante capitán del acorazado, al no poder haber evitado su auto-destrucción , decidió suicidarse en Buenos Aires luego de haber hundido la nave de la que era responsable, en el acto lógico de dignidad que debe cumplir quién toma la responsabilidad de la vida de algunos cientos de hombres. Nosotros, los rioplatenses, vivimos en países que se hundieron mucho más profundo que el Graf Spee, hundiendo consigo no a cientos sino a cientos de miles de hombres, muertos de hambre, despesperación o tristeza. Y los capitanes de esas naves gigantescas que son Argentina y Uruguay, capitanes no ya responsables sino directamente culpables de dichos hundimientos, capitanes apellidados Batlle o De la Rúa, jamás amagaron siquiera a morir en correspondencia con todo lo que mataron. Y a nadie le pareció lógico el reclamarlo, como yo lo hago casi en secreto en este blog: mátense, todavía están a tiempo.

Y que ese impresentable de Alfredo Etchegaray saque sus sucias manos del águila, el telémetro, el ancla o las letrinas del Graf Spee. Que se ubique o será tirado a un foso lleno de auténticos animales sexuales.


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Unos estudios recientes dan las razones de por qué el Uruguay, país lleno de cursos de agua (todavía) potables tiene una de las mayores tarifas por dicho servicio de América. Curiosamente no se trata (solamente) del voraz afán recaudatorio de todas las empresas administradas por un monopolio estatal, sino que el problema esencial es el asombroso derroche del líquido patrimonio que los uruguayos hemos peleado para que no se venda ni se negocie, pero no para que no se derrame.

Al parecer uno de los mayores motivos de pérdida de agua es el que las poblaciones pobres de los asentamientos y los barrios carenciado de Montevideo y del Interior no pagan por dicho servicio, lo cual puede entenderse como un gesto de solidaridad elemental de la sociedad uruguaya con respecto a sus integrantes más desgraciados, un gesto que no los obliga a pagar lo que se considera -con razón- un derecho humano. Pero el problema no es el agua que estas familias consumen, sino la que tiran. Los técnicos de OSE comprobaron con sorpresa que el promedio de agua consumido por una manzana de estos barrios era superior al de, pongamos, una manzana de Carrasco con todas los regadores de césped y el lavado de autos incluído. Investigando descubrieron que, ya que no tenían que pagarla, los habitantes tenían la costumbre de dejar los grifos abiertos todo el día, vaya uno a saber por qué pero aparentemente "porque sí". La idiotez y la falta de conciencia social no son tampoco privilegios de una clase.

***

Mientras escribo esto en un programa de Radio Sarandí la conductora ha invitado a dos encuestadores para debatir una problema que la desvela; al parecer los expertos han hecho una encuesta entre jóvenes según la cual la mitad de los encuestados no pudieron nombrar ni siquiera a un empresario. De la otra mitad muchos apenas pudieron citar a personajes dudosos como Paco Casal y Jorge Rama, pero el problema eran los primeros, los tan ignorantes que no pudieron nombrar ni a un empresario, modelo de pro-hombres que estos jovenzuelos al parecer no admiran como deberían. Me siento tentado en llamar a la radio y preguntarle a la conductora "Nena, ¿cuántos académicos te parecería que esos mismos jóvenes podrían nombrar? ¿cuántos sindicalistas? ¿cuántos conductores de radio inteligentes...?" No lo hago, pero bueno, casi nunca hago nada.

martes, febrero 07, 2006

Ah... matadme pollos

Hace algunos días los ubicuos y alegres muchachos de Miranda! consiguieron una nueva oportunidad para aparecer media hora en los medios gracias a la ridícula noticia de que algunos religiosos con excesivo tiempo libre habían descubierto mensajes subliminales satánicos invirtiendo las canciones del conjunto pop. "Ja Ja Ja, Ju Ju Ju..." dijeron los desfachatados (¿eran los Miranda! los desfachatados o eran otra gente moderna la que se atribuía el término...? bueno, pongamos los descarados, los flaming...) e hicieron algunas observaciones picantes acerca de la tontería de la acusación demostrando una vez más lo pícaros, agudos y divertidos que son.

Como a mí Miranda! mucha gracia no me hace y me quedé con ganas de reírme me fui para la página donde estaban estas denuncias de diabolismo encanutado, descubriendo un material realmente asombroso. Al parecer se trata del medio religioso El Semanario de Berazategui que con un par de décadas de atraso descubrió el potencial satánico de las grabaciones populares cuando se les escuchan al revés, y su lesiva acción sobre el inconciente. De no ser por la longitud de las investigaciones y por el hecho de que están incluídas, así como el semanario, dentro de una nutrida página religiosa de la Fundación Misericordia Divina, uno estaría tentado a pensar que hay un bromista genial y obsesivo atrás de todo esto (que podría ser el mismo que movilizó con flash la mano del Jesús de la página de apertura de la mencionada fundación), pero al parecer se trata realmente de un honesto y paranoico cristiano que -con método que explica en detalle- consiguió dar vuelta la colección de cassettes de algún feligrés melómano y encontró terribles mensajes de naturaleza impura.

Ahora, cualquiera que sepa un mísero ABC de grabación sabe que el trabajo de grabar algo que concientemente y deliberadamente diga otro mensaje al invertirlo es un trabajo infernal, y que los escasos -y generalmente jocosos- ejemplos de cintas invertidas editadas (como los incluídos en la primera edición censurada del We're Only in it for the Money de los Mothers of Invention), suenan como cintas invertidas. Es decir, como sonidos entrecortados que surgen lentamente y se cortan en forma abrupta, inconfundibles con una grabación normal. Por supuesto que al invertir las cintas se escuchan las voces, alteradas y fragmentarias, que suenan en forma aleatoria y en las que uno puede, como en las manchas de los test de Rorschach, encontrar lo que quiera o escuchar lo que desea oír. El esforzado cronista inquisidor incluye mp3 de sus descubrimientos y las transcripciones de lo que escuchó o creyó escuchar y, como es de esperarse, son cualquiera y nos ilustran mucho más acerca del estado mental del investigador que sobre cualquier supuesto mensaje. Las transcripciones son absolutamente sorprendentes y me permito copiar algunas de las más herméticas, creativas y/o entretenidas.

“Asmodeus, demone... ellos forman una grey de muerte...”
(Diego Torres, 'Que no me pierda')

"ah... matadme pollos"
(Ruben Rada, 'Quién va a cantar')

“La diosa del Vudú... yo no podré salvarme, ¿podrás salvarte tú?... la uña del dragón te lleva a los infiernos... tú te dejas arrastrar”
(Ricky Martin, 'Livin' la vida loca')

“...por el hoy, sí... oh, negro... morir”
(Maná, 'Mariposa traicionera')

“...cómo la gozará... ponela... sacala... dale, alguna vez...”
(Soledad, 'El tren del cielo')

“...hoy no me entendés, hoy no me entendés, los judíos son amargos...”
(Piñón Fijo, 'Una mano se fue a pasear')

"Ora al demonio multicolor"
(Rodrigo, 'Y si yo la celo')

“... a misa mejor no irá, salite y traeme coca y la suerte donde ya debuté con los noche...”
(Los Nocheros, 'Mamá, Mamá')

"puto hombre de Asís... puto hombre de Asís"
(Luciano Pereyra, 'La Distancia')

“...yo trabajo la cola... el hombre te ve y la asimila...”
(Shakira, 'Te aviso, te anuncio')

“... sí, hoy hay demonios en la Misa, oh, sólo mi misa... Roma: ahí hay sore...”
(Martín Marchesi, 'Yo sé')

Y last but not least, esta que me parece totalmente gloriosa

“... movete colorado, a la birra... colorado, a la birra... ¡qué grande!...”
(Alfredo Casero, 'Pizza contigo')

En este último caso el anónimo cronista reconoce que la música del gordo es igualmente nociva sin tener que invertir la cinta (" Sólo pudimos soportar unos minutos el análisis de uno de sus temas. Escuchados en forma normal ya son una tortura...", confiesa el hombre), actitud que debería haber tomado en relación a casi todos los artistas mencionados, quienes delatan sus pactos con el oscuro en forma mucho más explícita. Paso a explicarme y colaboro desinteresadamente con la investigación del Semanario de Berazategui, señalando innegables muestras de que la música popular latino-argentina es una enorme misa negra, motivo por el cual así estamos.













Bandana:
Coincidamos en que cualquier reunión de más de tres mujeres que bailan y cantan si no es un aquelarre por lo menos algo de Wicca hay, pero más allá de esta observación de sentido común, el grupo conocido como Bandana tiene otra serie de señales innegables de trato con el impuro. Basta recordar las satánicas ceremonias de iniciación en las que fueron depuradas y escogidas por demonios humanoides (pero delatados de su procedencia avernal por sus imposibles cabelleras) que respondían a nombres arcanos como Afo Verde (Aphoverdum) y Magalí (Magaliah), y chequear -sin necesidad de invertirlas- las letras de sus éxitos como 'Empieza la noche', una aseveración que evoca esos titulos melancólicos del black metal como 'Opus nocturne' o 'Thy darkness falls'. Y además está el propio nombre de la banda, que disimula su naturaleza por su inocente acentuación grave, pero que si se le agrega el tilde censurado en la primera o la última silaba (y una muda hache al final) el resultado es inconfundible: ¡"Bándanah"! o ¡"Bandanáh"...! ¡Say you love Satan, guapo...!

Ricky Martin: Chocolate por la noticia de que el boricua tiene tratos con el lado oscuro; cualquiera que lo haya visto bailar durante dos minutos tiene que admitir de que el ex-Menudo (otro antecedente infernal) está poseído por una legíon de íncubos pijudos que punzan su interior con sus escamosos miembros obligándolo a moverse en una forma tan antinatural como impresentable. Como diría un filósofo de Tacuarembó: "Si hasta puto puede ser que sea".

Soledad: Todos sabemos que la soledad es una de las características del ángel caído, alienado del coro de arcángeles que gozan de la mirada del Señor y torturado por sus pensamientos cochambrosos, pero no es sólo el nombre lo que nos hace desconfiar de la Pastorutti sino su característica y gimmick escénico más notorio: ese porfiado revoleo del poncho que dejó de llamar la atención desde hace años. ¿Por qué hace eso? Por popularidad no debe ser, ¿será tal vez para disipar el olor a azufre y mandrágora? ¿será un ritual invocatorio...? ¿por qué no lo explica? ¿qué oculta debajo del poncho esta posible hija de Lilith...? Y ya que estamos con las preguntas, ¿por qué grita como Ricardo Iorio?

Diego Torres: ¿Quién puede dudar de que este hijo de puta hizo un trato con el socio comercial de Fausto? El negocio es evidente: ofreció su alma a cambio de ser considerado un buen cantante a pesar de su absoluta carencia de expresividad y su dificultad para cantar en más de una nota. ¡Y en lugar de que la gente se extrañe de semejante incoherencia, todos dicen que es un buen tipo, lo que conforma un claro caso de carisma luciferino, lengua de serpiente y visión de bultos...! La banda del Golden Rocket... ¡De la banda de la Golden Dawn es este guacho, seguro seguidor del camino de Crowley! ¿Cual es la pintura color esperanza con la que quiere pintarnos la cara? Efectivamente: corpsepaint.

Luciano Pereyra: Miren, si agarran el Corel y con cualquiera de las fotos de este desgraciado pueden hacer el siguiente experimento irrefutable: le pintan la tez de rojo, le agregan un bigotito y una barbita afilada y ¡presto...! ¿qué les queda...? Bueno, les queda Luciano Pereyra -el paisanito tierno- rojo y con vello facial, como para usarlo de veladora... ¡pero también se parece al que te jedi...!

Mambrú:Como Bándanah, también fueron ezbirros de Aphoverdum y Magaliah, cosa notoria en sus absurdos peinados, y también se disolvieron luego de cumplir su nefasta misión sobre los espíritus adolescentes. Ellos, particularmente, fueron el ala marcial de este proyecto demoníaco. ¿Para qué andar dando vueltas cassettes si el mensaje está explícito ahí, desde el nombre que homenajea a al guerrero británico, el Duque de Marlborough, quién tenía en su escudo heráldico las significativas figuras de un par de dragones, la más clásica representación del demonio? Cualquiera que haya escuchado sus canciones (en la dirección correcta, que es como suenan más malignas) sabe de lo impío de la propuesta, que no es -otra vez el nombre los delata- más que una versión argentina de los infames Marduk. Arrójenles agua bendita y véanlos aullar de dolor... bah, tal vez simplemente con agua sea suficiente.

Los Nocheros: Identificados con el camino de la mano izquierda y con la oscuridad desde su denominación, subrayada por sus negras vestimentas y semblantes patibularios, es con el cassette girando hacia la derecha que uno se da cuenta de su perverso satanismo, ya que explícitamente amenazan con comerse el corazón de otros seres humanos, confundiendo un aborrecible acto de canibalismo con un beso.













Piñón Fijo:
Dejo para lo último a este general de los escuadrones del Hades, tal vez el de mayor rango y el más peligroso. Hay que verlo enseñando a los purretes sus misteriosas rimas militares y ver por lo menos a un reclutador de almas para los batallones de Astaroth. Y la pintura de la cara... en un principio pensamos que se trataba simplemente de corpsepaint, pero sospechamos -las imágenes aquí presentes no mienten- que se trata de un homenaje al asesino serial norteamericano John Wayne Gacy. Especulando un poquito, pero no más que los amigos del Semanario de Berazategui, arriesgamos que el misterioso Piñón Fijo disimula debajo de su notoriamente forzado acento cordobés un más sincero acento noruego. Y que en realidad es un ex integrante de Gorgoroth, expulsado por ser demasiado extremo y haber violado la novena regla para este mundo de la Biblia Satánica de Anton LaVey: "Do not harm little children".














Ustedes dirán con razón: "pero el inquieto cronista del Semanario de Berazategui y Benito ven señales satánicas en todas partes, ¿será que no se salva nadie y estamos en el medio de una conjunción diabólica insalvable?" No, la verdad es que son todas especulaciones que lo único que nos demustran es que el cronista de Berazategui necesita una novia o un doctor urgentemente (una enfermera sería ideal) y que Benito todavía no empezó con su nuevo horario de trabajo. Pero entre estos claroscuros hay que señalar una banda por la que me juego el aparato reproductorio a que no tienen mensajes satánicos ni ninguna relación de ningún tipo con lo oculto y las criaturas que sirven al Shaitan, el gran adversario, el Daimon o cualquiera de sus numerosos nombres, y dicha banda es, paradójicamente la que inició toda esta discusión y generó la polémica, es decir: Miranda!

¿Por qué asevero tan tajantemente esto? Por conocimientos de demonología y mero sentido común: les puedo asegurar que ningún principe demoníaco aceptaría pactar, ser representado, usar como mensajeros y mucho menos poseer a muchachos tan ridículamente amanerados como estas nuevas estrellas pop. Ni siquiera Belphegor, a quién Collin de Prancy retrata al incio de este post aquejado por un estreñimiento demoníaco y con muy poca dignidad, ni Belcebú, el señor de las moscas -ni un cadete de tercera categoría próximo al despido de Belcebú- pondría su buen nombre en manos de alguien que se hace llamar "Lolo" y toca solos de guitarra. Es decir que todas esas aclaraciones estuvieron de más. Sory boys.

jueves, febrero 02, 2006

That's the story of my life

Sigo tentado a volver al tema papeleras, sobre todo después de leer a Gerardo Bleier marcar un nuevo mojón en la persistencia de su amor por las jerarquías y los poderes de turno -recordemos que el hombre es uno de los nombres y ejemplos de figura cultural que maneja el gobierno- y ensayar una genuflexión retórica que curiosamente termina siendo difícil de entender (¿elite? ¿porteños? ¿de qué está hablando, además de que el gobierno es lindo y que quiere que se sepa (que se sepa que él lo dice en publico)?

Pero no, me resisto por un rato y voy a un tema un poquito menos irritante: anoche ví Walk the Line, la película sobre Johnny Cash y June Carter (me niego a reproducir el penoso título en castellano que le pusieron). No voy a hacer la crítica de la misma, pongo acá el link de lo que ese trotsko fascinante de David Walsh escribió en la WSWS y digo que coincido de punta a punta. Pero quiero extenderme en algo que Walsh menciona y que me molesta terriblemente: entendemos que una persona entera es algo complejo de retratar en dos horas pero ¿por qué Hollywood piensa que lo más significativo y lo que mejor resume una vida es su derrumbe tóxico (reducido por supuesto exclusivamente a la ingesta de drogas, como si las personas no hicieran absolutamente nada más en los períodos en los que se están drogando)? ¿Se explica un Johnny Cash por su lejana relación con su padre y por su adicción a las anfetaminas? ¿los miles de adictos al speed que se llevan mal con el viejo son capaces de agarrar una guitarra y componer 'Folson Prision Blues'?

Pero es el mismo esquema que usaron para Ray y que en algunos aspectos no es malo: en lugar de contar toda la vida del artista, se elige los momentos cruciales, los momentos de trascendencia. Que siempre coinciden con su redención de un demonio que siempre termina siendo el de las drogas. No voy a hacer uno de mis discursos pro-aventuras-químicas en este lugar sino solamente destacar lo reduccionista del planteo, y lo mentiroso en algunos casos como el de Cash, al que la película deja totalmente clean y recuperado cuando su relación con las drogas tuvo muchas idas y venidas. Al parecer y a pesar de los lujos de producción e interpretación, el público yanqui (o lo que Hollywood cree que es el público yanqui) no puede entender ni apreciar el retrato de un artista que no cumpla con la montaña rusa vital a la que los han acostumbrado programas biográficos de cable como E-True Hollywood Story o Behind the Music, es decir: ascenso a la fama-caída (y casi destrucción)-redención espiritual, artística y económica. Lo cual reproduce el mito judeo-cristiano del hijo pródigo tan apreciado por la cultura norteamericana; el hijo querido que descarrila y se pierde en el lado oscuro del mundo para volver, nacido por segunda vez y purgado en forma definitiva, al camino correcto. Como se trata de un milagro de Dios no hay vuelta atrás (¡no van a pensar que Dios anda haciendo experimentos de acierto y error!) y todas las estadísticas de reincidencias y recaídas son explicables con el que en realidad nunca estuvieron curados-abstemios y nunca volvieron al buen camino. Y cuando termina realmente mal, como podría ser el caso de Gram Parsons -de quién también se anuncia bioepic, siempre puede funcionar como relato de advertencia.

Pero eso sigue sin explicarme por qué me gusta más la versión de 'One' de Cash que la de U2, ni por qué la creo más si en realidad no fue él quién la escribió. Ni tampoco me dice nada sobre el hombre que, tras haber hecho declaraciones violentas y vengativas tras el atentado a las torres gemelas, se aseguró de que su hija Rosanne explicitara en sus conciertos (Cash ya no tocaba en vivo) el rechazo de su padre hacia la invasión a Irak. Esa explicación religioso-mecanicista en realidad no se asoma siquiera al misterio, es sólo una causa-efecto del beso del diablo, es decir de las drogas.

Print the legend! diría el ciudadano Kane; no estoy particularmente en contra de eso, lo que me jode es que siempre sea la misma leyenda. La leyenda que repiten ciegamente los jóvenes cuáqueros que se van a pecar a la gran ciudad durante un año para luego volver a su pueblo y morir el resto de su vida considerándose salvados y extrañando ese único año vital. La que hace que toda la fucking película sobre Cash apunte al momento en que la encantadora Reese Whiterspoon, en su rol de June Carter, le dice emocionada a un Cash todavía con síntomas de abstinencia que "esta es tu segunda oportunidad". La misma que llevó a un imbécil ex alcohólico y ex cocainómano a ser elegido dos veces como presidente de la hiperpotencia y su capacidad de apocalípsis.

Por suerte todavía está Ozzy Osbourne para recordarnos lo patético, falso e impresentable que puede ser uno de estos supuestos redimidos. A ver... un dealer ahí...

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