viernes, marzo 25, 2005

Wipe it on your dress and send it to me

Unos posts atrás yo relativizaba la importancia de la obtención por parte de Jorge Drexler del Oscar a Mejor Canción 2005 y tal vez demostraba poco entusiasmo al respecto.

Emilia, una compatriota exiliada, se enojó y me escribió en los comments:

Tipica salameria uruguaya.

Siempre criticando el logro ajeno.

Produzcan gente!!! y dejen de comportarse como colegialas envidiosas.

Creo que esta es una de las razones principales por las que nunca, NUNCA! voy a volver a vivir en Uruguay...Prefiero mudarme a Madagascar te juro....


Eso es cruel, eso hiere mis sentimientos. Yo soy un uruguayo, me enorgullezco por los logros de mis compatriotas, Emilia, aunque no vivan en mi país. Es sólo que algunos me emocionan más que otros.

Y para probar eso hago público un triunfo uruguayo que pasó inadvertido y que me parece superior que el del hombre que ve luces del otro lado del río, ya que se trata de una entrada en el Libro Guiness de los Récords, institución mucho más objetiva e insospechable que la caprichosa Academia de Hollywood.

Resulta que en la sección de récords vegetales me encuentro con este texto:

Mayor cactus cultivado por el hombre: El mayor cactus cultivado por el hombre midió 21.3 metros el 1º de enero del 2004, y fue cultivado por Pandit S. Munji (India) en Dharwad, Karnataka, India. El "cactus de cerco" fue plantado en enero de 1990 y típicamente crece unos 6 m.

"A ver, a ver Benito, volviste a lamer sapos alucinógenos", pueden decirme, "el que cultivó ese cactus monstruoso es un hindú, con nombre hindú y que vive en la India. Sabemos que muchos consideran a los uruguayos unos indios, pero no exageremos..."

Me cago en el voluntarioso hindú, quién solo canalizó este récord, el asunto es el cactus que -dato que suprimí con picardía- es un Cereus Uruguayanus, nombre que delata su procedencia en forma inequívoca. Señores, este cactus campeón, gigantesco, que se yergue hacia el firmamento como la virilidad de un Priapo hiper-abonado, este macho clorofílico, espinoso adversario del pampero... es un oriental; tal vez en el exilio pero oriental al fin.

Emocionado y empapado de orgullo charrúa maracanense, me tomo la libertad de bautizarlo, ya que la nota no consigna el casi seguramente horrible nombre que le habrá dado su anfitrión hindú, y lo llamo "Waldo". En la siguiente foto vemos a unos hermanos de Waldo, otros cereus celestes, juntos y tal vez festejando. Vean que porte, que prestancia...



El Cereus Uruguayanus o "cactus de cerco" es similar de aspecto a los poderosamente mescalínicos cactus de San Pedro (Trichocereus Peruvianus y Trichocereus Pachanoi), pero siendo de una familia distinta, y uruguayos, carecen de propiedades alucinógenas y no pegan ni para el costado. Pero seguramente para compensar pinchan mucho más que esos cactus hippies y de malas costumbres. Y además, constructivos y trabajadores, sirven -como lo indica su nombre doméstico- para hacer cercos gracias a su gran altura.

Estos cactus crecen por todo el sur de Brasil, por la Banda Oriental y por el norte de Argentina, pero sólo uno de estos territorios le dio su nombre, lo cual prueba su nacionalidad más que cualquier pasaporte. Los mejores ejemplares en estado silvestre se encuentran en la disputada isla de Martín García, lo cual me gusta imaginar que es una ofensiva vegetal para recobrar ese territorio de las manos de los pérfidos porteños.

Pero, incomprendidos y despreciados por esas tímidas personas que tienen miedo de acariciar una planta y espinarse la mano, al parecer los Cereus Uruguayanus sólo son reconocidos, apreciados y cuidados en el exterior, terrible sino al que parecen condenados todos los talentos uruguayos.

Así que Fuck You Tiger saluda, con un cierto retraso pero alta emoción, a Waldo el cactus, otro uruguayo que triunfa fuera de su país y que, desde nuestra humilde opinión, nos resulta considerablemente más vital y divertido que cierto compositor recientemente premiado.
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martes, marzo 22, 2005

Escala de valores: sin adjetivos II

En una de las discusiones en los comments de un post reciente hablábamos con JorgeB (no, no es Batlle) sobre la inexistencia casi absoluta de crítica cultural en los medios locales. "Casi", es decir, hay excepciones, hoy escuché una de ellas en la radio, aunque no me alegró precisamente.

En el programa Las cosas por su nombre, Ignacio Alvarez y Gustavo Escanlar debaten sobre diversos temas candentes. Entre ellos el Festival de Cine de Cinemateca, al que Escanlar defenestra, burlándose por los retrasos de sus funciones. De alguna forma el tema derrapa hacia la nacionalidad de Carlos Gardel y sobre las sobrevaloraciones de la cultura uruguaya, tema que desvela a Escanlar.

Y en la charla cae otro ídolo, el compositor Eduardo Mateo, nuevo ejemplo para Escanlar de sobrevaloración oriental. Álvarez relativiza y dice que a pesar de no gustarle mucho, el hecho de que todos los músicos resalten las cualidades compositivas y armónicas de Mateo puede indicar de que tienen valores que tal vez el gran público no aprecie inmediatamente. Escanlar entonces sentencia que si una música le gusta a los músicos y musicólogos pero no le gusta al gran público entonces no es tan buena. Y la charla termina.
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jueves, marzo 17, 2005

Hechos y nada más que hechos

(Ante alguna acusación de apasionamiento recibida recientemente y con la firme convicción de que de hacerlo me iría al carajo, en el post siguiente han sido auto-censurados todos los adjetivos valorativos, dejando en manos del lector el el elegir los que les parezcan más pertinentes y disponerlos dónde quiera)

En algunos de los posts más recientes he discutido lo confusa o inexistente que parece ser la barrera entre la publicidad y la creación artística para los artistas uruguayos. Encuentro otro ejemplo.

En la sección de espectáculos de El País una nota informa que el director Leo Ricagni (El Chevrolé, Indocumentados) se encuentra filmando una nueva película. Se trata de El Grito del Canilla, película homónima de un corto publicitario de el diario El País filmado hace más de una década por el mismo Ricagni. La película no es homónima por casualidad sino que según su director se trata de un desarrollo de los ambientes retratados en el corto y en la letra del jingle, compuesto por Jaime Roos y cantado por el Canario Luna. Dicho jingle ya había sido editado en el primer disco del Canario Luna. Ambos músicos participarían en distintos aspectos de la película.

El personaje principal, un niño repartidor de diarios, estaría basado en la figura del capitán de la selección de 1950, Obdulio Varela.
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lunes, marzo 14, 2005

Mis discos de verano

El saboteado ciclo de las estaciones sigue, a pesar de todo, su camino, y el repelente verano comienza a desaparecer al fin, siendo sustituido por el meditativo otoño, la más bonita de las estaciones. No voy a discutir sobre las virtudes del verano, sólo puedo decir que, a menos de que esté ligeramente drogado en un impactante balneario de Rocha en el que las chicas son tan atractivas como accesibles, el verano es un asquete. Y punto.

Pero aún en la menos simpática de las estaciones se puede escuchar buena música, así que selecciono una vez más diez discos que descubrí o re-escuché durante estos últimos tres meses y que me ayudaron a pasar con garbo tan repelentes y húmedos meses. Son todas obras excepcionalmente excepcionales y posiblemente la mejor selección que yo haya hecho, lo que quiere decir que, o estoy mejorando mi gusto o tuve mucha suerte con los downloads. Sorpresivamente no hay ningún disco de los Melvins. Seamos honestos: hizo demasiado calor para escuchar al Buzzo.


Muslimgauze – Vote Hezbollah: Definitivamente Bryn Jones, alias Muslimgauze, ha sido el artista que escuché más los últimos tres meses. Descubrir a este finado personaje que editó más de cien discos en vida y dejó material inédito como para batir cualquier record del Guiness fue lo mejor, musicalmente hablando, que me pasó en el verano. La de Muslimgauze debe ser la música instrumental más política y más reconocible del mundo: loops de cintas y discretos teclados sobre percusión arábica y eventuales voces orientales hablando, y un carisma climático inconfundible. Hay discos de Muslimgauze más rítmicos, discos más ambient, discos ruidistas pero todos suenan a Muslimgauze, uno de los proyectos más coherentes y personales de las últimas décadas. Jones no era ni árabe, ni musulmán, ni había viajado nunca al cercano oriente; se enamoró de una cultura y le dedicó más de cien discos. De entre los más de cuarenta discos que me bajé de este artista (y que estoy lejos de haberlos terminado de escuchar) elijo el Vote Hezbollah porque resume bien las características de la obra de Jones y porque su título es de lo más adecuado con las noticias de estos días.


Jesu – Jesu: Esto debe ser lo que pasa cuando los metaleros toman ectasy, algo que tengo sospechas que estuvo haciendo Justin K. Broadrick, el cerebro detrás de Godflesh, que en esta, su nueva banda, suena exactamente como si su maligna mente hubiera mezclado el sonido de su anterior proyecto con un disco de Slowdive. El disco debut de Jesu es una especie de híbrido entre el ‘Streetcleaner’ y el ‘Loveless’, y la verdad mata. Ya los Dead Meadow habían estado experimentando con una mezcla de rock stoner y cuelgue shoegazer, pero lo de Jesu va por un lado aún más deliberadamente monótono y agresivo. Es un placer escucharlo con auriculares y descubrir textura tras textura tras textura, formando un entramado de riqueza musical detrás de su evidente poder.


George Carlin – You Are All Diseased: Esto no es un disco de música sino de stand-up comedy, pero George Carlin es tan virtuoso en este arte y su delivery es tan perfecto que es bastante más musical que mucha porquería que anda por allí. Carlin es un viejo veterano de la comedia y una leyenda en los países de habla inglesa, con los años el tipo se ha ido poniendo cada vez más irritable, político y malhumorado, y en este disco de 1999 está, lisa y llanamente, furioso. Y más gracioso que mirar a un perro cuando uno está de ácido. Es posible que Carlin no sea tan poético como Bill Hicks, tan ofensivo como Doug Stanhope o tan hilarante como Richard Pryor, pero es un comediante todo-terreno y el más completo que yo haya escuchado. Su monólogo final de You Are All Diseased, una perfecta perorata anti-religiosa llamada ‘There is no God’, brilla con un racionalismo iluminista que haría a Karol Wojtila llamar a un dealer y un par de putas. Carlin siempre tiene razón y siempre está enojado.


Henry Rollins – Hot Metal Machine: Nunca me interesó mucho la carrera solista de Rollins, motivo por el cual me había salteado hasta el día de hoy éste, su primer disco musical (hay alguno hablado anterior) solista. Sin embargo se trata de un disco mucho mejor y más contundente que sus obras más conocidas como The End of Silence o Weight, e inclusive mucho más regular que los discos tardíos de Black Flag. La versión, traspuesta a guitarras, del ‘Ghost Rider’ de Suicide vale todo este disco (también está el ‘Ex Lion Tamer’ de Wire, lo que prueba una vez más el gusto impecable de Rollins), que combina bien la faceta melodramática y torturada de Rollins con su lado más humorístico y rockero.


Earth – Earth 2: Se supone que este disco es fundacional del ambient metal o ultra doom o como mierda se le vaya a decir a esa música morosa que ralentiza los riffs de Black Sabbath hasta convertirlos en un murmullo siniestro. Demasiado colgados como para que, salvo algunos drogones, les dieran pelota (a pesar de que eran de Seattle y amigos de Cobain en el momento en que eso era un pasaje a la fama) hoy en día son una banda de culto para los amantes de los amplis Sunn y los cuelgues interminables. Este disco no está superado y nunca una guitarra pesada estuvo tan cerca de un auténtico ronroneo, ni un riff pesado de un mantra hindú.


Van Morrison – It’s Too Late to Stop Now: Antes que nada una confesión: la legendaria versión de ‘Cyprus Avenue’ que cierra este no menos legendario disco en vivo me parece una garcha, una porquería en la que la ilustración de la letra, teatralizada mediante los instrumentos, impresiona pero le saca todo el feeling a una de las más estremecedoras canciones de la historia del rock. Pero el resto del disco compensa el error y prueba de que el irlandés tiene sangre negra en las venas y que está poseído por cien espíritus en trance. Cómo canta ese hijo de puta… ‘Listen to the Lion’, eso, listen to the lion.


Bezerra da Silva – Focus, o essencial de Bezerra da Silva: A Bezerra hay que escucharlo en recopilaciones como la presente –en mi opinión la definitiva- y aún así puede ser un poco repetitivo para quienes tengan un poco de prejuicio hacia el samba o pagode. Rústico y a mil kilómetros de la educada e intelectualizada música brasileña que los rioplatenses apreciamos, el viejo malandra de los morros de Río me sigue divirtiendo muchísimo. Hacía una década lo escuchábamos con mis amigos por su temática tóxica (lo mismo que a los inigualables Tigres del Norte), pero ahora lo que más me atrae es el tono, el sabio fraseo de Bezerra mientras da consejos sobre como malandrear con la expertise digna de un Viejo Vizcacha carioca, haciendo absolutamente suyas las canciones que le componen. Pueden decirme, equivocadamente en mi opinión, que es meramente el equivalente brasuca de la cumbia villera, pero cada vez que escucho ‘Defunto Caguete’ en la que Bezerra narra la curiosa experiencia de ir a presentar sus respetos al funeral de un supuesto malandra, sólo para descubrir que dicho malandra era semejante buchón y que el velorio está lleno de tiras, me quedo contento todo el día.


King Crimson – Red: Tal vez por ser el más convencionalmente rockero, o por su producción algo turbia, o más probablemente porque lo escuché por primera vez en una época en la que estaba tristemente confundido y en contra de todo lo que pareciera progresivo, siempre había considerado al Red como el disco menor de la inmortal trilogía compuesta por el presente, el Starless and Bible Black y el Lark’s Tongues in Aspic. No estoy seguro de sí tenía razón o no, pero al ser el que tenía menos escuchado es, inevitablemente, el que más escucho en los últimos tiempos. A treinta años de distancia, Fripp sigue dando clases de cómo ser experimental y sanguíneo a la vez, y la beatleana ‘Fallen Angel’ es la mejor canción que John Wetton haya cantado nunca.


Shinjuku Thief – The Witch Hammer: Me estoy haciendo definitivamente adepto a eso que los críticos modernos pum-para-arriba llaman “dark ambient”, en mi opinión la rama más interesante de la música electrónica, la más emotiva y la auténtica heredera del término acuñado por Eno. Estos australianos se dedican a hacer bandas de sonido de películas que no existen, trabajando texturas sonoras que mezclan voces y timbres anacrónicos con sonidos de gélido artificio para crear unos sugestivos paisajes sonoros. Todos los discos de Shinjuku Thief son distintos, pero su trilogía de las brujas -inspirada en el Malleus Maleficarum de Kramer y Sprenger, siniestro libro que funcionó como manual para la Inquisición- tiene una emotividad y grandeza única. Es lógico que las películas para las que ellos componen nunca lleguen a existir, porque su música es tan visual que las hace irrelevantes.


Otomo Yoshihide’s New Jazz Quintet – Tails Out: Si alguien se merece el calificativo de “genio” en la música contemporánea, el japonés Otomo Yoshihide es mi candidato. Yo pensaba que nada podía superar su disco Dreams y el muy hijo de puta saca este Tails Out que, aunque no tiene el inverosímil dueto de voces de Phew y Jun Togawa, es aún más impactante en lo músical. Yoshihide, virtuoso tanto de la guitarra como de las bandejas de discos, combina free-jazz con ambient, sine waves, onkyo jazz, rock, cool y virtualmente cualquier cosa con la naturalidad que un ebrio combina bebidas, formando un todo variadísimo y a la vez totalmente coherente. El tipo se da el lujo de hacer en un mismo disco covers de Charlie Haden, de James "Blood" Ulmer, de Charles Mingus y de los Beatles. Y todo suena a Yoshihide, aunque su papel es más bien el de una eminencia gris, dándole el mayor destaque a sus saxofonistas y a Sachinko M., hechicera de las sine waves. Realmente no tengo más que elogios hiperbólicos para este disco. Los jazzeros neoyorquinos que deambulan por la Knitting Factory sueñan con hacer un disco así, Yoshihide ya ha hecho varios, rompiéndoles el culo con la osadía de un Toyota que deja atrás a un desvencijado Chevrolet. Dije “genio” al principio y digo “genio” al final.

Y ahora digo "adiós verano, venga el amable frío"
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martes, marzo 08, 2005

Una de cal y una de arena

En relación al último post me quedé rumiando una cosa; la misma edición del El País en la que salió la nota a la que hacía referencia incluía, gracias a un soberbio error de coordinación editorial, dos entrevistas a No te va a Gustar, una en el suplemento Sábado Show y otra en la sección de espectáculos, como adelanto del concierto presentación de su nuevo disco. En una de ellas, no recuerdo en cual de las dos, les preguntaban justamente acerca de su negativa a participar en el comercial de Nevada, a lo que respondían que lo habían conversado y que habían decidido que no, que no aceptaron porque estaba mal etc. etc.

Pero lo que me llamó la atención fue el monumental paraguas que abrían en relación a las bandas que sí habían aceptado, diciendo que bueno, que ellos no juzgaban a los otros, que había distintas formas de ver las cosas, que pin que pun y lo de más allá. Rockeros de lo más educados.

Y yo sé que soy un mala leche y que este es un medio chico en el que te cruzás con todo el mundo y que la buena onda la la la la... pero me termina hinchando los huevos esa permanente política que ya no es de no-agresión entre las distintas bandas, sino de no-crítica, no-opinión, no-nada. Es decir, en público, porque en privado es habitual escuchar a los músicos soltar el equivalente verbal de muñequitos de vudú llenos de alfileres con respecto a sus colegas. Pero ante los medios son todos una gran cofradía de amigos y colegas que bailan de la mano sobre las dunas de Valizas.

No es que esté diciendo que lo ideal sería que formaran pandillas y se dieran cadenazos en la puerta de W Lounge, sino que se dejaran de joder con tanta diplomacia: a nadie le gusta todo lo que hacen todas las otras bandas y nadie está totalmente carente de opinión sobre sus actitudes éticas. Pero más allá de la ética hay también cuestiones estéticas, y ambas cosas se definen tanto por lo que afirman como por lo que niegan, por donde marcan la línea divisoria entre este lado y aquel. Preferiría, sinceramente, un puterío público digno de vedettes menopaúsicas en Intrusos antes que esa hermandad viscosa en la que está todo bien, todo es regio, todos son colegas y todos son grandes artistas, aunque después la banda grande acapare la prueba de sonido de la banda no tan grande, cada uno haga valer el supuesto peso de su popularidad para conseguir ventajas en los conciertos colectivos y todos los bomberos se pisen mutuamente la manguera. En una buena, claro.

Pero denme un poco de sangre, especie de hippies decoradores de tuqueras y fabricantes de atrapasueños; sangre arriba y abajo del escenario. Adentro y afuera de la representación. El barro está en todas partes, ahora peléen encima.

Casi en la esquina opuesta, veo el otro día en el irregular programa de medianoche Planta Baja una entrevista al legendario cantante de murga Washington "Canario" Luna, confirmando que el tipo es una especie de Ricardo Espalter muguero, en el sentido que su personalidad al ser entrevistado es de una negatividad inimaginable al apreciar su arte. En una larga entrevista, algo saboteada por esa puta costumbre que tienen los programas jóvenes de editar todo en fragmentos cortos, convirtiendo una conversación en una especie de video-clip, el Canario habló con asombrosa sinceridad sobre un montón de temas, sin sacarle nunca el culo a la jeringa. Así afirmó que no le gusta cantar y que lo hace por la guita, que el carnaval actual le pateaba el hígado y que la gente de teatro no tendría que estar nunca en el jurado, y que le chupaban un huevo los músicos uruguayos, de los cuales solo rescataba a El Sabalero, otra figura particularmente insular en la música uruguaya. Sobre Jaime Roos, con quién tuvo una amarga pelea por un asunto de derechos de autor, se negó a hablar diciendo que no lo conocía. Es decir, lo mandó a la mierda.

Me pareció triste pero más sano que esa especie de amor empastelado que se declaran los músicos de rock exitosos. Me hizo acordar a lo que me gustaba de Pappo.

Y por supuesto hablaron mucho, mucho sobre alcohol ("ah, yo para tomar una no sirvo"), elemento indisoluble de la personalidad pública del Canario, y entre una reflexión etílica y otra, se dio el siguiente diálogo que no puedo evitar reproducir. Citando de memoria, así que perdonen si hay algún error irrelevante:

Entrevistador: Y cuando se va del bar... ¿se va caminando solo?

Canario: Sí, claro que me voy caminando solo.

Entrevistador: Y... ¿va caminando derecho?

Canario: Bueno... a veces hay un poco de viento... Y nunca falta algún pícaro que te grita "No hagas moñas que estamos perdiendo".
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domingo, marzo 06, 2005

Gente que no

Algunos post atrás me daba el gusto de despotricar contra los artistas uruguayos que participaron, felices como conejo en primavera, en el comercial televisivo de Nevada. En la última edición del sorprendentemente siempre legible suplemento Qué Pasa, descubro que no estaba solo en mi calentura y que el suplemento hizo una interesante investigación acusatoria sobre el asunto.

Previsiblemente la nota se enfoca más bien sobre la amoralidad de usar la imagen pública como propaganda de cigarrillos, ese vicio tan satanizado últimamente, y no en la simple vergüenza de utilizar la imagen pública ganada a través de la empatía artística como medio para vender cualquier porquería, pero de cualquier forma la nota está bien y, como corresponde en un medio pago, aporta un montón de datos que el pobrecito Fuck You Tiger no podía suministrar.

Entre el material que aporta el suplemento hay uno significativo por su ausencia: los periodistas intentaron contactar a los músicos que participaron para preguntarles su opinión y todos desaparecieron misteriosamente. Sólo el bajista de Hereford contestó, ofreciendo unas opiniones dignas de Pappo, después del accidente. El compositor y cantante de Cursi, Fabian Krut, declaró sorpresivamente no tener posición ante ese problema. Vamos, si uno participa en un comercial de dichas características tiene una evidente posición, y me parece que es más bien con la cola para arriba. Pero por lo menos esos dos contestaron o casi contestaron, los demás mutis por el foro. Está bien; si a uno se le escapa una sonora y apestosa flatulencia en la más pública de las situaciones, malditas las ganas que se tienen de hablar sobre ella o justificarla.

Pero lo más interesante, y lo más gratificante, de la nota fue el dato de que lo mismo que toda esta gente aceptó tan triste papel, hubo gente que no lo hizo. La nota consigna que a los grupos No te va a Gustar, La Vela Puerca, Sórdromo y Los Buitres se les hizo la misma oferta y todos se negaron por motivos de principios. Quienes leen este blog se imaginarán que el mismo no se caracteriza por su fanatismo de las bandas recién mencionadas, pero lo mismo que hablamos de bandas que no nos gustan para remarcarles sus infamias, también hay que destacar cuando alguien hace lo correcto. Y no es un simple gesto pour la gallerie, porque la bolsa que les ofrecían era lo bastante grande como para tentar a cualquiera de esas bandas por más bien que les esté yendo. Por esa acción se merecen una canción y un poco habitual saludo.
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viernes, marzo 04, 2005

Imparcial

Ya sé que me van a acusar de obvio, pero no puedo evitar reproducir algunos párrafos del irresistible editorial de Federico Fasano Mertens publicado en La República de hoy, 4/3/2005, en el que el inefable director de dicho diario despotrica ante la aparente mala leche del semanario Búsqueda.

Bajo el sugerente como malicioso título "El Presidente y Fasano", el semanario de la derecha uruguaya, denuncia que "el responsable del diario LA REPUBLICA, Federico Fasano, fue el único director de medios de prensa de circulación nacional invitado por el presidente de la República, Tabaré Vázquez, a la recepción que ofreció durante la noche del martes 1º en el Palacio Legislativo".

Acto seguido, el semanario informa que realizó consultas con los restantes directores de diarios y que éstos le informaron que no fueron invitados a esa recepción, añadiendo que tampoco el director de Búsqueda gozó de tal distinción.

Puntualicemos: No fui invitado como director del diario LA REPUBLICA, ni como periodista, ni como abogado, ni como perseguido de la dictadura, ni como desterrado, ni como consocio del anfitrión en el Club Tabaré de Basquetbol y ni siquiera como solitario creador de 13 medios de comunicación de izquierda, para romper el monopolio escrito y oral de la derecha uruguaya. Fui invitado, al igual que el centenar de los restantes asistentes, por la amistad que me honro en mantener con el ciudadano Tabaré Vázquez Rosas desde la restauración democrática. "Es una invitación a los amigos para celebrar en la intimidad un acontecimiento tan especial", me informaron textualmente los organizadores.

Y yo, que jamás asisto a ninguna celebración, fiesta o ágape oficial, sentí que debía aceptar la invitación para darle un abrazo al amigo, a sabiendas de que en estos 1696 días en los que deberá subir al Gólgota para sacar al país y a su pueblo del pozo en que se encuentra, no serán pocas las veces en que como periodista discreparé, nos ofuscaremos y los abrazos quedarán para otros momentos.

Si lo que pretendió la publicación es sembrar las dudas sobre mi independencia, la saeta erró el blanco.
(...)

Realmente la saeta erró su blanco, señor Pinguino, nadie tuvo nunca ninguna duda sobre nada. Excepto tal vez sobre la definición exacta de "sexo oral".
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jueves, marzo 03, 2005

Breve addenda al post anterior

Estuve revisando la prensa extranjera con respecto a lo que hablaba en el post anterior. El gesto rebelde del tarareo de Drexler fue destacado por la prensa española, donde es un artista conocido, y por la argentina, es decir, en los lugares donde había circulado la protesta escrita explícita del cantante. En la casa de la bestia, en Estados Unidos, nadie hizo la menor mención, a pesar de que el premio a mejor canción es un premio importante. Se habló de la caricaturesca interpretación de Antonio Banderas, de la exageración inexpresiva de Beyoncé, del exceso de prudencia de los vestuaristas, de la falta de la prometida dinámica del espectáculo, de la falta de huevos y gracia de Chris Rock y de qué carajo estaban haciendo ahí los figurones de Jay Z o Puff Daddy. De la indignación drexleriana, nada.

¿Por qué ese ninguneo? ¿otra muestra más de la furiosa discriminación de la cultura yanqui? ¿presiones de los poderosos productores para acallar la protesta de la sangre latina? ¿la maldición de Malinche...?

Bueno, no, el motivo -que me lo señalaba Silvio en uno de los comments al post anterior- es bastante más pueril, y es que, sencillamente, nadie se dio cuenta de que el tipo estaba protestando. "What... this guy was upset...? Was he singing a protest song...? Is he dangerous..?" . No señor, se dio cuenta Robert Redford porque le avisaron, el resto dijo "pero esa canción ya la cantó el otro español, el de pelo largo..." y punto.

Los yanquis tienen, chocolate por la noticia, muchas características muy negativas y muchas virtudes, dentro de estas últimas no está la sutileza, pero sí la cultura de la protesta notoria. Es decir; para esta gente sencilla y literal si vos estás en desacuerdo con un premio y su ceremonia -particularmente al señor Oscar, al cual han dejado plantado muchas veces en forma ostensible-, no vas. O, como el señor M. Moore, vas y aprovechás la situación para hacer explícito tu malestar, aprovechando el tiempo que se te concede en pantalla. El resto es la venganza del chinito.

Repito que no es que me parezca mal que el hombre haya ido a la ceremonia. Tal vez de estar en su lugar habría hecho lo mismo y hubiese sido mucho menos elegante (posiblemente me la habría pasado gritando "¡Allá está Uma Thurman! ¡Allá está Cameron Díaz...! ¡Un saludo para el Parque Rodó....!" y grasadas similares, pero es especular sobre una posibilidad nula así que no voy a ponerme en ridículo haciéndolo), me parece regio que haya ido y se haya llevado la estatuita. Mi problema no es Drexler, sino la percepción de los orgullosos medios locales como un gesto de rebeldía y valor de algo tan tímido e inofensivo. Pero bueno, estamos en un país donde Trotsky Vengaran se considera punk rock.

(sigo sin ver el colectivo de artistas felices cantando sobre el plan de emergencia de Tabaré, pero me cabe imaginar que una canción adecuada sería 'Bienvenidos al tren')
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