miércoles, abril 28, 2004

Conozca al enemigo

(basado en una desaprensiva charla con il commentatore sigmur)

Dentro de las fricciones estéticas de las tribus urbanas relacionadas con la música, hay un género, más bien un paradigma, de artista que a pesar de ocupar proporcionalmente mucho más espacio mediático que cualquier otro, no ha sido definido en sus aristas más generales. Tal vez esto se deba al promedio de edad de este tipo de artistas, que superan por lo habitual los 25 años, lo que los hace un poco mayores como para prestarse a ser clasificados. Además por lo general tienen un cierto grado de connivencia con los clasificadores y entre bueyes no hay cornadas. A falta de un mejor nombre denominémoslos "brillantes artistas posmo".

¿Qué es un "brillante artista posmo"? Bueno, cuando uno creía que el posmodernismo estético berreta había muerto, es decir, que había muerto esa lectura iletrada del posmodernismo que consiste en combinar en la forma más evidente posible elementos disímiles diciendo pelotudeces barnizadas de ingenio obvio, nos damos cuenta de que se siguen vendiendo buzones de todo tamaño y ningún talento, que siguen haciendo los mismos trucos publicitarios que se hacían en los ochenta (aunque sin la excusa de la ingenuidad) y que la prensa de espectáculos -que siguen siendo los mismos muñecos que estaban en los ochenta- aplauden con alegría al reconocer los mismos trucos estéticos que los hacían tan felices veinte años atrás, cuando todavía leían libros, cuando todavía tenían la disculpa de la tierna edad y cuando todavía tenían alguna puta idea de lo que estaba pasando en términos artísticos acá y en el resto del mundo.


(Fight the Good Fight)

Voy a hacer un identikit para reconocer a los artistas de este género que por motivos extraños no ha sido reconocido como tal. En aras de no influenciar no voy a dar nombres, ustedes rellenen los espacios en blanco correspondientes a las luminarias a las que les parezca que les calza el saco:

1) Los brillantes artistas posmo (de ahora en adelante mencionados como BAP) necesitan en cada obra y en cada canción dar una señal de modernidad, no muy extrema y que no predomine, es decir, arreglos moderados. Hay una escala descendente o ascendente en estas arreglos - en el caso de una canción de folklore el touch puede ser una guitarra eléctrica distorsionada, en el caso de una canción de rock puede ser una secuencia rítmica o un par de samples innecesarios que den el mensaje "también escuchamos electrónica". La única cita de Rimbaud que el brillante artista posmo conoce es la de la necesidad de ser absolutamente moderno, que el BAP no entiende pero obedece a su manera como un musulmán obedece el Corán.

2) Los BAP también recorren el camino opuesto; si la composición está demasiado emparentada con algún género contemporáneo y foráneo, el BAP irá corriendo a agregar algún elemento anacrónico o telúrico (una quena, una tumbadora) que no lo haga parecer un cipayo. El BAP vive pendiente de lo que sucede en el mainstream (anglosajón) pero quiere reproducir eso haciendo un enorme aporte personal: una quena, una tumbadora.

3) La legitimación por la audiencia no existe para los BAP. ¿Para qué perder el tiempo convenciendo al vulgo si podés invitarle un saque a los líderes de opinión adecuados que, gracias a Dios, son gente como uno (como un BAP)? El éxito o fracaso de un BAP siempre es un verticalazo de arriba-abajo porque los BAP, como los artistas adolescentes pop a los que aman/desprecian según lo cool que sea ese amor/desprecio, creen en la idea antes que la praxis. El buen BAP tiene un tema sonando en la radio antes de haber tocado en vivo por primera vez; el excelente BAP tiene un tema sonando en la radio antes de haberlo siquiera ensayado.

4) Los BAP son devotos de la metonimia, es decir de la parte que sugiere el todo, por eso una buena composición BAP debe estar contenida en su totalidad en los primeros cuatro compases, o mejor en dos -que entran en la tanda publicitaria-, el resto es esa clase de redundancia que los BAP le dicen "énfasis".

5) Las campañas publictarias de los BAP y el diseño estético de las mismas son tan brillantes como los artistas que promocionan. Esto no es casualidad porque los creativos publicitarios son también amigos de los BAP, bueno, los creativos publicitarios suelen ser BAP en sus tiempos libres. Todo BAP que se precie ha hecho sus armas en una agencia publicitaria, experiencia que recuerda con cinismo y que suele sacar a flote para resaltar el valor implicado en su salto al arte ("yo tenía la cuenta de McVerga, pero me agotó y me largué a la música") o a la que se refiere con moderado desdén anunciando su próximo abandono -de la publicidad- cuando "las circunstancias sean adecuadas".

6) Los BAP no creen en la excelencia instrumental, que es cosa de jevis y terrajas, pero si hay rubros contratan a los sesionistas más cotizados, porque si vamo' a hacerlo vamo' a hacerlo bien. Después comentan lo notable que es tener a un virtuoso tocando un tema de dos tonos, aderazándolo con alguna anécdota tipo "y él me preguntó: ¿son sólo estos dos tonos? Sí, son solo esos dos tonos, le contesté y él no lo podía creer". La pregunta de por qué contrata a un virtuoso para tocar esos dos putos tonos no lo inquieta al BAP porque nadie se la hace (es lo bueno de ser amigo de los periodistas).

7) La ubicuidad es un factor esencial para un buen BAP, no debe haber vernissage, estreno, recital internacional o desfile donde el buen BAP no se deje ver. Las relaciones sociales son esenciales y todo alimenta a un buen músico posmo. Además son los lugares ideales para hablar de semiótica de la ropa con la/el modelo que intentan levantarse (los BAP son libres como el viento).

8) Los BAP son divertidíiiiiiisimos. Siempre hay un comentario ingenioso e irónico útil para probar el talento y el distanciamiento brechtiano de un BAP. Nunca hay que buscar la carcajada, que es una grasada, sino la sonrisa cómplice, el reconocimiento entre almas superiores. En canción esto también está presente en la adorada figura del oxímoron, por la cual se pueden ejecutar bailantas electrónicas y cantar sobre cumbieras intelectuales, asombrando y delitando a los chicos/as de la agencia. "No sé si me gusta la música, pero él es muy inteligente" es una frase que florece a su alrededor. Yo diría "brillante".

9) La corrección política es el dogma del BAP, pero como es una persona educada sabe tomarla con perspectiva y hacer deliciosas ironías al respecto, especialmente cuando dicha corrección política ha llegado en el caso de alguien al compromiso político. El BAP entiende el compromiso político pero no es lo suyo, o sí, ya que dedica horas y horas a elaborar cientos de chascarrillos y chanzas sobre el alienado que se toma toda esa garcha en serio. Pero el arte del BAP debe permanecer impoluto a las contingencias de la política, aunque debe saberse que en el fondo el BAP es progre. No, dice el BAP leal, yo no pienso como (ponga aquí el nombre de un furibundo fascista mediático) pero nos conocemos de facultad (¡de la agencia, de la radio, de la productora, del canal!) y en persona no es un mal tipo.

10) Hay un calificativo que el BAP teme por encima de todos -incluídos los de terraja, grasa y sinónimos locales- y es el de light. "No señor, lo mío no es light, es amor por la cultura popular y por lo liviano, lo divertido. Sí, ¡claro que sé que liviano en inglés se dice light!". Los extremos, para el BAP, son tan malos en música como en política y no hay que alienarse de nadie porque un BAP quiere llegar a la gente, porque él es como la gente, diferente pero igual... un amante de la cultura popular... un difusor, hoy aquí mañana en otra parte y.... baby, es mucho más que un corte de pelo...

lunes, abril 26, 2004

Pequeño Albini no ilustrado

Esta selección de declaraciones está en orden cronológico y va desde 1991 hasta hoy en día. Ya no hay en la web tantas entrevistas a Steve Albini como antes, es una lástima.

"Cuando pienso en un “productor”, pienso en uno de esos perdedores de la industria con una barba y una cola de caballo sentado en una silla diciéndole a la banda lo que tienen que hacer. Yo escuché historias de bandas que han estado juntas por diez años y que entran al estudio y el productor les dice que su baterista no es lo bastante bueno así que va a traer a un sesionista. Yo no puedo entender eso. Yo creo que una banda es una unidad sagrada. "

"Hace un par de años me pidieron para hacer un disco de Depeche Mode. No tengo idea de por qué, pero me lo pidieron. En aquel momento yo nunca los había escuchado así que fui a verlos a un estadio en Londres. Después de dos canciones yo pensé: “esto es horrible, estos tipos son lo peor. ¿Qué están haciendo estos jóvenes homosexuales?” Así que me abrí. Y les dije que habían elegido al tipo equivocado."

"Tengo una serie de requisitos para aceptar ofertas como productor, y son inclusivas (es decir, si una sesión satisface al menos uno de los requerimientos ya tengo razones suficientes para hacer la sesión):

Si realmente me gusta la banda en el aspecto humano.

Si realmente me gusta la música

Si de alguna manera voy a disfrutarlo (que sea técnica o culturalmente interesante).

Si un amigo está involucrado en algún aspecto (en el sello, lo que sea)

Si la sesión permite a otra banda acceder a una sesión (hacer tres bandas en una vuelta en un estudio distante, por ejemplo, donde ninguna banda por sí sola podría permitirse el llevarme).

Si la banda, aunque en apariencia inapropiada para mis técnicas, tiene un genuino interés en hacer las cosas de esta forma, con los oídos abiertos a los resultados.

Habrás notado que el cuánto me pagan no es un requisito
."

"Los junkies son como pequeños niños malcriados. "

"Yo recuerdo perfectamente el momento en el que lo que pensara cualquier persona sobre mí dejó de importar. Yo recuerdo bastante claro cuando yo tenía 10 o 12 años, recuerdo que solía importarme el que algunas personas no…, que hubiera personas a las que yo les desagradara, o que pensaran que yo era un tipo raro. Yo sentía que eso me empequeñecía de alguna forma, el que no le gustara a la gente, y recuerdo que un día se me hizo la luz de que no importaba, que no significaba nada. Que la opinión de otra persona sólo afectaría mi vida hasta el punto que yo se lo permitiera. Es decir que si yo permitía que cambiara mi conducta, entonces estaría afectando mi vida. Ellos ganarían en cierta forma. Si yo elegía no preocuparme, entonces no me afectaría. Ese descubrimiento fue realmente poderoso, y desde ese momento, a mí realmente me dejó de importar un carajo, no me importa un carajo lo que la gente piense de mí."

"La escena musical underground ha evolucionado hasta el punto en el que ha desarrollado su propia generación de imbéciles."

"Las cosas se han revertido prácticamente hasta el punto donde estaban antes del punk rock, que es el que las grandes compañías de discos lanzan discos de artistas cuya existencia les llamó la atención gracias al trabajo de un abogado o un manager, y el disco es editado por el gran sello como el primer paso de la existencia de la banda."

"The Strokes fucking suck man. Son una operación de hype. Es irrelevante el si soy un fan de los Strokes o no, son una operación de hype. Contrataron publicidad, contrataron atención mediática. No son una banda que tenga su propia audiencia orgánica. Yo considero a los Strokes una aberración parasitaria."

"A lot of people say she's crazy
But I know, I know a lot of people
And I, and I think, I think she's all right!
"

("Billiard Player Song")

Mirando canciones (VII): Doris

Si después de los treinta todavía uno está autorizado a tener ídolos, Steve Albini es mi ídolo y váyanse todos a hacerse dar.

Fácil de admirar pero difícil de querer, Albini se para, socarrón, en un costado del mundo musical (¿del rock?) escupiéndole a la cara desde un punto tan impecablemente técnico que nadie puede acusarlo de disfrazar su incompetencia de agresividad. Tal vez el más radical de una serie extraña de músicos (David Yow, Mark E. Smith, King Buzzo, Shannon Selberg, K.K. Null) capaces de combinar una habilidad musical asombrosa con una obsesión por la fealdad (o por una suerte de belleza en negativo) que solo puede explicarse por una total incompatibilidad con los conceptos estéticos del mundo. Música fea hecha por hombres feos con una furia que la música popular no ha conocido ni antes ni después.

Durante años genio, gurú y press darling de todo el mundo indie, actualmente bastante ninguneado a pesar de seguir sacando discos increíbles como 1000 Hurts y grabando a las pocas bandas interesantes que siguen existiendo; Albini tiene fama de misógino, de intratable, de injusto, de racista, de obseso por la violencia y la oscuridad, de insensible y de imbécil. La mayor parte de esas acusaciones han sido cimentadas por la propia boca enorme de Albini, boca difícil de cerrar o de mantener en los parámetros de lo políticamente correcto, y todas tienen algún que otro argumento válido a su favor. Y sin embargo (vayan a hacerse dar) todas son equivocadas.



En algún momento temprano y genial Albini decidió que la única lírica que combinaba con su más que agresiva concepción musical era una lírica focalizada en lo más feo de la cultura norteamericana (“I am the Ugly American”) y que la forma más inquietante de expresar esa oscuridad era en primera persona y sin inflexiones morales. Es decir, la vieja escuela de Lou Reed y de Genesis P. Orridge, pero mientras que los letristas mencionados participan en cierta forma de la mano izquierda de la lírica, es decir, una oscuridad ligada a lo demoníacamente excepcional -ya sean junkies o satanistas, figuras románticas por definición- las letras de Big Black y Rapeman son una especie de hiperrealismo hiper-sucio, lleno de asesinos psicópatas, pervertidos sexuales, camioneros lujuriosos, padres pedófilos, discriminadores explícitos, campesinos iletrados abominadores de mujeres, negros, gays, punks, vegetarianos… Nada sagrado para el humor feroz de este minúsculo intelectual del Midwest, divertido en poner un poco deseado espejo frente a la cara tanto de los auténticos “americanos feos” como de los indies encarcelados tras los barrotes de la corrección política.

Pero al igual que hay diferencias notorias en lo musical en los tres grupos de Albini, diferencias que para los fans son más que evidentes (yo soy uno, vayan a hacerse dar) pero que pueden pasar inadvertidas para quienes no sean seguidores de su trabajo, las letras de Albini se han ido modificando a medida que el hombre va creciendo. Poco a poco y a medida que Albini ha sentido cada vez menos necesidad de demostrar lo que ya está demostrado, al menos en los discos de Shellac, han aparecido tímidos elementos de compasión hacia sus personajes y hasta de amor hacia ellos, ya sea a la junkie de “Song of the minerals”, la chica ignorada de “Billiard Player Song”, los parientes muertos de “Mama Gina”… o “Doris”:

"None-too-smart to buy books, none-too-pretty, it's kind of a chore to look at
Doris's hands when things go wrong in her little life, and they show her her face.
There are things she doesn't talk about,
There are things she only tells her mom,
There are things she never tells anyone.

There are things in Doris's life, but then there are in everyone's...
then she opens her little mouth,
she sings her little song and like a flag
it folds out across the city,
and it goes:

"The fat man becomes an ice-skater...
Maniac becomes a stepfather...
I watch a policeman's mouth -
out comes an honest word."

Miracles happen when Doris sings,
couples in love stop dead in their tracks,
dishes clatter to the ground (unbroken),
politicians die.

She watches as her son becomes an imbecile,
watches as her son becomes a vegetable,
watches as her son becomes a senator,
watches as her only son becomes an imbecile
(and it makes her cry).

She waves her little song like a flag,
it goes across the city.
Miracles can happen,
but I'm in love with her, so?
"

“Doris” está perdida en Uranus, uno de los dos primeros simples de Shellac, editados en vinilo por Touch & Go y sin, que yo sepa, versión digital oficial (las versiones que se encuentran en la web están claramente digitalizadas del vinilo). Una canción extremadamente angular y llena de cortes, una canción musicalmente “difícil” que solo es suavizada por el extraordinariamente melodioso bajo de Bob Weston, bajo que debe haber dejado la puerta abierta a la no menos extraordinaria letra de Albini, hombre que sostiene que sus letras son elementos totalmente secundarios a la música e irrelevantes. Secundarios, puede ser, irrelevantes… que vaya a hacerse dar, nadie escribe cosas como “Doris” pensando que es irrelevante.

Hay tantas puntas en ella que no quiero desarrollar ninguna porque tendría que escribir un post siete veces más largo que éste, ya bastante exagerado. Repito una estrofa que habla por sí sola.

Miracles happen when Doris sings,
couples in love stop dead in their tracks,
dishes clatter to the ground (unbroken),
politicians die
.”

Pienso en la inexistente posibilidad de escuchar algo así salir de los parlantes de una radio, ya fuera en castellano o en el idioma que fuera, pienso en los milagros que produciría su sensibilidad tímida. Pienso en el desafiante “so...?” que la culmina y pienso en lo poco que me interesa la música que no tiene esta clase de rara intensidad. Pienso en una clase de ternura renuente, que se niega a ser su propia caricatura.

Sí, ya sé que es muy largo, vayan a hacerse dar.

sábado, abril 24, 2004

Trabajo insalubre

No quiero ser pesado, pero sigo fascinado con el caso Spillman-Gabito al que me refería un par de posts atrás y toda su pirotecnia de insultos y análisis anales. Hoy me entero, y sigue mi regocijo, que el abogado de Spillman ha renunciado al segundo día de indagatorias, lo cual es, como cualquier persona sabe, de lo más inusual. El abogado, por supuesto, adujo problemas personales y de trabajo, defendiendo la integridad de su antiguo cliente pero abandonando el barco. Como el secreto de pre-sumario es férreo, me permito hacer una reconstrucción imaginaria de los últimos diálogos de las indagatorias antes de la renuncia del abogado.

Juez: “¿Debo entender entonces abogado que su cliente, el señor Spillman, no tiene entonces ninguna animosidad hacia el señor Gabito…?

Spillman: “El puto malcojido y boleta de Gabito…"

Abogado: “No…, este…quiso decir, er…, ja, ja, es un término cariñoso…, entre amigos…”

Spillman: “Amigos son los cachetes de mi culo, que como prueba el examen que me hice está intacto y rozagante, no como el orto de Ga…”

Abogado: “García!!! Sí, ese García…un chico que tiene unas hemorroides horribles…."

Juez: “Creo notar una cierta homofobia en su cliente…”

Abogado: “No, no…, él es un hombre tolerante, culto, sensible, le caen bien los homosexuales…. Qué calor que hace ¿no…? ¿Podemos pasar a otro tema...? Qué bien que le queda el traje, su señoría, muy distinguido…”

Spillman: “Bo, ¿vos no serás medio puto también? Mirá que hablo con el hermano del negrito que mandé a limpiar a…”

Abogado: (interrumpiendo) “…las ventanas de la AUF…sí, eso, trabajador el morenito, un ejemplo…”

Juez: “Señor Spillman, ¿podría describirme sus sentimientos y deseos hacia el señor Gabito?”

Abogado: “Uy, ¡su señoría! ¡qué tarde que se hizo! ¡mire que hoy hay paro de transporte…! ¡Señoría…!”

Juez: “Le hice una pregunta, señor Spillman.”

Abogado: “Ejem! (tapándose la boca con la mano y carraspeando) Bueno, Gabito es un gran periodista…”

Juez: “Le pregunté a su cliente, no se haga el vivo abogado.”

Abogado: “No, yo, este… no me siento bien ¿puedo ir al baño?”

Juez: “Espere a que su cliente conteste”

Abogado: (débilmente) “¿por favor…?”

Spillman: “No dejá, dejá que está todo bien y quiero contestar. Bueno, a mí me gustaría que antes de su repentina y horrible muerte a Gabito lo agarre Rocco Sinfredi después de haberse dado un pico de viagra, pero antes que le meta un racimo de cocos sin pelar en el ….”

Abogado: (muy débilmente) “…renuncio”

Spillman: “… pero cómo eso no le va a doler bastante, no lo va a sentir, que lo lleve hasta el obelisco y con una grúa….”

Abogado: (desmayándose) “…agua, plis...” (faints & curtain).

viernes, abril 23, 2004

Sacudiendo un cajón lujoso

Una serie de casualidades cortazarianas me tienen dando vueltas alrededor de la figura de Diana Spencer (Lady Di, bestias), figura que me la trae totalmente floja y que me resulta particularmente antipática, pero que me encuentro hasta en la sopa en los últimos días. Cuento la concatenación de hechos.

Hace un par de días y siguiendo con un inexplicable (bah, más bien muy explicable, pero el tipo está tan desprestigiado...) interés en la obra de Elton John en los primeros setenta, me bajo en el sslk parte del Goodbye to Yellow Brick Road y entre los temas está "Candle in the Wind", la balada sobre Marilyn Monroe que E.J. adaptó como "English Rose" para homenajear a la difunta princesa cuando todavía estaban limpiando la sangre azul del túnel parisino. Me doy cuenta que no puedo relacionar la original letra de Bernie Taupin con la Monroe y que la bonita canción está, al menos en mi mente, indisolublemente relacionada a la melosa obsecuencia de E.J. frente al ilustre cadáver. Lo que me lleva a pensar en términos poco amistosos sobre la Spencer y su bardo elegíaco.

Me pongo a escribir el post sobre los Mekons y consulto la entrevista a ellos que hay en PSF, descubriendo que es contemporánea a la muerte de la Diana y que los Mekons no pueden dejar de hablar maliciosamente acerca de la misma. Dos días después me encuentro con que es noticia en todo el mundo el que CBS llevó a las pantallas algunas fotos incautadas a los paparazzi que siguieron a la desafortunada princesa hasta el choque, y las al parecer morbosas imágenes ofendieron a todo el mundo en el Reino Unido (incluído Tony Blair, hombre sensible a la violencia si los hay).

Pensando en la larga vida de una breve noticia, y finalmente entregado, decido hacer un search para ver si localizo las dichosas y escandalosas fotos de la estrellada realeza. Fracaso lamentablemente, pero descubro en la volada de que hay casi un culto al chiste negro o negrísimo relacionado con el accidente, encontrando varias páginas con listas que recopilan dichas burlas, en su mayoría sin mucha gracia y dependientes de juegos de palabras intraducibles, pero un puñado de ellas interesantes a pesar de no ser precisamente hilarantes; las traduzco y transcribo:

¿Cual es la diferencia entre Lady Di y los alemanes del Este? Los alemanes sobrevivieron al muro.

¿Qué dijo la Reina Isabel cuando se enteró que Lady Di había muerto en un choque? "¿Estaba Fergie con ella?"

(éste es encantadoramente republicano)

¿Por qué la muerte de Ladi Di fue una tragedia? Porque el resto de la familia real no estaba en el auto

Pero el comentario perfectamente irrespetuoso más efectivo es, por supuesto, de los Mekons:

Pregunta: "¿Are the Mekons going to do a tribute (to Lady Di) as well?"

Jon Langford: "We'll do "Wreck on the Highway". Or "Di and Doodie Dead as Dodo's"."

miércoles, abril 21, 2004

Bowling for Nightmares

El premio a la foto más jodida que haya visto en mucho tiempo


(Dylan Klebold aullándole a la cámara en un video que él y su amigo Eric Harris, hicieron para un proyecto de la secundaria Columbine, antes de la masacre cometida por ambos en dicha secundaria)

Alegría, Alegría

No puedo evitar reproducir esta noticia bizarra, publicada el día de hoy en medios uruguayos y que, abstrayendome del delito sufrido por el en cierta forma admirable periodista deportivo Ricardo Gabito (enemigo declarado del zar de los pases del fútbol uruguayo Paco Casal y por ende de la AUF), me causa una infinita gracia.

"Nelson Spillman presidente del Consejo Único Juvenil de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) se mostró muy molesto por los trascendidos (con respecto a su supuesta participación ideológica en el atentado que sufrió Gabito) despachó con una serie de epítetos contra el periodista.

"Antes le tenía respeto ahora le tengo asco porque es un vende patria, un alcahuete y un buchón", se lanzó a decir el funcionario al salir de una reunión en el Edificio Libertad.

Desde que el 21 de diciembre de 2004, Gabito fuera baleado por el sicario Juan Carlos Martínez (35), alias "El Negro" actualmente procesado- creció el trascendido de que Spilman estaría involucrado en el atentado.

Por su parte, el periodista al ser consultado por El Espectador dijo: "No entiendo porqué está tan nervioso si nunca lo mencioné públicamente", además "dejemos que hable la Justicia". En este sentido, evalúa presentar en el juzgado una denuncia por injurias y calumnias contra Spilman.

Enfurecido y arrebatado en sus dichos, Spilman respondió así a la interrogante de los periodistas que lo esperaron a la salida del Edificio Libertad: "Es un sedicioso y un tupamaro del periodismo", refiriéndose a Gabito y agregó: "Es un cobarde porque se esconde en eso que se esconden los periodistas".

El dirigente de la AUF ironizó: "Quien se va a ensuciar para tirarle un tiro a él" y afirmó: "(Debe estar) caliente conmigo, quizá le gusto", afirmó Spilman."


martes, abril 20, 2004

Blogger emulando a Paulo Coelho o a Bucay

Expresiones de sorpresa sobre una respuesta del test anterior me llevan a la enunciación de los tres principios más difíciles de aprender para el buen melómano libre y hedonista, y que están incluídos antes en ese molesto e inteligente test.

1) El melómano hedonista debe tener la libertad de disfrutar de una canción que le guste de un artista detestable.

2) El melómano hedonista puede dar un par de chances pero debe reconocer cuando una canciòn de su artista favorito y más admirado es una garcha infame.

3) El melómano hedonista debe tener en claro que los músicos no son sus amigos, aunque eventualmente cumplan funciones similares (y aunque eventualmente lo sean).

El resto es moral y podemos debatir horas...

Test

En el blog de arturo me encuentro con este test que venía de So this is Love y que me parece interesantísimo porque, al igual que los cuestionarios Proust, es imposible de contestar en automático y fuerza a reflexionar cada respuesta. También me doy cuenta de que no informa nada en absoluto sobre música en general y si bastante acerca de quién lo contesta. Me tenté y lo contesté, me costó muchísimo completarlo, no sé por qué, o sí sé.

1. Tu canción favorita con el nombre de una ciudad en el título o la letra.

London, you’re a lady” de los Pogues, a veces “Trenchtown Rock” de Bob Marley, a veces “En las calles de Madrid” de Loquillo.

2. Una canción que has escuchado repetidamente cuando has estado deprimido en algún momento de tu vida.

Falls to Climb” de R.E.M.

3. ¿Alguna vez has comprado un álbum entero sólo por una canción, y lo has odiado todo excepto esa canción? Dime el nombre de la canción.

Urban Hymns de The Verve, ustedes saben por qué canción.

4. Una canción cuya letra pensabas que conocías, pero más tarde descubriste que estabas equivocado.

Up in Heaven” de los Clash.

5. Tu canción menos favorita en uno de tus discos favoritos de todos los tiempos.

The Sprawl” del Daydream Nation.

4. Una canción que te gusta de un artista a quien no encuentras fisicamente atractivo, o directamente te parece repelente.

"Billie Jean" de Wacko Jacko.

7. Tu canción preferida que contenga tacos y no sea de Liz Phair.

Steak and Black Onions” de Rapeman

8. Una canción que suena como si fuera de alguien británico, pero que no lo es

Brighton beach” de Luca Prodan

9. Una canción que te gusta, posiblemente de tu pasado, y que tardaste una eternidad finalmente en localizar una copia.

I Love Living in the Cities” de Fear

10. Una canción que te recuerda a la primavera sin mencionarla en absoluto.

Something in the Air” de Thunderclap Newman

11. Una canción que te suene tal y como te sientes cuando estás feliz

I feel so good” de Richard Thompson, “On the Sunny Side of the Street” (casi cualquier versión), “Alegría, Alegría” de Caetano Veloso (que obvio que soy).

12. Tu canción favorita de un álbum recopilatorio que no sea una banda sonora.

Small Parade” de Tobin Sprout

13. Una canción de tu pasado que sería considerada políticamente incorrecta ahora (y probablemente lo fuera entonces).

Cualquiera del Aftermath de los Stones, cualquiera de los tres primeros discos de Stranglers, las “Coplas Orientales” de Alfredo Zitarrosa, “Bodies” de los Sex Pistols.

14. Una canción cantada por alguien con sobrepeso.

Final Solution” de Pere Ubu, una canción evidentemente escrita por un gordo.

15. Una canción que te gusta realmente de un artista que de todas formas odias.

Qué pregunta jodida; avergonzado confieso “No es lo mismo” de Alejandro Sanz, pero se me va a pasar.

16. Una canción de una banda que tenga tres o más miembros femeninos.

Divine Hammer” de las Breeders.

17. Una de las primeras canciones que recuerdas haber oido en tu vida.

Duerme negrito” de A. Yupanqui, en la versión de Daniel Viglietti.

18. Una canción causante de que, por gustarte, tus amigos se hayan reído de ti.

Hace unos años “Supertrouper” de ABBA, recientemente “Mean Man” de W.A.S.P. (¿qué le pasa a la gente? ¿tienen algo en contra de los grupos cuyo nombre son siglas?)

19. Una versión realmente buena que crees que nadie más ha oído.

Si la escuché yo, la escuchó todo el mundo, no soy un minero. Pero como versión ninguneada me quedo con la de “Satellite of Love” que hace Lou Reed en el Take no Prisioners, en mi opinión la mejor de las cien mil versiones que existen y la menos conocida.

20. Una canción que te ha ayudado a animarte (o, de alguna forma, te ha dado fuerzas) después de una ruptura o cualquier otra clase de situación dificil.

Cuando estoy mal siempre escucho, en forma cabalística, el verso de “Idiot Wind” de Dylan que dice “There's a lone soldier on the cross, smoke pourin' out of a boxcar door,
You didn't know it, you didn't think it could be done, but in the final shot he won the war. After losin' every battle
.”

lunes, abril 19, 2004

Mirando canciones (VII): Last Night on Earth

Antes que nada aclaro un temor; los Mekons, banda porfiadamente desconocida, tienen como particularidad el ser tal vez la banda más adorada por los buenos críticos de rock y una por la que la gente se esmera en escribir bien, por lo que al meterme con una canción de ellos me meto en una tradición que tiene precedentes en uno de los más famosos escritos de Lester Bangs y algunos de los capítulos más incisivos del Lipstick Traces de Greil Marcus. Yo, uruguayo, me remito a decir mis impresiones sobre una canción que me resulta particularmente emotiva dentro de una obra enorme y llena de canciones emotivas y geniales.

En el año 2000, cuando editaron Journey to the End of the Night, titulado en honor al más famoso libro del genial Louis Ferdinand Céline (también homenajeado en “End of the Night” de los Doors), los Mekons eran, junto a The Fall, la banda más persistente del mundo, algo que habla sobre la inagotable energía producida en el genial período posterior a la explosión punk. Pero mientras Mark E. Smith es en cierta forma el símbolo del artista insular y cínico, los Mekons son una banda gregaria, idealista y con el corazón a flor de piel. De hecho son más una comuna artística que una banda, y es difícil identificar voces e individualidades en ella. Para el 2000 habían pasado por mil cambios de personal y mil cambios estilísticos, inventando al pasar un par de géneros, inspirando la primer canción de Will Oldham (“For the Mekons et al”) y fracasando magníficamente en casi todas sus empresas. Sintiéndose un poco culpables por el tono impersonal de su disco anterior (Me), decidieron hacer una obra más confesional y emotiva, y se sacaron un disco que, si existiera alguna lógica entre la proporción de las ventas y la accesibilidad de la música, tendría que haber vendido más que el Thriller, por la sencilla razón de que está lleno de ganchos y melodías memorables. Pero al mundo musical no le interesan los cuarentones socialistas recalcitrantes, y además estaba el fenómeno del revival del rock de garage. No les debe de haber importado, ya deben de estar acostumbrados, estos malditos hippies.

Last Night on Earth” es una elegía y, al igual que las elegías de la canción comprometida sudamericana, es también una canción de guerra. Dedicada a una amiga de la banda, la escritora Kathy Acker, fallecida por un cáncer de mama unos años antes, la letra es tan engañosamente simple como su música.

"life is a debt that must someday be paid / born where we were born / has left us helpless and self-obsessed
last night on earth, don't pick up that pen / we're so ill-equipped to deal with all / the pressure risk and stress
they can't hurt you now. / It doesn't matter what they say / you can still feel anger across the grave / but it was fun anyway

it was her job, to see through all that shit / she did it by herself in some tough tough places
but the system is sick. The robber barons roam / collecting their debts and filling up death row
you can't live alone / they can't hurt you now
it doesn't mater what they say / you can still feel anger across the grave
but it was fun anyway

it was her job, to see through all that shit / she’d go walking out in some very cool places
but the system is sick. The robber barons roam
buying up the land beneath your feet / putting kids in the ground
you can't live alone
last night on earth
they can't hurt you now
last night on earth
"

Si uno la describe verbalmente, la música de “Last Night on Earth” puede parecer un delito: es esencialmente un reggae atorrante tocado con insólita dureza en acordes mayores, cantado por Jon Langsford (no el mejor de los cantantes de los Mekons) y apoyado incongruentemente por el (magnífico) violín country de Suzy Honeyman. Pero al igual que es famoso abejorro que fue estudiado por no sé cuantos expertos en aerodinámica que llegaron a la conclusión de que era imposible que dicho animalito volara, mientras el bicho flotaba ignorante en el aire, “Last Night on Earth” mientras dura nos hace invulnerables a su sencilla factura, más digna de una banda sudamericana de los ochenta que de los poderosos Mekons. Uno la escucha y le importa un carajo la obviedad de los tonos y la ejecución, porque uno está demasiado ocupado emocionándose.

La letra es un racconto de temas clásicos de la lírica de izquierda, la enfermedad del sistema, los barones ladrones, la propiedad de la tierra, el “ellos” y el “nosotros”, y en el medio una heroica figura femenina que es evocada con dolor y alegría simultáneos, y la noche que el título del disco evocaba. La noche de los Mekons es una noche borracha, sentimental, nostálgica y combativa, una noche en la que los cuarentones se comportan como adolescentes enamorados de la rebeldía, una noche en la que uno se atreve y dice algo idealista sin que lo hagan sentir un imbécil a continuación. La última noche en la Tierra.



Cuando la voz femenina de fondo sube todo una octava y puntea la melodía con increíble fuerza repitiendo el “Last Night on Earth” de pronto uno se da cuenta de que no sabe a qué se refiere ese verso. ¿A la última noche de Kathy Acker? ¿a la última noche que todos vamos a vivir en algún momento? ¿o simplemente a una noche abstracta que tiene la extraña capacidad de volverse bandera? No importa en realidad mientras funcione a nivel emotivo como funciona.

Pero hay otra frase, tal vez más importante, que se repite insistentemente a lo largo del tema:

You can’t live alone

Los Mekons grabaron este disco separados físicamente, con parte de la banda viviendo de un lado del Atlántico y parte de la banda del otro. Un hecho extraño para una banda de corte comunitario que con su énfasis en lo sentimental y su inagotable orientación al socialismo parece surgida más de los idealistas años sesenta que del áspero y negativo alter-punk británico.

You can’t live alone

En una de las páginas que habla sobre los Mekons se lee en el encabezado de la misma “Blair is Evil”, ese es el principal mensaje que tienen los Mekons para que a uno le quede claro ya desde el Google donde están parados, y que Blair es “evil”, por supuesto.

You can’t live alone

Todas las canciones sentimentales de los Mekons tienen una confesionalidad y una sinceridad que parece digna de Gordon Gano o Morrisey. “Where Were You”, “Millionaire”, “Fear and Whiskey” (todas canciones que merecerían un post aparte) son escritas desde la soledad pero en una banda en la que la soledad parece estar prohibida, una banda que celebra la vida en forma permanente de semi-orgía ebria y donde las autorías y los roles son difusos, pero que en ocasiones adopta un tono absolutamente individual para expresar su peor miedo, justamente el miedo a la soledad.

You can’t live alone

Es una afirmación que no acepta respuestas, el tono es el mismo que se utiliza para decir “la tierra es redonda” o “algún día todos vamos a morir”. Dentro del total de la letra el verso puede parecer hasta descolgado, pero al escucharlo -al sentirlo- uno se da cuenta de que es el verso que funciona como la columna vertebral que re-significa la sucesión de slogans y evocaciones elegíacas del resto del tema. Es la conclusión que quieren poner en boca de Kathy Acker o del difunto que se evoque: la certeza de que no sólo la muerte es la negación de la vida, sino que hay formas de vida en las que la humanidad está ausente. Extrañamente asordinado, es el slogan más radical y revolucionario que hayan escrito los Mekons.

You can’t live alone

Porque es verdad, no se puede.

domingo, abril 18, 2004

Segunda muerte de Kurt Cobain

En el post que escribí sobre las habilidades de los músicos argentinos como entrevistados, destaqué a Charly García como uno de los más divertidos, originales e inteligentes. Como si quisiera desmentirme y hacerme quedar como un pelotudo a propósito el bigotudo ofrece en la última Rolling Stone sus opiniones al cumplirse los diez años de la muerte de Kurt Cobain, en una nota absolutamente antológica en cuanto a disparates y que es un buen ejemplo de una mente en muy mal estado físico.

Dejando de lado el delirio identificatorio de García, me interesa la nota en relación a la visión distorsionada de una generación con respecto a otra y el cómo Nirvana ha sido incluído dentro del canon de los héroes del rock a pesar de provenir de una concepción que justamente rechazaba dicho concepto. Nirvana entró en el olimpo rock por una puerta inesperada y casi sin transigir con ese mundo (digo casi porque de cualquier forma hubo un buen elemento de transa en la adaptación de su sonido a los esquemas de Geffen y, sobre todo, en la despreciable forma en la que cambiaron de batero para el Nevermind, tal vez lo más cuestionable éticamente en la carrera de Cobain). Tal vez la propia muerte de Cobain fuese la rúbrica del pacto de autenticidad que les fuera cuestionado desde que llegaron al número 1.

Pero es interesante ver cómo alguien como García ve al Cobain que quiere ver, que no se parece mucho al real, y cual es su concepto de una banda de esas características. Me interesa éste párrafo: "Lo que digo es que si vos escuchás un disco de Nirvana y entendés un poco de música, te das cuenta de que tocan como la puta madre. Eso es lo que lo diferenciaba del resto de los alternativos, o del grunge. Eran los únicos alternativos que tocaban bien".

Podemos sustituir la antipática palabra "alternativos" por "punk", porque es a eso a lo que apunta, y uno comprueba que la ignorancia es tan persistente como una mancha de aceite. Hay un par de generaciones de músicos que siguen hablando de tocar bien o mal desde el mismo lugar y la misma concepción acumulativa de la técnica. García se asombra de que Cobain tocara la viola con la mano en primera posición, lo cual está en verdad más relacionado con el origen folk de algunas melodías que en el punk, más afecto a los acordes de barra.

¿Cuándo se va a entender que una banda influyente y grande siempre toca bien porque a determinado nivel de dedicación ya no podés tocar "mal"? Es el viejo mito de las bandas punk que tocaban mal, concepto desmentido por cada gran disco de punk rock, pero además es una afirmación particularmente estúpida en cuanto a la generación musical de Cobain. La oleada de punk "alternativo" que explosionó con Nirvana se destacaba, tanto en su vertiente indie como en la grunge, por el hecho de que las bandas grandes no solo tocaban bien a nivél técnico sino que además lo demostraban. La cosa más interesante en mi opinión de las grandes bandas de finales de los ochenta y principios de los noventa es justamente esa libertad de miras que hacía que un virtuoso como J Mascis fuera capaz tanto de hacer un solo a lo Hendrix como de bancarse un tema atorrante en tres acordes sin hacer ningún firulete. Esto se puede aplicar a casi todas las bandas de su tiempo, excepto tal vez a Nirvana. Cualquiera que haya visto un video en vivo de Nirvana enseguida va a notar que a excepción de Grohl, los demás son músicos medianos y Cobain en particular es un guitarrista muy flojo, tanto en técnica como en sonido. La generación grunge a la que se refiere García era en general de músicos de formación metalera, formación muy técnica y que es evidente escuchando cualquier disco de Soundgarden, Pearl Jam o Mudhoney. El que haya un remanente generacional como García convencido de que tocaban mal desde ese punto de vista es una prueba de que no escuchó una mierda (hay bandas de esa época que eran técnicamente malas, Beat Happening, Pussy Galore, pero si García las escuchó -aunque sea de nombre- me la corto y se la doy al perro).

(por otra parte a mí sí me parece que Pearl Jam o Soundgarden tocan mal, pero desde otro punto de vista.)

En fin, a lo que iba y no quiero extenderme más es que limado o no, ridículo o no, las declaraciones de García apuntan a la inclusión de Nirvana en el canon rockero a partir justamente de atribuirle cosas que no era. Nirvana se hace aceptable justamente por lo que no estaba en su esencia; se le empieza a encontrar un vitalismo a Cobain que todas sus canciones negaban (¿la culpa de la muerte...? Courtney, obvio), se rescata su discurso de corrección política (se obvian las amenazas de muerte a la periodista aquella), se lo pone en una lista de grandes guitarristas, pasa a ser del club de los muertos ilustres a los 27, se transforma en un beautiful corpse, casi en un modelo de rol. Pero al mismo tiempo desaparece todo lo removedor de su obra, se lo limita al video de "Smells like Teen Spirit" y a las baladas del Unplugged. Un Nirvana limpito.

A mí Nirvana es una banda que me gusta bastante y Cobain me parece un buen cantante y un gran letrista. Como muchos de su generación. Pero el Nirvana de Rolling Stone y Charly García no me gusta nada. Por suerte no existe.

jueves, abril 15, 2004

Una duda me carcome....

Digo yo..., ¿qué carajo le ven a Franz Ferdinand?

Comparando pitos

Como me suele pasar cuando extrañamente tengo un mango en el bolsillo, tengo tiempo al pedo y no se me ocurre nada bueno, me compré la Rolling Stone, cuyo último número trae adosada una revista extra con una concienzuda lista de “los mejores 500 discos de todos los tiempos”. Una lista que RS publica periódicamente, que ha ido aumentando (en un principio eran 100) y que es un intento de este medio de elaborar el canon de la historia oficial del rock según su supuesto testigo privilegiado. La lista está elaborada por los colaboradores yanquis de la revista, más la participación de ilustres melómanos como el batero de los Strokes y Britney Spears.

En mi modesta opinión cualquier lista de música popular eléctrica que no contenga ningún título de Steve Albini o de Jesus Lizard es una lista que se pueden meter en el orto, pero ésta lista chauvinista, reaccionaria, racista e imbécil en la que no hay lugar para ningún disco de Can, King Crimson, Guided by Voices, Violent Femmes, Last Poets, Mekons, Hüsker Dü, Melvins, Burning Spear, Magnetic Fields, Throbbing Gristle, Stranglers, Kraftwerk o Leonard Cohen pero sí para tres discos de Eminem, dos de No Doubt, dos de los Eagles, dos de Jay Z, dos de Smashing… Bah, que me la chupen bien, no da ni para enojarse. Corporate magazines will suck forever.

Lo que me tiene escribiendo este post no es lo evidentemente objetable de este absurdo y malintencionado canon sino algo que suele pasar inadvertido o amablemente tolerado y que es inevitable en estas listas (aunque en esta llega a extremos ridículos): la obsecuencia acrítica y supersticiosa ante los Beatles.

Me explico; en los quince primeros puestos de la lista de RS hay cinco discos de los Beatles -a saber, Sgt. Pepper (1º), Revolver (3º), Rubber Soul (5º), White Album (10º) y Abbey Road (14º)- eso sin contar otros seis discos que se hayan desperdigados en diversos lugares de la lista. Es decir que según la RS (y aunque no parezca muchos críticos y músicos), un tercio íntegro de los quince mejores discos de los últimos 70 años fue compuesto por los Beatles. No voy a sacar conclusiones culturales o raciales al respecto de semejante concepto, pero voy a hacer un pinkmoonesco ejercicio de desmitificación de cosas con respecto a los Four Fabs que se han dicho tanto que se repiten sin que nadie se ponga a pensar una micra de segundo en ellas. Ódienme si quieren malditos melenudos.

1) Para que les adjudiquen un tercio de los quince mejores discos de toda la historia lo primero que se me ocurre decir es que los Beatles, autores de varios simples y Eps fantásticos no tienen un disco perfecto, es decir, sin relleno. Descontando las recopilaciones, no hay un Lp que no tenga un tema de mierda, los que llegan más cerca son Revolver –pero está allí el estúpido “Dr. Roberts”- y Sgt. Pepper, al que Macca le endilga el infame “When I’m 64”. Los demás todos tienen, cómo mínimo, tres temas flojísimos, o apenas tres temas buenos (sí, el Let it Be). En cambio, varias de sus bandas contemporáneas y rivales (Rolling Stones, Velvet Underground, The Who) sí tienen Lp’s perfectos a los que no le podés sacar un tema, o sea que no era imposible.

2) Todos los discos de los Beatles, a excepción del Sgt. Pepper (motivo por el cual varios emocionados sostienen que es el primer disco conceptual de la historia) y tal vez del Revolver, tienen un pobre orden de temas, pareciéndose más a recopilaciones haraganas que a discos concebidos como tales. Si alguien (excepto Charles Manson) le encuentra algún orden lógico al White Album que me avise.

3) Si dejamos de lado los divertidos juegos de palabras de Lennon y alguna canción aislada del mismo (“Julia”, “A Day in Life”, “She Said, She Said”), las letras de los Beatles, inclusive las “maduras” (es decir, las que escribieron después de fumar caño con Dylan y escucharlo), son pésimas.

4) A excepción de McCartney y George Martin (¿qué no es un Beatle?, las bolas no es, y más importante que alguno de los oficiales) ninguno de la banda es un gran intérprete ni un instrumentista virtuoso. Ya sé que esto no es esencial –soy fan de Beat Happening y las Shaggs- pero hay gente que lo sostiene, como si estuviera hablando de King Crimson, no es así, escuchen bien.

5) Para ser la punta de la vanguardia musical popular de los años sesenta hay que decir que no hay ni una idea de avanzada a la que los Beatles no hayan llegado segundos o terceros (George Martin sí, el viejo sí inventó varios recursos de grabación que sirven hasta hoy).

6) Salvando algunas canciones con las que se puede hacer una bonita recopilación, los discos solistas de los ex Beatles son una garcha.

7) El que hayan abandonado los escenarios antes de llegar al ápice de su carrera impide valorarlos como artistas en vivo, o por su capacidad para adaptar y re-versionar sus canciones, es decir, hay toda una faceta de su potencial como músicos que es directamente inexistente. Y eso no es una parte menor.

8) Las canciones de los Beatles si bien a menudo son perfectas, rara vez son realmente emocionantes, pasando más por el oído y el cerebro antes que por el cuore. Me van a putear, pero piénsenlo ¿cuántas de las canciones de los Beatles que contienen la palabra “love” pueden relacionar con una auténtica experiencia emocional?

9) Una gran parte de la genialidad de los Beatles tiene que ver con tener los rubros suficientes como para poder pagar a cualquier músico/arreglador que se les cantara. No es que todo les brotara como hongos en el bosque.

10) Manolito tenía razón


(¡la remera más grande, más blanca y más universal según Stevie Wonder y su primo Joe!!!)

(Ahora que me descargué quiero aclarar algunas cosas para que no me estrangulen con una cuerda de sitar: considero sí a los Beatles como una de las mejores bandas de la historia de la música pop y sin duda la más importante/influyente, pero esto no es equivalente a decir que es la mejor –como si fueran los campeones de los cien metros llanos o tuvieran el pene más largo del mundo- ni que sacaran los mejores discos de la historia o fueran los mejores compositores que nunca haya habido. Personalmente pienso que aunque se les considere la marca alta e insuperable de la marea –y no saben hasta que punto se ha exagerado con eso en Uruguay- hace más de treinta años que se disolvieron y si ya en ese entonces había bandas tan buenas, menos famosas y menos importantes pero igualmente buenas, es evidente –aunque más no sea por ley de probabilidades- que ha habido reuniones de músicos/compositores tan buenas o más.

Gente influenciada por los Beatles como Robert Pollard ha demostrado una creatividad/productividad y una calidad lírica mayor a la de las carreras solistas de los cuatro de Liverpool, muchas otras bandas han sido más raras, más rebeldes, más anárquicas y más creativas, esto ni es raro ni los desmerece, es natural, el pensar que una obra de arte no puede ser superada o no puede ser actualizada es pensamiento mágico, no tiene nada que ver con lo que es una obra en sí sino con un acto de fe, respetable sin duda pero no confundible con un ejercicio de crítica.

En lo personal recuerdo perfectamente la primera vez que los Beatles me deslumbraron, de tendencia más bien rolinga los Beatles me gustaban (“a todo el mundo le gustan los Beatles” decía con resignada lógica Charles Bukowski) pero no eran mi tótem sino más bien algo que me fastidiaba cuando veía a los músicos uruguayos babearse como si los Beatles hubieran sido la única banda eléctrica que conocieran, y en algunos casos tal vez fuera así. Pero curiosamente mi deslumbramiento no fue escuchándolos sino leyéndolos; me pasaron un libro de acordes de sus grandes éxitos y cuando me puse a sacar los temas, que me imaginaba simplísimos, casi me caigo de culo al ver las estructuras perfectas, las arquitecturas arreglísticas brillantes en las que dos acordes mayores comunes eran seguidos por otro con una pequeña variación que convertían a la barra de acordes en algo muy similar a cualquier otra barra de una canción pop pero a la vez de una profunda diferencia. Ver una tablatura de los Beatles es como contemplar un copo de nieve en el microscopio y descubrir la simetría secreta que sostiene su belleza.

Desde entonces empecé a escucharlos con más atención y descubrí maravillas asombrosas en los arreglos, en las increíbles líneas de bajo, en los planos de sonido, en el timbre de las guitarras, en el delicado equilibrio de las voces, etc. Nunca fueron la banda que me cambió la vida, siempre me asombraron, nunca me conmovieron, siempre me enseñaron. Siempre los admiré, nunca los idolatré.

El mayor y más innegable talento de los Beatles es no el de haber sido los más de nada sino más bien el haber sabido combinar los elementos que había en el aire de la forma más equilibrada y humana posible. Es algo que comparten con bandas como los Sex Pistols, Sonic Youth, Pixies o Nirvana, esa capacidad de perfeccionar y adaptar a un formato accesible y válido a la vez los sonidos que estaban en el aire.

La obsesión por pensar a los Beatles como una banda cualitativamente diferente y totalmente por fuera de cualquier discusión o comparación no solo es pensamiento mágico, además es pensamiento único, como el de las hinchadas de fútbol, como el de los neoliberales...

Alguien dijo alguna vez que le gustaba pensar en los Beatles como una de las mejores bandas de los sesenta pero que pensar en los mismos como La Mejor no le parecía tener sentido. El que ese alguien fuera John Lennon le daba un poco de autoridad extra a su opinión)


Y nada, críticos de la RS, cómprense un par de discos que no sean de una major, no sean piojosos, si quieren yo les grabo… Ah, no se olviden para la lista del sur del de Piñón Fijo y el de Leticia Brédice. Y está bien que con el tiempo el primero de Velvet ha ido vendiendo alguna que otra copia pero la cifra de 311.000 millones me parece un poquito exagerada.

martes, abril 13, 2004

Valientes y cobardes

Esta noticia, de la que curiosamente no encuentro símiles en los diarios norteamericanos, detalla algo muy interesante; desde que empezaron los nuevos disturbios en Irak murieron, además de una veintena de soldados de la coalición, unos ochenta mercenarios de diversas nacionalidades, cuya muerte obviamente no voy a lamentar ya que me parece un oficio reprobable. Pero lo notable y curioso es el trabajo específico que tenían esos mercenarios (además del de matar gente, obvio) y que es el de proteger a las tropas profesionales.

Lo cual plantea una situación paradójica en la cual los soldados más poderosos del mundo tienen que contratar soldados para que los protejan. No es tan paradójico si se tiene en cuenta la imposibilidad psíquica de los norteamericanos de aceptar que cuando uno mata gente aumenta la posibilidad de que lo maten a uno para que deje de matar. Y, por supuesto, los votos que se pierden cada vez que bajan de un avión un cajón largo con un estadounidense adentro.

Desde el 11/9 el insulto más frecuente que profieren los halcones del gobierno estadounidense es el de “cobarde”; atentados cobardes, terroristas cobardes, dictadores cobardes, franceses cobardes, españoles cobardes, mundo cobarde. Aficionado a la historia de las guerras desde pequeño tengo que decir que nunca –ni el ejército ruso desertando en masa en 1917 para hacer la Revolución, ni los italianos que no querían pelear en África del Norte en 1942, ni siquiera los pilotos yanquis que bombardeaban a los civiles de Saigon desde la estatósfera y que de vez en cuando eran alcanzados por un misil antiaéreo- vi a un ejército de ocupación que necesitara ser protegido por otro ejército. Y pagarle mil dólares al día a cada integrante de ese ejército por hacerlo.

Mientras tanto los soldados del Pentágono, tras las escaramuzas de Faruja, declararon que el enemigo utilizaba “tácticas de increíble cobardía”.

Veo en televisión a Muqtada al Sadr hacer una declaración pública, a pesar de ser el hombre más buscado en estos momentos en Irak, en la que dice que no tiene miedo a morir por la libertad de Irak y que está dispuesto a hacerlo. Algo que supongo pasará de acá a una semana. En este reino de María Elena Walsh supongo que debe ser otra cobardía más.

Mirando canciones (VI): Song With No Name

Antes que nada una aclaración prejuiciosa: nunca me ha pasado, supongo que porque tampoco es algo que uno vaya preguntando por la calle, pero si me topara con alguien que me dijera que no le gusta Shane MacGowan y los Pogues, inmediatamente me inundaría la sensación de estar hablando con un degenerado o con una persona desalmada, y posiblemente perdería todo interés en continuar dicha conversación. Habiendo dejado esto en claro paso a hablar de la canción en cuestión.

Song With No Name” es el tercer tema del primer disco solista o más o menos solista de Shane MacGowan, The Snake, disco editado en 1995 después de que sus compañeros de los Pogues se vieran obligados a darle un shot en el cool a causa de sus innumerables (y enormes) adicciones y su conducta errática e imprevisible (no quiero imaginar lo que debe haber sido, porque es como si los Them hubieran echado a Van Morrison, o los Stooges a Iggy). Es un vals lento en un disco con pocos temas suaves o baladas y, a pesar del buen lugar que ocupa en el disco, la canción pasó bastante desapercibida al haber sido elegidos para difusión del mismo “Haunted”, el pimpinilesco dúo con Sinéad O’Connor y la autoparódica y floja “Nancy Whiskey”. Pero “Song With No Name” era la joya de este disco bien-intencionado aunque condenado a ser oscurecido por los anteriores trabajos de MacGowan con los Pogues. Transcribo la letra del tema:

Long years ago I fell in love / With a lady proud and fair / So passionate were she and I / We made fire in the air / I loved her more than life itself / She loved me just the same / And it broke my heart to think we'd part / If she ended the affair

But I was brutal, I was ignorant, / I was cruel, I was brash / I never gave a damn about / The beauty that I smashed / No sadist I, I ever found delight / In making my love cry / Now I'd pray for a single kiss from her / To be lashed and crucified

And now I fear this lady fair / Can never more be mine / Long gone are nights in my lonely bed / All suffering and crying / And though I fear that through this life / She'll call me only friend / 'Til I'm dead and buried in my grave / My love will never end


MacGowan, además de un vocalista tan formidable y expresivo que a nadie le importa cuando desafina (debe ser el cantante que más desafinaciones notorias tiene en grabaciones profesionales), es uno de los mejores letristas de la música popular contemporánea y, de alguna forma, un de los pocos ejemplos de lírico posmoderno y romántico al mismo tiempo. Poeta y punk precoz, MacGowan es uno de esos casos de un asombroso talento natural que es despilfarrado por culpa de ciertos demonios inquietos, pero que aún con estos bichos zumbándole la cabeza es capaz de elaborar joyas en estado bruto tan hermosas que parecen talladas. Como Stephen Merritt, MacGowan trabaja sobre formas y estructuras líricas tradicionales a las que renueva con pequeños toques de referencias contemporáneas o inusitadas; también al igual que Merritt, MacGowan es un romántico irredento y desvergonzado, capaz de utilizar figuras emocionales tan obvias y grandilocuentes que, de no ser por la pasión y el convencimiento con el que las canta, parecerían paródicas. Pero MacGowan no es un posmoderno pelotudo que se cree un genio porque puede imitar estilos de antaño con una guiñada, y es evidente que el amor que le tiene al heroico folklore de su país es mucho más que el simple deseo de aprovecharlo para llamar la atención a los periodistas mid-cult. Y se diferencia de ese compositor encantador que es Merritt en que nunca se le ve una intención cerebral detrás de sus canciones, nunca se le ve la receta de la combinación, cuando canta parece que las proporciones de pasado y presente, de pasión e ingenio, de tradición y ruptura, se han abrazado tan fuerte que es imposible separarlas.



En esta canción ambos mundos están aparentemente disociados formalmente, de hecho la primera estrofa guarda una forma romántica, de vuelo y espiritualidad excesivos, frases hechas, promesas de eternidad y algo de melodrama. En cambio la segunda estrofa tiene un carácter confesional único en su sinceridad y da la medida del genio de MacGowan. En primer lugar está la autoflagelante enumeración de fallas que admite haber cometido en su relación. Uno de los adjetivos con los que se auto-califica, “cruel”, es habitual en el rock pero desde Elvis hasta Cerati generalmente se lo han encajado a la otra persona y es raro verlo referido a uno mismo, lo mismo podría decirse de “brutal”, tal vez aún más raro en relación a una situación sentimental y “brash” (que a duras penas puede traducirse como “grosero”) es un término más bien excéntrico pero muy sonoro. Pero el que es excepcional es el primero, “ignorant”, un insulto definitivo y un defecto capaz de arruinar cualquier historia de amor. MacGowan lo canta/confiesa con toda la vergüenza, arrepentimiento y dolor que deben haber llevado a elegirlo, y en combinación con los otros tres presentan a un hombre abrumado por su propia conducta, un sentimiento supongo familiar para un bebedor como el irlandés. El resto de la estrofa es tan lírico que me niego a comentarlo, la contundencia del “I never gave a damn about the beauty that I smashed”, la extraña construcción del “No sadist I, I found delight in making my love cry” y la súplica final hablan por sí solas. Agrego que quien no sienta empatía o no vea la excepcional sinceridad de esta estrofa es un ciego o una persona muy afortunada que nunca le ha visto los dientes a la fiera.

La tercera estrofa vuelve al idealismo de la primera, conformando una especie de sándwich estilístico, característica que es casi imposible notar a menos que se le haga un análisis porfiado similar a éste. La canción funciona como un todo en el que las imágenes tradicionales y la confesionalidad moderna van de la mano y son apenas dos formas de un mismo sentimiento.

Musicalmente el tema es pariente de los grandes valses de los Pogues –“Old Main Drag”, “A Pair of Brown Eyes”, “Misty Morning Albert Bridge”, “London, You’re a Lady” (mi favorito), “Summer in Siam”, etc. Como todas las canciones del MacGowan solista es considerablemente más tosco que sus precedentes y tiene esa cualidad un poco degradada en relación a los mismos que en otros temas del disco roza la autoparodia, pero sigue siendo una canción espléndida que me eriza la piel cada vez que la escucho. El título, que sería pretencioso para otro tema (odio las canciones sin nombre o numeradas, qué carajo se creen pseudo-concretistas de cuarta) es asombrosamente adecuado ya que es una canción que lleva un nombre implícito que MacGowan evidentemente no puede escribir, algo que se nota también en el hecho que es una de las pocas canciones del tipo que no tiene ninguna referencia locataria o anecdótica explícita y reconocible. Es una canción que ocurre exclusivamente en el plano de la memoria y su pariente negro, el remordimiento.

No sé en qué anda MacGowan, posiblemente atentando contra su salud con la tenacidad que nunca pudo utilizar a favor de su música, y es una pena. Porque uno escucha el último verso de “Song With No Name” – “'Til I'm dead and buried in my grave / My love will never end” - y se da cuenta de que el tipo puede cantar algo así y significarlo al mismo tiempo, sin sonrisas de costado, sin gestos pseudo-heroicos, sin mentir. No sé cuántos cantantes, letristas, compositores, crooners o lo que sea son capaces de hacer algo así. En este momento sólo se me ocurre uno

domingo, abril 11, 2004

Are you ready for some darkness?

Una mención casual me hace pensar en un fenómeno metafórico que me tiene fascinado, se trata de cuando los periodistas de chimentos (principalmente, pero todo el mundo lo usa en charlas mediáticas) se refieren a la vida de alguien con el abstracto denominativo de que ese alguien es una persona de "La Noche".

Las primeras veces que lo escuché era referido a empresarios dueños de boliches nocturnos ("empresarios de La Noche"), ciudadanos que todos imaginamos como prósperos y pervertidos, pero luego se empezó a utilizar como una ominosa acusación abstracta para todos los que tienen una vida disipada, a los que se califica lapidariamente como personas de "La Noche" (lo escribo con mayúsculas porque a esa noche hay que tenerle respeto), término que soporta las más oscuras connotaciones. Así el periodista de turno no dice que el músico Fulanito es un drogón tan abyecto que se esnifaría una bolsa de harina de un solo saque, se dice que a Fulanito "le gusta La Noche". Lo mismo con la modelo putarraca que el periodista juzga gatuna y capaz de hacerle una garganta profunda a un árbol sequoia, y que para evitar un temible juicio por calumnias es estigmatizada apenas como una modelo perteneciente a "La Noche". No importa que el periodista que acusa tenga cara de abusar de niños con retardo, él nombra a "La Noche" (es necesario un silencio significante después de la última sílaba) y sabemos que la persona es presa de una conducta reprobable.

Es un fenómeno similar al de "La Calle", que soporta al menos tres verbos que definen clarmanente situaciones alarmantes -se pude "estar en la calle", "ser de la calle" (esto para los uruguayos es terrible con por culpa del bribón politizado llamado Lacalle), o "hacer la calle", sobre cuyos significados no voy a extenderme pero que obligan a los pobres pavimentadores municipales a ser muy específicos con respecto a sus trabajos.

Pero eso no es nada en comparación con "La Noche" (hay que entonar el artículo y el sustantivo con un leve susurro siniestro, como si se dijera "La Parca" o "El Diablo"), que con su negro manto cubre las más incalificables conductas. Es pariente del uso que mis adorados Turbonegro hacen del sustantivo "darkness", que para ellos engloba al parecer las más extremas conductas homosexuales y todo tipo de actos de tinte satánico. Yo curiosamente cuando escucho a, pongamos, el repulsivo Luis Ventura decir que "menganito es un hombre de La Noche" pienso inmeditamente en una situación diurna en la que ya amanecido menganito no puede dormirse por razones fáciles de imaginar.



La letra escarlata de "La Noche" es en verdad tan abierta y abstracta que termina siendo apenas una especie de degeneración indeterminada, casi sinónimo del término "evil" en inglés. Es en cierta forma también pariente del tenebroso "en algo andarán" o "algo habrán hecho" con el que los burgueses se hacían los avestruces durante las últimas dictaduras latinoamericanas. Obviamente "La Noche" no es tan siniestra y sus connotaciones son esencialmente de drogas, sexo y baile. Si no fuera porque posiblemente nadie entendería el chiste sería el nombre ideal para una banda de punk-rock particularmente ofensiva.

Así que con todo el desprecio que me producen sus inventores y el uso que hacen de la misma, presento mis respetos a esta indefinida metáfora llena de poderes satánicos que puede arruinar con su presencia la reputación del más admirado deportista o la más bella actriz. "La Noche", como el carbón, si no te quema te ensucia. Es una cualidad interesante.

Gardel nació en Tacuarembó

(escribo después de haber bebido como un cosaco toda la noche, perdonen la pobre sintáxis)

Chequeando mi Nedstat compruebo un dato curioso; las visitas al blog provenientes de Argentina han superado ampliamente las de mis compatriotas. Teniendo en cuenta que son cifras exiguas (es decir que no obedecen a leyes de densidad demográfica) es un fenómeno interesante. Además me elogian de una forma que mi ego crece como un testículo con elefantiasis. Hermanos rioplatenses, cuidado con lo que hacen, voy a terminar creyéndomela y la próxima vez que vaya a Bs. As. van a tener que invitarme a comer (lo cual es peligroso) o a beber (lo cual es peligrosísimo).

Agrego que en mi Nedstat desaparecieron (porque sólo anota las visitas de los países con mayor número de entradas) dos visitas de Singapur que me tenían perplejo. Me imagino que deberían ser dos orientales calentones en busca de fotos de personas sodomizadas por tigres, o viceversa.

jueves, abril 08, 2004

Mirá quién habló

¿Quién puede haber aparecido con un extenso editorial en el New York Times, reflexionando sobre los diez años de la muerte de Kurt Cobain? ¿Robert Christgau? ¿David Geffen? ¿Dave Grohl? ¿Thomas Friedman (¿se imaginan?)...?. No señor, el misimísimo Thurston Moore y lo pueden leer aquí (si llenan la ficha de datos) y comprobar que el tipo sigue optimista. Love you brother.

miércoles, abril 07, 2004

I heard you scream like a japanese baby

Unos post atrás, al escribir sobre metal noruego, irresponsablemente prometí escribir sobre noise japonés, promesa que me ha sido recordada cíclicamente por varios commentators y de la que espero liberarme con este desproporcionado post. Si bien conocía alguna cosa como los Boredoms, Merzbow, la pionera Yoko Ono o Pizzicato Five desde hacía años, sólo recientemente se despertó mi pasión actual por la música japonesa, que hace que de cada seis temas que me bajo del sslk, cuatro sean japoneses. La culpa la tienen a medias el guitarrista JS (que al igual que Caseros es capaz de besar a un nipón por la calle por el simple hecho de serlo) que me pasó un explosivo material de Keiji Haino, y por otro lado al californiano grupo Deerhoof, quienes además de tener una cantante oriental, importaron muchos de los descubrimientos arreglísticos del ruido del sol naciente, mezclandolos con pop de una forma que tal vez sólo OOIOO haya logrado en el mismo Japón. El interés por Haino y Deerhoof me llevó a la banda japonesa de moda en ese entonces, Acid Mothers Temple, y entonces sí ya fue amor y pasión desatada. Tenía que pasar porque desde que leí El marino que cayó de la gracia del mar de Yukio Mishima y vi La Balada de Narayama de Shoei Imamura estoy convencido (al fin y al cabo uno es oriental) de que los japoneses son todos übermensch y que nosotros los occidentales somos una banda de forajidos terrajas. ¿Qué tendría de sorprendente el que su música fuera igual de exquisita e infecciosa?

No es una enfermedad muy original, alcanza ver cualquier página y/o revista relacionada con la música experimental o de simple pop cutting edge, y los nombres japoneses saltan como sapitos luego de una lluvia de verano. La página de Julian Cope, que además de hacer una que otra canción es el mejor crítico de música de la web, da cuenta también de la admiración del druida por esta escena musical y es una buena fuente de comentarios al respecto. Pero este moda, como todas las modas legítimas, va más allá del hype y tiene una simple relación con el sano deslumbramiento ante una escena vigorosa y llena de una pasión que cada vez es más rara en occidente.

Y es ahí donde me tranqué y el motivo por el cual demoré más de un mes en escribir esto; en el descubrimiento de la ignorancia que uno tiene con respecto a una cultura musical entera y que opera bajo otras reglas de promoción y relación. Una cosa son, por más que uno no conozca ningún noruego, los blackmetaleros noruegos que, con sus extremismos, se meten en la tradición del rock occidental y su marco referencial, otra cosa son estos hijos de puta nipones con los que cada línea que se escribe uno tiene la sensación de estar diciendo cualquier disparate, principalmente a causa de la casi inevitable ignorancia del contexto y el background de dicha música, pero también por el conflicto con la fascinante forma de pensar oriental. Cuando alguien como el propio Mokoto Kawabata advierte a un entrevistador que la concepción que se tiene en occidente sobre la música japonesa es muy idealizada, tal vez más que la que ellos tienen de la música occidental, dan ganas de matarlo, porque uno sabe que Kawabata sabe de lo que está hablando y uno apenas intuye. Por de pronto soy consciente de que mucha de la música aquí nombrada no es percibida por sus autores (ni por su público posiblmente) como “noise” en el sentido más bien neoyorquino que se le suele dar a esta etiqueta. Algunos como Otomo Yoshihide, Merzbow o Yamatsuka Eye, bondadosamente sí se han hecho cargo del rótulo, simplificando las cosas. Personalmente preferiría hablar de música free o psicodélica, ya que el término “noise” me parece, si bien muy reivindicable, algo despectivo, sobre todo cuando uno se encuentra con la belleza sobrenatural de algunas composiciones, pero bueno, eso nos pasa desde la primera vez que tratamos de hacer escuchar a los Sonic Youth a alguna novia poco impresionable.



Paso a detallar algunas conclusiones (o más bien suposiciones) a las que llegué mientras leía/escuchaba sobre el asunto.

a) Al igual que el jazz de los 50-60 son una escena super-endogámica, lo que hace que los discos en colaboración sean frecuentes y que en los discos individuales suelan aparecer músicos de otras bandas, sin contar además las decenas de proyectos que aparecen de vez en cuando bajo otros nombres. Si uno quiere hacer un diagrama de las relaciones y cruces entre músicos de las principales bandas, el resultado parece un mandala.

b) A excepción de algunos freaks deliberadamente autistas como los Rezilles Denudes, los grupos y artistas noise japoneses son prolíficos como ratones, Otomo Yoshihide, por ejemplo, tiene seis discos editados en el 2002, por no hablar de la caja de 50 discos de Merzbow, probablemente orientada hacia el Guiness. Si eso lo sumamos la característica anterior, comprobamos que la capacidad de producción de los artistas noise japoneses es como una caricatura de la famosa capacidad de producción de sus fábricas, y en algunos casos ofreciendo una serie de variantes que serían asombrosas para cualquier músico occidental (a excepción de Jim O’Rourke, claro). Esto no necesariamente entraña calidad en todas las mismas, pero por lo menos muestra una gran intrepidez.

c) Esta falta de miedo a la cantidad también vale para la duración de los temas, a excepción de los primeros Boredoms y de algunas piezas de Ruins, los temas de noise japonés suelen ser largos para los parámetros occidentales, teniendo una media de 6 a 8 minutos y llegando a piezas de 30 minutos o más (la hipnótica “La novia” de Acid Mothers Temple, marca 40 minutos con 40 segundos).

d) La generalmente difícil relación entre electrónica e instrumentación tradicional que suele darse en occidente es tema superado en Japón, donde sus principales músicos se mueven con total comodidad entre ambos planos sin dar significado idiosincrásico a ninguno.

e) No hay una característica predominante en relación al idioma; hay bandas que cantan en japonés, bandas que cantan en inglés, bandas que a veces cantan en inglés, a veces en japonés, bandas que cantan en idiomas que ellos inventan… Ese parece ser un dilema que les chupa un huevo amarillo, por otra parte el predomino instrumental en las composiciones es claro, cantan poco y de ese poco mucho lo aullan más allá de cualquier idioma. Las letras, al menos las escritas en inglés, son totalmente irrelevantes. (Según lo poco que sé de japonés, el tono y la expresividad de la palabra tiene una importancia semántica mucho mayor que en los idiomas occidentales, hasta el punto de que la misma palabra puede tener significados radicalmente diferentes según la entoncación con la que se la profiere. Esto explicaría el por qué cada vez que vemos una película japonesa nos da la impresión de que a veces se ponen a gritar irracionalmente, y esto también pone en duda nuestra percepción de lo que es un grito en una canción japonesa).

f) Al menos por lo que vi en sus declaraciones, los tipos no tienen la menor angustia por el hecho de estar influenciados por occidente. En general suelen nombrar como principales influencias a artistas de rock más o menos normales y desmarcarse de la tradición de improvisación musical japonesa. Lo cual es lógico, porque como decía Borges, en El Corán no hay camellos, es decir, los tipos tienen tan poca inseguridad con respecto a lo personal de su música que no les temen a la influencia extranjera y no se preocupan por poner instrumentos japoneses en todos sus discos. Me explico: creo que no hay un Santaolalla japonés, lo cual podría explicar la salud y la vitalidad de su música.

g) Es imposible diferenciar claramente, más allá de algún caso extremo como Merzbow o Hanatarash, qué es estrictamente noise, qué es avant-garde y que es simple psicodelia. Si uno lo piensa pasa lo mismo en occidente (¿no es Sonic Youth una banda psicodelica? ¿no es la psicodelia dura de los sesenta un proto-noise? ¿a qué carajo le decís noise y a qué no?), la diferencia es que los japoneses no parecen ni siquiera plantearse el problema.

h) Por los motivos que enumeraba en la introducción, también es muy relativo el que mucha de la música japonesa sea percibida por sus autores, incluso por el público local, como “noise” o vanguardia. Es sabido, por ejemplo, que al tomar contacto con la música clásica occidental, un maestro clásico japonés del siglo XIX se refirió a ella como “una sucesión interminable de marchas”.

i) Aunque parezca paradójico el silencio tiene mucho espacio en el ruido japonés; al igual que en su concepción plástica, el fondo tiene en esta cultura musical tanta importancia como los elementos destacados, por lo que –si bien hay bandas de notable densidad como High Rise o Les Rallizes Dénudes (de hecho las de sonido más “occidental”)- son habituales los espacios vacíos dentro del noise japonés y la cuidadosa disposición ambiental de los sonidos. Aube y Otomo Yoshihide han llevado esto hasta el paroxismo, obligando a que uno se pare a ver si no le pasó algo al equipo, dando una pincelada aquí y una allá con exquisito talento. Pero incluso en las bandas de concepción musical más “normal” la mezcla de grabación suele ser insólita para nuestros parámetros, privilegiando volúmenes y timbres en forma extravagante y haciendo que las composiciones verticales en un solo acorde sean bastante frecuentes. La versión que hacen los Acid Mothers Temple del In C de Terry Riley (una larga composición en el acorde de Do), podría ser un chiste snob en manos de un occidental, en manos de ellos es un cover lógico.

j) La conexión idiosincrásica con el krautrock y la música experimental alemana (¿un resabio del Eje?) es evidente, y quienes estén familiarizados con la misma no se van a sentir tan asombrados por los extensos desarrollos y la concepción de cuelgue (que le debe también mucho al trance) de estas bandas.

k) Para provenir de una sociedad supuestamente muy machista y opresiva con respecto a las mujeres, la participación de las mismas en este tipo de grupos es superior a la de cualquier otro género y además en funciones que van mucho más allá de lo decorativo. Yoshimi P-We, Yasuko Onuki o la cantante Phew (New Jazz Ensemble) son parte esencial del sonido de sus bandas, recordando constantemente la importancia artística que Yoko Ono ya tenía en esta cultura antes de conocer al peludo de Liverpool.

l) Por último lo más importante: se puede caer en la pelotudez solapadamente racista de concebir al noise japonés como una sarta de orientales hiper-excitados que se divierten haciendo barullo por el simple hecho de hacerlo y parecer extremos. Es innegable que en algún caso esto puede ser cierto, algo que de cierta forma sugerido en el sentido del humor de muchas de estas bandas, muy auto conscientes de su dificultad rayana en lo absurdo, pero en general atrás de esta violencia sónica hay una tradición seria de improvisación musical, de hambre experimental y, sobre todo, una filosofía profundamente espiritual que sin demasiada imaginación emparento con el budismo zen. El zen, más que una religión es una filosofía espiritual que no voy a tratar de explicar para no insultar a los lectores cultos y porque además no se puede explicar, pero que tiene esos elementos de gratuidad multidireccional y juego que son habituales en el noise japonés, con quien comparte además la característica típicamente oriental de que lo horrible y lo bello, lo gracioso y lo serio, lo relajado y lo estridente, no son mutuamente excluyentes. Uno escucha al Absolutly Freak Out de Acid Mothers Temple y en seguida se da cuenta de que por encima de las guiñadas verbales al rock de Zappa, por encima de las señales tal vez algo forzadas de excentricidad y orientalidad, por encima del esnobismo con el que uno mismo se sienta a escucharlos hay algo, algo indefinible y que pasa por una concepción de la belleza a como la definía André Breton en Nadja: convulsiva o inexistente. Y que detrás de esa concepción hay otra cosa, de carácter espiritual, sobre la que no voy a escribir a causa de un razonable miedo al ridículo.

Pasemos a un muestrario de los principales grupos del estilo, no son todos los que están ni están todos los que son. No me hago responsable por la grafía occidental de los nombres mencionados y no respondo preguntas sobre Los Tintoreros.


(Merzbow, enemigo de los perros)


Merzbow
:
El hombre llamado ruido infernal, el caminante de los límites, la venganza japonesa por lo de Hiroshima… Cuento una anécdota; hace ya un buen tiempo, conociéndolo sólo de nombre un día se me ocurre bajar un tema de Audiogalaxy para saber qué coño era Merzbow. Sin saber tampoco qué elegir de la carpeta del tipo, elegí un tema llamado “Pulse Demon” (la palabra “demon” siempre me puede). Cuando ya había bajado un 10 % del tema se me ocurre picarlo para ver de qué se trata, sin reparar que el volumen de los parlantecitos del PC estaba bastante alto. El chirrido que salió de los mismos hizo que mi perro, el legendario y valiente J.C.B., saliera corriendo cual si hubiera sido atizado en las verijas, y yo quedé más de un día con un oído tapado y puteando su nombre en varios idiomas.
A lo que voy es: Merzbow, nombre artístico de Mazami Akita, fanático del rock progresivo y el bondage, es un hombre que experimenta con las frecuencias más nefastas pasándolas por todo tipo de pedales de distorsión, sin desarrollo melódico ni ritmo, sólo como un muestrario tímbrico de la capacidad de la electrónica de imitar la voz de Satanás. No es Metal Machine Music (que parece ambient por comparación) es algo totalmente inescuchable bajo otro concepto que no sea el interés morboso por acercarse a una música que no puede oírse. Merzbow ni siquiera genera clima propiamente dicho, solo un caos infernal en el que capas y capas de infierno se sobreponen en busca del límite de tolerancia del oyente. Tal vez la única excusa para escucharlo es justamente la búsqueda de ese límite, pero también puede ser interesante para los exploradores de timbres inusuales y valientes en general.
El hecho de que sea insoportable no quita el hecho de que es un notable artista conceptual y que es genial el que exista y que haya sacado más de cincuenta discos, pero es más saludable leer sobre él que escucharlo, y de hecho la mayor parte de los que hacen name-dropping con él es lo que hacen. Vale la pena señalar que además de poner a prueba el más valiente espíritu avant-garde, Merzbow sirve también para hacer chistes pesados y enemistarse con el medio ambiente (estoy convencido de que algunos de sus discos pueden matar a una planta).
Recomendado: Si realmente no se puede vivir sin escuchar a Merzbow, tal vez lo mejor sea acercarse por los costados, por sus trabajos con Boris, K.K. Null o Keiji Haino. Del material solista 1930 es considerada su mejor obra (no sé bajo que concepto de comparación) y de lo poco que he escuchado me pareció lo más variado y (suspiro resignado) atractivo.

Les Rallizes Dénudes (Hadaka No Rallizes): De haber nacido en cualquier país de occidente los Rallizes Denudes serían una de las mayores leyendas malditas del rock. Existentes desde los años sesenta, son un grupo de ultra-radicales sonoros y políticos, comandados por el guitarrorista Mizutani Takashi, que han hecho del misterio y la independencia un culto intransigente. No tienen (prácticamente) grabaciones de estudio y se disolvieron en 1996 dejando atrás apenas un puñado de grabaciones semi-piratas o totalmente piratas. Dejaron también un leyenda asombrosa, llena de relaciones con grupos guerrilleros, conciertos asesinos y un desprecio a la publicidad y el marketing que hace parecer a Ian McKaye un émulo de Janet Jackson. A pesar de las grabaciones funestas, el sonido de Les Rezilles Dénudes es algo así como lo que los Spacemen 3 realizaron quince años después, pero elevado a la enésima potencia. Melodías velvetianas que se estiran por más de quince minutos, sobre las que Takashi canta en japonés con voz pasada de eco, y que le sirven de excusa para los solos de guitarra más demenciales que se hayan escuchado desde que J Mascis perdió la erección musical. Les Razilles… son, tal vez junto a Zeni Geva, la banda de noise japonés que más similitudes tiene con sus equivalentes occidentales, lo cual los hacen recomendables sin más vueltas que la prevención acerca de lo extensos de sus temas y lo difícil de su producción sonora. Recomendado: El de más fácil localización es el Live ’77, y por lo que sé todos son bastante similares, difiriendo apenas en calidad de sonido.

Aube: De alguna forma es algo así como el doble bondadoso de Merzbow. Al igual que éste trabaja con sonido, no melodía; ondas sinoidales (sine waves), secuencias de frecuencias aisladas y sonidos ambientes tratados y/o deconstruídos. Pero el interés tímbrico de Aube nunca se transmuta en agresión hacia el escucha, sino que trata de generar paisajes sonoros puros sin líneas melódicas o rítmicas. En ocasiones al borde de lo new age, lo de Aube es ruido puro más que música, pero es un ruido gentil, un muestrario sonoro pacífico y reflexivo. También hay que tener paciencia zen para disfrutarlo y los tímpanos en buen estado, ya que las sine waves pueden ser relajantes para algunos pero absolutamente insoportables para oídos muy sensibles (si quieren jugar al compositor japonés excentrico, acá hay un lindo site de sine waves). Recomendado: Cada disco de Aube difiere en la fuente de sonido de donde saca sus samples deconstruídos, Pages from a Book tiene el atractivo fetichista de que dicha fuente es una Biblia rasgándose. Las diferencias entre los otros discos son sólo perceptibles para gente mucho más sutil que yo, y tal vez para algunos animales.


(Zeni Geva, feos y enojados)

Zeni Geva: El lado mala leche del noise japonés, no por nada son una de las bandas favoritas de Steve Albini. El guitarrista K.K. Null, que también hace discos solistas o acompañado del degenerado de Merzbow, es un virtuoso orientado hacia el ruido siniestro, pero Zeni Geva en general es casi una banda de rock, o de post-core para ser más exacto, inclusive con un poco de puro metal industrial. Null canta muy enojado, lo cual es raro, porque las vocalizaciones en el noise japonés suelen ser alaridos, pero rara vez son furiosos o angustiados. Recomendado: Son todos bastante parecidos, suele haber un consenso de que Freedom Bondage es el mejor, pero es muy atractivo el disco en vivo All Right You Little Bastards!, que funciona como una recopilación y en el que Albini colabora con su guitarra y con un tema inédito, el siniestro “Kettle Lake”.

Keiji Haino: Samurai übercool de cerquillo y lentes oscuros, Haino es un dios oriental de la guitarra, el equivalente kamikaze de Steve Vai, con la notable diferencia de que tal vez no sepa tocar la guitarra. Me explico; Haino es un virtuoso en el manejo del ruido que se puede sacar de una guitarra, no en su ejecución técnica (aunque es bastante evidente que también lo es en este aspecto). Capaz de editar tantos discos como Robert Pollard abotonado con Andrés Calamaro y una bolsa de frula, Haino hasta ahora no ha hecho algo que uno pueda considerar una “canción”. Sus grabaciones son largas o larguísimas sesiones de timbres de guitarra, manejo de los pedales y los harmónicos, y modulaciones de acoples, entre los que cada tanto grita como si fuera un hooligan de sumo; es decir, Haino es un maestro de lo para-guitarrístico y el sueño realizado de quienes solo disfrutan de los puentes en las canciones de Sonic Youth. Músico versátil también se ha pasado a la percusión en alguno de sus discos. A pesar de rondar lo no-musical los resultados generalmente son climáticos, apasionados y sugerentes, y, lo que no es menos importante, son presentados con una actitud super-convincente (Keiji Haino tiene el carisma asesino de un Jimi Hendrix a punto de subirse a un avión Zero) y una presencia escénica que cuentan como electrizante, ya que el juego escénico es en el caso de Haino (al igual que en los Boredoms) una parte esencial de la interacción de su música, motivo por el cual gran parte de sus grabaciones son realizadas en vivo. Con treinta años de feedback sobre sus espaldas, Haino es una estrella del underground mundial a pesar de lo difícil de su música y de lo extravagante de su porfiado cerquillo. Figuretti avant-garde ha hecho discos con prácticamente todos los músicos japoneses extraños (menos con los Rezilles Denudes, al parecer porque Mizutani Takashi le mejicaneó una novia) y con varios experimentadores occidentales como Tony Conrad, Gunther Mueller y Derek Bailey. Recomendado: Mi favorito, de lo que escuché, es Challenge to Fate, que reúne bastante bien todas las virtudes de Haino, si les interesa más su vertiente percusiva el disco es Tenshi No Gjinka.


(Keiji Haino dándole al look)

Fushitsusha: Trío apocalíptico donde se dio a conocer Keiji Haino y su furibunda guitarra. Las grabaciones de Fushitsusha son realizadas en vivo y consisten en prolongadas composiciones espontáneas en los que la base trata de enmarcar el viaje de Haino mientras este demuele una guitarra y ocasionalmente su garganta. Recomendado: Withdrawe this sable Disclosure ere Devot’d los muestra inspiradísimos, sonando como una tormenta que arrecia o se calma siguiendo patrones que parecen inspirados por el ambiente, música en estado puro.

Guitar Wolf: Se puede argumentar con razón que estilísticamente son una banda de rock de garage y no de noise. Las bolas no lo son; apenas escuchás 3 temas del Jet Generation y de su infame mezcla y te das cuenta que la palabra “noise” (o para ser más exacto “barullo”) les queda como un guante. Me han hablado maravillas de su directo en Buenos Aires. Recomendado: el ya mencionado Jet Generation; son tan graciosos cuando gritan los “uan-tu-tli-fol…”

Boredoms: Hay que dejarse de joder con Merzbow y dar al shogun lo que es del shogun; el amo del noise japonés es Yamatsuka Eye (o eYe), espíritu libre al que le gusta aullar como si una ardilla dientuda se le hubiera prendido con saña del muñeco, y que presta su aullido con alegría al mundo occidental, berreando con igual entusiasmo en discos de John Zorn, Sonic Youth o cualquiera que aguante. Los Boredoms son su proyecto más conocido y su nombre se ha vuelto sinónimo de ruido infame. Un amigo me comentaba que a principios de los noventa en un concierto de Sonic Youth y otros grupos noise pasaban el primero de los Boredoms como fondo entre las bandas, y que ese público se tapaba los oídos y decía “esto es demasiado”. En verdad no es tan así, o al menos después de diez años no parecen tan así, los Boredoms son quilomberos, pero su quilombo es notablemente ordenado, variado y tiene un gran sentido del humor, además de presentar siempre un increíble catálogo de inesperadas ideas sonoras. Su periplo ha sido similar (tal vez más radical aún) al que llevó a los Sonic Youth desde Confusion is Sex hasta Washing Machine, o sea, una estetización progresiva y un cierto serenamiento que no implica una domesticación sino una evolución hacia otros colores estético-emotivos. De hecho Vision Creation Newsun (2003) es una obra instrumental, predominantemente electrónica y sin (mayores) sobresaltos, pero al mismo tiempo es tan original que hizo decir del mismo al entusiasta Julian Cope: “Otros músicos pueden ahora afanar esta obra maestra (seguro que lo van a hacer) y la humanidad va a elevarse gracias a ello. Nada menos.” Por motivos que no podría explicar jamás Yamatsuka Eye se cambió su nombre a “Yamantaka” y luego a “Yamataka”. Que haga lo que quiera, que el Señor del Ruido le cuide las cuerdas vocales y la curiosidad y que una legión de geishas le bese el pito. Se lo merece. Recomendado: Julian Cope dice que Vision Creation Newsun, J.S. recomienda sus primeros trabajos. Yo, salomónico, opto por su obra maestra del medio, Super Æ, que combina asombrosamente el ruidaje inicial con la búsqueda estética casi mística de su último trabajo.



(Yamatsuka, Yamantaka o Yamataka eYe en acción)

Hanatarash:
La banda anterior a los Boredoms de Yamatsuka Eye es sí algo así como la idea que se tiene desde afuera de los Boredoms, es decir, una manga de japoneses que hacen un barullo insoportable y sin sentido. Más allá de que se pueden ver algunos bosquejos de lo que después sería desarrollado con más talento en los Boredoms, la verdad es que los Hanatarash son bastante inescuchables y repetitivos, y pasarán a la historia apenas como parte del currículum de Eye, quién en sus performances con esta banda solía lastimarse al estilo Iggy Pop, supongo que para poder berrear más fuerte. Recomendado: Si hay verdadero interés se puede recomendar el Hanatarash 1 (también conocido como The Hanatarashi Vynil Lp) cuya particularidad es que las ocho canciones que lo componen tienen la palabra “pija” (cock) en el nombre.

Hijokaidan: Similares a los anteriores, son algo así como el hijo enfermo de Merzbow y los Guitar Wolf, es decir, un bochinche desaforado sin mucha dirección pero con (eventuales) guitarras. Obviamente le deben mucho a Fushitsusha pero son intensos hasta el límite de lo soportable y solo son recomendables para gente que considera el cassette de Sonic Death como demasiado pop. Recomendado: el único que escuché es Unlimited Edition, pero por lo que sé es lo mejor (…) de estos monos, que han hecho performances legendarias en la Knitting Factory de NYC. Tiene una versión de “Purple Haze” que pondría a Hendrix blanco como una papa. Y no de admiración, precisamente.

Otomo Yoshihide / Ground Zero / New Jazz Ensemble / Cathode: Yoshihide es el equivalente nipón de Jim O’Rourke (de quien es ferviente admirador) en cuanto a que es un músico que se mueve con igual comodidad por el jazz, la improvisación, la canción de corte “normal”, la instrumentación tradicional y la electrónica. Músico de formación académica se dio a conocer sobre todo con su grupo Ground Zero, dedicado a la cuidadosa deconstrucción de la música de otros. Si bien se ha destacado por su uso de bandejas, samplers y sine waves, Yoshihide puede prestar su guitarra a proyectos más normales y editar media docena de discos en un año sin que ninguno se parezca entre sí. Recomendado: la música de Yoshihide es tan diversa, novedosa y excitante en cualquiera de sus facetas que es difícil elegir un trabajo en particular de este libertario capaz de samplear comerciales, discursos de Reagan y películas de artes marciales e intercalar todo en una ópera maoísta. Puesto contra la pared me inclino por Dreams, un disco absolutamente encantador de baladas jazzeras que no parecen baladas jazzeras, que de pronto se convierten en un huracán de free jazz que no es free jazz, y de pronto se convierten en un sueño y de pronto no sé con qué compararlo ni cómo sacarlo de mi equipo de audio.


(Yasuko, Melt Banana)

Melt Banana: Cerca del hardcore de los ochentas, los Melt Banana parecen por momentos acelerados artificialmente en su anfetamínica velocidad. Esta velocidad, sumada a su simplicidad melódica y a curiosas intervenciones electrónicas, los hacen parecer una versión un poco más rápida y näive de Atari Teenage Riot, pero aderezado con la creatividad absurda de los Boredoms. La cantante, Yasuko Onuki, es según mi amigo P.P. que los vio en vivo, es el sueño realizado de los adeptos al hentai y los manga eróticos. Recomendado: los discos de Melt Banana sorprenden pero cansan, con todo su última obra Cell-Scapes es considerablemente más variada.

Boris: Una banda que elige su nombre en honor a un tema de los Melvins es, evidentemente, una banda interesante. Representantes máximos del sludge metal en Japón, los Boris son uno de esos grupos ultra-doom, al estilo Khanate, que pueden colgarse quince minutos en un riff que parece Black Sabbath a 22 r.p.m. y acoplarlo todo el tiempo. En sus grabaciones propias son de sonido más occidental y previsible que los otros aquí presentes, pero han hecho discos en colaboración con Merzbow y con Keiji Haino. Recomendado: el monstruoso Amplifier Worship, aunque más no sea por el título. Acaban de sacar un disco muy stoner, Heavy Rocks, que no tiene nada de noise pero que es excelente.

Masonna: Artista (?) similar a Merzbow e igualmente infumable. Maso Yamazaki se diferencia en que utiliza voces (Merzbow es poco adepto a las voces) procesadas hasta lo inhumano y que la textura general es aún más densa que las de su obvia inspiración. Recomendado: Frequency LSD, por el nombre, nada más, si esquivan a este hinchapelotas desaforado, mejor.


(La legendaria Yoshimi P-We, sin robots rosados)

OOIOO: Expresamente dejé de lado el nombre de Yoshimi P-We al hablar de los Boredoms porque me parecía que merecía su destaque particular. La baterista/percusionista de los Boredoms es una figura tan distintiva y carismática que inclusive llega a opacar eventualmente a la de su fulgurante compañero de banda (el ubicuo Eye), consiguiendo que toda la escena indie yanqui estuviera atrás de ella, buscando su participación tanto como música (Free Kitten) o como figura carismática (el disco Yoshimi Battles the Pink Robots, de los Flaming Lips), y a juzgar por la preponderancia rítmica de los últimos trabajos de los Boredoms también está haciendo sentir su peso en estos beatles del ruido infame. OOIOO es el principal de sus proyectos individuales (todos los proyectos individuales de los Boredoms ocuparían el mismo espacio de este post) y consiste en una banda de cuatro mujeres intentando sonar lo más extraño que se pueda todo el tiempo y al mismo tiempo ser pop y encantadoras (los fans de Deerhoof pueden imaginarse de qué se trata). Lo logran todo el tiempo y en cualquiera de sus canciones hay bastantes ideas como para darle de comer a cualquier grupo inglés de vanguardia por dos años. OOIOO es más agradable y apacible que los Boredoms, pero se les nota la familiaridad y la intrepidez. No son noise, pero a quién carajo le importa, son de la familia. Recomendado: El primero, Feather Float, una joyita psicodélica, delirante y exótica de pop extraterrestre.

Vajra: Otro experimento endogámico que en esta ocasión convierte en extraños compañeros de cama a Keij Haino y al piradísimo bluesman japonés Kan Mikami. Mikami es una especie de mezcla oriental entre Syd Barrett y James Brown, lo cual no quiere decir que este bueno, pero es muy curioso. Vajra combina ambos viajes orientales de forma curiosa, por un lado Mikami acompaña su canto tocando la guitarra con la simplicidad de un Calvin Johnson en un día haragán, por el otro Haino hace lo que hace Haino, pero por contraste parece aún más salvaje y excéntrico. Excelente, diría Mr. Burns, indeciso si frotarse las manos o taparse los oídos. Recomendado: No escuché todos y parece que hay diferencias notables entre ellos, pero el Cat Last (Mandala Cat) es el único en inglés, lo que facilita un poco las cosas.

High Rise: representación sonora de Godzilla dándose una vuelta por Tokio. Los High Rise son, en el fondo, muy en el fondo, una banda de rock clásica cuyas grabaciones suenan como una versión exagerada del Kick Out the Jams de MC5 o el primero de Blue Cheer, pero al mismo tiempo la distancia entre ellos y estas bandas es más o menos como la que hay entre Jesus & Mary Chain y los Beach Boys. Un sonido gigantesco, abigarrado, saturado hasta lo indecible, lleno de eco, dinosáurico, que recicla riffs y estructuras occidentales y que ha sido a su vez reciclado por grupos occidentales actuales como Dead Meadow y que sorprende más aún cuando se comprueba que vienen sonando así desde mediados de los ochenta. Más rock que noise, pero brutal como para mandar a un fan de Manowar a comprar tapones de oído. Recomendado: Hay una recopilación llamada Destination que resume bien lo mejor de la banda, pero en mi opinión lo mejor es tirarse al agua y arrancar por el Live, que extrañamente debe ser su trabajo más prolijo.

Mainliner: más que una banda independiente es una versión de High Rise en la que Asahito Nanjo, bajista y cantante de dicho grupo junta fuerzas con el bestial Mokoto Kawabata (el dios de la guitarra de Acid Mothers Temple) versionando ideas de High Rise junto a composiciones nuevas pero de similar estructura. Lógicamente suena muy parecido a High Rise pero en ocasiones es aún más violento, colgado y monstruoso, lo cual es como decir que se es más peludo que un yak. De cualquier forma con una venda en los ojos ni ellos mismos pueden diferenciar un disco de Mainliner de uno de High Rise. Recomendado: el EP Kamikaze reúne tres temas invencibles, tal vez mejores aún que la media de High Rise.


(Yoshida / Sasaki)

Ruins: es bastante absurdo considerar “noise” a dos virtuosos de sus instrumentos como Tatsusha Yoshida (batería, voz) e Hisashi Sasaki (bajo de seis cuerdas, voz), pero el escándalo que meten en sus inclasificables discos y su radicalidad progresiva fuerzan a meterlos aunque más no sea como compañeros de ruta. Los Ruins hacen discos inclasificables, carismáticamente embalados con portadas de ruinas y rocas, en los que se dedican a probar dinámicas y tiempos imposibles, adornándolos con voces tratadas (que cantan en un idioma que no existe) y experimentos de sonido varios. Son mucho más reconocibles como “música” que Hijokaidan o Fushitsusha, pero también son barderos a más no poder y Yoshida está convencido de estar poseído por algo. Cabe acotar que son la fuente de inspiración obvia de los ascendentes Lighting Bolt, que básicamente han reproducido el sonido de Ruins acentuando sus elementos roqueros. Recomendado: Hyderomastgroningem, siempre y cuando se pueda tipear el nombre sin errores en el sslk.

Música Transonic: Un auténtico dream team del noise japonés: Mokoto Kawabata (Acid Mothers Temple) en guitarra, Asahito Nanjo (High Rise) en bajo y Tatsusha Yoshida (Ruins) en batería. El resultado se parece por momentos a cualquiera de estas tres bandas, pero también genera algo nuevo y el placer permanente de estar escuchando gente que toca mejor que cualquier otro. ¿Si es noise? Bueno, el disco editado bajo el engañapichanga nombre de Orthodox Jazz es el ruido más aterrador e insoportable producido por un trío clásico que yo haya escuchado nunca, los otros discos son más bien largas jams de rock psicodélico, a lo que uno está más acostumbrado pero que también es ruido, la puta que lo parió. Recomendado: Alkimya Uptight, donde el choque entre los virtuosismos de Kawabata, Yoshida y Nanjo hace recordar a Cream pasado de ácido y wah-wah, revelándonos de paso que a uno en el fondo le gusta Cream.

MC Hellshit & DJ Carhouse: ¿Quiénes son? Yamatsuka Eye y Otomo Yoshihide. ¿Qué hacen? Un quilombo bárbaro, ¿qué van a hacer? Los dos popes del ruido se juntan en plan cuasi-hip-hop (Yoshihide en turntable, eYe en micrófono) y hacen algo bastante inclasificable pero muy divertido que consiste en que Yamatsuka hace todo tipo de ruidos con su voz mientras Otomo hace un scratch (o no) sobre el disco más disparatado que pueda imaginarse. El resultado es genial o una cagada, posiblemente ambas cosas en el yinganyesco mundo de la vanguardia japonesa. Recomendado: El Live, que yo sepa es el único, pero teniendo en cuenta su simple factura podrían hacer doce mientras yo escribo esto.

Knead: El inevitable Keiji Haino en compañía de los Ruins, podría ser EL supergrupo del noise japonés, pero le dejamos ese honor a la unión de Keiji Haino con Música Transonic. En Knead el resultado es extraño y atractivo, porque cuando Haino entra en un formato de grupo, este generalmente trata de hacerle un marco sonoro a sus vuelos, pero Yoshida y Sasaki son demasiado voluptuosos para bancársela y pican con virtuosismo progresivo a su alrededor. Si se quiere, incluso, recuerda más al grupo de Yoshida que a los cien mil proyectos de Haino. Recomendado: Knead, el homónimo debut de este experimento.


(Mokoto Kawabata & cía: Let it trip)

Acid Mothers Temple & The Melting Paraíso U.F.O.: Last but not least, el templo sonoro de Mokoto Kawabata, guitarrista salvaje fanático de Hendrix, la música medieval, el trance, el krautrock y Stockhausen, que formó una comuna artística que produce discos como si fueran chorizos y que son la mejor combinación de electrónica y virtuosismo rock que yo conozca. Los temas de estos neo-hippies son eternos trances en los que sobre bases hipnóticas de percusión y ocasionales voces, Kawabata se lanza en los trips de guitarra más salvajes que se hayan escuchado desde los mayores viajes de ácido de Jerry García. Si bien es más tradicional que un Keiji Haino, hay que escuchar a Kawabata para creerlo y en lo posible difundirlo para que la gente deje de creer que tocar la guitarra en forma virtuosa es algo similar a lo que hace Eric Clapton hoy en día. M.Kawabata y los suyos no parecen nunca buscar la agresión sonora sino que ésta se les va de las manos por la emoción y el exceso de drogas alucinógenas. El tema drogas no es menor, porque la audición cualquier disco de los AMT produce unas curiosas ganitas de meterse adentro un cáctus de peyote como mínimo y salir a bailar en pelotas por las laderas del Monte Fukijama, pero son tan enroscados que se pueden disfrutar sin estar experienced. Recomendados: Creo que La novia, no este… mejor Absolutly Freak Out, no… el In C… Bueno, más fácil es recomendar por dónde NO empezar: no empiecen por el Electric Heavyland, que le hace honor a su gracioso nombre y es una exageración solipsista de la guitarra de Kawabata que se vuelve agotadora, el resto es glorioso.

Y eso es todo amigos, no me pagan por esto. Como decía Robin Zander; “Sayonara, buenas noches, bye, bye”, me cansé.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]